domingo, 25 de octubre de 2015

Hillary Clinton: la trituradora demócrata

La semana que se acaba ha dejado claro a los despistados lo que los observadores políticos más astutos llevaban diciendo desde hace meses: que Hillary Clinton iba a ganar las primarias demócratas, y que además iba a hacerlo con claridad.


Los datos son sencillamente incontestables:

1) Hillary tiene de lejos el mayor número de apoyos dentro del Partido Demócrata. Véase la tabla de apoyos explícitos que contabiliza diariamente Fivethirtyeight, el blog de Nate Silver. A día de hoy:

- Hillary tiene 373 "puntos" de apoyo (Silver atribuye 10 puntos por gobernador, 5 por senador y 1 por congresista), lo que supone que su candidatura es apoyada por 10 de los 18 gobernadores demócratas, 31 de los 46 senadores, y 118 de los 188 congresistas. La inmensa mayoría del partido está con Hillary. Punto (y algunos de los que la apoyan o bien se están reservando para cuando las fechas estén más cerca de las primarias, o bien son congresistas o Senadores en territorio republicano a los que no les conviene que se vea que apoyan a Hillary).

- Los dos únicos rivales que le quedan a día de hoy, Bernie Sanders y Martin O' Malley, tienen el apoyo de 2 y 1 congresista, respectivamente.

Hillary es la candidata más dominante de la historia de las primarias demócratas: a 100 días de los caucuses de Iowa, ningún candidato (ni Al Gore en el 2000) tenía tantos apoyos.

2) Hillary es la candidata que más dinero ha recaudado (77,5 millones de dólares a día de hoy), muy por encima de su único rival Bernie Sanders (con unos muy respetables 41,5 millones de dólares) y a años luz de Martin O Malley (3,6 millones). A eso hay que añadirle 20,3 millones de dólares de los Comités de Acción Política (Super Pacs) que la apoyan (Bernie Sanders, en un gesto de desarme unilateral absurdo, no emplea Super Pacs). Hillary también es la candidata con más dinero en mano (33 millones) aunque Sanders está más cerca de ella en este punto (27,1 millones) porque Hillary está gastando más dinero que él (es de esperar que con más tino que en 2008, cuando se encontró sin dinero en mitad de la batalla contra Obama).

Los datos de recaudación están todos extraídos del New York Times.

3) Las encuestas, aunque no tienen mucho valor a tres meses de las primeras primarias, indican que Hillary Clinton domina en todos los Estados que votarán primero, salvo quizá en New Hampshire, estado contiguo a Vermont (que es el estado natal de Sanders), e incluso allí parece que Hillary está ya mano a mano con Sanders. Aquí tenemos la media de las encuestas a día de hoy en New Hampshire, aplicando la opción "less smoothing" del "Pollster" del Huffington Post:



4) Y si todo esto no basta, reflexionemos por favor sobre lo que ha ocurrido en la última semana: tras el primer debate demócrata y tras una comparecencia ante un Comité del Congreso en el que Hillary fue acribillada a preguntas durante 11 horas por un grupo de republicanos hostiles, dos de los candidatos demócratas se han retirado y el Vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha anunciado que no participará en las primarias demócratas.

Paladeen conmigo esa frase, queridos lectores: Hillary Clinton ha espantado al Vicepresidente de Estados Unidos, un señor que ya se ha presentado dos veces a las presidenciales (en 1988 y en 2008). Eso sólo lo consigues si dominas claramente la competición.

5) Esto no es 2008: Hillary no se enfrenta a un político negro con un talento excepcional como Barack Obama, sino a un Senador despeinado de 74 años de Vermont, que ni siquiera es miembro del Partido Demócrata, sino un "demócrata socialista". El ala liberal del partido (y la prensa) está empeñada en dar batalla, pero Hillary sigue contando con el 50% del partido que ya le apoyó en 2008, más otra parte sustancial de obamistas que aprecian el hecho de que aceptara ser Secretaria de Estado y se comportara con absoluta lealtad con el Presidente. Hillary tiene el apoyo de entre dos terceras y tres cuartas partes del Partido Demócrata a día de hoy, y va a ganar con claridad las primarias demócratas.

