domingo, 31 de octubre de 2010

¿Volverán a vivir los republicanos otra noche gloriosa como en 1994? (I) Congreso


Decíamos ayer que íbamos a efectuar un análisis de las tres elecciones más destacadas que se celebran este martes: Congreso, Senado y Gobernadores. Empezamos por el Congreso (o Cámara de Representantes, para hablar con mayor propiedad).

Las posiciones de partida son las siguientes:

1) Tras dos elecciones consecutivas en las que el Partido Republicano, lastrado por la impopularidad de la guerra de Irak (2006) y por la grave crisis económica (2008) perdió más de 50 escaños, el número de congresistas es el siguiente:

- Demócratas: 256 (uno de sus escaños está vacante desde marzo, cuando el congresista del 29º de Nueva York dimitió por un escándalo sexual)

- Republicanos: 179 (una vacante; su congresista del 3º de Indiana dimitió en mayo, también por un escándalo sexual)

Por lo tanto, ya de antemano nos hallaríamos ante una elección difícil para los demócratas, que tienen que defender muchísimos más escaños que los republicanos.

2) A eso hay que añadir el hecho de que, por la propia conformación de los distritos electorales (los distritos urbanos, demócratas, son más compactos, y los distritos rurales, más amplios, suelen acoger a republicanos), siempre suele haber más demócratas que republicanos en distritos "complicados". Prueba de ello, por ejemplo, es que tras las elecciones de 2008, y pese a que Obama ganó con bastante comodidad a McCain (53 a 45%) en el voto popular, pese a ello había 49 congresistas demócratas en distritos ganados por McCain, mientras que sólo había 34 republicanos en distritos ganados por Obama.

Charlie Cook desarrolló un sistema, el PVI ("Partisan Voting Index") que indica cuánto más republicano o demócrata es un distrito o un Estado que la media nacional. El artículo de Wikipedia que adjunto permite un análisis en detalle del sistema. A los efectos que nos interesa, destacaré que en la Cámara de Representantes hay 73 congresistas demócratas en distritos de sesgo republicano, y sólo 14 congresistas republicanos en distritos de sesgo demócrata. Eso, en un contexto de crisis económica y con un presidente demócrata en la Casa Blanca, es la mejor garantía para una masacre este martes.

3) En tercer lugar, los norteamericanos no votan en igual medida en las elecciones de la Cámara de Representantes todos los años: votan mucho más en años en los que éstas coinciden con las presidenciales. Véanse los datos de los últimos años (la "p" quiere decir que hubo presidenciales en ese año):

2008 (p): 123 millones
2006: 81 millones
2004 (p): 113 millones
2002: 75 millones
2000 (p): 99 millones

Esto podría parecer un dato irrelevante si el electorado se comportara "armónicamente" (es decir, si los votantes por edad o por raza votaran en idénticas proporciones independientemente de que hubiera presidenciales o no). Pero está más que estudiado que eso no ocurre así. El electorado de las "mid-terms" es mucho más blanco y de más edad que el electorado de un año de presidenciales.

Eso, por supuesto, favorece ampliamente las perspectivas de los republicanos, cuyos grupos de votantes más fuertes son precisamente los blancos mayores de 65 años, y daña enormemente las expectativas demócratas, que precisan de un número sustancial de negros, hispanos y jóvenes que simplemente no suelen votar en las mid-terms.

4) Por si ello fuera poco, los demócratas tienen un número muy elevado de congresistas elegidos en las dos últimas elecciones (31 en 2006, 26 en 2008, algunos en distritos muy conservadores). También está estudiado que cuantos más años pasa un congresista en su distrito, mejor atrincherado está. Los demócratas, sin embargo, tienen un gran número de congresistas "tiernos" ("freshmen", los llaman en Estados Unidos), lo que añade un plus de vulnerabilidad a su ya de por sí difícil situación.

5) A esto hay que añadir, por último, que el partido del Presidente casi siempre pierde escaños en las elecciones de medio mandato. Véase este gráfico, cortesía del genial Larry Sabato:


Como se puede ver, desde el final de la Segunda Guerra Mundial ha habido 16 elecciones de medio mandato. Pues bien, el partido en el Gobierno ha perdido escaños en la Cámara de Representantes en 14 de las 16 (curiosamente las dos excepciones son recientes: 1998, cuando los votantes reaccionaron contra las maniobras republicanas para echar a Clinton del cargo, y 2002, cuando los votantes se arremolinaron en torno al Partido Republicano tras los atentados del 11-S). Pero insisto, lo habitual es que el partido del Presidente pierda escaños. La cuestión es si se trata de una pérdida relativamente menor (Kennedy 1962, Nixon 1970, Reagan 1986, Bush 1990, p.ej), mediana (Truman 1950, Reagan 1982 o Bush 2006, p.ej) o de un tsunami (Truman 1946, Eisenhower 1958, Johnson 1966, Ford 1974 o Clinton 1994, p.ej.).

