domingo, 29 de marzo de 2009

Demócratas que le causarán problemas a Obama: edición Congreso

El pasado 17 de marzo la página web Swing State Project anunció que había culminado su "magnus opus": una recopilación de los resultados de las elecciones presidenciales en cada distrito del Congreso. Se trata de una tarea verdaderamente impresionante, en primer lugar porque ha sido realizada por un equipo de voluntarios, en segundo lugar porque ha sido obtenida en muchos casos sin poder recurrir a Internet, sino apostando por los viejos métodos tradicionales: teléfono y contacto personal (llamando a cada condado para que les dieran los resultados de cada colegio electoral), y en tercer lugar por las dificultades que causa la irregular forma de los distritos electorales.

Al mismo tiempo, la página web CQ Politics (estupenda, por cierto) hizo dos trabajos adicionales de gran calidad: en primer lugar, un listado preciso de los congresistas demócratas que fueron elegidos (reelegidos en muchos casos) en un distrito ganado al mismo tiempo por McCain, y en segundo lugar, un bonito mapa con los resultados de las elecciones presidenciales en cada distrito del Congreso, comparado con los resultados de las elecciones al Congreso celebradas ese mismo día.

El resultado, en síntesis, es el siguiente: hay nada menos que 49 congresistas demócratas en distritos ganados por McCain en las presidenciales (el 19% del caucus demócrata). Eso tiene dos consecuencias evidentes: para Obama, se trata de los congresistas más reacios a sus programas, por cuanto representan a distritos que no votaron por Obama. Para los republicanos, son los distritos más obvios para iniciar la remontada en las elecciones de 2010.

¿Dónde están estos congresistas? Esencialmente en el Sur, en los antiguos Estados esclavistas (23 de los 49), en el Oeste, y en las áreas conservadoras de ciertos Estados demócratas (especialmente el interior de Pennsylvania o Nueva York).

Resulta llamativo ver cómo varios congresistas llevan siendo reelegidos cada dos años en distritos abrumadoramente republicanos: gente como Gene Taylor, congresista desde 1989, en cuyo 4º distrito de Mississippi McCain obtuvo un aplastante 67% de los votos, mientras que él obtuvo un todavía más rotundo 74% de los votos (o sea, que el 45% de los votantes del distrito votaron al mismo tiempo por McCain y por Taylor- que para ser justos, es uno de los demócratas más conservadores del Congreso), como Chet Edwards, congresista desde 2002, al que le ocurrió lo mismo en su Distrito 17º de Texas (McCain- 67%, Edwards- 53%) y mi favorito, Jim Matheson, que en el mormón 2º Distrito de Utah consiguió una cómoda victoria con el 63% de los votos cuando su correligionario Obama apenas llegaba al 40%.

Por lo tanto, en la práctica no es tan sencillo derrotar a esos demócratas en distritos republicanos, porque muchos de esos 49 llevan representando a sus distritos desde hace años, y se han atrincherado. Sin embargo el Partido Republicano tiene dos rutas muy claras: atacar a los congresistas recién elegidos, por una parte, y esperar a las inevitables retiradas de los congresistas más provectos, por otra.

En el primer grupo hay varios candidatos evidentes: los dos nuevos congresistas de Alabama, que ganaron sus distritos por los pelos en 2008 cuando McCain consiguió más del 60% en ellos, Walt Minnick, el congresista del 1º de Idaho, que probablemente sólo ganó su elección porque su contrincante era memo, Frank Kratovil, el congresista del 1º de Maryland, que ganó por menos de un punto en un distrito que le dio a McCain el 58% de los votos, y algunos otros elegidos por menos del 52% de los votos en distritos ligeramente republicanos en Nueva York o Pennsylvania.

El segundo grupo también tiene algún candidato evidente: Ike Skelton, del 4º de Missouri, que tiene 78 años (y un distrito muy republicano), o John Murtha, del 12º de Pennsylvania, que tiene 77 años (Murtha es especialmente tentador, porque su distrito fue uno de los pocos en los que de hecho Obama obtuvo peores resultados que Kerry, y además el propio Murtha, uno de los líderes demócratas en la Cámara, siempre está embrollado en algún escándalo de corrupción).

