sábado, 29 de septiembre de 2012

El campo de batalla (II)

En nuestra entrada anterior habíamos establecido los Estados "fiables" para republicanos y demócratas en las próximas elecciones basándonos en los resultados de las elecciones de los últimos 40 años, con lo que el mapa quedaba así: 242 votos electorales para los demócratas y 179 para los republicanos:

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Sin embargo, podemos afinar un poco más todavía: Nuevo México es un Estado que George Bush ganó por apenas 6.000 votos en 2004, y únicamente porque Bush se esforzó denodadamente y con mucho éxito en luchar por captar el voto hispano (en Nuevo México hay un 45% de votantes hispanos). Tras el fracaso de las políticas pro-inmigrantes de la Administración Bush, McCain obtuvo unos resultados muy inferiores ya en 2008 entre los hispanos, y las encuestas indican que Romney va a obtener el mismo o incluso menor número de votantes "latinos" que McCain. Nuevo México votará, pues, por Obama, sin duda alguna.

Por otra parte, Obama consiguió en 2008 dos victorias verdaderamente sorprendentes: Indiana y el segundo distrito al Congreso de Nebraska (en ambos no ganaba un demócrata las presidenciales desde 1964). Los republicanos han modificado el mapa del segundo distrito en 2011 para impedir una nueva victoria de Obama, restándole demócratas al distrito y añadiéndole republicanos (Obama tendría que mantener sus resultados de 2008 para revalidar su victoria, lo que con las encuestas en la mano no parece probable). Indiana, por su parte, pasó de apoyar a Kerry (el candidato demócrata en 2004) con menos del 40% a votar por Obama casi en un 50%. Fue el segundo Estado que giró más hacia los demócratas en 2008 (el primero fue Hawaii, claro, que para algo es el Estado natal del Presidente). Cuatro años después, Obama probablemente será capaz de retener en torno al 70% de ese incremento, pero un 47% del voto no le bastará para ganar el Estado, que volverá, por lo tanto, a sus raíces republicanas tradicionales.

Así pues, en realidad, el mapa de Estados fiables es más bien el siguiente, con 247 votos electorales a favor de Obama y 191 a favor de Romney.

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Quedan ocho Estados en disputa, que comentaré ahora uno por uno. Sin embargo, tengamos presente una cosa importante a fecha de hoy: en todos y cada uno de estos Estados en disputa, Obama lidera en las encuestas.

Agrupo los Estados por orden de capacidad de Romney para ganarlos:

1) Carolina del Norte: Obama venció en 2008 por apenas 14.000 votos en este Estado costero sureño, que no votaba por un demócrata desde que lo hizo por Jimmy Carter en 1976. 

File:Map of North Carolina NA.png

El apoyo de Obama se concentra en los grandes núcleos urbanos (Charlotte, donde se celebró precisamente la Convención Demócrata hace unas semanas, Raleigh y Durham) mientras que los republicanos tienen fuertes apoyos en las zonas rurales y en la costa.

Dado que las encuestas nacionales muestran que Obama, aunque tiene ventaja sobre Romney, está unos cuatro puntos por debajo de sus resultados de 2008, Carolina del Norte debería estar fuera del alcance de Obama. Las encuestas estatales, sin embargo, han mostrado un giro acusado desde el final de la Convención Demócrata a favor de Obama. Pese a todo, es muy probable que si las elecciones fueran hoy, Romney consiguiera ganar el Estado. Esto le proporcionaría 206 votos electorales (recordemos que la victoria está en 270)

2) Florida: Obama venció en Florida en 2008 por algo menos de tres puntos a McCain, concentrando su voto una vez más en los grandes núcleos urbanos (Miami y Orlando), mientras que los republicanos dominaban en la zona norte del Estado y en las áreas del interior.



