(El listado de votos a favor y en contra se puede consultar aquí.)
Los 68 votos a favor se repartieron del siguiente modo: 59 demócratas (todos menos Kennedy) y 9 republicanos. Los 31 votos en contra fueron todos republicanos.
La votación de Sotomayor continúa un precedente muy peligroso que se está imponiendo en el Senado desde hace algunos años: votación por parte de un número muy elevado de Senadores contra candidatos evidentemente preparados que no alterarán esencialmente la línea ideológica del Tribunal, simplemente por motivos de pureza ideológica.
Las nominaciones al Tribunal Supremo han sido en los últimos años y de manera creciente un núcleo encarnizado de batalla entre los dos grandes partidos, pero habitualmente ello tan solo ha ocurrido cuando había la clara percepción de que se iba a producir una corrección ideológica fuerte en la composición y dirección del Tribunal (por ejemplo, con la retirada de Lewis Powell en 1987) unido al hecho de que el Presidente fuera de un partido y la mayoría del Senado fuera de otro (una vez más, la situación que existía ante la retirada de Powell en 1987 o durante la nominación de Clarence Thomas en 1991).
Sin embargo, llevamos tres nominaciones seguidas (Roberts, Alito y ahora Sotomayor) en las que 22, 42 y 31 Senadores han votado en contra del nominado cuando éste estaba evidentemente capacitado para el cargo, cuando el Presidente y la mayoría del Senado eran del mismo Partido y (salvo quizá en el caso de Alito) cuando la nominación no alteraba sustancialmente el equilibrio existente en el Tribunal Supremo. Es una señal más de la preocupante ideologización del Senado.
Entrando en el análisis propiamente dicho del voto, lo dividiremos en tres categorías:
1) Demócratas: los demócratas, como hemos dicho, votaron todos a favor de Sotomayor (también había ocurrido en 1998). Quizá lo más interesante en relación con éstos sea apreciar el hecho de que varios de ellos se mantuvieron en silencio hasta el último momento: en particular Ben Nelson, de Nebraska (el demócrata más conservador del Senado) y Mark Begich (que es el Senador demócrata del Estado más republicano de entre los que tienen a un Senador demócrata). La Asociación Nacional del Rifle dijo que un voto a favor de Sotomayor bajaría la nota que anualmente otorga ésta a los Senadores (lo que era una medida de presión evidente especialmente para Begich, en un Estado lleno de cazadores y armas). Sin embargo, los demócratas conservadores no cedieron a la presión y votaron unánimemente por Sotomayor (es raro, de todos modos, que un Senador vote en contra de un candidato propuesto por un Presidente de su partido: en 2006 Lincoln Chafee, republicano de Rhode Island, fue el único miembro de su partido que votó en contra de Alito (cuatro demócratas votaron a favor), y en 1991, tan solo dos republicanos liberales votaron en contra de Clarence Thomas (10 demócratas votaron a favor).
2) Republicanos que votaron a favor de Sotomayor: tan solo nueve republicanos se armaron de valor para votar en favor de Sonia Sotomayor. Los podemos dividir en las siguientes categorías:
- Los "obligados": Olympia Snowe y Susan Collins, de Maine, en un Estado en el que McCain apenas alcanzó el 40% de los votos, no estaban por la labor de votar en contra de la primera mujer hispana (para ser justo con ellas, las dos anunciaron su apoyo muy pronto y en términos inequívocos, así que es muy probable que votaran en conciencia y sin sentirse presionadas por su electorado. Además, ya habían votado por ella en 1998, cuando fue designada Juez para el Tribunal de Apelaciones del Segundo Circuito Federal).
- Los "retirados": ¿es acaso casualidad que cuatro de los nueve republicanos que apoyaron a Sotomayor fueran Senadores que habían anunciado ya que se retiraban en 2010? Bond, de Missouri, Gregg, de New Hampshire, Martinez de Florida y Voinovich de Ohio comparten todos ese rasgo. Liberados de la presión de afrontar unas primarias por su flanco derecho, los cuatro Senadores han podido votar en conciencia: es posible que Voinovich hubiera votado por ella de todos modos (siempre ha sido moderado y está muy centrista últimamente) y Martinez, único Senador republicano hispano, jamás hubiera votado contra la primera Juez del Tribunal Supremo hispana, pero Bond y sobre todo Gregg siempre han sido Senadores conservadores (muy conservadores en el caso de Gregg, aunque había votado por ella en 1998) y es muy posible que hubieran votado en contra de ella de haber tenido que afrontar una primaria pocos meses después (es curioso como la retirada mueve a muchos Senadores -de ambos flancos- hacia el centro).
Incidentalmente, los otros dos Senadores republicanos que se retiran son Sam Brownback, de Kansas (que no se retira: simplemente se presenta a Gobernador de Kansas, por lo que ni en sueños iba a votar por Sotomayor, contra la que ya votó en 1998) y Jim Bunning, un archiconservador de Kentucky, un Estado con muy pocos hispanos, un bocazas que ha sido obligado a retirarse por su propio partido, dado que todas las encuestas le daban como perdedor en 2010.
- Los "valientes": tres Senadores en Estados tradicionalmente republicanos y con escasa población hispana han votado a favor de Sotomayor: Dick Lugar, de Indiana, Lamar Alexander, de Tennessee y Lindsay Graham, de Carolina del Sur.