En resumen, cómo es fácil de ver, muy mal lo tendrían que hacer los republicanos para no recuperar, como mínimo entre 5 y 10 escaños de los que han perdido en los dos últimos ciclos electorales, y probablemente alguno más. Por supuesto, si la situación económica continúa mal, los republicanos podrán derrotar a muchos más de estos vulnerables demócratas (hay que pensar que 25 demócratas recién elegidos representan a distritos que anteriormente habían elegido a congresistas republicanos; buena parte de las mejoras pueden venir por aquí). Y la forma más sencilla que tienen estos demócratas de mantenerse vivos en sus distritos republicanos es votar contra Obama, especialmente en las votaciones más "sensibles" (por ejemplo, en el plan de rescate financiero, congresistas como Bright, de Alabama, o los ya mencionados Taylor de Mississipi o Minnick de Idaho, votaron con los republicanos y contra Obama). Pero en muchos casos, si su distrito es "demasiado" republicano, el congresista demócrata, por más que bascule hacia el centro, será derrotado.

martes, 17 de marzo de 2009

El vigésimo de Nueva York: el primer desafío de Obama

La primera prueba de fuego electoral real para la popularidad de Obama y los demócratas en general se va a producir el próximo día 31 de marzo en el Estado de Nueva York, en el que se celebran elecciones parciales para cubrir la vacante dejada por la congresista Kirsten Gillibrand en el Vigésimo Distrito del Congreso, al ser nombrada como Senadora (sustituyendo a Hillary Clinton) por el gobernador de Nueva York, David Patterson.

¿Y por qué ésta es una prueba de fuego para los demócratas? Porque se trata de un distrito diseñado en su día para que lo ganara un candidato republicano: hay más votantes republicanos que demócratas en el distrito, y la configuración del distrito, como se puede ver en el mapa, es la de un distrito de gran tamaño, eminentemente rural, y abrumadoramente blanco (95%).

martes, 10 de marzo de 2009

Team of Rivals: una crítica literaria

Aunque con mucho retraso, no me resisto a comentar mi lectura de estas Navidades, "Team of Rivals", de Doris Kearns Goodwin, que según el presidente Obama, es el libro de cabecera (junto con la Biblia) que todo Presidente de Estados Unidos debiera tener en el Despacho Oval.

"Team of Rivals" está estructurado como una multibiografía, en principio, de Abraham Lincoln, que fue el 16º Presidente de los Estados Unidos entre 1861 y 1865, y de tres miembros de su Gabinete (William Seward, su Secretario de Estado, Salmon Chase, Secretario del Tesoro entre 1861 y mediados de 1864 y presidente del Tribunal Supremo entre finales de 1864 y 1873, y Edward Bates, Fiscal General -ministro de Justicia- entre 1861 y finales de 1864).

La primera mitad del libro está dedicada a la biografía de los cuatro personajes hasta la jura del cargo presidencial por Lincoln en marzo de 1861. La segunda parte del libro está dedicada a la Guerra de Secesión, con un énfasis mucho más pronunciado en Lincoln.

El libro es globalmente excelente, de lectura siempre interesante, lleno de información y escrito con garra y talento literario. El uso de las fuentes es exhaustivo, pero no hace al libro ilegible en modo alguno.

Además de los cuatro biografiados, Kearns Goodwin perfila con bastante detalle a otros muchos personajes del Washington político de mediados del siglo XIX, como Edwin Stanton, el Secretario de Guerra, los hermanos Blair, miembros del ala conservadora del Partido Republicano o Mary Lincoln, la esposa del Presidente, así como los diversos generales de la Unión (especialmente el fracasado McClellan y el exitoso Grant).

Aunque el libro es indudablemente favorable al Presidente, no oculta las vicisitudes más aciagas de su mandato, ni los defectos de Lincoln (especialmente su a veces incomprensible paciencia con sus generales más incompetentes). La lectura del relato sobre la Guerra Civil pivota, en cualquier caso y de manera clara, sobre la aprobación de la Declaración de Emancipación el 1 de enero de 1863 (que emancipaba a los esclavos del Sur como medida de guerra). Aunque con posterioridad a esa fecha, el Norte iba a sufrir todavía numerosas derrotas, visto a posteriori resulta evidente que con la Proclamación, el Norte consiguió un gran impacto tanto nacional como internacionalmente (quizá todavía más en este ámbito), especialmente al llevar la lucha al terreno de la ética (en relación con la cuestión de la esclavitud) desplazándola del más pantanoso de la secesión.

El último centenar de páginas del libro está construido como el clímax de una gran sinfonía, con las victorias finales de la Unión y la aprobación de la Decimoquinta Enmienda aprobando la abolición de la esclavitud por apenas un voto de margen como grandes hitos históricos, todo ello unido a los compasivos planes del Presidente Lincoln respecto del Sur derrotado.

Y las páginas finales se leen con auténticas lágrimas de dolor y rabia, ante la estupidez sublime de John Wilkes Booth y sus secuaces, que al asesinar al Presidente asesinaban también las posibilidades de reconciliación del país a corto plazo y eliminaban al mayor valedor que el Sur hubiera podido tener en la Casa Blanca.