6) Pues bien, todas las encuestas indican que los demócratas se dirigen a un desastre electoral en la Cámara de Representantes similar, como mínimo, al de 1994 o 1946, y según como vaya la noche, potencialmente histórico (habría que remontarse a las elecciones de medio mandato de 1922 para encontrar un resultado peor: los republicanos perdieron 77 escaños en esa ocasión).

7) No voy a efectuar un análisis congresista a congresista porque no quiero torturar a mis pacientes lectores. Para quien tenga tiempo y ganas, me remito a este excelente artículo de Nate Silver, al que el New York Times, en una decisión verdaderamente astuta, ha fichado.

Sólo daré unas pocas pinceladas:

- Silver predice unas pérdidas de 53-54 congresistas para los demócratas (es decir, en niveles similares a los de 1994 o incluso algo peores)

Los restantes pronosticadores predicen pérdidas similares: Charlie Cook predice entre 48 y 60 escaños perdidos para los demócratas, Larry Sabato predice unos 55 escaños, Stuart Rothenberg predice entre 55 y 65 escaños.

- Dichas pérdidas se concentrarán en los 49 escaños ocupados por los "McCain Democrats", es decir, por demócratas que representan a distritos que votaron por McCain en 2008, y se extenderán a distritos "marginales" (es decir, distritos en los que Obama batió a McCain por poco en 2008), especialmente a aquellos en los que el congresista fue elegido en 2006 o 2008.

- La crisis económica, por supuesto, es el factor decisivo. Como admitió Robert Gibbs, el portavoz de la Casa Blanca hace unos días, "no es posible comunicar bien con un 9,5% de desempleo".

La gravedad y duración de la crisis provocará, salvo gran error de las encuestas, que no sólo congresistas demócratas novatos, sino también algunos establecidos, caigan este martes. El primero que me viene a la cabeza es John Spratt, demócrata de Carolina del Sur, que lleva representando a su distrito desde 1982, que sobrevivió al tsunami de 1994 y que no sobrevivirá, salvo milagro, a éste, porque su distrito es muy republicano y no le perdonará haber votado a favor de la reforma del seguro sanitario.

- Este punto nos conduce a nuestra última reflexión. Los demócratas de distritos conservadores que votaron a favor de la reforma del seguro sanitario lo pagarán caro, al igual que ocurrió con los demócratas que votaron a favor del presupuesto de Bill Clinton en 1993 y de la "Brady Bill" (la ley que limitaba la adquisición de armas). Véase cómo, en el gráfico que se acompaña, los demócratas que votaron por una o por ambas y que representaban a distritos que votaron por Bush padre en 1992 fueron masacrados en las urnas en 1994. Algo parecido ocurrirá el martes:

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sábado, 30 de octubre de 2010

Las primarias de 2010 y el exterminio de los republicanos moderados

A unos pocos días de las elecciones de medio mandato de 2010, vamos a publicar un artículo por día resumiendo las características más importantes del presente ciclo electoral.

El próximo martes se renuevan los 435 escaños de la Cámara de Representantes, 37 de los 100 escaños del Senado (normalmente habrían sido 34, pero hay elecciones especiales en Virginia Occidental, Nueva York y Delaware), y 37 de las 50 gobernadurías (normalmente habrían sido 36, pero hay elecciones especiales en Utah). Además, se renuevan la mayoría de los parlamentos estatales, lo cual tendrá consecuencias muy relevantes para el proceso de diseño de los distritos electorales de la Cámara de Representantes nacional (re-districting) que se producirá el año que viene.

Mañana empezaremos a analizar las perspectivas electorales en todos esos comicios (resumiendo: muy negras para los demócratas y muy buenas para los republicanos). Hoy vamos a comentar el proceso de primarias que se ha ido desarrollando entre marzo y octubre, y la que quizá ha sido su característica más interesante: el ascenso del Tea Party y su caza y captura de los escasos republicanos moderados que quedan en su caucus.

El Tea Party es esencialmente un movimiento surgido en los meses inmediatamente posteriores a la jura del cargo por parte de Obama, de mensaje populista, anti-Estado, anti-inmigración, con ribetes racistas (es abrumadoramente blanco y al menos uno de sus candidatos al Congreso por Ohio gusta de vestir indumentaria nazi en sus ratos libres).

El Tea Party, en realidad, no es más que el ala derecha del Partido Republicano, furibunda ante la elección de un presidente demócrata y negro, y contrariada ante lo que consideran la traición por parte de algunos políticos republicanos de los valores fundamentales del partido (conservadurismo social, mínima intervención estatal, etc).

(Aunque si se me permite el sarcasmo: es curioso que todas estas preocupaciones, especialmente las relativas al "socialismo" y a la intervención estatal, no surgieran durante la administración Bush, que es sin lugar a dudas una de las más intervencionistas de la historia, amén de una de las grandes incrementadoras del déficit público: guerra de Afganistán, guerra de Irak, expansión -a golpe de déficit- del Medicare, y finalmente, gran rescate del sector bancario).