La composición del electorado de Florida, con un elevado número de blancos sureños, de jubilados y de hispanos cubanos, hace que el Estado, en un año igualado, tienda a decantarse por los republicanos. Las encuestas muestran que por ahora Obama tiene una ventaja similar a la de hace cuatro años, pero si la ventaja de Obama se erosiona en las próximas semanas (debido a malos datos económicos, a una buena actuación de Romney en los debates, etc) Florida sería el siguiente Estado en caer en manos del candidato republicano. Esto le supondría 235 votos electorales.

3) Virginia: este Estado sureño fue, junto con Indiana, la gran sorpresa de 2008. Por primera vez en 44 años, un candidato demócrata fue capaz de ganar el Estado, gracias al hecho de que muchos habitantes de Washington, demócratas, han empezado a vivir al otro lado del Potomac, en Virginia, y gracias al hecho de que el electorado negro de Virginia (un 20%) se movilizó al máximo. El voto demócrata se concentra, pues, en los suburbios de Washington, en Richmond, la capital del Estado y en la entrada de la bahía del Cheseapeake. El interior es mucho más republicano.



Merece mencionarse el hecho de que hace cuatro años, Virginia no se movió de forma uniforme hacia Obama. El extremo sudoeste del Estado, en plenos Apalaches, rural y muy racista, giró hacia los republicanos pese a la catastrófica gestión de Bush hijo (obviamente porque el candidato demócrata era negro).
Swing Map

Las encuestas muestran una vez más que Obama tiene una ventaja importante sobre Romney en Virginia, pero mi impresión es que 2008 fue una verdadera "tormenta perfecta" para los demócratas y que si Obama retrocede sustancialmente este año, Virginia sería el tercer Estado en caer en manos del GOP. Esto otorgaría a Romney unos 248 votos electorales.

4) Colorado: Este Estado de las Rocosas ha sido tradicionalmente un Estado republicano (entre 1968 y 2004 sólo votó una vez por los demócratas, en 1992), pero en 2008 giró de manera muy acusada hacia los demócratas, hasta el punto de que en 2012 Obama vuelve a ser favorito, aunque las encuestas muestran una erosión bastante acusada del voto hacia el presidente, que perdería aproximadamente unos seis puntos respecto de 2008 (cuando ganó casi por nueve).



El voto demócrata se concentra en Denver y sus alrededores, así como en las reservas indias, mientras que el voto republicano se concentra en Colorado Springs y en las zonas rurales del Estado. Si Romney ganase aquí, pasaría a obtener 257 votos electorales.

5) Nevada: Un Estado tradicionalmente disputado, Nevada se decantó de manera decisiva por Obama en 2008 (obtuvo más del 55% de los votos allí), apoyado por el fuerte incremento del voto hispano. Cuatro años después, las encuestas muestran también una fuerte erosión del voto pro-Obama, entre otras cosas porque la crisis ha castigado a Nevada de manera especialmente dura (es uno de los Estados con un desempleo más elevado). Pese a todo, las encuestas indican que Obama ganará, aunque con menos margen.



El voto demócrata se concentra, por supuesto, en Las Vegas y su conurbación, así como en Reno, las ciudades de los casinos y los divorcios rápidos. El resto del Estado, desértico, apoya a los republicanos. Si Romney consiguiese ganar Nevada, pasaría a tener 263 votos electorales.

6) Iowa: otro de los Estados disputados por excelencia, aunque en los últimos años tiene un sesgo algo más demócrata.



El sesgo del voto es bastante claro: el este del Estado, fronterizo con Wisconsin e Illinois, es demócrata, y el oeste del Estado, fronterizo con Nebraska y Dakota del Sur, es republicano.

2008 Iowa County Map of General Election Results for President

Una vez más, todo indica que Obama revalidará el Estado, pero con unos seis puntos de ventaja menos que en 2008 (cuando ganó por 9,5 puntos). En todo caso, si Romney ganara el Estado, se pondría con 269 votos en el Colegio Electoral (lo que supondría un empate, en cuyo caso la elección del Presidente recaería sobre la Cámara de Representantes, que ahora mismo ostenta una mayoría republicana).

