viernes, 30 de noviembre de 2012

Fiasco republicano en el Senado

Decíamos en nuestra última entrada que Romney era el mejor candidato posible de los republicanos en este ciclo electoral (básicamente porque la inmensa mayoría de sus oponentes eran originalmente o demostraron ser durante las primarias unos payasos), pero que pese a ello perdió, y que eso ocurrió porque la marca republicana está dañada desde la presidencia de George W. Bush (y por eso gente muy vinculada a éste, como su hermano Jeb, exgobernador de Florida, o Mitch Daniels, gobernador de Indiana y exjefe de su Oficina de Presupuestos, declinaron participar en este ciclo electoral).
 
En ningún lugar se apreció con mayor claridad el daño sufrido por la marca republicana que en las elecciones al Senado. El horizonte parecía inmensamente favorable a los republicanos. De 33 escaños en disputa, 23 eran demócratas y sólo 10 republicanos.
 
Si analizamos los Estados en los que se celebraron elecciones, hay que matizar ligeramente ese primer dato:
 
- De los 23 escaños demócratas, 5 estaban localizados en Estados que Obama había perdido en 2008 (se trataba, pues, de escaños en territorio profundamente republicano), y además, dos de esos cinco eran lo que se llama "escaños abiertos" (es decir, el demócrata saliente se había retirado y no optaba por la reelección). Además, había otros tres escaños en Estados ganados por Bush en 2004, en tres Estados característicamente disputados (Ohio, Florida y Virginia), uno de ellos también "escaño abierto". Por último, en varios Estados tradicionalmente demócratas los republicanos habían conseguido buenos candidatos moderados: excongresistas (Nuevo México) exgobernadores (Hawaii, Wisconsin) o multimillonarios con dinero para gastarlo en su propia campaña (Connecticut, Pennsylvania).
 
En el mapa marco en rojo los escaños que no se presumían competitivos, en azul los escaños en los que los republicanos deberían haber ganado en circunstancias normales, y en verde los escaños en territorios disputados o en los que había candidatos moderados, y que los republicanos podrían haber ganado:
 
Generated Map
 
En suma, los republicanos tenían un escenario en el que teóricamente podían ganar entre 5 y 13 escaños (para ser justos, más cerca de los 5 que de los 13, pero 5 escaños más les daba ya el control de la Cámara si los demócratas no ganaban más que un escaño por su lado).
 
- De los 10 escaños republicanos, 4 estaban localizados en Estados que McCain había perdido en 2008, y dos de ellos eran escaños "abiertos" (aunque en uno de los casos no se debía a que el Senador republicano se hubiera retirado, sino a que lo habían derrotado en las primarias. Pero para compensar este hecho, dicho escaño se encontraba en Indiana, donde Obama, aunque ganó por la mínima en 2008, fue derrotado con claridad en 2012 por Romney). Además, había un buen candidato demócrata en Arizona, un Estado tradicionalmente republicano (un exSecretario de Estado de Sanidad republicano bajo la Administración Bush que se había pasado a los demócratas).
 
En el mapa marco en azul los escaños que no se presumían competitivos, en rojo los escaños en territorio demócrata en 2008 (con el matiz ya dicho respecto de Indiana), y en verde los escaños en territorios disputados o en los que había candidatos moderados en los que el candidato demócrata podía ganar.
 
Generated Map
 
Los demócratas tenían un escenario, pues, en el que podían obtener teóricamente entre 3 y 5 escaños (más cerca de los 3 que de los 5).
 
En suma, los demócratas se movían en una horquilla de entre 40 (-13) y 58 (+5), y los republicanos en una horquilla de entre 42 (-5) y 58 (+13).
 
Dado que el resultado final ha sido 55 demócratas (+2) y 45 republicanos (-2), es evidente que algo ha ido muy mal para los republicanos, que consiguieron un escaño pero perdieron tres.
 
Partamos de dos premisas:
 
1) La victoria de Obama ha llevado consigo al desastre a casi todos los candidatos republicanos: en aquellos Estados en los que Obama ganó las elecciones, el candidato republicano perdió, con una sola excepción, Nevada, que luego comentaremos.
 
Para ser justos, hubo varios candidatos que lo hicieron bastante mejor que Romney en sus Estados (Hawaii, Massachusetts y en menor medida Nuevo México y Connecticut), aunque aún así perdieron, pero también hubo varios candidatos en Estados teóricamente competitivos que lo hicieron bastante peor que Romney (Florida y Ohio, por ejemplo, que eran dos premios gordos).
 
