Federico Sopeña escribió hace ya veinte años una biografía de Manuel de Falla cuya principal virtud era que por primera vez se había tenido acceso al Archivo del compositor, incluida toda la correspondencia conservada en el mismo, su biblioteca, con las anotaciones al margen del compositor en muchos de sus libros (la más divertida, la asociación de ideas de Falla al concebir en su mente la figura del Corregidor en "El Sombrero de Tres Picos": al lado de su descripción en la obra de Alarcón Falla anota simplemente: "Romanones").
El libro, efectivamente, se beneficia y mucho del acceso al Archivo Manuel de Falla y sirve para ratificar algunas de las impresiones ya existentes (su profunda religiosidad y su generosidad) y liquidar algunos mitos absurdos (la supuesta sífilis). El anecdotario es rico y diverso, y la figura de Falla está tratada con cariño, sin caer en la hagiografía. El análisis de las obras es bastante detallado, y si uno hace una escucha paralela de las obras de Falla simultánamente a la lectura del libro, el interés por la música del compositor crece considerablemente (en particular, "La vida breve" y la "Fantasía Bética" salen beneficiadas de ese proceso).
Es una pena, por cuanto el libro es muy interesante y el retrato de Falla está bien perfilado. Este lector, sin embargo, acabó con dos dudas esenciales, que el libro no responde: ¿cómo es posible que este hombre ascético compusiera obras tan poco ascéticas como "El Amor Brujo", "El Sombrero de Tres Picos" y "La Vida Breve"? Mi impresión personal es que Falla reprimió en su vida personal (al menos durante su juventud) un temperamento mucho más pasional de lo que se sospecha leyendo su biografía, y que explotaba en su música.
No quiero exagerar tampoco la nota negativa: el libro merece la pena (como segunda biografía) y estimula la escucha de la música de Manuel de Falla, que a fin de cuentas era el objetivo esencial. Sorprende, en retrospectiva, que en realidad la obra de Falla es escasa, y su fama se cimenta esencialmente en menos de diez obras:
Hay alguna cosa más, pero no es parte del repertorio estable ni mucho menos. Sin embargo, es cierto que la calidad de las obras anteriores es elevadísima, y haríamos bien en intentar escuchar las obras de Falla (especialmente las más "sobadas") con oídos nuevos, porque se trata de auténticas obras maestras sin parangón alguno en la historia musical de España.
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