Escribe Pedro Soriano un interesante post sobre el índice de pobreza en EEUU, su evolución en las últimas décadas y la relación con los diferentes presidentes norteamericanos. Aunque su tesis es muy repetida en los medios (las políticas socialdemócratas de más gasto público ayudan a los pobres más que las políticas neoliberales), su argumentación es bastante más inteligente que la media y está apoyada en números, y no únicamente en intuiciones.
Sin embargo, Pedro Soriano cae en algunos errores que, en mi opinión, invalidan su tesis. Los expondré brevemente ahora e intentaré desarrollarlos más en posteriores comentarios.
1. Los republicanos son liberales** y los demócratas intervencionistas: Éste es el principal agujero en la argumentación de la mayoría de los análisis políticos. Ni los republicanos del último medio siglo se han caracterizado por ser liberales ni todos los demócratas en la Presidencia han sido furibundos intervencionistas.
Muchas veces, cuando juzgamos a un presidente lo hacemos más en base a sus palabras que a sus hechos. Así, numerosos liberales detestan al demócrata Clinton y defienden al republicano George W. Bush basándose más en sus declaraciones que en sus leyes. Pero del dicho al hecho siempre ha habido un buen trecho y los presidentes norteamericanos no lo han recorrido demasiado.
Así, ningún político republicano de los últimos cincuenta años ha llevado a cabo una política consistentemente liberal (de reducción del tamaño del Estado). Sólo Reagan se aproximó, pero en general gasto más pólvora en fuegos de artificio que en un paquete de medidas dirigido a sacar al Estado de los bolsillos de sus ciudadanos. Bajar los impuestos es sólo la mitad del trabajo de un liberal. El otro 50% está en reducir el papel del Estado en la economía. Y eso da miedo a todos los políticos. Así, lo que Reagan hizo fue crear una enorme deuda que pagarán los hijos de sus votantes. En cualquier caso, fue un presidente por encima de la media, en economía y política exterior, y por eso le querían sus ciudadanos y le detestaban los progres de medio mundo.
Quizás desde Calvin Coolidge no ha habido un presidente en EEUU que creyera que sus ciudadanos saben mejor que él qué hacer con su dinero (Eisenhower y Reagan quizás lo pensaron y tomaron alguna medida en esa línea, pero sin demasiada convicción). Hayek dedicó su fantástico libro 'Camino de Servidumbre' a "los socialistas de todos los partidos", y eso es algo que podría aplicarse a los políticos americanos de las últimas cuatro décadas sin ningún problema.
Un vistazo al siguiente gráfico nos muestra claramente como el gasto público se ha mantendio por encima del 30-35% de forma consistente en los últimos cincuenta años. Si Pedro Soriano quiere alabar los resultados de las políticas socialdemócratas debe ampliar este término a aquellos que mejor prácticaron sus principios: Nixon, Bush padre, Bush hijo,...
2. Lo que nos dicen las cifras (y no los programas de los partidos): Si miramos con detenimiento el gráfico de intervención del Estado en la economía en el siglo XX, veremos como ésta ha seguido una constante escalada desde un 7-8% a comienzos de la centuria a casi un 50% con la llegada al poder de Barack Obama (éste sí que cumple con lo que dice, desgracidamente).
Quitando los dos picos de las guerras mundiales, los momentos de menos Estado y más mercado han sido las tres primeras décadas del siglo, los quince años que van de 1951 a 1966 y la década de los noventa. Son espacios de tiempo duraderos en los que ha decrecido o se ha mantenido el peso del sector público en el PIB. Y también son los períodos de tiempo de mayor crecimiento económico y menos conflictividad social de la historia moderna del país (incluso, han sido períodos de relativa tranquilidad en el exterior).
El gráfico del gasto del Estado habría que matizarlo, puesto que está muy influenciado por los gastos en defensa (el pico de comienzos de los 50 corresponde a Corea), pero igualmente sirve para ver tendencias generales.
3. Lyndon B. Johnson y la 'Gran Sociedad': Pedro Soriano utiliza su post para hacer una loa de Lyndon B. Johnson y su programa de intervención pública en la economía. Sin embargo, si miramos su propio gráfico con detenimiento veremos cómo no es oro todo lo que reluce en el imaginario intervencionista.
