Decíamos en su día que la página web Swing State Project finalizó una recopilación de los resultados de las elecciones presidenciales en cada distrito del Congreso, herramienta que utilizamos para señalar que una parte sustancial de la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes (49 de 257 congresistas, nada menos), se encuentra en "territorio apache", es decir, en distritos que votaron por John McCain en las pasadas elecciones presidenciales (una muestra de la notable sutileza de los votantes norteamericanos, tan a menudo denigrados injusta y estúpidamente como paletos desde Europa).
Hoy vamos a analizar el otro lado del Congreso, es decir, aquellos congresistas republicanos que representan a distritos que votaron por Barack Obama en las presidenciales.
Para ello, además de la tabla antes mencionada, usaremos una vez más dos buenos trabajos elaborados por la página web CQ Politics: en primer lugar, un listado preciso de los congresistas republicanos que fueron elegidos (reelegidos en la gran mayoría de los casos) en un distrito ganado al mismo tiempo por McCain, y en segundo lugar, un bonito mapa con los resultados de las elecciones presidenciales en cada distrito del Congreso, comparado con los resultados de las elecciones al Congreso celebradas ese mismo día.
El resultado, en síntesis, es el siguiente: hay 34 congresistas republicanos en distritos ganados por Obama en las presidenciales (el 19% del caucus republicano). Eso tiene, una vez más, dos consecuencias evidentes: para Obama, se trata de los congresistas republicanos más abiertos a sus programas, por cuanto representan a distritos que votaron por él. Para los demócratas, son los distritos más obvios para intentar ampliar la ya amplia mayoría de que disponen en el Congreso en las elecciones de medio mandato de 2010.
¿Dónde están estos congresistas? Casi la mitad de ellos (16) se concentra en tan solo tres Estados: California (8), Illinois (4) y Michigan (otros 4). El resto está desparramado por el Medio Oeste: Minnesota, Iowa, Wisconsin, Ohio, Pennsylvania, en distritos suburbiales de grandes ciudades.
Una vez más, resulta llamativo ver cómo varios congresistas republicanos llevan siendo reelegidos cada dos años en distritos tozudamente demócratas (aunque no hay casos tan abrumadores como a la inversa, con una excepción que comentaremos): gente como Mike Castle, congresista desde 1993, en cuyo distrito único de Delaware Obama obtuvo un contundente 62% de los votos, mientras que él obtuvo un casi igualmente llamativo 61%, como Mark Kirk, congresista desde 2001 en cuyo Distrito 10º de Illinois Obama logró más del 61% de los votos, mientras que él lograba sobrevivir a un difícil desafío con casi el 53% de los votos ese mismo día. O gente como Jim Gerlach, del 6º Distrito de Pennsylvania, que jamás ha ganado una elección desde la primera en 2002 por más del 52% de los votos, pero que siempre gana, en un distrito que le dio a Obama un 58% en las pasadas elecciones.
Derrotar a estos republicanos es difícilisimo, porque han sobrevivido a dos olas horribles, en 2006 y 2008, la inmensa mayoría de ellos llevan representando a sus distritos muchos años, y sus votantes les conocen y les respetan (como muestra, el hecho de que los republicanos del Congreso están manteniendo una disciplina de voto mucho más unificada que en el Senado: votaron únanimemente contra el plan de rescate financiero y contra el presupuesto, lo que no ocurrió en la Cámara alta)
Los demócratas sólo tienen dos vías: atacar a los congresistas recién elegidos en territorio demócrata (pero hay poquísimos en esta categoría), por una parte, y esperar, una vez más, a las inevitables retiradas de los congresistas más provectos, por otra.
En el primer grupo hay, como digo, muy pocos: tan solo Anh Cao, del 2º Distrito de Louisiana es una presa fácil. Cao representa al distrito más demócrata con un congresista republicano (la ciudad de Nueva Orleans, que dio el 75% de sus votos a Obama) y perderá casi con total seguridad en 2010, siempre que los demócratas no nominen a un congresista corrupto que guarde su dinero en el congelador (como hacía el congresista al que derrotó Cao). Luego hay algunos congresistas, como Leonard Lance en el 7º de New Jersey, o Erik Paulsen, del 3º de Minnesota, que pueden ser derrotados con el candidato adecuado. Pero a la inversa, los republicanos tienen mejores oportunidades. Tras ganar 55 escaños en los dos últimos ciclos electorales, los demócratas simplemente no tienen ya muchos escaños que arrebatar fácilmente a los republicanos.
El segundo grupo también tiene algún candidato evidente: Bill Young, en el 10º de Florida, tiene 78 años (y un distrito ligeramente demócrata), Mike Castle, en Delaware, está a punto de cumplir 70 años, y una salud no impecable. Pero una vez más, los republicanos tienen mejores posibilidades en este terreno.
En resumen, cómo es fácil de ver, muy mal lo tendrían que hacer los republicanos para no recuperar, como mínimo entre 5 y 10 escaños de los que han perdido en los dos últimos ciclos electorales, y probablemente alguno más. Por supuesto, si la situación económica mejorara llamativamente, los republicanos podrían verse a la defensiva e incrementar ligeramente sus pérdidas. Pero eso no es una hipótesis muy plausible. En los últimos 100 años, tan solo en 1934 (en plena Gran Depresión) y en 2002 (tras el 11-S) ha conseguido el Partido del presidente incrementar su margen en el Congreso durante su primer mandato.