2) A la inversa, la victoria de Romney no tuvo el mismo efecto de arrastre: los candidatos republicanos a escaños demócratas en el Senado en Estados en los que Romney obtuvo la victoria fueron todos ellos derrotados, también con una sola excepción, Nebraska, que ahora comentaremos.
 
El mapa final quedó así:
 
- En rojo oscuro, escaños en Estados demócratas, en los que el candidato demócrata ganó por 5 puntos o más, sin excepción (es decir, que no fueron escaños tremendamente competitivos).
 
- En azul oscuro, escaños en Estados republicanos en los que el candidato republicano ganó por 5 puntos o más (en Arizona la ventaja fue de 4,8 puntos, pero a los efectos que nos interesan ya nos vale).
 
- En rosa, escaños que los demócratas le arrebataron a los republicanos (Maine, Massachusetts e Indiana).
 
- En azul claro, el Estado en que los republicanos obtuvieron un escaño demócrata (Nebraska).
 
- Y los más interesantes: en verde claro, escaños demócratas en Estados republicanos (en algunos casos MUY republicanos) en los que los demócratas consiguieron mantener el escaño (Montana, Dakota del Norte, Missouri y Virginia Occidental). Y en verde oscuro, el escaño republicano en un Estado demócrata en el que los republicanos también consiguieron mantener el escaño (Nevada):
 
Generated Map
 
Repasemos brevemente lo que ocurrió en los Estados que hemos señalado antes:
 
En cuanto a las victorias demócratas:
 
1) Maine: Olympia Snowe, una de las últimas republicanas moderadas, se retiró a principios de este año, de manera sorprendente (no es una anciana ni mucho menos, y es muy popular en su Estado), dejando completamente en fuera de juego a su Partido. Fue reemplazada el día de las elecciones por Angus King, exgobernador independiente del Estado que se sentará como independiente también en el Senado, aunque como miembro del caucus demócrata (los demócratas, aunque tenían su propia candidata, no le dieron el más mínimo apoyo e incluso atacaron al candidato republicano para favorecer a King).
 
2) Massachusetts: Scott Brown era un republicano muy moderado para los estándares actuales del Partido, pero no lo suficiente para la liberal Massachusetts, y más en un año de elecciones presidenciales (Obama ganó el Estado con casi el 61% de los votos). Aunque popular y atractivo, el sesgo demócrata de Massachusetts en unas presidenciales fue tan acusado que Brown no pudo hacerle frente. La ganadora fue Elizabeth Warren, una economista muy liberal de la que los demócratas esperan grandes cosas en los próximos años.
 
Hasta aquí los Estados que normalmente deberían haber votado, y así lo hicieron, por Senadores demócratas.
 
3) Indiana: lo anómalo es lo que ocurrió aquí: Dick Lugar era el Senador republicano por Indiana desde 1976, uno de los estadistas norteamericanos más respetados. Como ya tuve ocasión de escribir al analizar el panorama del Senado antes de las elecciones, Lugar era un conservador (no un moderado), pero un conservador de la vieja escuela, es decir, dispuesto a poner a su país por encima de su partido (lo que no quiere decir abdicar de sus creencias; votó contra el Obamacare, por ejemplo).
 
El Tea Party, sin embargo, no entiende otra política cuando hay un presidente demócrata en el poder que la de la tierra quemada. Buscaron un candidato mucho más conservador que Lugar, le financiaron, y utilizaron las primarias como instrumento para derrocarle. Richard Mourdock, el secretario de Estado de Indiana, fue elegido candidato republicano. Su filosofía política, como ya dije en su día, quedó retratada al ofrecer esta exquisita definición del bipartidismo a las pocas horas de su victoria en las primarias: "I certainly think bipartisanship ought to consist of Democrats coming to the Republican point of view" (es decir, que el bipartidismo significa que a mí me den la razón).
 
Pese a todo, el sesgo prorepublicano de Indiana es tan acusado (aunque Obama ganó allí en 2008, en esta ocasión no llegó ni al 44% de los votos) que Mourdock, en circunstancias normales, hubiera debido ganar (el candidato demócrata, Joe Donnelly, un congresista saliente, era, siendo justos, lo mejor de lo que disponían los demócratas).
 
Sin embargo, Mourdock decidió suicidarse políticamente (¡en el debate contra su oponente!, dos semanas antes de las elecciones) al responder así cuando le preguntaron acerca de su posición en torno al aborto en supuestos de violación:
 
"I struggled with it myself for a long time, but I came to realize life is that gift from God. And I think even when life begins in that horrible situation of rape, that it is something that God intended to happen."