7) Ohio: es absolutamente justo y necesario que el desempate lo provea Ohio, el Estado clave en las elecciones en más de una ocasión. Ningún candidato republicano ha ganado jamás la Presidencia sin ganar Ohio (aunque alguno la ha perdido pese a ganar Ohio:  Nixon en 1960 o Dewey en 1944).



Ohio, el séptimo Estado más poblado, con ciudades tan relevantes como Cleveland o Cincinnati, es un Estado industrial, más blanco y envejecido que la media del país. Es un Estado con un sesgo ligeramente republicano y de hecho Obama obtuvo 1,5 puntos menos en Ohio de los que obtuvo en general en todo el país. Todo parecería indicar que el ligero deterioro que muestran las encuestas para Obama tendría que poner en riesgo su mayoría en este Estado.

Sin embargo, y contra todo pronóstico, las encuestas indican que Obama puede mejorar sus resultados de cuatro años atrás. Una situación tan contraintuitiva exige una explicación: Obama salvó la industria del automóvil del colapso en 2009, y ésta es una industria que crea cientos de miles de puestos de trabajo directos e indirectos en Ohio. Al contrario que Nevada, Ohio es uno de los Estados que mejor ha capeado la crisis económica, y su paro está por debajo de la media nacional.  Romney no es quizá el candidato más adecuado para un Estado de trabajadores del sector secundario, dada su condición de multimillonario. Todo ello combinado hace que Ohio sea una de las bazas principales de Obama para conseguir su reelección.

Al igual que en otros Estados, la fuerza demócrata se concentra en los grandes núcleos urbanos, mientras que los republicanos son fuertes en las áreas rurales y en los suburbios.

8) New Hampshire: el Estado más republicano de Nueva Inglaterra llegó a votar por Bush en 2000, aunque en 2004 ya se decantó por Kerry, y en 2008 Obama batió a McCain por 9,5 puntos. Las encuestas revelan aquí también un cierto desgaste de Obama, pero todavía indican que ganará el Estado por unos 5,5 puntos.



Curiosamente, los apoyos de Obama se concentran más en las zonas menos pobladas del Estado al Norte y al Oeste, mientras que en el Sureste, que acapara más del 50% de la población, los demócratas tienen apenas una ligera mayoría sobre los republicanos.

De todos modos, la evolución del Partido Republicano en las últimas décadas ha provocado su debilitamiento en Nueva Inglaterra, una región tradicionalmente liberal, a cambio del fortalecimiento en el Sur, mucho más conservador. Eso hace que incluso New Hampshire sea un Estado cada vez más complicado para el GOP.

En resumen, a día de hoy, el Colegio Electoral presentaría el siguiente aspecto:

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332 votos para Obama, y 206 para Romney, con los republicanos mejorando ligeramente sus resultados respecto de 2008, al recuperar Indiana, Carolina del Norte y el segundo distrito de Nebraska. Pero de todos modos, Obama revalidaría su victoria con cierta comodidad.

La semana que viene empiezan los debates, que son una de las últimas oportunidades que tiene Romney para cambiar la evolución de la campaña, que hasta ahora ha sido muy negativa para él.

sábado, 22 de septiembre de 2012

El campo de batalla (I)

Las elecciones presidenciales norteamericanas no las gana el candidato que obtiene más votos (¡ni que estuviéramos hablando de las presidenciales francesas!). Las gana el candidato que obtiene 270 de los 538 votos del Colegio Electoral.

El Colegio Electoral se compone de 538 compromisarios, repartidos entre los 50 Estados y el Distrito de Columbia. El numero se obtiene de sumar los 435 miembros de la Cámara de Representantes (que están repartidos de manera más o menos proporcional entre los distintos Estados: Alaska o Wyoming tienen 1 congresista cada uno, y California 52), los 100 Senadores (dos por Estado, sin consideración alguna a las -enormes- diferencias de población) y 3 compromisarios que se asignan al Distrito de Columbia, donde está la capital de la nación.