El primer esfuerzo del Tea Party (que no es una organización excesivamente coordinada ni liderada, sino simplemente un cauce por el que discurren las tendencias más conservadoras del Partido Republicano) ha sido "purgar" a los republicanos de sus elementos más moderados.

Dicha intención ha sido especialmente visible en el Senado, aunque también en el Congreso se ha liquidado a algún congresista por no ser suficientemente ortodoxo. Los desafíos en las primarias organizados por el Tea Party pueden clasificarse en tres grupos:

a) Comprensibles: en esta categoría figura, por ejemplo, el hecho de que Bob Bennett, el Senador de Utah, perdiera su escaño esta primavera. No es ilógico que Bennett, el undécimo Senador más liberal de su partido en el Estado más conservador de Estados Unidos, fuera un objetivo evidente del ala derecha de su partido, que simplemente exige que Utah envíe Senadores firmemente conservadores.

También es comprensible, por ejemplo, que Bob Inglis, el congresista republicano del 4º distrito de Carolina del Sur, perdiera su escaño en las primarias de este año. Inglis, un conservador con ribetes moderados, estaba bastante más a la izquierda que sus votantes en uno de los distritos más conservadores del país.

b) Arriesgados: el Tea Party ha corrido riesgos más importantes en otros Estados. En Alaska, por ejemplo, un candidato amparado por Sarah Palin consiguió derrotar a Lisa Murkowski, la Senadora republicana desde 2002. La idea, en teoría, era similar a la de Bennett en Utah (Murkowski es la cuarta Senadora republicana más liberal en el séptimo Estado más conservador de Estados Unidos), pero la ejecución ha sido lamentable, al escoger a un candidato evidentemente inadecuado para tal fin, hasta el punto de que Murkowski, que decidió seguir como candidata "write-in" -es decir, no aparece en la papeleta y para votar por ella habrá que escribir su nombre en la misma- es probablemente favorita para ser reelegida, con el inconveniente que tendrá eso para los republicanos, porque Murkowski probablemente todavía girará más hacia el centro que hasta ahora -hay que pensar que si es reelegida, lo será con los votos de moderados e independientes, no de los republicanos conservadores.

También ha sido una maniobra arriesgada, aunque probablemente acabe saliéndole bien al Tea Party, designar a una chiflada para enfrentarse con Harry Reid, el líder de la mayoría demócrata en el Senado. Pero Reid es tan impopular que posiblemente cualquier republicano le hubiera ganado este año.

También fue arriesgado empujar a Arlen Specter al Partido Demócrata a principios de 2009 para sustituirlo por un candidato tan sumamente conservador como Pat Toomey, pero dado que Pennsylvania tuvo como Senador durante doce años a un republicano similar (Rick Santorum) en el cargo de Senador, no era inconcebible suponer que en un buen año como éste que se presenta para los republicanos, Toomey podía ganar (y de hecho, como veremos, ganará).

Y también fue una apuesta arriesgada hacer lo mismo con Charlie Crist, gobernador republicano moderado de Florida que quería ser Senador, pero al que el Tea Party bloqueó al impulsar la candidatura de Marco Rubio, una de las pocas estrellas hispanas republicanas.

Por último, una mención especial para Rand Paul, hijo del filo-libertario Ron Paul, y que conseguirá ser elegido al Senado por Kentucky este año. Veremos hasta qué punto sus ideas aislacionistas y paleoconservadoras encajan con un caucus republicano que no es precisamente aislacionista, sino más bien neocon.

c) Insensatos: el Tea Party, en cambio, en su afán por incluir candidatos conservadores 100% en todas las circunscripciones que pudiera, cometió el error fatal de apoyar a Christine O' Donnell, un auténtico chiste andante, en Delaware, frente a Mike Castle, exgobernador y excongresista durante muchísimos años, y prácticamente el único republicano que podía ganar en el Estado. Si en la noche electoral del martes, como es perfectamente posible, los republicanos ganan 9 escaños y se quedan a uno solo de controlar el Senado por culpa de esta estúpida decisión, el Tea Party tendrá mucho que explicar (lo mismo que Sarah Palin en su decisión de apoyar a Joe Miller en Alaska).

En todo caso, estos errores estratégicos sólo podrán empañar mínimamente la que, de todos modos, parece que será la mejor noche electoral para el Partido Republicano desde 1994.

P.D- Una nota para el Tea Party: algunos demócratas en distritos o Estados más bien demócratas serán derrotados este martes, así que, pese a todos sus esfuerzos, habrá republicanos moderados en el nuevo Congreso (por ejemplo, Mark Kirk, de Illinois, y quizá Kelly Ayotte, de New Hampshire, son los primeros que me vienen a la cabeza).