Semana entretenida en Washington. Obama tiene en estos momentos tantos temas en sus manos que parece más uno de esos espectáculos circenses en que alguien intenta mantener siete bolos simultáneamente en el aire que el Presidente de Estados Unidos.
Sólo por citar las cosas más importantes que tiene Obama cociéndose en estos momentos:
Irán: Obama expresó este miércoles en una interesante rueda de prensa una dura condena al régimen iraní por aplastar las protestas de sus ciudadanos respecto al fraude electoral. Dicho esto, la posición de Obama continúa siendo precaria: no puede intervenir, porque eso haría volverse a la oposición iraní en su contra, que puede querer más democracia, pero desde luego no al estilo iraquí, es decir, con la invasión del país. Pero las condenas verbales probablemente no sirvan de nada en tanto que Jamenei dispone del control de las Fuerzas Armadas y de los Cuerpos de Seguridad del Estado. Sólo una revuelta desde dentro de las estructuras de la República Islámica, dirigida por Rafsanyani con el apoyo del clericato de la ciudad santa de Qom podría hacer caer a Jamenei y a su lacayo Ahmadeniyad. En cualquier caso, la idea de que Irán es una "democracia islámica" ha saltado por los aires definitivamente con estas elecciones.
Cambio climático: justamente mientras escribo, la Cámara de Representantes está embarcada en una serie de votaciones dramáticas para sacar adelante la American Clean Energy and Security Act, que es el esfuerzo más amplio jamás realizado por Estados Unidos para contener el cambio climático. Teóricamente, los demócratas, con su mayoría de 256 a 178, no tendrían que tener problemas para aprobar la Ley. En la práctica (recordemos que los congresistas norteamericanos sí son independientes y se deben a sus votantes y no a su partido, al contrario que en España), el resultado de la votación pende de un hilo. En una votación preliminar de hace sólo dos horas, se ha iniciado la toma en consideración del proyecto de ley por un margen mínimo: 217 a 205, con 30 demócratas votando con los republicanos, y 11 ausencias (8 demócratas y 3 republicanos). La mayoría de la Cámara está en 218 votos, así que en teoría los demócratas podrían perder la votación final, pero dudo que ocurra, por un detalle significativo del que uno se percata si analiza el "Roll Call" (los nombres de los congresistas que votan a favor y en contra): entre los 30 demócratas que están votando en contra inicialmente hay varios demócratas conservadores (Bright, de Alabama, Minnick, de Idaho, Melancon, de Louisiana, y unos 20 más, especialmente de distritos mineros) pero hay también algunos demócratas liberales que consideran que la legislación se queda demasiado corta (Kucinich, de Ohio, Stark, de California y un par más). Si las cosas se ponen verdaderamente negras y la votación pende de un hilo, estos liberales se tragarán su pureza ideológica y salvarán la ley.
De todos modos, esto sólo es el principio: luego la ley pasa al Senado, donde en estos momentos los demócratas están muy lejos de tener los 60 votos necesarios para poder superar un veto de la minoría (entre Senadores todavía no aprobados, Senadores enfermos, y conservadores demócratas que no están a favor de la ley, dudo incluso que los demócratas tengan 55 votos).
... y adulterio: el Partido Republicano no consigue levantar cabeza en las encuestas principalmente porque Obama sigue siendo notablemente popular. Pero sus cargos electos no están haciéndole ningún favor: el senador republicano de Nevada, John Ensign, y el gobernador republicano de Carolina del Sur, Mark Sanford, que hasta esta semana eran estrellas futuras del partido y posibles candidatos a la presidencia en 2012, han visto su carrera hundirse en llamas al tener que verse obligados a admitir con pocos días de diferencia que habían tenido una aventura con una miembro de su equipo (Ensign) y con una periodista argentina en Buenos Aires (Sanford).
Ambos adulterios son especialmente malos por cuanto más allá del pecadillo en sí, Ensign ascendió de categoría a su amante durante la relación y le subió el sueldo (encima tanto la amante como su marido eran también amigos de la esposa de Ensign), y Sanford mintió como un bellaco a su propio equipo diciendo que se iba de excursión por los Apalaches cuando cogía un avión para Buenos Aires (el asunto estalló cuando "The State", el periódico más importante de Carolina del Sur, se preguntó donde diablos estaba el gobernador, que llevaba siete días "missing" sin que su mujer supiera donde estaba -lo que es lógico, porque le había echado a patadas del hogar dos semanas antes, como se ha sabido luego-).
Por supuesto, el Partido Republicano sobrevivirá a estas cosas, pero las carreras de Ensign y Sanford posiblemente no (para colmo, ambos defendieron la destitución de Clinton por el affaire Lewinsky, por lo que ahora deberían dimitir, salvo que en futuras campañas quieran oír la palabra maldita: hipócrita).
Hay más cosas que comentar sobre Obama, sus mil batallas, y la estrategia defensiva de los republicanos, pero las dejaremos para otro día, porque esta entrada ya es muy larga.