El libro es excelente. Lincoln, con su personalidad inagotable, inabarcable y poliédrica, queda muy bien reflejado, así como el leal Seward y el desleal Chase. Es una lectura absolutamente recomendable (por supuesto, exclusivamente en inglés; ningún editor industrioso, que yo sepa, se ha lanzado a su traducción en español).

martes, 3 de marzo de 2009

Excurso: elecciones gallegas y vascas

Aunque nos alejemos completamente de las cuestiones habituales en este blog (que, en esencia, trata acerca del funcionamiento del sistema político americano), dado que a fin de cuentas se escribe desde España, he pensado que podríamos dedicarle ni siquiera unas líneas a los resultados electorales del pasado domingo en Galicia y el País Vasco.

Despachemos Galicia rápidamente: es evidente que la coalición PSOE- BNG, por una parte, no ha funcionado, y por otra, que la crisis económica afecta siempre más al Gobierno que a la oposición. El PP, lejos de desmoronarse, ha salido renovado de la partida de Fraga (cambiar un candidato de 82 años de edad por uno de 47 tiene algunas ventajas evidentes), ha recuperado terreno en las ciudades y ha avanzado en las provincias atlánticas, mientras que ha retrocedido ligerísimamente o se ha estancado en las dos interiores. Nuñez Feijoo puede estar más que satisfecho, y con él Rajoy, que se lo jugaba todo en estas elecciones y ha salido airoso y reforzado.

Pero el resultado verdaderamente fascinante es el del País Vasco, donde por primera vez desde 1980 el lehendakari no va a ser del PNV, y la mayoría de los escaños va a estar ocupada por partidos no nacionalistas vascos.

El resultado, para empezar, plantea una paradoja curiosa, sobre todo para este blog, que está interesado en los sistemas electorales y sus peculiaridades.

La paradoja es que PSOE, PP y UPyD, los tres partidos que apoyarán la investidura de Patxi López como lehendakari, suman (a falta de contar los votos del extranjero), en torno al 46,5% de los votos, pero el 50,67% de los escaños (38 de 75, y probablemente 39 cuando se cuenten los votos del extranjero este viernes), mientras que los partidos nacionalistas vascos (PNV, Aralar, EA y EB-IU- sí, IU en el País Vasco es un partido nacionalista) suman en torno al 51,5% de los votos (y eso que no contamos el voto de los batasunos filoterroristas), pero sólo el 49,33% de los escaños (37 de 75)

En otras palabras: merced a la gran paradoja vasca, que es el hecho de que las tres provincias vascas (Vizcaya, Guipúzcoa y Álava) tienen 25 escaños cada una, cuando Vizcaya tiene 950.000 votantes censados, Guipuzcoa 575.000, y Álava unos 250.000, los partidos constitucionalistas han conseguido la mayoría absoluta de los escaños cuando están todavía bastante alejados de la mayoría absoluta de los votos (y decimos todavía porque desde 1990 los partidos no nacionalistas vascos han ido creciendo en porcentaje de votos elección tras elección, con la única excepción de 2005). Y ello se debe al hecho de que son mucho más fuertes que los partidos nacionalistas vascos en Álava, y por tanto se benefician del hecho de que dicha provincia está sobrerrepresentada en el sistema electoral vasco (la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida: el PNV aceptó esta cláusula en el Estatuto de Autonomía de 1980 a propuesta de la UCD, que no quería "que se comieran a Álava"- en palabras de Jose Pedro Pérez Llorca, que negoció dicho Estatuto-, y desde entonces lo ha estado lamentando).

Por otra parte, el PNV se empeñó en que la capital del País Vasco fuera Vitoria, con la intención de "seducir" a los alaveses, y también en eso el tiro le ha salido por la culata: en 1986 los constitucionalistas obtuvieron el 40% de los votos en Álava. En 2009, el 56%.

Ni el control constante del Gobierno, ni de las dos diputaciones forales más importantes (y ahora la de Álava), ni del sistema educativo, han conseguido el objetivo a largo plazo de euskaldunizar el País Vasco. Al contrario, como hemos dicho, los partidos nacionalistas vascos lenta pero sistemáticamente han perdido porcentaje de voto en Euskadi.

¿Y ahora qué? Un gobierno de minoría de Patxi López apoyado en la investidura por el PP y UPyD, y que tendrá que negociar ley a ley en el Parlamento Vasco. Es un gobierno muy problemático, por cuanto si en el eje españolismo-independentismo López tiene mayoría (39 a 36), en el eje izquierda-derecha está en clara minoría (PNV y PP suman 43 escaños, y los demás partidos, más a la izquierda, 32). Así que López se enfrenta a un desafío interesante, y habrá que ver como lo saca adelante, contra un PNV enfurecido por que se le haya arrebatado su finca privada: el Gobierno vasco.