Las encuestas, que hasta entonces se mostraban muy ajustadas pero con una ligerísima ventaja para Mourdock, dieron un vuelco, y Mourdock acabó perdiendo por más de cinco puntos, con bastantes votantes republicanos eligiendo apoyar al candidato libertario, que obtuvo más del 5% de los votos, un resultado sorprendentemente alto y que solo puede tener esa explicación.
 
En cuanto a la victoria republicana, fue la única que las encuestas auguraban claramente:
 
1) Nebraska: Ben Nelson, demócrata conservador, perdió un crédito enorme al votar a favor del Obamacare y decidió retirarse antes de ser derrotado. Los demócratas consiguieron al mejor candidato posible, Bob Kerrey, exgobernador y exsenador por Nebraska, pero hoy en día Nebraska, que no dio a Obama más de un 42% en 2008, es un Estado casi totalmente republicano. Los republicanos, en una primaria a tres bandas, además, escogieron como candidata a una mujer razonablemente moderada (aunque Sarah Palin la apoyó), Deb Fischer, lo que hizo imposible incluso para Kerrey conservar el escaño, que se perdió por más de 16 puntos.

Pero lo anormal fue el hecho de que en 4 Estados en los que Romney ganó con entre casi el 54 y el 62% de los votos, los candidatos demócratas al Senado consiguieron salvarse. ¿Qué ocurrió allí?
 
1) Virginia Occidental: aunque Romney ganó con el 62% de los votos, quizá ésta fue la derrota republicana más "explicable": con un mal candidato republicano (que había competido ya en seis ocasiones distintas, siendo derrotado en todas ellas) y el mejor candidato demócrata posible (Joe Manchin, exgobernador del Estado, demócrata conservador, amigo de las armas, notablemente popular), no era inusitado que los demócratas ganaran (aunque el margen fue notable: 60% de los votos para Manchin, mientras que Obama no llegó al 37% en el Estado).

2) Dakota del Norte: el sorpresón de la noche. Todos sabíamos que la candidata demócrata, Heidi Heitkamp, era excelente, pero nadie (incluyendo a su seguro servidor) pensaba que fuera a ganar el escaño del Senado la misma noche en que Romney obtenía más del 58% de los votos en esa misma circunscripción. El candidato republicano, Rick Berg, el congresista del Estado, no era muy bueno, pero resulta casi increíble que obtuviera 30.000 votos menos que Romney. Estas son exactamente las cosas por las que uno ama la democracia americana: que los votantes de Dakota del Norte tengan la sutileza de votar a un candidato republicano a la Presidencia y, para equilibrar, a una Senadora demócrata. Eso es ser un votante sofisticado (y ser una gran candidata).

3) Montana: otra sorpresa notable: Jon Tester, el Senador demócrata, fue elegido por los pelos en 2006 en un año muy bueno para los demócratas. Es un (muy) buen candidato (es granjero y muy moderado) pero Montana es un Estado que en 50 años sólo ha votado demócrata en unas presidenciales en 1992 (porque Ross Perot dividió parte del voto republicano). Por si fuera poco, el candidato republicano, Denny Rehberg, era congresista del Estado desde 1996, y razonablemente popular en el Estado. Tester, pese a todo, consiguió ganar, haciendo algo muy astuto: pagó spots publicitarios a favor del candidato libertario, con la esperanza de desviar votos republicanos hacia el mismo (Montana es un Estado republicano pero con ciertas simpatías libertarias). Una obra maestra: Tester no llegó siquiera al 48,5% de los votos, pero como el libertario obtuvo un espectacular (para un libertario) 6,54%, dividió el voto de sus adversarios y ganó. Divide et impera.

4) Missouri: otro escaño fácil que los republicanos echaron a perder al nominar a otro "filósofo de la violación". Romney ganó el Estado con comodidad (casi el 54%), y además la Senadora demócrata, Claire McCaskill, era notablemente impopular. Pero el Tea Party apoyó en las primarias a un congresista muy extremista, Todd Akin (McCaskill llegó a pagar anuncios indicando que era el más conservador de los candidatos republicanos, con la obvia intención de conseguir que fuera su rival). Pues bien, lo consiguió, pero inicialmente todas las encuestas indicaban que Akin iba a ganar. Y entonces, el 20 de agosto, Akin dijo esto. Una posición tan absolutamente ignorante (en un miembro del Comité de Ciencias de la Cámara de Representantes, nada menos) le descalificó ante los votantes indecisos (Romney tuvo que salir inmediatamente a decir que desaprobaba por completo los comentarios de Akin). Los republicanos intentaron que Akin abandonara la contienda, pero Akin se negó. McCaskill le machacó con anuncios televisivos protagonizados por víctimas de violaciones. El Tea Party, una vez más, resultó ser el mejor amigo del Partido Demócrata.