La distribución del Colegio Electoral es la siguiente:

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El candidato que gana un Estado se lleva todos los compromisarios del mismo, excepto en Maine y Nebraska donde el candidato que gana el Estado se lleva dos compromisarios y un compromisario por cada distrito al Congreso que gane dentro del Estado.

El hecho de que el mecanismo de elección presidencial sea indirecto ha provocado en cuatro ocasiones que el candidato con menos votos gane el Colegio Electoral (1824, 1876, 1888 y, en el caso que todos los que tenemos más de 25 años recordamos, 2000, cuando Bush perdió frente a Gore en número de votos pero ganó en el Colegio Electoral, con el apoyo del Tribunal Supremo), lo que tenía poca justificación en el Siglo XIX, pero es verdaderamente anacrónico en el Siglo XXI.

El Colegio Electoral provoca asimismo que las elecciones presidenciales no se libren a nivel nacional, sino concentradas en unos pocos Estados que, por circunstancias totalmente aleatorias, tienen un número más o menos equilibrado de republicanos y demócratas. Los Estados fiablemente republicanos o demócratas son sistemáticamente ignorados (excepto de cara a obtener financiación por parte de los candidatos).

Entre los Estados fiablemente demócratas hallamos el Distrito de Columbia y Minnesota, que llevan votando demócrata en las presidenciales desde 1964 y 1976 sin interrupción, respectivamente (13 votos electorales).

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No menos de fiar son Massachusetts, Rhode Island, Nueva York, Hawaii, Washington, Oregon y Wisconsin, que llevan votando demócrata en las presidenciales desde 1988 (Wisconsin podría ser una excepción, pero hablaremos de ello en el próximo post, aunque ya anticipo que la respuesta es "No"). Estos Estados suman 90 votos electorales:

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Bill Clinton consiguió mover a la columna demócrata varios premios gordos y algunos pequeños que se han mantenido allí desde entonces: Maine, Vermont, Connecticut, New Jersey, Pennsylvania, Maryland, Delaware, Michigan, Illinois, y sobre todo, California. Estos Estados suman 242 votos electorales y constituyen, por así decirlo, el suelo de Obama, aquellos Estados que, salvo hecatombe, votarán por el Presidente en Noviembre:

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Por último, hallamos lo que se denominan "swing states", que son aquellos que votaron por los demócratas en 2008 (en algún caso en 2004) y que en muchos casos están en disputa en estas elecciones: New Hampshire, Ohio, Indiana, Virginia, Carolina del Norte, Florida, Iowa, Colorado, Nuevo México, Nevada y un voto electoral en Nebraska:

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Entre los Estados fiablemente republicanos, a la inversa, hallamos aquellos que llevan votando republicano desde la primera elección de Nixon en 1968: Alaska, Idaho, Utah, Wyoming, las dos Dakotas, Nebraska (con la excepción del segundo distrito al Congreso, que votó por Obama en 2008), Kansas y Oklahoma. Estos primeros Estados suman 39 votos electorales.

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No menos de fiar son los Estados del Sur profundo que llevan votando republicano desde el final de la etapa Carter: Texas, Mississipi, Alabama y Carolina del Sur. Todos estos estados suman ya 101 votos electorales:

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Y el resto de estados republicanos de fiar son aquellos que se pasaron al GOP ("Grand Old Party") desde el final de la era Clinton: esencialmente, los demás Estados sureños internos, y alguno del Oeste: Montana, Arizona, Missouri, Kentucky, Virginia Occidental, Tennessee, Arkansas, Louisiana y Georgia. Todos ellos suman un total de 179 votos electorales, lo que, con algún matiz que veremos, constituye el suelo republicano (esto obviamente evidencia un problema para los conservadores, puesto que Obama, como hemos visto, tiene un suelo de 242 votos electorales). 