En cuanto a las generales... tal y como acababan siempre las películas de Conan, "eso ya es otra historia"

sábado, 24 de octubre de 2015

Los resultados definitivos del 27-S: una visión general

Una vez computados los resultados del voto exterior, tenemos desde hace algunos días los resultados definitivos del 27-S. Ningún escaño ha bailado, y los resultados en sí mismo apenas han cambiado en una centésima o dos entre los distintos partidos.

Lo que sí ha cambiado (y mucho) es el porcentaje de participación global, que ha pasado del 77,44% contando sólo los votantes que viven en Cataluña (votantes presenciales y por correo) a un 74,95% una vez incluido el voto exterior.

Y es que el porcentaje de participación del voto exterior ha sido paupérrimo (entre el 6 y el 9%, dependiendo de la provincia), gracias a una reforma legislativa desastrosa votada en el 2011 por la inmensa mayoría de los partidos políticos, que ha hecho muchísimo más difícil votar a nuestros residentes en el extranjero.



Dicho esto, las elecciones de 2015 continúan siendo con gran diferencia los comicios en los que hubo un mayor número de votantes en unas autonómicas: un 74,95% (en 2012 había votado el 67,76%, lo que ya había supuesto un récord), aunque una vez reflejado el voto exterior el incremento es menos espectacular.

La comparación entre la suma de los votos definitivos de los partidos independentistas con la de los partidos unionistas (entendiendo estos como los partidos cuyos votantes son total o muy mayoritariamente contrarios a la independencia) en los comicios de 2012 y 2015 veremos que el crecimiento de unos y otros fue muy diferente en 2015, como ya lo había sido en 2012, pero de forma todavía más acusada.

(La comparativa, recordémoslo, es la siguiente: 

Partidos independentistas 2012: CIU, ERC, CUP y SI se comparan con los partidos independentistas 2015: JXS y CUP.

Partidos unionistas 2012: PSC, PP, IC, C's, PxC y UPyD frente a partidos unionistas 2015: PSC, PP, CSQEP, C's, Unió, Recortes Cero y Ganemos)

Como ya hemos dicho en ocasiones anteriores, sabemos que en CSQEP y Unió existen minorías independentistas significativas, pero la gran mayoría de sus votantes (en torno al 75% en CSQEP y del 80% en Unió) son unionistas. Por su parte, Recortes Cero y Ganemos son formaciones contrarias a la independencia. El PAMCA y Pirates.Cat son los únicos partidos que excluimos de los cálculos porque son monotemáticos y genuinamente neutrales en la dinámica independencia-unionismo.

Pasemos a la comparación del número de votos, con los datos extraídos de la página web de la Generalitat (ahora con los datos del voto exterior y con pequeñas correcciones):

Bloque independentista 2015: 1.966.508 votos
Bloque independentista 2012: 1.787.656 votos
Diferencia: + 178.852

Bloque unionista 2015: 2.095.357 votos
Bloque unionista 2012: 1.705.821 votos
Diferencia: + 389.536

Porcentaje del incremento del voto independentista sobre el incremento total de los dos bloques en 2015: 31,47% (178852/568338)

Porcentaje del incremento del voto unionista sobre el incremento total de los dos bloques en 2015: 68,53% (389536/568338)

En resumen: el incremento de la participación en 2015, al igual que ya había ocurrido en 2012 fue asimétrico: por cada 31 independentistas anteriormente abstencionistas (o votantes de opciones extraparlamentarias) que fueron a votar, 69 unionistas del mismo tipo también lo hicieron.

Pero es importante resaltar que la asimetría se incrementó respecto de 2012: mientras que ese año el reparto del incremento fue 41%-59% a favor de los unionistas, esta vez ya ha sido 31%-69% (redondeando). Es decir: cuanto más se incrementa la participación en Cataluña, el porcentaje de votantes independentistas -en general y entre los nuevos votantes- va disminuyendo.