Es cierto que la pobreza (utilizaremos el índice del Censo, con las precauciones citadas en la posdata) cayó en los años sesenta, pero también lo hizo en los cincuenta... y en los veinte, y en los diez, etc. Es más, la política de la Gran Sociedad de Johnson se empezó a implementar a partir de la segunda mitad de los sesenta (ver el gráfico de peso del Gobierno en la economía) y desde entonces el gasto en Welfare State no ha hecho sino aumentar. Sin embargo, la pobreza se mantiene entre el 12 y el 15% del conjunto de la población, algo que debería darnos algunas pistas sobre la inutilidad de la intervención gubernamental: si durante 40 años te gastas el 40% de los ingresos de un país con un objetivo fundamental y no lo alcanzas, quizás en algún momento deberías empezar a preguntarte si algo no va mal.
De hecho, el crecimiento experimentado por EEUU en el comienzo de la década de los 60 es más producto del impulso de la década anterior (con el bache de la pequeña crisis de 1959) que de unas políticas que no se desarrollaron por completo hasta comienzos de los 70, con Nixon en la Casa Blanca.
Johnson, que llegó al poder en 1963, fue un presidente nefasto, tanto en política interior (creo las bases de los programas para pobres eternos que pueblan los barrios marginales estadounidenses desde entonces) como exterior (Vietnam), al que sólo le salva su apoyo al movimiento por los derechos civiles en el sur.
4. Prioridades: Pedro Soriano achaca el mantenimiento del nivel de la pobreza en los últimos 10 años a que "lisa y llanamente, no ha sido una prioridad de las administraciones republicanas". Vuelve a caer en el error clásico del intervencionista irredento que es (y lo digo con el más absoluto cariño): "si el Gobierno no actúa, el problema se mantiene vivo". Nunca piensa que el problema sigue coleando precisamente porque el Gobierno actuó.
Es la misma argumentación que permite que Franklin D. Roosevelt sea considerado uno de los mejores presidentes de la historia, cuando ayudó a mantener durante casi una década la mayor crisis económica que se recuerda. EEUU no volvió a los niveles de 1929 hasta pasada la SGM pero los defensores del FDR dicen que "sin él, todo habría sido aún peor". Al igual que Obama, que suma plan público de un billón de dólares tras plan público de otro billón sin que se le mueva un músculo. Y tras cada fracaso tiene a Krugman detrás diciendo que el problema es que falta "un estímulo aún mayor".
5. El problema 'negro': En la última parte, Pedro Soriano hace referencia al cuadro de pobreza entre los niños por razas. Ya explicamos aquí que fueron precisamente los programas de discriminación positiva los que hicieron hicieron crónico un drama que tendía a desaparecer. En los años 30, por ejemplo, los salarios de negros y blancos en las grandes ciudades del norte eran casi idénticos. Es más, la pobreza descendió entre los negros mucho más de 1920 a 1960 que desde 1970 en adelante.
Cuando se trata este tema se confunden dos cuestiones que no tienen nada que ver. En primer lugar, la política segregacionista (el sistema llamado Jim Crow) era moralmente inaceptable, una mancha en la sociedad que, además, tenía efectos económicos desastrosos para los estados sureños donde se aplicaba (los negros emigraban y enriquecían al norte industrial). En segundo lugar, las leyes de discriminación positiva que dan ventajas económicas a grupos de población. Eliminar aquéllas fue un hito que ayudó a las razas minoritarias; aprobar éstas fue uno de los mayores errores de la democracia estadounidense: sustituyó un racismo por otro.
En el cuadro de Pedro Soriano aparece el índice de pobreza por razas. Destaca el pésimo dato de negros y latinos, pero también la buena cifra de los asiáticos. ¿A nadie le extraña esto? Japoneses, coreanos o chinos llegaron a EEUU en los años 60-70-80 con menos recursos (familia, cercanía a sus hogares,...) que los hispanos y menos conocimientos prácticos (idioma, sobre a sociedad en la que viven,...) que los negros. Casi no han recibido ayudas del Estado (son el grupo que menos peso tiene en las políticas de discriminación positiva) y, sin embargo, hace mucho que sus ingresos dejaron atrás a los de aquellos colectivos. Quizás alguien debería empezar a preguntarse si una cosa y otra no tienen alguna relación.