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Cómo esto ya son muchos mapas, dejaremos la segunda parte del análisis para dentro de unos días.

Todos los mapas proceden de la entretenídisima "Electoral College Calculator" del gran Dave Leip.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Dos estrategias opuestas para ganar

Uno de los motivos que llevaron al Partido Demócrata a vencer en la mayoría de las elecciones presidenciales entre 1932 y 1964 fue el hecho de que su coalición electoral (la New Deal Coalition) era enormemente amplia: abarcaba desde sureños racistas y socialmente conservadores hasta izquierdistas al borde del Partido Comunista, pasando por una mayoría del voto negro (ni mucho menos tan aplastante como hoy en día, pero ya muy significativa) y la mayoría del voto blanco de clase media-baja.

La decisión de Lyndon Johnson de enfrentarse al ala sureña conservadora de su partido en 1964 para aprobar la Ley de Derechos Civiles y acabar con la segregación racial y con las barreras infranqueables que padecían los negros sureños para votar (quizá la decision más ética tomada por un Presidente norteamericano en todo el siglo XX) fracturó al Partido Demócrata y permitió al Partido Republicano crear una coalición ganadora que ha ganado la mayoría de las elecciones entre 1968 y 2004.

La nueva coalición republicana dominante se componía esencialmente de blancos, tanto profesionales liberales ("white collar workers") como, en número creciente, trabajadores manuales ("blue collar workers") de clase media-baja que empezaron a abandonar a los demócratas (de manera muy acusada en el Sur, donde la percepción de que el Partido Demócrata se había convertido en "pro-negro" provocó una estampida cada vez más mayor hacia el Partido Republicano, que de ser el partido del gobierno federal pasó a ser el partido de los "State Rights", o derechos de los Estados federados).

El Partido Demócrata, por su parte, aunque pasó a obtener porcentajes de voto negro de en torno al 85-90%, en la práctica se vio perjudicado, porque el voto negro como parte del electorado general era muy pequeño a finales de los años 60 y principios de los años 70 (en torno al 3-5%). Expresándolo en los términos más brutales posibles: para los demócratas, el saldo entre los votos blancos (especialmente, pero no sólo, sureños) perdidos y los votos negros ganados fue negativo. A la inversa, aunque el Partido Republicano perdió la inmensa mayoría del voto negro, les compensó ampliamente el influjo de votantes blancos que recibieron (esta táctica recibió un nombre: la "Southern Strategy", ideada por Nixon con un éxito moderado en 1968 y rotundo en 1972, y recogida nuevamente por Reagan, con un éxito notable en 1980 y absoluto en 1984).

No es casualidad que los únicos presidentes demócratas que ganaron las elecciones entre 1968 y 2004 fueran sureños (Jimmy Carter, de Georgia, en 1976, y Bill Clinton, de Arkansas, en 1992 y 1996). Ambos fueron capaces de reconstruir parcialmente la coalición ganadora de 1932: blancos de clase media-baja + negros + liberales de las dos costas.

Sin embargo, la coalición electoral republicana dominante durante ese período se ha visto gradualmente erosionada a lo largo de los últimos años por la existencia de tres fenómenos interrelacionados:

- Por una parte, la creciente participación de los negros en los procesos electorales: durante muchos años participaron en un porcentaje inferior al que les hubiera correspondido en relación con su porcentaje total de la población norteamericana, pero el diferencial entre ambas variables se fue reduciendo elección tras elección hasta que en 2008, de hecho, los votantes negros supusieron el 13% del electorado cuando sólo eran el 12% de la población (obviamente, la presencia de Obama en el ticket electoral ayudó mucho a este hecho).