Y otra consecuencia más: Zapatero pierde el apoyo del PNV en el Parlamento nacional, y posiblemente el del BNG. Incluso con el apoyo de sus socios en el Gobierno catalán (IU y ERC), Zapatero, en principio, sólo tiene 174 escaños en el congreso. Veremos cómo lo administra (sospecho que aspira a que CIU gane las próximas catalanas, forme gobierno con el PSC, y así pueda disponer de los 10 escaños de CIU en el Parlamento nacional. Nuestro Presidente no tiene problemas a la hora de defenestrar a los líderes catalanes de su partido. Y si no, que se lo pregunten a Maragall).

domingo, 1 de marzo de 2009

La semana en Washington: State of the Union

El gran hito de la semana pasada en Washington fue el primer discurso de Barack Obama ante las dos Cámaras (Congreso y Senado) que aunque técnicamente no es un discurso sobre el estado de la nación, en la práctica funciona como tal.

En líneas generales, el discurso de Obama fue apreciado unánimemente en cuanto al estilo (brillante, como de costumbre), y al 50% en cuanto al contenido (en otras palabras: a los demócratas les gustó y a los republicanos no). Obama, esencialmente, dio un discurso que demuestra claramente que va a afrontar el actual desafío económico con una respuesta rooseveltiana y no clintoniana, es decir, confiando en la intervención del Estado para reactivar el ciclo económico, y para conseguir un cierto grado de redistribución de la riqueza.

En ese sentido, Obama presentó también el primer presupuesto anual esta semana, cuyas líneas básicas son mayor gasto público e incremento de los impuestos para el 5% más rico de los norteamericanos, así cómo una promesa de reducción del déficit al 50% en el año 2013.

El discurso de Obama, por lo demás, obtuvo una buena reacción entre los votantes, si hay que creer a las encuestas, y le ha permitido aumentar incluso un poquito más su ya elevada popularidad.

Tradicionalmente, al discurso del Presidente le sigue un pequeño discurso de una persona designada por la oposición para darle la réplica. Suele ser una tarea ingrata, por que el formato del discurso presidencial (ante las dos Cámaras, el Gabinete, los jueces del Tribunal Supremo, el cuerpo diplomático, etc) tiene muchísimo más empaque que el formato del discurso de la oposición (se hace en solitario ante las cámaras).

Generalmente, el discurso de la oposición suele gustar mucho menos que el del Presidente (por ejemplo, el año pasado Kathleen Sebelius, la gobernadora demócrata de Kansas, tuvo que darle la réplica al Presidente Bush, y la opinión generalizada es que estuvo soporífera. De hecho, en la historia reciente, tan solo Jim Webb, el Senador de Virginia, consiguió dar un discurso de réplica efectivo en el año 2007).

Este año, le tocó la ingrata tarea al gobernador republicano de Louisiana, Bobby Jindal, una nueva estrella en el firmamento republicano. De padres hindúes, jovencísimo (37 años), gobernador elegido en 2007, ferviente católico y muy conservador, Jindal, de creer a los comentaristas, no tuvo su día (yo le vi, y aunque me pareció flojo, tampoco creo que se mereciera el varapalo que le ha caído).

Lo sorprendente no fue tanto la valoración muy crítica que hicieron los demócratas del discurso, o incluso conservadores moderados como David Brooks. Lo sorprendente fue las duras críticas que recibió desde medios tan "pata negra" del conservadurismo como la National Review, o la web "The Next Right". Tan solo Rush Limbaugh, el comentarista radiofónico, salió en tromba en su defensa, pero eso no es necesariamente bueno para Jindal, dado que Limbaugh es un hombre muy querido entre los republicanos conservadores, pero muy detestado por el resto del espectro político.

En cualquier caso, Jindal es tan joven que se puede permitir esperar, presentarse a la reelección como gobernador en 2011, y lanzarse luego a la refriega en 2016, cuando tendrá tan solo 44 años, y ocho años de experiencia como gobernador a sus espaldas.

En otras noticias de la semana: Obama ha nombrado a los dos últimos cargos de su Gobierno: Gary Locke, exgobernador del Estado de Washington, como Secretario de Comercio, y Kathleen Sebelius, la gobernadora de Kansas, como Secretaria de Sanidad. Salvo que tengan problemas con sus impuestos (¡otra vez no!) no debería haber grandes obstáculos para su confirmación por el Senado.

Y en las noticias del Tribunal Supremo: la jueza Ruth Bader Ginsburg se ha reincorporado al Tribunal tras su operación hace apenas 15 días de un cáncer pancreático. Aunque es una modalidad de cáncer altamente mortífera, al parecer a Ginsburg le fue detectado relativamente rápido, así que hay esperanzas de que se pueda recuperar (es el segundo cáncer de Ginsburg).