lunes, 30 de junio de 2008

Triunfo y tragedia: el final de las primarias democratas (primera parte)

Vamos a reanudar la narración de la interminable carrera hacia la Casa Blanca con el último correo sobre el que ha sido sin duda el más apasionante ciclo de primarias (al menos del Partido Demócrata) en la historia de Estados Unidos.

Habíamos dejado a Obama y a Clinton a las puertas de las primarias de Puerto Rico, Montana y Dakota del Sur, así como a las puertas de una reunión del Comité de Reglas del Partido Demócrata que tenía que decidir qué demonios hacer con los delegados de Florida y Michigan.

Sigamos el orden cronológico de eventos:

El día 31 de mayo se inició con la reunión del Comité de Reglas del Partido Demócrata, que asestó el golpe final a la candidatura de Hillary. Tras varias horas de deliberaciones, el comité decidió por unanimidad permitir que los delegados de Florida fueran a la Convención, pero con medio voto cada uno (esta cuestión realmente no era controvertida: había que castigar a Florida de algún modo por adelantar sus primarias violando lo acordado por el Partido, y éste parecía el resultado más justo).

Pero la madre del cordero era Michigan: allí había, en teoría y según los resultados, 73 delegados para Hillary y 55 "neutrales" (dado que Obama no estaba en la papeleta). El Partido Demócrata de Michigan propuso un castigo: ignorar los resultados y dividir los delegados 69-59. El Comité respondió: no sólo eso, sino que además, esos delegados, como los de Florida, irán a la Convención sólo con medio voto.

El resultado final, como resulta evidente, favorecía a Obama, que pasaba de tener 0 delegados en Michigan (dado que los Neutrales -Uncommitted- técnicamente no eran suyos) a 59 con medio voto. Además, al aceptar la arbitraria división 69-59, se venía a reconocer implícitamente por parte del Comité que los resultados de Michigan eran una filfa.

Los representantes de Clinton en el Comité estaban furiosos, por supuesto, pero la votación salió adelante con los votos de los miembros pro-Obama, los miembros neutrales que todavía no se habían decantado por nadie, e incluso algunos de los miembros del Comité que apoyaban a Clinton en las primarias (el apoyo de estos últimos fue decisivo para dotar de legitimidad a la decisión, en mi opinión).

El Comité tuvo en cuenta, con lógica absoluta, varios factores: la ausencia de Obama en las papeletas de Michigan, el hecho, decisivo a la hora de tomar una decisión democrática, de que la participación en Michigan fue MUY inferior a la de CUALQUIERA de las otras primarias demócratas, señal de que la gente era consciente de que no eran unas elecciones serias (cuando en los demás Estados la participación en las primarias demócratas se incrementó enormemente), el hecho de que no hubiera campaña, por lo que Clinton, muchísimo más conocida en enero que Obama, partía de antemano con ventaja, y el hecho de que dado que Hillary sí estaba en la papeleta, los votantes que votaron por "Uncommitted", obviamente NO estaban votando por Hillary, por lo que esos delegados tendrían que ser intocables para ella.

En todo caso, Hillary salió de la reunión definitivamente acabada. El resto es rápido de contar:

Al día siguiente hubo primarias en la isla de Puerto Rico, divertido Estado libre asociado que puede votar en las primarias pero no en las generales, porque no es propiamente un Estado de la Unión. Estos fueron los resultados:

Puerto Rico (55 delegados):

Hillary Clinton- 68.42%
Barack Obama- 31.58%

El resultado era lógico, especialmente dado que Obama había hecho muy poco esfuerzo en la isla, y Clinton había viajado a ella en numerosas ocasiones.

Hillary seguía en la brecha, defendiendo la tesis de que los superdelegados tenían que apoyar al candidato con más votos y no al candidato con más delegados (el único problema es que en ambos casos ese candidato era Obama, aunque Hillary defendía que había que contar los resultados de Michigan, Estado en el que según ella Obama tenia 0 votos).

Finalmente, el martes 3 de junio acabaron las primarias, con las votaciones en Montana y Dakota del Sur:

Montana (16 delegados)

Barack Obama- 56,56%
Hillary Clinton- 41,05%

Dakota del Sur (15 delegados)

Hillary Clinton- 55,35%
Barack Obama- 44,65%

Por ultima vez, los candidatos se repartieron las victorias: Obama consiguió un triunfo claro en Montana, un Estado en el que Hillary se esforzó poco, y en el que los Clinton, vistos como demócratas intervencionistas, son poco queridos (Montana es un Estado muy libertario- Ross Perot obtuvo un tremendo 25% de los votos en 1992). En cambio en Dakota del Sur, un Estado conservador, pero en el que los votantes del Partido Demócrata son mas viejos que la media, y en el que los Clinton hicieron campaña constantemente en las ultimas dos semanas, dio la sorpresa y fue el único Estado de su región en el que Obama perdió.

Sin embargo, todo eso era ya irrelevante: a lo largo del martes, los superdelegados fueron volcándose en masa en favor de Obama (y esto no es una figura retórica: casi 70 superdelegados se decantaron por él ese día).

Pese a ello, el martes por la noche Clinton dio un discurso en el que lejos de reconocer su derrota, casi amenazó con continuar la lucha, lo que provocó, por supuesto, otra avalancha de superdelegados hacia Obama el miércoles y el jueves (por lo demás, el discurso fue muy mal recibido por la prensa, que vino a decir que hasta aquí habíamos llegado, Hillary, y que el espectáculo, por una vez, tenía que acabar).

Sin duda fue una combinación de factores lo que a lo largo de las 48 horas siguientes, hizo que finalmente Clinton reconociera su derrota. Es siempre difícil indicar un momento "decisivo" en lo que no deja de ser un proceso fluido de toma de decisiones, pero no puede caber duda de que a Hillary le tuvo que doler especialmente que TODA la delegación de Nueva York, SU Estado, en el Congreso (los 23 representantes), se pasara en masa a Obama el miércoles y le dijera a Hillary en una reunión a puerta cerrada que se había acabado.

Y en efecto, se acabó: el sábado Hillary dio un último discurso en Nueva York poniendo fin a su candidatura y anunciando su apoyo a Barack Obama. El discurso fue excelente en sí, quizá uno de los grandes momentos oratorios de la carrera de Hillary, aunque uno no deja de tener la impresión de que quizá hubiera resultado más elegante si lo hubiera dado el martes por la noche, por propia voluntad, y no el sábado, empujada por dos centenares de superdelegados que se habían pasado a Obama (muchos desde su propio bando).

La historia se preguntará como es posible que la esposa de Bill Clinton, primera dama de Arkansas y de los Estados Unidos durante casi dos décadas, senadora por Nueva York desde 2001, fuera derrotada por un Senador mulato de Illinois desconocido en la escena nacional antes de 2004 (y ella también se lo pregunta todavía hoy, sin duda).

A ello dedicaremos el correo siguiente, que este ya empieza a ser muy largo.