En porcentaje de voto, como se puede ver, los resultados por bloques han sido los siguientes:

Bloque independentista 2015: 47,80%
Bloque independentista 2012: 49,18%
Diferencia: - 1,38%

Bloque unionista 2015: 50,94%
Bloque unionista 2012: 46,93%
Diferencia: + 4,01%

Otros (incluido voto en blanco) 2015: 1,27%
Otros (incluido voto en blanco) 2012: 3,87%
Diferencia: - 2,60%

(Es interesante comprobar la concentración del voto que se ha producido en estas elecciones, fruto de tres factores: a) la reducción del número de candidaturas, de 18 a 11, b) la bajada del voto nulo, y c) la bajada del voto en blanco).

En la siguiente entrega, la provincia de Lleida.

martes, 13 de octubre de 2015

Caos en la Cámara de Representantes

En las últimas semanas, la disfunción en la Cámara de Representantes de Estados Unidos ha alcanzado unos niveles verdaderamente desconocidos.

Todo empezó el 25 de septiembre pasado, cuando John Boehner, el Speaker de la Cámara de Representantes desde enero de 2011 y líder de los republicanos desde enero de 2007, anunció su retirada con fecha 30 de octubre.

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La posición de Speaker (literalmente, "portavoz", aunque quizá "Presidente" sería más ajustado) es tremendamente relevante: es el líder de la mayoría en la Cámara de Representantes (el equivalente a nuestro Congreso) y el tercero en la línea de sucesión presidencial (tras el Presidente y el Vicepresidente).

Boehner, congresista por el octavo distrito de Ohio desde enero de 1991, es un auténtico veterano de la Cámara (es el 28ª de 435 congresistas por antigüedad), aunque no es especialmente viejo (sólo tiene 65 años). Aliado de Newt Gingrich durante los años en que éste fue Speaker (el primero republicano en 40 años), consiguió, tras un breve periodo de eclipse, alcanzar el liderazgo de los republicanos en la Cámara baja, primero como líder de la minoría y luego, tras las elecciones de medio mandato de 2010, como líder de la mayoría, tras una amplísima victoria republicana (ampliada si cabe en 2014)

Sin embargo, los años de Boehner como Speaker han venido marcados por una curiosa sensación de fracaso: entre 2011 y 2015 se enfrentó con un Senado de mayoría demócrata y aunque en las elecciones de medio mandato de 2014 los demócratas perdieron su mayoría en el Senado, conservaron su capacidad de bloqueo (el denominado "filibusterismo") y en cualquier caso, Obama ha sido presidente con capacidad de veto durante todo el periodo.

Las evaluaciones de Boehner dependen del punto de vista: desde la posición demócrata, ha sido un Speaker totalmente negativo, incapaz de alcanzar consensos con los demócratas y sin que quepa decir de él que haya aprobado leyes significativas. Desde el punto de vista de los republicanos "tradicionales", ha conseguido mantener unido a su grupo parlamentario, impidiendo fugas hacia su izquierda y bloqueando la agenda demócrata en los últimos cinco años. Pero desde el punto de vista de una facción minoritaria republicana, a la que llamaremos los "radicales", no ha sido capaz de imponerse a Obama (cómo debía imponerse a un presidente con el poder de veto es algo que los radicales nunca saben explicar).

Las luchas con esa facción (que se autodenomina el "House Freedom Caucus") han desgastado enormemente a Boehner, hasta el punto de que es el primer Speaker que se retira a medio mandato sin verse forzado a ello por un escándalo en más de 100 años. Boehner ha criticado duramente a los radicales, a los que acusa de engañar a los votantes republicanos, prometiéndoles cambiar cosas como el Obamacare cuando no existe mayoría suficiente para ello en ninguna de las dos Cámaras (se necesitan dos tercios de los votos para superar el veto presidencial).

La composición exacta del House Freedom Caucus es desconocida, pero se calcula que tiene unos 40 miembros. Ahora bien, esa cifra es muy problemática, por el siguiente motivo:

- Para ser nombrado Speaker, se necesita la mayoría absoluta de los congresistas: 218 de 435. En teoría, con 247 republicanos, el sucesor de Boehner no debería tener problemas para salir elegido.