Sólo por citar las cosas más importantes que tiene Obama cociéndose en estos momentos:
Irán: Obama expresó este miércoles en una interesante rueda de prensa una dura condena al régimen iraní por aplastar las protestas de sus ciudadanos respecto al fraude electoral. Dicho esto, la posición de Obama continúa siendo precaria: no puede intervenir, porque eso haría volverse a la oposición iraní en su contra, que puede querer más democracia, pero desde luego no al estilo iraquí, es decir, con la invasión del país. Pero las condenas verbales probablemente no sirvan de nada en tanto que Jamenei dispone del control de las Fuerzas Armadas y de los Cuerpos de Seguridad del Estado. Sólo una revuelta desde dentro de las estructuras de la República Islámica, dirigida por Rafsanyani con el apoyo del clericato de la ciudad santa de Qom podría hacer caer a Jamenei y a su lacayo Ahmadeniyad. En cualquier caso, la idea de que Irán es una "democracia islámica" ha saltado por los aires definitivamente con estas elecciones.
Cambio climático: justamente mientras escribo, la Cámara de Representantes está embarcada en una serie de votaciones dramáticas para sacar adelante la American Clean Energy and Security Act, que es el esfuerzo más amplio jamás realizado por Estados Unidos para contener el cambio climático. Teóricamente, los demócratas, con su mayoría de 256 a 178, no tendrían que tener problemas para aprobar la Ley. En la práctica (recordemos que los congresistas norteamericanos sí son independientes y se deben a sus votantes y no a su partido, al contrario que en España), el resultado de la votación pende de un hilo. En una votación preliminar de hace sólo dos horas, se ha iniciado la toma en consideración del proyecto de ley por un margen mínimo: 217 a 205, con 30 demócratas votando con los republicanos, y 11 ausencias (8 demócratas y 3 republicanos). La mayoría de la Cámara está en 218 votos, así que en teoría los demócratas podrían perder la votación final, pero dudo que ocurra, por un detalle significativo del que uno se percata si analiza el "Roll Call" (los nombres de los congresistas que votan a favor y en contra): entre los 30 demócratas que están votando en contra inicialmente hay varios demócratas conservadores (Bright, de Alabama, Minnick, de Idaho, Melancon, de Louisiana, y unos 20 más, especialmente de distritos mineros) pero hay también algunos demócratas liberales que consideran que la legislación se queda demasiado corta (Kucinich, de Ohio, Stark, de California y un par más). Si las cosas se ponen verdaderamente negras y la votación pende de un hilo, estos liberales se tragarán su pureza ideológica y salvarán la ley.
De todos modos, esto sólo es el principio: luego la ley pasa al Senado, donde en estos momentos los demócratas están muy lejos de tener los 60 votos necesarios para poder superar un veto de la minoría (entre Senadores todavía no aprobados, Senadores enfermos, y conservadores demócratas que no están a favor de la ley, dudo incluso que los demócratas tengan 55 votos).
... y adulterio: el Partido Republicano no consigue levantar cabeza en las encuestas principalmente porque Obama sigue siendo notablemente popular. Pero sus cargos electos no están haciéndole ningún favor: el senador republicano de Nevada, John Ensign, y el gobernador republicano de Carolina del Sur, Mark Sanford, que hasta esta semana eran estrellas futuras del partido y posibles candidatos a la presidencia en 2012, han visto su carrera hundirse en llamas al tener que verse obligados a admitir con pocos días de diferencia que habían tenido una aventura con una miembro de su equipo (Ensign) y con una periodista argentina en Buenos Aires (Sanford).
Ambos adulterios son especialmente malos por cuanto más allá del pecadillo en sí, Ensign ascendió de categoría a su amante durante la relación y le subió el sueldo (encima tanto la amante como su marido eran también amigos de la esposa de Ensign), y Sanford mintió como un bellaco a su propio equipo diciendo que se iba de excursión por los Apalaches cuando cogía un avión para Buenos Aires (el asunto estalló cuando "The State", el periódico más importante de Carolina del Sur, se preguntó donde diablos estaba el gobernador, que llevaba siete días "missing" sin que su mujer supiera donde estaba -lo que es lógico, porque le había echado a patadas del hogar dos semanas antes, como se ha sabido luego-).
Por supuesto, el Partido Republicano sobrevivirá a estas cosas, pero las carreras de Ensign y Sanford posiblemente no (para colmo, ambos defendieron la destitución de Clinton por el affaire Lewinsky, por lo que ahora deberían dimitir, salvo que en futuras campañas quieran oír la palabra maldita: hipócrita).
Hay más cosas que comentar sobre Obama, sus mil batallas, y la estrategia defensiva de los republicanos, pero las dejaremos para otro día, porque esta entrada ya es muy larga.
1 comentario:
Gracias Pedro por retomar el análisis semanal de los acontecimientos en Washington. También magnífica la rapsodia que recomiendas.
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