El pasado 26 de mayo el presidente Obama designó como su candidata a ocupar el asiento del Tribunal Supremo que el Juez David Souter ha anunciado que dejará vacante al final del presente período de sesiones (es decir, la semana que viene) a la Magistrada Sonia Sotomayor, del Segundo Circuito del Tribunal Federal de Apelación (que abarca los Estados de Nueva York, Connecticut y Vermont).
La elección no fue una gran sorpresa: Sotomayor era una de las dos candidatas con más números para ser elegida, y el simbolismo de ser la primera mujer hispana nombrada para formar parte del Tribunal Supremo obviamente pesó profundamente en la mente del Presidente. Por lo demás, Sotomayor es una juez de gran experiencia (lleva 11 años en el Segundo Circuito) enormemente apreciada por sus colegas (incluso varios conservadores) y su nominación va, en líneas generales, viento en popa (aunque tuvo un pequeño accidente que le ha hecho acudir a sus visitas de cortesía al Senado con muletas, y aunque ha tenido que abandonar una asociación de mujeres juristas porque parecía "demasiado feminista"). El único comentario que podría haberle hecho verdadero daño fue uno que ha efectuado durante años en diversos discursos: "I would hope that a wise Latina woman with the richness of her experiences would more often than not reach a better conclusion than a white male who hasn't lived that life."
Sin embargo, aunque el comentario no ha gustado, y sin duda durante su confirmación (el 13 de julio) surgirá y será criticado, no parece que vaya a ser un impedimento grave para su confirmación.
Obama cuenta con la ventaja de saber cuáles serán las posiciones iniciales de la mayoría de los miembros del Senado, porque ya tuvieron que votar por ella en 1998, cuando fue designada por Bill Clinton para el Segundo Circuito. En esos momentos los republicanos tenían una mayoría de 55 a 45 escaños en el Senado y pese a ello, Sotomayor fue confirmada con un cómodo margen de 67 a 29. 42 demócratas y nada menos que 25 republicanos votaron a favor, y 29 republicanos votaron en contra (3 demócratas y 1 republicano estaban ausentes).
En la actualidad, con 60 escaños en el Senado, Obama puede razonablemente confiar en obtener la inmensa mayoría de esos votos (lo único que puede hacerle algún daño es que los Senadores Byrd y Kennedy están gravemente enfermos y que Al Franken, de Minnesota, todavía está esperando el veredicto del Tribunal Supremo de su Estado sobre su controvertida batalla electoral con Norm Coleman).
Pero incluso si fallaran esos 3 votos, y quizá algún demócrata muy conservador, como Ben Nelson de Nebraska, tuviera la tentación de votar contra Sotomayor (aunque lo dudo), Obama tiene todavía suficientes votos para llegar a los 60 necesarios para romper el "filibuster" contando con los siete republicanos moderados que ya votaron por Sotomayor en 1998 y continúan en el Senado: Bennett y Hatch, de Utah, Cochran, de Mississipi, Collins y Snowe, de Maine, Gregg, de New Hampshire y Lugar, de Indiana.
Es posible que alguno de los anteriores, como Bennett, que tiene unas primarias delicadas el año que viene, estén tentados a votar que no, pero incluso en ese caso Obama cuenta con la baza de a) algún republicano moderado que ha entrado en el Senado con posterioridad a 1998 (Lisa Murkowski, de Alaska, cuyo padre, que era Senador por aquel entonces, votó por Sotomayor en 1998) y b) algunos Senadores republicanos hispanos (Mel Martinez, de Florida) o de Estados con mucha población hispana (Cornyn y Hutchison, de Texas- aunque esta última votó en contra de Sotomayor en 1998, Kyl y McCain, de Arizona- aunque también votaron contra Sotomayor en 1998-, o Ensign, de Nevada).
En cualquier caso, salvo que Sotomayor meta la pata de manera abrumadora durante la vista de su confirmación en el Senado (que empieza el próximo 13 de julio), parece que Obama tiene los votos suficientes para obtener su confirmación, sin problemas, en el Senado a principios de agosto.
La elección no fue una gran sorpresa: Sotomayor era una de las dos candidatas con más números para ser elegida, y el simbolismo de ser la primera mujer hispana nombrada para formar parte del Tribunal Supremo obviamente pesó profundamente en la mente del Presidente. Por lo demás, Sotomayor es una juez de gran experiencia (lleva 11 años en el Segundo Circuito) enormemente apreciada por sus colegas (incluso varios conservadores) y su nominación va, en líneas generales, viento en popa (aunque tuvo un pequeño accidente que le ha hecho acudir a sus visitas de cortesía al Senado con muletas, y aunque ha tenido que abandonar una asociación de mujeres juristas porque parecía "demasiado feminista"). El único comentario que podría haberle hecho verdadero daño fue uno que ha efectuado durante años en diversos discursos: "I would hope that a wise Latina woman with the richness of her experiences would more often than not reach a better conclusion than a white male who hasn't lived that life."
Sin embargo, aunque el comentario no ha gustado, y sin duda durante su confirmación (el 13 de julio) surgirá y será criticado, no parece que vaya a ser un impedimento grave para su confirmación.
Obama cuenta con la ventaja de saber cuáles serán las posiciones iniciales de la mayoría de los miembros del Senado, porque ya tuvieron que votar por ella en 1998, cuando fue designada por Bill Clinton para el Segundo Circuito. En esos momentos los republicanos tenían una mayoría de 55 a 45 escaños en el Senado y pese a ello, Sotomayor fue confirmada con un cómodo margen de 67 a 29. 42 demócratas y nada menos que 25 republicanos votaron a favor, y 29 republicanos votaron en contra (3 demócratas y 1 republicano estaban ausentes).
En la actualidad, con 60 escaños en el Senado, Obama puede razonablemente confiar en obtener la inmensa mayoría de esos votos (lo único que puede hacerle algún daño es que los Senadores Byrd y Kennedy están gravemente enfermos y que Al Franken, de Minnesota, todavía está esperando el veredicto del Tribunal Supremo de su Estado sobre su controvertida batalla electoral con Norm Coleman).
Pero incluso si fallaran esos 3 votos, y quizá algún demócrata muy conservador, como Ben Nelson de Nebraska, tuviera la tentación de votar contra Sotomayor (aunque lo dudo), Obama tiene todavía suficientes votos para llegar a los 60 necesarios para romper el "filibuster" contando con los siete republicanos moderados que ya votaron por Sotomayor en 1998 y continúan en el Senado: Bennett y Hatch, de Utah, Cochran, de Mississipi, Collins y Snowe, de Maine, Gregg, de New Hampshire y Lugar, de Indiana.
Es posible que alguno de los anteriores, como Bennett, que tiene unas primarias delicadas el año que viene, estén tentados a votar que no, pero incluso en ese caso Obama cuenta con la baza de a) algún republicano moderado que ha entrado en el Senado con posterioridad a 1998 (Lisa Murkowski, de Alaska, cuyo padre, que era Senador por aquel entonces, votó por Sotomayor en 1998) y b) algunos Senadores republicanos hispanos (Mel Martinez, de Florida) o de Estados con mucha población hispana (Cornyn y Hutchison, de Texas- aunque esta última votó en contra de Sotomayor en 1998, Kyl y McCain, de Arizona- aunque también votaron contra Sotomayor en 1998-, o Ensign, de Nevada).
En cualquier caso, salvo que Sotomayor meta la pata de manera abrumadora durante la vista de su confirmación en el Senado (que empieza el próximo 13 de julio), parece que Obama tiene los votos suficientes para obtener su confirmación, sin problemas, en el Senado a principios de agosto.
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