- Por otra parte, el creciente número de votantes de origen asiático y (sobre todo) hispano: los asiáticos han ido creciendo hasta alcanzar casi el 5% de la población, mientras que los hispanos, a través de fuertes oleadas migratorias y elevados índices de natalidad, son ahora más del 16% de la población. Los votantes de origen asiático eran tradicionalmente más conservadores que los votantes blancos y, por consiguiente, tenían tendencia a votar republicano, pero en las últimas elecciones esa tendencia se ha invertido y se calcula que Obama obtuvo en 2008 un 62% del voto asiático.

Los votantes hispanos han sido tradicionalmente demócratas (con la excepción de los cubanos-americanos y de los venezolanos-americanos, partidarios de mantener una línea dura en política exterior contra Castro y Chávez, representada por el Partido Republicano). Su índice de participación electoral es muy inferior a su porcentaje de población (en torno al 9%), debido al hecho de que entre ellos hay numerosos inmigrantes ilegales y menores de 18 años. Bush hijo, gobernador de Texas y con buenas relaciones con la comunidad latina, alcanzó el 44% del voto hispano en 2004, pero Obama consiguió el 67% en 2008.

Las políticas fuertemente nativistas (es decir, anti-inmigrantes) defendidas por el Partido Republicano especialmente en los estados del Sudoeste (Arizona, California o Colorado) han repelido a muchos hispanos y asiáticos, cimentando así la mayoría demócrata entre ambos grupos.

- Lógicamente, el incremento del número de votantes negros, hispanos y asiáticos ha provocado, en paralelo, una reducción sustancial del porcentaje de votantes blancos, que a pesar de todo sigue siendo ampliamente mayoritario (73% del total en las elecciones de 2008). El voto blanco es claramente republicano (Obama sólo obtuvo el 43% del voto blanco en 2008, aunque ganó las elecciones con el 53% de los votos), con especial énfasis en los trabajadores manuales (que habían sido tradicionalmente una de las fuentes del voto demócrata) y algo menos en relación con los profesionales liberales. También hay diferencias acusadas entre el voto blanco masculino (mucho más republicano) y el voto blanco femenino (que tiende a estar mucho más igualado).

Por resumir: en 2004 y 2008 el voto se repartió del siguiente modo, según este excelente artículo de Nate Silver:



¿Cuáles son las estrategias demócrata y republicana de cara a estas elecciones? La estrategia de Romney se puede resumir, según este excelente artículo del gran Ronald Brownstein, en dos cifras: 61/74. Es decir: Romney necesita que el porcentaje del voto blanco sea del 74% (algo más que en 2008) y que el porcentaje de voto republicano sea del 61% (bastante más que en 2008).

En cambio, la estrategia de Obama se resume en otras dos cifras: 80/40: conseguir que el 80% de los votantes no blancos voten por él (más o menos lo que obtuvo en 2008) y que el 40% de los votantes blancos voten por él (es decir, unos tres puntos que en 2008).

Los estrategas republicanos consideran que la mala situación económica hará, por una parte, que las minorías voten en menor medida de lo que lo hicieron en 2008, desilusionadas con la ejecutoria de Obama (en el caso de los votantes negros, consideran que en 2008 el hecho de que Obama fuera el primer candidato negro a la presidencia provocó una participación negra única en la historia, que no se repetirá en 2012) y, por otra, consideran que ciertos votantes blancos, que votaron a Obama en 2008 para "sentirse bien consigo mismos" (para demostrar que eran tolerantes y no racistas) pero que no son especialmente prodemócratas, también se sentirán desilusionados, y votarán por Romney.

Los estrategas demócratas consideran que Romney está luchando contra la demografía, porque en cada elección presidencial el porcentaje de voto blanco disminuye, especialmente debido a la entrada de nuevos electores hispanos en el sistema, y en esta elección es probable que los votantes blancos supongan en torno al 72% del electorado. Por otra parte, consideran que las minorías votarán por Obama en iguales o superiores porcentajes que en 2008 (los negros, por defender al primer presidente de su raza, y los hispanos y asiáticos, para combatir las posiciones antiinmigratorias de los republicanos), mientras que confían en que los votantes blancos de clase media valoren que la situación que Obama heredó era catastrófica y que el Presidente ha enderezado una nave que iba sin rumbo, aunque las cosas no vayan todavía del todo bien.