El único fracaso demócrata de la noche se produjo en Nevada, por los mismos motivos que hemos expresado en los casos anteriores, pero a la inversa: malos candidatos.

1) Nevada: Dean Heller es un congresista que fue elegido Senador por el gobernador de Nevada cuando su predecesor tuvo que dimitir por un escándalo sexual y económico (se acostó con la esposa de su mejor amigo y luego les prometió dinero a ambos para acallarlos). Heller es un buen candidato (se ha moderado mucho desde que lo han nombrado Senador). Tuvo además la buena fortuna de que su rival demócrata, otra congresista, Shelley Berkley, tuviera un escándalo económico entre manos (favoreció a la empresa de su marido mediante la aprobación de distintas leyes).
 
Obama ganó Nevada con cierta comodidad (algo más del 52% de los votos), pero Heller consiguió ganar sin llegar siquiera al 46% de los votos aprovechándose de una curiosísima peculiaridad de la papeleta de Nevada: ésta permite votar a "Ninguno de estos candidatos" (un voto protesta, en suma). Dicho voto fue del 4,5% en las elecciones al Senado (cuatro puntos más que en las presidenciales) y hay que presumir que muchos de estos votantes eran demócratas asqueados por la corrupción de la candidata demócrata y que votaron por Obama y por "Ninguno de los candidatos" al Senado (algunos también debieron votar por el candidato del partido de extrema derecha, pero sospecho que no hubo muchos demócratas que hicieran eso). Heller batió a Berkley por poco más de un punto. Suficiente para continuar siendo Senador.

Pese a todo, el juicio global que merecen los resultados es de notable fiasco para los republicanos, que partían con fuertes expectativas de mejorar sus resultados y acabar con (o al menos cercenar) la mayoría demócrata. Lejos de conseguirlo, durante al menos los dos próximos años los demócratas contarán con 55 escaños en el Senado, que les serán muy útiles para las próximas batallas que en cuanto a nombramientos (tanto para el Gobierno, donde en las próximas semanas habrá cambios, como para el Poder Judicial) se avecinan, y de las que ya iremos hablando.

martes, 20 de noviembre de 2012

¿Era Romney el mejor candidato republicano posible?

A la vista de la calidad de sus oponentes, la respuesta no puede ser otra que sí.

En primer lugar, hay que tener en cuenta que el número de candidatos republicanos a la presidencia en 2012 se había visto enormemente limitado debido a las graves pérdidas que padecieron los conservadores en las elecciones a gobernador de 2006 y en las elecciones al Senado de 2006 y 2008 (en particular, los dos ciclos en el Senado dañaron las perspectivas presidenciales de varios republicanos, como el derrotado George Allen en Virginia).

Santorum, por ejemplo, también era un Senador que había sufrido una derrota aplastante en su campaña de reelección en Pennsylvania en 2006. Gingrich era un Portavoz de la Cámara de Representantes fracasado que llevaba 14 años sin concurrir a unas elecciones. Herman Cain y Michelle Bachmann eran sendos chistes.

Rick Perry, sobre el papel, en cambio, debía haber derrotado a Romney: gobernador de Texas durante 11 años, más conservador que Romney, fue sin embargo triturado en las primarias debido a su evidente falta de preparación y, curiosamente, debido a la única posición en la que era moderado: su postura relativamente blanda con los inmigrantes (lógica, por otra parte, en un Estado que cada año es más hispano y menos blanco).

Especular con qué hubiera ocurrido si otro candidato se hubiera cruzado en su camino es absurdo, por dos motivos: en primer lugar, porqué no ocurrió, y en segundo lugar, porque si no ocurrió precisamente fue porque gente como Mike Huckabee, Chris Christie, Jeb Bush o Mitch Daniels, los nombres de todos los cuales "sonaron" durante el año 2011, renunciaron a presentarse porque intuían que no iba a ser un buen ciclo electoral para el GOP, y porque, al final del día, es muy difícil derrotar a un presidente en ejercicio. Tim Pawlenty, por su parte, no llegó siquiera a las primeras primarias.

Elucubrar, por último, qué hubiera pasado si un candidato más "moderado" hubiera ganado las primarias también es absurdo, porque Romney, en su condición de exgobernador de un Estado tan liberal como Massachusetts entre 2003 y 2007, era lo más centrado que el electorado republicano estaba dispuesto a aceptar. Jon Huntsman intentó atacarle desde el centro y fracasó ignominiosamente en su intento.