Posdata 1: Por cierto, la parte de su comentario que más me gusta está en el paréntesis en el que cita a la Heritage Fundation por sus alabanzas al programa de reducción de la pobreza de Clinton auspiciado por los republicanos. Por lo que se puede leer en el link asociado por Pedro Soriano, está reforma está en las antípodas de las clásicas recetas pro-welfare-state. En un raro ejemplo de coherencia, los republicanos impulsaron una medida que limitaba la recepción de ayudas y las asociaba a la búsqueda de un trabajo. Es decir, no se pagaba por ser pobre, sino por estar en una situación de pobreza temporalmente y te podían quitar la ayuda si no aceptabas un empleo. De hecho, los grupos progresistas de EEUU protestaron ruidosamente en el momento de su aprobación. De nuevo, vemos a un presidente supuestamente intervencionista tomando medidas más propias de un halcón neoliberal (medidas efectivas, por cierto).
Podata 2: ¿Qué es la pobreza?:
En general hay dos formas de medir la pobreza y las dos están equivocadas. Pueden servir para algunas comparaciones siempre que tengamos presente de dónde provienen; pero deben matizarse para no caer en el error de pensar que el 15% de los estadounidense son pobres, algo que no es cierto en ningún caso y, además, ayuda a la numerosa retórica antiamericana.
El primer indicador de pobreza (el que más repercusión tiene en los medios) mide los ingresos en términos relativos. Es el que utiliza el INE en España, aunque también es muy habitual en estudios académicos de EEUU. Esté método contabiliza como pobre a todo aquel que gane menos del 60% de la mediana de los ingresos. Si imaginamos un país con 100 ricos que ganen 2 millón de euros y cien más que ganen un millón y otros cien que ganen 300.000 euros: habría un tercio de la población considerada pobre. Evidentemente, éste no es el caso de EEUU o España, dos países en los que, efectivamente, hay personas con muy bajos ingresos, pero sirve para ilustrar la trampa estadística: con este tipo de instrumentos, siempre habrá entre un 15-20% de pobres oficiales y los políticos intervencionistas tendrán la justificación que necesitan para meterse en nuestros bolsillos.
El censo de EEUU mide la pobreza de forma algo diferente. El Gobierno norteamericano utiliza lo que denomina Poverty Treshold (ver pag 63) para determinar si un hogar puede calificarse como pobre. Aunque es una manera mucho más precisa que la que utiliza el INE, encierra un cierto equívoco desde el punto de vista conceptual. Pobre es una palabra fuerte, que el público asocia a una situación de miseria y falta de oportunidades. Cuando uno piensa en un pobre se imagina al tipo que está pidiendo en la puerta de la iglesia. Un matrimonio con un hijo y unos ingresos de 17.268 dólares puede tener muchísimas dificultades para llegar a fin de mes, pero no es pobre en el sentido clásico del término. Además, el censo sólo mide los ingresos, no las posesiones: es decir, un jubilado con una pensión de jubilación baja pero numerosas propiedades puede ser considerado pobre, aunque no lo sea en absoluto y tenga todas sus necesidades cubiertas (y lo mismo ocurre con estudiantes, habitantes de zonas rurales, etc...)
** Precisión terminológica: cuando utilizo el término liberal lo hago en el sentido europeo y clásico del término. Desgraciadamente, en este campo las traducciones y la evolución del lenguaje no nos ayudan. En cualquier película estadounidense se traduce 'liberalism" por 'liberalismo', pero los seguidores de este blog saben perfectamente que no es lo mismo. Los sustitutos para evitar la confusión a uno (libertario, conservador, etc...) y otro lado (progresista,...) no me parecen plenamente satisfactorios. Definitivamente me parece un problema irresoluble.
1 comentario:
QUé buen artículo. Me ha encantado, gracias. Un saludo.LM
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