¿Quién tiene razón? En mi opinión, la estrategia republicana es errónea, (no solo) desde un punto de vista estrictamente de táctica electoral, por dos motivos entrelazados: en primer lugar, porque, efectivamente, la demografía juega en su contra (el año pasado, por primera vez, el número de nacimientos blancos fue inferior al de otras razas en Estados Unidos, lo cual quiere decir que al menos durante los próximos 18 años el porcentaje del voto blanco continuará disminuyendo en cada elección presidencial) y en segundo lugar, porque la política nativista que defienden los republicanos, torpedeando cualquier intento serio de reforma migratoria (¡incluso en tiempos de George Bush!) les enfrenta de manera permanente al segmento de más rápido crecimiento entre los votantes norteamericanos: los votantes hispanos (que, además, no son ni mucho menos socialmente liberales, lo cual hace todavía más incomprensible la posición republicana, que debería estar orientada, en teoría, a que el Partido Republicano fuera "la Casa Grande del conservadurismo", sin distinción de razas).

La decisión de primar la política racial por encima de las posiciones conservadoras es lo que se denomina una "self-inflicted wound" por parte del Partido Republicano, que pierde así numerosísimos votantes conservadores pero de raza no blanca (no sólo hispanos y asiáticos; una parte muy importante de los negros es socialmente muy conservadora- por ejemplo, en torno al 40% están en contra del matrimonio gay) por no enfrentarse de manera decidida a los elementos racistas que existen dentro del partido.

El desafío de Romney es, por lo tanto, muy complicado: tiene que conseguir aumentar el porcentaje del voto blanco en un país donde cada vez hay menos blancos y tiene que conseguir que las minorías voten menos con una plataforma electoral que parece diseñada para que las minorías raciales voten contra ella.

Los republicanos han afrontado la segunda parte de esta tarea de la manera más fea posible: aprobando leyes en diversas legislaturas estatales limitando el voto anticipado (los americanos votan en muchas ocasiones antes del día de las elecciones, por necesidades del trabajo, entre otras cosas), endureciendo los requisitos para permitir el voto y, en general, adoptando medidas dirigidas a restringir el voto de las minorías (el Ministro del Interior de Ohio se lleva la medalla del descaro: intentó limitar el voto anticipado únicamente en las regiones de Ohio de mayoría demócrata, expandiéndolo en las regiones de mayoría republicana. Los Tribunales se lo han impedido, claro).

De todos modos, la situación económica es lo suficientemente complicada para que el Partido Republicano gane sin necesidad de triquiñuelas. Pero de eso hablaremos en otras entradas, que ésta es ya muy larga.

sábado, 8 de septiembre de 2012

¿Un resultado electoral anómalo?

Tras un largo hiato por el que pido disculpas, voy a intentar en los próximos dos meses hasta las elecciones mantener informados a mis sufridos lectores sobre las cuestiones claves en las elecciones presidenciales que se celebran el próximo día 6 de noviembre.
 
Las primeras entradas van a ir dedicadas a valorar pequeños detalles y apuntes que me resultan especialmente llamativos en este ciclo electoral.
 
Hoy quiero comentar brevemente una auténtica anomalía en lo que respecta a esta elección respecto a las celebradas en los últimos 100 años: el hecho de que, salvo cataclismo, no se va a ajustar a ninguno de los dos patrones en materia de reelecciones presidenciales.
 
Me explico: cuando se presentan a la reelección, los presidentes norteamericanos suelen acabar de dos formas: o siendo reelegidos con un resultado bastante o incluso muy superior al que obtuvieron en su primera elección, o siendo derrotados, con un clarísimo retroceso respecto a los resultados de su primera elección.
 