Hoy vamos a analizar el otro lado del Congreso, es decir, aquellos congresistas republicanos que representan a distritos que votaron por Barack Obama en las presidenciales.
Para ello, además de la tabla antes mencionada, usaremos una vez más dos buenos trabajos elaborados por la página web CQ Politics: en primer lugar, un listado preciso de los congresistas republicanos que fueron elegidos (reelegidos en la gran mayoría de los casos) en un distrito ganado al mismo tiempo por McCain, y en segundo lugar, un bonito mapa con los resultados de las elecciones presidenciales en cada distrito del Congreso, comparado con los resultados de las elecciones al Congreso celebradas ese mismo día.
El resultado, en síntesis, es el siguiente: hay 34 congresistas republicanos en distritos ganados por Obama en las presidenciales (el 19% del caucus republicano). Eso tiene, una vez más, dos consecuencias evidentes: para Obama, se trata de los congresistas republicanos más abiertos a sus programas, por cuanto representan a distritos que votaron por él. Para los demócratas, son los distritos más obvios para intentar ampliar la ya amplia mayoría de que disponen en el Congreso en las elecciones de medio mandato de 2010.
¿Dónde están estos congresistas? Casi la mitad de ellos (16) se concentra en tan solo tres Estados: California (8), Illinois (4) y Michigan (otros 4). El resto está desparramado por el Medio Oeste: Minnesota, Iowa, Wisconsin, Ohio, Pennsylvania, en distritos suburbiales de grandes ciudades.
Una vez más, resulta llamativo ver cómo varios congresistas republicanos llevan siendo reelegidos cada dos años en distritos tozudamente demócratas (aunque no hay casos tan abrumadores como a la inversa, con una excepción que comentaremos): gente como Mike Castle, congresista desde 1993, en cuyo distrito único de Delaware Obama obtuvo un contundente 62% de los votos, mientras que él obtuvo un casi igualmente llamativo 61%, como Mark Kirk, congresista desde 2001 en cuyo Distrito 10º de Illinois Obama logró más del 61% de los votos, mientras que él lograba sobrevivir a un difícil desafío con casi el 53% de los votos ese mismo día. O gente como Jim Gerlach, del 6º Distrito de Pennsylvania, que jamás ha ganado una elección desde la primera en 2002 por más del 52% de los votos, pero que siempre gana, en un distrito que le dio a Obama un 58% en las pasadas elecciones.
Derrotar a estos republicanos es difícilisimo, porque han sobrevivido a dos olas horribles, en 2006 y 2008, la inmensa mayoría de ellos llevan representando a sus distritos muchos años, y sus votantes les conocen y les respetan (como muestra, el hecho de que los republicanos del Congreso están manteniendo una disciplina de voto mucho más unificada que en el Senado: votaron únanimemente contra el plan de rescate financiero y contra el presupuesto, lo que no ocurrió en la Cámara alta)
Los demócratas sólo tienen dos vías: atacar a los congresistas recién elegidos en territorio demócrata (pero hay poquísimos en esta categoría), por una parte, y esperar, una vez más, a las inevitables retiradas de los congresistas más provectos, por otra.
En el primer grupo hay, como digo, muy pocos: tan solo Anh Cao, del 2º Distrito de Louisiana es una presa fácil. Cao representa al distrito más demócrata con un congresista republicano (la ciudad de Nueva Orleans, que dio el 75% de sus votos a Obama) y perderá casi con total seguridad en 2010, siempre que los demócratas no nominen a un congresista corrupto que guarde su dinero en el congelador (como hacía el congresista al que derrotó Cao). Luego hay algunos congresistas, como Leonard Lance en el 7º de New Jersey, o Erik Paulsen, del 3º de Minnesota, que pueden ser derrotados con el candidato adecuado. Pero a la inversa, los republicanos tienen mejores oportunidades. Tras ganar 55 escaños en los dos últimos ciclos electorales, los demócratas simplemente no tienen ya muchos escaños que arrebatar fácilmente a los republicanos.
El segundo grupo también tiene algún candidato evidente: Bill Young, en el 10º de Florida, tiene 78 años (y un distrito ligeramente demócrata), Mike Castle, en Delaware, está a punto de cumplir 70 años, y una salud no impecable. Pero una vez más, los republicanos tienen mejores posibilidades en este terreno.
En resumen, cómo es fácil de ver, muy mal lo tendrían que hacer los republicanos para no recuperar, como mínimo entre 5 y 10 escaños de los que han perdido en los dos últimos ciclos electorales, y probablemente alguno más. Por supuesto, si la situación económica mejorara llamativamente, los republicanos podrían verse a la defensiva e incrementar ligeramente sus pérdidas. Pero eso no es una hipótesis muy plausible. En los últimos 100 años, tan solo en 1934 (en plena Gran Depresión) y en 2002 (tras el 11-S) ha conseguido el Partido del presidente incrementar su margen en el Congreso durante su primer mandato.