Lo cierto es que el candidato fue Romney. En retrospectiva, es evidente que la campaña demócrata fue superior en todos los frentes a la demócrata, y que salvo el grave resbalón del primer debate, Obama superó a Romney en los otros dos debates y en la efectividad de su operación de captación del voto, sus anuncios electorales, su uso eficiente del dinero, etc.

Obama definió a Romney como un plutócrata desalmado antes del verano, Romney se hizo daño a sí mismo con el famoso vídeo del 47% y con la elección de Paul Ryan, que es la cristalización hecha persona de esos comentarios, de la voluntad del ala dura económica del Partido Republicano de recortar impuestos a los ricos y de desmantelar el ya de por sí limitado Estado del bienestar norteamericano.

Pero el problema de fondo no era Romney; el problema de fondo es que la "marca" republicana, por así decirlo, está dañada desde el final de la presidencia Bush y que la respuesta al fracaso que supuso esa Presidencia no ha sido un cuestionamiento de qué se hizo mal por parte de los conservadores, sino un recrudecimiento de las posiciones más extremas del partido, como lo demuestra el advenimiento del Tea Party. La abrumadora victoria en las elecciones de medio mandato de 2010 fue considerada una vindicación de ese giro a la derecha, y cercenó la posibilidad de abrir un periodo de reflexión serio entre los republicanos respecto a la Presidencia Bush, que fue enterrada debajo de una alfombra y olvidada (véase que ninguno de los dos Bushes apareció siquiera en la Convención de Tampa).

El problema de fondo persistía y persiste, sin embargo: las políticas republicanas son rechazadas por una mayoría de los norteamericanos, incluso en un contexto económico tirando a mediocre como el que afrontaba Obama. Las subidas de impuestos a los ricos, que los republicanos combaten ferozmente, son apoyadas por más del 60% de los norteamericanos, incluido más de un tercio de los republicanos. Los recortes a los programas sociales, en particular la Seguridad Social y el Medicare, que son el deseo de Paul Ryan conforme viene expresado en sus proyectos de Presupuestos Generales, son rechazados por casi dos tercios de los ciudadanos, incluidos más de la mitad de los republicanos.

En suma: el programa político republicano es impopular (y no hemos entrado siquiera a valorar la plataforma del partido en el campo del aborto, que pretende prohibirlo en todos los supuestos excepto peligro de la vida de la madre, sin exclusiones para el aborto, el incesto, las malformaciones, etc).

Con esta perspectiva, el resultado de Romney, que en estos momentos está en torno al 47,6% de los votos, resulta, en mi opinión, más que digno.

Y lo cierto es que tenemos una base de cálculo comparativa que nos permite afirmar que, en líneas generales, Romney compitió mejor que los republicanos en general: el mismo día de las elecciones presidenciales se celebraron elecciones al Senado en 33 Estados. Pues bien, como se puede comprobar en la tabla siguiente, Romney obtuvo mejores resultados que el candidato republicano al Senado en 24 de los 33 casos.

En rojo he marcado aquellos candidatos que, desde mi opinión puramente personal, podían ser considerados tan o más conservadores que Romney en escaños competitivos, mientras que en amarillo he marcado aquellos candidatos más moderados que Romney, también en escaños competitivos. Romney, en líneas generales, lo ha hecho mejor que todos los candidatos conservadores al Senado que estaban enredados en campañas competitivas, en algunos casos con grandes diferencias (Missouri, Montana, Indiana o Dakota del Norte, Estados todos ellos en los que Romney ganó sin problemas y en los que los candidatos republicanos al Senado fracasaron).

Estado
% Romney
% (R. Sen)
Diferencia
62,35
37
25,35
53,88
39,2
14,68
44,96
30,57
14,39
39,98
28,96
11,02
55,37
44,98
10,39
40,86
30,67
10,19
36,46
26,54
9,92
54,33
44,55
9,78
35,98
26,56
9,42
58,32
49,31
9,01
72,75
65,21
7,54
49,14
42,31
6,83
44,69
37,98
6,71
30,97
25,59
5,38
53,95
50,18
3,77
48,29
45,05
3,24
60,43
58,17
2,26
46,87
44,64
2,23
41,69
40,36
1,33
41,05
39,93
1,12
57,2
56,63
0,57
35,26
34,99
0,27
46,09
45,91
0,18
47,35
47,33
0,02
45,73
45,91
-0,18
38,09
38,61
-0,52
55,59
57,34
-1,75
42,98
45,38
-2,4
40,61
43,06
-2,45
59,48
64,93
-5,45
68,64
75,69
-7,05
37,64
46,34
-8,7
27,84
37,4
-9,56

En cambio, Romney lo hizo peor que la mayoría de los candidatos republicanos más moderados (y curiosamente en algunos Estados sureños: ¿algunos evangélicos que no quisieron votar al mormón?). Pero en líneas generales, Romney lo hizo mejor que la "marca" republicana, y no solo en Estados conservadores, sino también en Estados demócratas como Nueva York, Vermont o Delaware.