- Pero los 40 miembros (aproximadamente) del House Freedom Caucus están dispuestos a votar a su propio candidato antes que votar a otro Boehner. Eso impide a los republicanos alcanzar la mayoría de 218, salvo que le pidan ayuda a los demócratas (ayuda que éstos desde luego no piensan dar gratis). 

- Por lo tanto, la composición de la Cámara de cara a la elección del nuevo Speaker a día de hoy es la siguiente: unos 207 republicanos "tradicionales", 40 "radicales" y 188 demócratas. La Cámara está bloqueada y Boehner, por el momento, continúa como Presidente, a fin de no dejar a la institución descabezada.

La confirmación de dicho bloqueo se produjo de la forma más espectacular posible el jueves pasado, cuando Kevin McCarthy, el nº 2 de Boehner (House Majority Leader) se presentó ante los miembros del grupo parlamentario republicano para proponer su candidatura y se dio cuenta, al parecer súbitamente, de que carecía de los 218 votos necesarios para ganar una votación.


Este hecho sembró el pánico entre los republicanos: la votación, prevista para ese mismo 8 de octubre, se ha pospuesto sine die, mientras los conservadores buscan desesperadamente en sus filas a un candidato que pueda obtener al mismo tiempo los votos de la mayoría republicana y de la minoría radical.

El único candidato que parece suscitar consenso es Paul Ryan, congresista desde enero de 1999, Presidente del Cómite de la Cámara sobre impuestos y candidato a la vicepresidencia con Mitt Romney en 2012. El problema es que Ryan no quiere el puesto (visto lo visto, no es de extrañar).

Ryan tiene unos objetivos muy claros: jibarizar el débil Estado del bienestar americano, reduciendo los programas de ayuda social: la Seguridad Social, el Medicare y el Medicaid, principalmente, y promover enormes rebajas de impuestos para los ricos. Aspira a conseguirlo a través de los Presupuestos Generales, no desde la condición de Presidente de la Cámara. Ryan es perfectamente consciente de que los 40 radicales se volverán contra él tan pronto como sea elegido, y que mientras Obama sea Presidente, no tiene posibilidad alguna de alcanzar sus objetivos presupuestarios, porque Obama se los vetará. No quiere quemarse en una lucha inútil.


El problema es que mientras los republicanos se pelean, hay una serie de plazos muy peligrosos para la economía americana que se acercan inexorablemente:

1) En torno al 5 de noviembre, el Gobierno alcanzará su "límite de deuda", definido del siguiente modo por el Tesoro norteamericano:

The debt limit is the total amount of money that the United States government is authorized to borrow to meet its existing legal obligations, including Social Security and Medicare benefits, military salaries, interest on the national debt, tax refunds, and other payments. The debt limit does not authorize new spending commitments. It simply allows the government to finance existing legal obligations that Congresses and presidents of both parties have made in the past.   

El límite de deuda debe ser elevado periódicamente por el Congreso. De no hacerlo, Estados Unidos entra en quiebra, porque no puede financiar sus obligaciones legales.

Es un sistema enloquecido, porque invita a lo que están haciendo los republicanos en los últimos años: usar deudas existentes y ya autorizadas por el Congreso para chantajear al Presidente bajo la amenaza de no pagarlas.

2) En torno a finales de año, se producirá un "cierre del gobierno" (government shutdown), que no es lo mismo que el supuesto anterior: el cierre se produce cuando la Cámara no aprueba los presupuestos para los distintos departamentos gubernamentales, obligando al cierre de los mismos ante la imposibilidad de pagar sueldos y a los proveedores en ausencia de un nuevo presupuesto.

Este mecanismo también lleva siendo utilizado de forma creciente desde 1976 por parte de los distintos partidos para obtener concesiones en el debate presupuestario. El problema es que un cierre del gobierno prolongado (como el que ocurrió en 1995 y 2013) daña a la economía, al impedir el consumo por parte de los funcionarios federales y los ingresos por parte de los contratistas públicos.