Lugar probablemente no tenga mucho que temer de su voto: Senador desde 1976, en un Estado que se movió hacia el centro en 2008, votando por un demócrata por primera vez desde 1964. Lugar e Indiana están probablemente ahora exactamente en el mismo lugar ideológico: un conservadurismo moderado dispuesto a pactar con el Presidente (Lugar suele apoyar los nombramientos presidenciales al entender que forma parte de las prerrogativas del Ejecutivo escoger a sus colaboradores; ya votó por ella en 1998). Además, no tendrá que afrontar primarias hasta 2012.
Lamar Alexander le ha echado más valor: Tennessee es un Estado sureño muy conservador (probablemente más que él) que votó menos por Obama que por Kerry (en un contexto nacional general muy distinto) y aunque él fue gobernador del Estado y Secretario de Educación con Bush padre, Alexander se ha arriesgado bastante con su voto (probablemente el hecho de que no tiene que afrontar la reelección hasta 2014 le ha permitido votar en conciencia y con la razonable tranquilidad de que dentro de cinco años habrá otros muchos temas más candentes a discutir en una eventual primaria).
Todavía más valor le ha echado al asunto Lindsey Graham: el Senador republicano de Carolina del Sur siempre ha sido muy conservador, y ha votado a favor de Sotomayor en base a un principio muy noble pero muy arriesgado: "las elecciones tienen consecuencias". Como él mismo dijo durante la audiencia pública a Sotomayor en el Senado (es miembro del Comité Judicial), él no habría designado a Sotomayor, y tampoco lo hubiera hecho un Presidente republicano, pero había que aceptar que el Presidente tenía la potestad de nombrar a un candidato que estuviera cualificado. Dado que Sotomayor lo estaba (tras 17 años en los Tribunales federales), y dado que sustituir a Souter realmente no alteraba los equilibrios de poder en el Tribunal Supremo -éste no lo dijo, pero evidentemente fue una consideración en su mente- no cabía otra opción en conciencia que votar a favor de Sotomayor.
Graham tiene que ir con cuidado: aunque tampoco se tiene que enfrentar a la reelección hasta 2014, su prominente rol en la confirmación de Sotomayor (fue el único republicano que votó a favor de ella en el Comité Judicial del Senado) ha hecho recaer sobre él la ira de muchos conservadores, y su Estado es muy conservador.
3) Republicanos que votaron en contra de Sotomayor: los 31 republicanos que votaron en contra ofrecen algunos motivos de reflexión:
- Los cinco republicanos en los Estados con más hispanos votaron en contra: Hutchison y Cornyn en Texas (35,7% de hispanos), Kyl y McCain en Arizona (29,2% de hispanos) y Ensign en Nevada (24,4% de hispanos). Se trata de una decisión que requiere un cierto valor (Hutchison, Kyl y McCain, en todo caso, estaban atados probablemente porque ya habían votado en su contra en 1998, y no era justificable que una Jueza a la que no consideraban cualificada para el Tribunal de Apelaciones en 1998 lo fuera ahora para el Tribunal Supremo). Pero puestos a elegir entre el electorado republicano de las primarias (menos hispano) y el electorado general (más hispano), los Senadores republicanos, que afrontan duras primarias en 2010 (McCain y especialmente Hutchison, que se presenta a gobernadora contra Rick Perry, el gobernador republicano de Texas) y 2012 (Kyl y especialmente Ensign, que probablemente ha arruinado su carrera por un escándalo sexual), estos Senadores han preferido votar de una manera más ideológica, habida cuenta de que, salvo Ensign, todos tienen un buen índice de aprobación en sus Estados y no querían arriesgarse a posibles desafíos por su flanco derecho.
- Como hemos dicho, era lógico que los Senadores que votaron en 1998 contra Sotomayor para el Tribunal de Apelaciones votaran nuevamente contra ella en el Tribunal Supremo. Lo interesante son los casos en que ha ocurrido lo contrario: Robert Bennett y Orrin Hatch, de Utah y Thad Cochran, de Mississipi.
Cochran argumentó simplemente que no es lo mismo un Tribunal de Apelaciones (donde hay que seguir los precedentes) que el Tribunal Supremo (donde se crean los precedentes), que no es un argumento ilógico. Con su próxima reelección en 2014, Cochran, que lleva 30 años en el Senado, probablemente votó en perfecta conciencia.
Más interesante es el caso de los dos Senadores de Utah: Bennett afronta un serio desafío en las primarias republicanas (se presenta a la reelección en 2010, y el fiscal general de Utah ya ha anunciado que se enfrentará a él) y simplemente se exponía a sufrir una derrota ignominiosa si apoyaba a Sotomayor (el Partido Republicano de Utah es probablemente el más conservador de Estados Unidos, y no tiene inhibiciones en echar a sus representantes: uno de sus congresistas fue liquidado en 2008 precisamente por esta vía, por apoyar la reforma inmigratoria). Orrin Hatch probablemente temía un desafío similar, aunque no se enfrenta a la reelección hasta 2012.
(El listado de votos a favor y en contra de 1998 se puede consultar aquí.)
En resumen: mucho cálculo y poco valor están llevando al Senado a un terreno peliagudo en cuanto a las nominaciones en el Tribunal Supremo. Y la tendencia no tiene visos de mejorar, sino todo lo contrario. Veremos que ocurre en 2011, cuando se retire John Paul Stevens, el magistrado más liberal. Si Obama pierde los 60 votos que tiene ahora, y si escoge a un candidato muy liberal, podría producirse incluso un intento de filibusterismo por parte de la minoría republicana.