El resultado de los candidatos moderados al Senado conduce a una reflexión inevitable: si Romney hubiera girado más hacia al centro durante la campaña, ¿podría haber ganado? Los candidatos republicanos más moderados lo hicieron mejor que él (aunque lo cierto es que todos ellos fueron derrotados). Pero siempre acabamos en el mismo punto: un Partido Republicano que eligiera a un candidato presidencial moderado se expondría a un tercer candidato a su derecha, y, por lo demás, no sería el Partido Republicano con el que hoy en día vivimos: un partido blanco casi al 90%, envejecido, contrario a la reforma migratoria, al matrimonio gay, y con políticas que, simplemente, no son seductoras para la clase media.

Y si mis lectores conservadores creen que esto son simplemente los delirios de un obamista recalcitrante, cedo la palabra a dos portavoces que no son sospechosos de liberalismo en el sentido norteamericano del término: Ramesh Ponnuru, en la National Review, la revista de más solera entre los conservadores norteamericanos, y Josh Barro, en Bloomberg, cuya simpatía por Obama es muuuuuuuuuuuuuuuuuucho más limitada que la mía.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Obama II: anatomía de una victoria trabajada

Quedan unos 6-7 millones de votos por contar (es sorprendente lo que tarda Estados Unidos en computar sus resultados electorales, especialmente en la Costa Oeste), pero los contornos generales de las elecciones presidenciales de este año están bastante claros.

Lo primero, los resultados escuetos (ya digo, provisionales), advirtiendo de que, como cada cuatro años, todo lo que viene a continuación, salvo el análisis, está extraído de la magnífica página web de Dave Leip http://uselectionatlas.org/

Presidential
Candidate
Political
Party
Popular Vote
Electoral Vote
Barack H. Obama
Democratic
61,719,109
50.51%
332
61.7%
Willard Mitt Romney
Republican
58,498,425
47.87%
206
38.3%
Gary Johnson
Libertarian
1,190,219
0.97%
0
0.0%
Jill Stein
Green
422,307
0.35%
0
0.0%
Other (+)
-
366,812
0.30%
0
0.0%

Los que saben de estas cosas vienen escribiendo que el margen de Obama se irá incrementando ligeramente en los próximos días, pero en apenas dos o tres décimas más, mientras que el margen de Romney se irá reduciendo igualmente, por lo que finalmente Obama derrotará al candidato republicano por un margen en el voto popular de unos tres puntos. 

Eso nos conduce a dos conclusiones importantes:

a) Obama es al mismo tiempo el primer presidente en casi 70 años que es reelegido con menos margen en el voto popular (el último fue Roosevelt, en su tercera reelección en 1944), pero también es uno de los pocos presidentes que ha obtenido más del 50% de los votos en las dos ocasiones en que se ha presentado a la reelección. En cualquier caso, es evidente que Obama ha perdido unos tres o cuatro millones de votos  (en torno al 2% en porcentaje) respecto de los 69,5 millones que obtuvo hace cuatro años.

b) A la inversa, voces conservadoras llevan ya tres días clamando que Romney ha obtenido menos votos  que McCain hace cuatro años. Eso, como se verá cuando se certifiquen los resultados finales, es absolutamente falso. Cuando acabe el recuento, Romney habrá obtenido 1-2 millones más de votos que McCain (y un correlativo 2% más que éste). No los suficientes para ganar, pero habrá mejorado algo las posiciones republicanas de hace cuatro años.

Éste es el mapa electoral de 2012:



Mientras que éste fue el mapa electoral hace cuatro años:

Generated Map
Podemos observar en el siguiente mapa cuáles son los Estados que han pasado del Partido Demócrata al Republicano entre 2008 y 2012:

Generated Map

El cuadradito verde en el centro del mapa es uno de los votos electorales de Nebraska. Este Estado (al igual que Maine) no otorga sus 5 votos al ganador, como los demás, sino del siguiente modo:

- 2 votos para el ganador del Estado.
- 1 votos para el ganador de las presidenciales en el territorio de los Distritos del Congreso 1º, 2º, y 3º (Nebraska tiene tres congresistas).