En suma: la situación no es nada divertida. Es de esperar que a) Ryan sea convencido de que tiene que sacrificarse por la causa -aunque a día de hoy no está nada claro que los 40 radicales fueran a votar por él o b) que Boehner permanezca de manera interina durante unos meses y, liberado ya de la necesidad de complacer a los radicales, pacte con los demócratas y una parte sustancial de los republicanos elevar el límite de deuda y los nuevos presupuestos.

El problema es que los republicanos están aterrorizados de que los radicales les acusen de "RINOs" (Republicans In Name Only), y de ser derrotados en las primarias por candidatos más conservadores (no es un temor fútil: es exactamente lo que le ocurrió al predecesor de Kevin McCarthy, Eric Cantor, que vio truncada su carrera en 2014 precisamente por ese motivo). Claro que peor será cómo los ciudadanos les acaben acusando de destruir la economía americana, que es lo que pasará si no se eleva el límite de deuda, algo que no ha sucedido nunca.

domingo, 4 de octubre de 2015

El incremento de participación en las elecciones catalanas del 27-S

El Punt Avui publica hoy un análisis poco riguroso del 27-S:




Concretamente, El Punt Avui comete dos errores evidentes:

- Por una parte, intenta desgajar del voto unionista a los votantes de CSQEP y Unió, agrupándolos en un tercer grupo denominado "por el derecho a decidir" para amortiguar el hecho de que, al igual que en las elecciones de 2012, el incremento de participación no fue simétrico en lo que respecta al eje "nacional". O dicho de otro modo: que el voto de los partidarios de la independencia no creció en la misma proporción que el voto de los partidarios de la continuidad de Cataluña en España a medida que se incrementó la participación.

(El Punt Avui se ve obligado a reconocer este hecho con la siguiente entradilla:


Un de cada tres nous votants es va decantar per l'independentisme el 27-S, contrarestant l'augment unionista

Lo que quiere decir que dos de cada tres nuevos votantes no se decantó por el independentismo, por lo que el aumento unionista sí contrarrestó, y ampliamente, el aumento independentista).

Pero, tal y como ya explicamos en nuestro artículo de ayer sobre la distribución interna del voto pro y anti-independencia en CSQEP, todas las encuestas indican que en torno al 75% de los votantes de CSQEP y el 80-90% de los votantes de Unió son contrarios a la independencia.

- El segundo error, ligado al anterior, está en el extremo inferior derecho del gráfico, cuando El Punt Avui intenta extrapolar los resultados del 27-S a los de un eventual referéndum por la independencia y le sale un 55 a 45% a favor de la independencia.

¿Como consigue eso El Punt Avui?:

un cop apartats tots els vots en blanc, nuls o que van anar a partits indefinits sobre la independència,

Es decir, "eliminando de la ecuación a todos los votantes de CSQEP y Unió" porque saben que la gran mayoría de los mismos son contrarios a la independencia.

Esto tiene un nombre, y se llama deshonestidad intelectual. Una vez más, en nuestro artículo de ayer sobre el tema hicimos los cálculos, asignando los votantes independentistas de CSQUEP y Unió (y del PSC) al sí, y los votantes unionistas de JXS y las CUP (gente cabreada con el PP que lo que quiere es reforzar al Govern en una eventual negociación) al no, y nos salió 49,74% a favor de la independencia - 50,26% en contra. 

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Ahora vamos a intentar a hacer un análisis más riguroso de los resultados, salga lo que salga:

Las elecciones de 2015 fueron con enorme diferencia los comicios en los que hubo un mayor número de votantes en unas autonómicas: un 77,44% (en 2012 había votado el 67,76%, lo que ya había supuesto un récord).

Ahora bien, si comparamos la suma de los votos de los partidos independentistas con la de los partidos unionistas (entendiendo estos como los partidos cuyos votantes son total o muy mayoritariamente contrarios a la independencia) en los comicios de 2012 y 2015 veremos que el crecimiento de unos y otros fue muy diferente en 2015, como ya lo había sido en 2012, pero de forma todavía más acusada.

