Stuart Rothenberg es un respetado analista político (su página web The Rothenberg Political Report es una de las lecturas recomendadas en este blog) que el pasado 9 de junio tuvo la gentileza de escribir (en RealClearPolitics) uno de esos artículos imprescindibles que de vez en cuando aparecen en Internet.
Como se puede apreciar en el artículo, Rothenberg critica a ciertos programas de actualidad política norteamericana que considera que sólo degradan el debate político con sus niveles de insultos y vitriolo. Y hace algo inusual: tiene el valor de dar nombres y de repartir estopa a derecha e izquierda. En la margen izquierda singulariza en general a la cadena MSNBC, con sus portaestandartes Keith Olbermann, Rachel Maddow y Ed Schultz (quizá es ligeramente injusto con Maddow, que a veces es divertida. Olbermann es especialmente insoportable, en mi opinión). También comenta la degradación de Chris Matthews, que antaño era un periodista serio, y ahora es una "cheer-leader" obamista.
En la margen derecha, Rothenberg señala con el dedo a la Fox y en particular a los repugnantes Sean Hannity y Bill O' Reilly (se olvida del archi-repugnante Glenn Beck), voceros de encefalograma plano de lo más reaccionario que hay en Estados Unidos.
Todos los antedichos, a derecha e izquierda, dirigen programas que degradan la política, se dedican a insultar a los adversarios, simplificar cuestiones complejas, y en general, enconar el partidismo y estimular el "forofismo" de los ciudadanos. Y éstos deberían entender que un partido político no es un club de fútbol, y un votante no es un hincha. Uno puede ser del Betis "manque pierda", pero no votar a un partido político independientemente de su ejecutoria. El Partido Republicano debería haber obtenido menos votos de los que obtuvo en noviembre pasado, porque su ejecutoria durante al menos el período 2004-2008 fue penosa. Y si Obama fracasa a la Jimmy Carter durante este mandato, también debería perder, y por goleada. El hecho de que un 45% de la población norteamericana esté dispuesta siempre a votar a uno u otro partido independientemente de lo mal que lo hagan es algo que siempre encuentro incomprensible.
Rothenberg, por otra parte, tiene la gentileza de señalar que todavía quedan algunos comentaristas políticos de altura: Jim Lehrer, en PBS, que es probablemente el periodista más respetado de Estados Unidos (le escogieron para moderar el primer debate presidencial, por ejemplo, y estuvo impecable: no creo que ni su mujer sepa a quien vota) o Joe Scarborough (que tiene su programa en MSNBC, pese a que es un republicano conservador- Scarborough, aunque no está ni mucho menos a la altura de Lehrer, tiene al menos el valor de criticar a su propio partido cuando está haciendo las cosas mal: por ejemplo, le dijo a Norm Coleman hace ya meses que había perdido las elecciones y que tenía que dejarlo estar, sin mucho éxito). Pero al menos tanto en el programa de Scarborough como especialmente en el programa de Lehrer hay debates, y no meramente gritos e insultos como una especie de "La noria" americana.
P.D- "La Noria" es uno de los programas moralmente más repugnantes que este país ha visto. Es el epítome de todo lo malo que se pueda concebir en el ámbito social y político, y una de las causas de la creciente degradación de nuestro discurso público. A derecha e izquierda.
Como se puede apreciar en el artículo, Rothenberg critica a ciertos programas de actualidad política norteamericana que considera que sólo degradan el debate político con sus niveles de insultos y vitriolo. Y hace algo inusual: tiene el valor de dar nombres y de repartir estopa a derecha e izquierda. En la margen izquierda singulariza en general a la cadena MSNBC, con sus portaestandartes Keith Olbermann, Rachel Maddow y Ed Schultz (quizá es ligeramente injusto con Maddow, que a veces es divertida. Olbermann es especialmente insoportable, en mi opinión). También comenta la degradación de Chris Matthews, que antaño era un periodista serio, y ahora es una "cheer-leader" obamista.
En la margen derecha, Rothenberg señala con el dedo a la Fox y en particular a los repugnantes Sean Hannity y Bill O' Reilly (se olvida del archi-repugnante Glenn Beck), voceros de encefalograma plano de lo más reaccionario que hay en Estados Unidos.
Todos los antedichos, a derecha e izquierda, dirigen programas que degradan la política, se dedican a insultar a los adversarios, simplificar cuestiones complejas, y en general, enconar el partidismo y estimular el "forofismo" de los ciudadanos. Y éstos deberían entender que un partido político no es un club de fútbol, y un votante no es un hincha. Uno puede ser del Betis "manque pierda", pero no votar a un partido político independientemente de su ejecutoria. El Partido Republicano debería haber obtenido menos votos de los que obtuvo en noviembre pasado, porque su ejecutoria durante al menos el período 2004-2008 fue penosa. Y si Obama fracasa a la Jimmy Carter durante este mandato, también debería perder, y por goleada. El hecho de que un 45% de la población norteamericana esté dispuesta siempre a votar a uno u otro partido independientemente de lo mal que lo hagan es algo que siempre encuentro incomprensible.
Rothenberg, por otra parte, tiene la gentileza de señalar que todavía quedan algunos comentaristas políticos de altura: Jim Lehrer, en PBS, que es probablemente el periodista más respetado de Estados Unidos (le escogieron para moderar el primer debate presidencial, por ejemplo, y estuvo impecable: no creo que ni su mujer sepa a quien vota) o Joe Scarborough (que tiene su programa en MSNBC, pese a que es un republicano conservador- Scarborough, aunque no está ni mucho menos a la altura de Lehrer, tiene al menos el valor de criticar a su propio partido cuando está haciendo las cosas mal: por ejemplo, le dijo a Norm Coleman hace ya meses que había perdido las elecciones y que tenía que dejarlo estar, sin mucho éxito). Pero al menos tanto en el programa de Scarborough como especialmente en el programa de Lehrer hay debates, y no meramente gritos e insultos como una especie de "La noria" americana.
P.D- "La Noria" es uno de los programas moralmente más repugnantes que este país ha visto. Es el epítome de todo lo malo que se pueda concebir en el ámbito social y político, y una de las causas de la creciente degradación de nuestro discurso público. A derecha e izquierda.
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