Romney ha conseguido recuperar para los republicanos el voto electoral del 2º distrito de Nebraska (en torno a Omaha, la ciudad más grande del Estado), un Estado globalmente muy conservador, los votos electorales de Indiana (un Estado tradicionalmente republicano, que había votado por el GOP sin interrupción en las presidenciales entre 1968 y 2004 hasta la sorprendente victoria de Obama en 2008) y Carolina del Norte (en el que el voto negro no ha sido suficiente esta vez para contrarrestar las fuertes tendencias republicanas de un Estado que había votado por el GOP entre 1980 y 2004).

Pero es cierto que Romney ha fracasado en la gran mayoría de los denominados "swing states" (Estados en disputa):

Generated Map

Aunque el concepto "fracaso" es más o menos justo dependiendo de cómo lo enfoquemos: visto en retrospectiva, Wisconsin, pese a tener a Paul Ryan en el ticket electoral, era una apuesta muy complicada para el equipo Romney (Wisconsin no vota republicano en las presidenciales desde 1984) y probablemente hubiera sido más inteligente apostar por Pennsylvania (que ha votado casi un punto menos que Wisconsin a favor de Obama). New Hampshire, lenta pero inexorablemente, se está escorando hacia los demócratas (ya fue el único Estado que se pasó de Bush a Kerry en 2004). Nevada, con su inmenso voto hispano, ha girado todavía más bruscamente hacia los demócratas, y es posible que en cuatro años ni siquiera sea ya un "swing state". Tres cuartas partes de lo mismo se puede decir de Colorado, aunque el porcentaje de hispanos allí sea algo inferior.

En Virginia el fenómeno de "democratización" del Estado (en el sentido de que cada vez votan más por los demócratas) se debe a la combinación del fuerte incremento del voto negro y el hecho de que cada vez más personas que trabajan en la capital del país viven al otro lado del Potomac, en Virginia. Lo primero es un fenómeno que no sabemos si perdurará una vez Obama no sea candidato presidencial, pero lo segundo es un fenómeno que no tiene visos de moderarse.

Pero lo más sorprendente es lo que ha ocurrido, por orden, en Iowa, Ohio y Florida: en Iowa, Obama contaba con un cierto colchón (al fin y al cabo, batió a McCain hace cuatro años con casi el 54% de los votos). Pero en un Estado en el que más del 91% de los votantes son blancos, resulta fascinante como el Presidente ha conseguido perder apenas los dos puntos que de media ha perdido en todo el país, aunque es cierto que entre Obama y los demócratas del Estado existen una conexión sentimental muy fuerte (fue su victoria en el caucus de 2008 lo que marcó el lanzamiento al estrellato de Obama).

Todavía más espectacular es lo acaecido en Ohio y Florida. En ambos Estados Obama ha perdido un solo punto respecto de su resultado de 2008 (resultado que, además, estaba bastante por debajo de su media nacional de voto). Ni Ohio, con su mayoría abrumadora de trabajadores blancos de clase media-baja, ni Florida, con sus sureños racistas en el norte del Estado y su comunidad cubano-americana anticastrista y prorepublicana en el sur del Estado, parecían el terreno más fructífero posible. Pero la campaña de Obama ha ejecutado su estrategia con suma brillantez: al pintar a Romney desde la primavera como un plutócrata desalmado (y para ser justos con el Presidente, al salvar a la industrial del automóvil en 2009), Obama ha encontrado a unos votantes blancos en Ohio mucho más receptivos que en otros Estados similares donde su retroceso ha sido superior (Pennsylvania, por ejemplo). Muchos votantes tradicionales demócratas blancos han votado por el Presidente que consideran que ha salvado su puesto de trabajo que por el capitalista rapaz que destruía empresas y enviaba los puestos de trabajo a China (exagero, pero la batalla se ha librado en esos términos).

En Florida, en cambio, el fenómeno ha sido distinto: el Estado ha votado ligeramente más a Romney de lo que lo hizo a McCain, pero con una excepción destacadísima: Miami y su área metropolitana, en la que  han ocurrido dos cosas distintas, a cual más ominosa para los republicanos: en primer lugar, un incremento en la porción puertoriqueña del voto hispano (más demócrata que el voto cubanoamericano) y en segundo lugar, algo espeluznante: por primera vez en décadas más cubanoamericanos de Florida han votado por el candidato demócrata que por el republicano (48 a 47). Esto es reflejo, por una parte, del hecho de que los votantes más jóvenes no tienen ya únicamente a Fidel Castro en la cabeza, al contrario que sus mayores, y también refleja, para qué negarlo, la espectacular inadecuación del candidato republicano, que abogó durante los debates de las primarias republicanas por la "autodeportación" de los inmigrantes ilegales hispanos (incluidos los menores) una posición que le sirvió para derrotar al gobernador republicano de Texas, Rick Perry, pero que le ha costado aproximadamente dos de los tres puntos con los que Obama le ha derrotado ahora a nivel nacional.

