Resumiendo todo lo que hemos escrito en las entradas anteriores, podemos comprobar que el voto en Cataluña se encuentra tremendamente dividido:
- El voto nacionalista catalán, mayoritario en las elecciones de 2012, es dominante esencialmente:
a) En la provincia de Lleida, a excepción del Valle de Arán y Lleida capital.
b) En la provincia de Girona, a excepción de algunas localidades costeras del sur de la provincia.
c) En el interior de la provincia de Tarragona y en la costa sur de Tarragona desde L' Ametlla de Mar hasta la frontera con Valencia.
d) En el interior de la provincia de Barcelona, más allá del área metropolitana de la capital, y en la costa norte de la provincia.
- El voto unionista, por su parte, es dominante esencialmente:
a) En Lleida, únicamente en el Valle de Arán.
b) En Girona, únicamente en Blanes y Lloret de Mar.
c) En Tarragona capital y en la costa norte entre la frontera con Barcelona y L' Hospitalet de l' Infant.
d) En el área metropolitana de Barcelona, en lugares donde hubo una fuerte inmigración entre 1950 y 1975, siguiendo el eje Castelldefels-Sant Boi de Llobregat-Martorell-Esparreguera-Vacarisses-Terrassa-Sabadell-Granollers-Mataró.
- Por último, en Barcelona capital el voto está sumamente equilibrado, al igual que por ejemplo en Lleida capital y Reus. Sin embargo, y curiosamente, esto ocurre en relativamente pocos sitios. En la mayoría de poblaciones suele haber una clara mayoría nacionalista catalana o unionista.
Los porcentajes de incremento del voto nacionalista/unionista que hemos estado examinando en entradas anteriores se suelen corresponder con la naturaleza de las distintas poblaciones: es decir, en una población en la que ya existía una mayoría nacionalista el incremento del voto tiende a concentrarse entre los nacionalistas y viceversa. Sin embargo, hemos comprobado la existencia de algunas excepciones curiosas (Puigcerdá, Reus, el barrio de Sarrià-Sant Gervasi en Barcelona) que parecen suponer la afloración en 2012 de un cierto voto de clase media-alta o media-baja unionista, según el lugar, incluso en áreas bastante nacionalistas).
El gran elemento diferencial para la orientación del voto en Cataluña en un sentido u otro parece ser, en todo caso, el hecho de la presencia o no de emigrantes de origen del resto de España en una determinada población (con algún matiz muy específico, como las peculiaridades del Valle de Arán o el aluvión de jubilados del resto de España o extranjeros nacionalizados en algunas localidades en la costa sur de Girona o en la costa norte de Tarragona).
En Lleida y Tarragona capital, en el este de Barcelona capital y en el área metropolitana de Barcelona lo que hallamos son emigrantes e hijos de emigrantes unionistas que por primera vez se molestaron en votar en unas autonómicas en 2012.
En las áreas con más voto nacionalista catalán hay simplemente menos inmigrantes (los pueblos interiores de Cataluña) y cuando sube la participación como ocurrió hace tres años el voto que aflora también es nacionalista.
Ahora bien, la colisión de estos dos fenómenos crea unas perspectivas muy complejas para las elecciones del domingo, en la que se espera un incremento claro de la participación.
Pero antes de empezar a efectuar predicciones en ese sentido, hablaremos del otro fenómeno relevante en este proceso electoral, además de la participación: los trasvases de votos entre las distintas fuerzas políticas.
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