Ésta es una dinámica que se puede ver claramente, como digo, a lo largo del último siglo:
 
En cuanto a los presidentes victoriosos:
 
- Eisenhower obtuvo un rotundo 55,18% de los votos en 1952, pero consiguió superarse a sí mismo en su reelección en 1956, con un espectacular 57,37%.
 
- Nixon obtuvo un raquítico 43,42% de los votos en 1968 (George Wallace le arrebató muchos votos a él y a los demócratas) pero consiguió una de las victorias más aplastantes que se recuerdan en su reelección en 1972: 60,67%.
 
- Ronald Reagan batió en 1980 a Carter con menos margen del que hoy se tiende a recordar (50,75% de los votos), porque hubo un tercer candidato, John Anderson, con cierto impacto electoral, pero su reelección en 1984 fue otro de los grandes triunfos electorales: 58,77% de los votos.
 
- Bill Clinton ganó en 1992 con un porcentaje todavía más paupérrimo que Nixon en 1968 (43,01% de los votos) pero en 1996 mejoró notablemente sus resultados, aunque no llegó a obtener más de la mitad de los votos: 49,23% (en ambas elecciones Ross Perot obtuvo un número muy significativo de votos, especialmente en 1992).
 
- Por último, recordemos que George Bush hijo perdió en número de votos frente a Al Gore en 2000(obtuvo el 47,87%), aunque le batiera en el Colegio Electoral, pero en 2004, a pesar de una campaña muy disputada, consiguió mejorar bastante sus resultados (50,73%)
 
(Si retrocedemos en el tiempo, la primera reelección de Franklin D. Roosevelt en 1936 o la reelección de Wilson en 1916 nos ofrecen ejemplos idénticos de este fenómeno).
 
En cuanto a los presidentes fracasados:
 
- Jimmy Carter, que había ganado las elecciones de manera muy ajustada en 1976 (50,08%), se desfondó completamente en 1980 y acabó con un resultado electoral muy inferior al de cuatro años atrás (41,01%)
 
- George Bush padre, que había obtenido una victoria muy sólida en 1988 frente a Dukakis (53,37% de los votos), padeció un hundimiento todavía más brutal en 1992 (37,45%), provocado por la presencia, como hemos dicho, de Ross Perot.
 
(Una vez más, si retrocedemos en el tiempo, la derrota en la reelección de Hoover en 1932 o la de Taft en la suya de 1912 nos ofrecen otros dos ejemplos todavía más tremendos de este patrón que invoco).
 
En resumen: los presidentes o bien son reelegidos y mejoran sus resultados sustancialmente, o son rechazados a patadas por los electores. No hay término medio.
 
Hasta este año: Obama ganó en 2008 con un sólido 52,87% de los votos. A día de hoy, ni una sola encuesta le augura una mejora en ese resultado. Por el contrario, en líneas generales, las encuestas señalan que 2012 será una elección muy disputada, pero en la que Obama es ligeramente favorito.
 
Es decir, que nos podemos encontrar con un escenario históricamente inusitado: Obama puede ser reelegido, pero con un resultado peor del que obtuvo hace cuatro años y que oscilará, muy probablemente, entre el 50 y el 51% de los votos. Si ese escenario se llega a dar, a mi modo de ver provocará dos reacciones en el Partido Republicano:
 
- En primer lugar, la convicción de que se han equivocado nombrando a un "moderado" como Romney, lo que posiblemente les llevará a nombrar a un conservador "de verdad" en 2016.
 
- En segundo lugar, la creencia de que Obama será un presidente históricamente débil en su segundo mandato, y la continuación de la política de "tierra quemada" que han practicado contra el Presidente en los últimos cuatro años, y que tan buen resultado les dio en las elecciones de medio mandato de 2010.
 
(Todos los resultados electorales proceden del im-pres-cin-di-ble Atlas sobre elecciones presidenciales de Dave Leip)