Los mejores Estados de Obama han sido, al igual que en 2008, el Distrito de Columbia (91,12%, con una población negra del 60% y una población blanca liberal y partidaria del Gobierno- básicamente, porque todos son funcionarios en Washington), Hawaii (70,54%, el Estado natal de Obama, que nació en Honolulu) y Vermont (66,75%, el único Estado que ha enviado al Senado a un socialista -Bernie Sanders-). Los peores, de manera nada sorprendente, han sido exactamente los tres Estado del denominado "triángulo mormón": Idaho (32,64%), Wyoming (27,80%, Obama ha perdido casi cinco puntos en lugar de los dos que ha perdido a nivel nacional) y por supuesto, Utah (24,85%, el Estado fundacional de los mormones, que lógicamente ha virado de manera contundente hacia el primer candidato mormón de la historia, y donde Obama ha perdido unos 7,5 puntos respecto al 2008).

Las áreas de debilidad de los demócratas continúan siendo los estados del Sur (especialmente los interiores) y las grandes planicies al oeste del Mississippi, como se puede ver en este mapa:

Pary Map

Obama ha mantenido unos excelentes resultados en los bastiones demócratas tradicionales: Nueva Inglaterra (simplemente buenos en New Hampshire), el eje Nueva York- Philadelphia -Washington (aunque los resultados de Pennsylvania a medio plazo podrían resultar preocupantes), buenos en todos los Estados del Medio Oeste (salvo Missouri e Indiana, en los que ha bajado casi 5 y 6 puntos, respectivamente, mucho más que la media nacional), excelentes en la Costa Oeste e irregulares en el Suroeste, donde aunque ha mantenido Colorado y Nuevo Mexico, ha bajado cuatro puntos en esta última y ha retrocedido en Arizona y Texas pese a la influencia del voto hispano en ambas).

En los territorios republicanos tradicionales, Obama ha bajado, pero de manera muy dispar: muy acusada en el Oeste, especialmente en Montana y Dakota del Norte, y mucho menos en el Sur (quizá porque el voto negro se ha incrementado todavía más de lo que lo hizo en 2008, frenando allí el descenso), con una excepción: las comarcas mineras de Virginia Occidental y Kentucky, en las que Obama se ha hundido (Romney ha hablado mucho durante la campaña de la "guerra" de la Administración contra el carbón).

Y pese a que globalmente Obama ha retrocedido dos puntos en el voto popular, ninguna elección norteamericana sería tal sin que hubiera Estados que llevaran la contraria a los demás y votarán por Obama (en este caso)  más de lo que lo hicieron cuatro años atrás. Pues bien: hay cuatro: Alaska (ese tiene fácil explicación: hace cuatro años había una candidata republicana a la vicepresidencia de ese Estado), Mississipi, Louisiana y Nueva Jersey (¿qué tienen estos tres escaños en común? La respuesta hasta hace una semana era nada. Hoy es mucho más clara: los huracanes que impactan en sus costas. Éste y no otro ha sido el efecto Sandy: un recordatorio a los habitantes de estos tres Estados de la utilidad del Gobierno para afrontar las catástrofes naturales -y la inutilidad del sector privado en estas circunstancias- Por supuesto, Luisiana y Mississipi son estados tan republicanos que han seguido votando a Romney de manera abrumadora, pero resulta llamativo que en un contexto general de retroceso de dos puntos en contra de Obama, hayan votado un punto más por él de lo que lo hicieron hace cuatro años. Esta tesis se ve reafirmada de manera especialmente acusada cuando comprobamos no solo que en Luisiana la mejora de Obama se concentra en Nueva Orleans y su área metropolitana, sino que en la ciudad de Nueva York también se ha incrementado el voto para Obama respecto a hace cuatro años en las áreas más afectadas por el huracán, hasta el punto de que Staten Island, que hace cuatro años votó por McCain, ahora lo ha hecho por Obama.

En los próximos días analizaremos con más detalle los restantes resultados en el Senado y en el Congreso, y también las campañas de los dos candidatos.