(La comparativa es la siguiente: 

Partidos independentistas 2012: CIU, ERC, CUP y SI se comparan con los partidos independentistas 2015: JXS y CUP

Partidos unionistas 2012: PSC, PP, IC, C's, PxC y UPyD frente a partidos unionistas 2015: PSC, PP, CSQEP, C's, Unió, Recortes Cero y Ganemos)

Insisto en que sabemos que en CSQEP y Unió existen minorías independentistas significativas, pero la mayoría de sus votantes son unionistas. Por su parte, Recortes Cero y Ganemos son formaciones contrarias la independencia. El PAMCA y Pirates.Cat son los únicos partidos que excluimos de los cálculos porque son monotemáticos y genuinamente neutrales en la dinámica independencia-unionismo.

Pasemos a la comparación del número de votos, con los datos extraídos de la página web de la Generalitat (más los datos del voto exterior):

Bloque independentista 2015: 1.966.768 votos
Bloque independentista 2012: 1.787.656 votos
Diferencia: + 179.112

Bloque unionista 2015: 2.090.475 votos
Bloque unionista 2012: 1.705.821 votos
Diferencia: + 384.654

Porcentaje del incremento del voto independentista sobre el incremento total de los dos bloques en 2015: 31,77% (179112/563766)

Porcentaje del incremento del voto unionista sobre el incremento total de los dos bloques en 2015: 68,23% (384654/563776)

En resumen: el incremento de la participación en 2015, al igual que ya había ocurrido en 2012 fue asimétrico: por cada 32 independentistas anteriormente abstencionistas (o votantes de opciones extraparlamentarias) que fueron a votar, 68 unionistas del mismo tipo también lo hicieron.

Pero es importante resaltar que la asimetría se incrementó respecto de 2012: mientras que ese año el reparto del incremento fue 41%-59% a favor de los unionistas, esta vez ya ha sido 32%-68%. Es decir, cómo ya intuíamos en nuestros artículos anteriores a las elecciones: cuanto más se incrementa la participación en Cataluña, el porcentaje de votantes independentistas -en general y entre los nuevos votantes- va disminuyendo.

Aún hay un dato más fascinante, si cabe: el incremento de la participación por provincias no fue homogéneoes decir, que este reparto 32-68 que acabamos de comentar no se repitió de forma idéntica en las cuatro provincias catalanas. Pero de manera todavía más interesante: fue mucho más homogéneo de lo que lo había sido tres años atrás, y en cada una de las cuatro provincias favoreció a los unionistas.

En las siguientes entradas efectuaremos el análisis por provincias.

El problemático sistema electoral catalán

No hay sistemas electorales perfectos. Eso está claro. Hay sistemas que priman la cercanía entre el diputado y el elector a costa de la proporcionalidad (Canadá, Reino Unido), sistemas que priman la proporcionalidad frente a la cercanía diputado-votante (Israel), sistemas que intentan equilibrar ambas cosas (Alemania, Nueva Zelanda) y sistemas que fracasan estrepitosamente en ambos aspectos (España en general, y Cataluña en particular).

El sistema electoral catalán está particularmente plagado de defectos:

1) Las circunscripciones están desequilibradas: hay una provincia muy grande, Barcelona, infrarrepresentada, y otras tres pequeñas, Tarragona, Girona y Lleida, sobrerrepresentadas.

Aplicando el principio una persona un voto:

- Barcelona debería tener 101 diputados, no 85 (16 más)
- Tarragona debería tener 14, no 18 (4 menos)
- Girona debería tener 12, no 17 (5 menos)
- Lleida debería tener 8, no 15 (7 menos)

Ese desequilibrio provoca de manera demasiado habitual resultados injustos, en los que partidos con menos votos sacan más escaños que otros:

- En 1995 ERC sacó dos escaños más que IC con 7.000 votos menos.
- En 1999 y 2003 CIU sacó cuatro escaños más que el PSC con 5.000 y 7.000 votos menos, respectivamente. Este resultado fue particularmente grave porque generó la impresión de que CIU había ganado las elecciones cuando las había ganado el PSC.
- En 2010 Solidaritat per la Independencia sacó un escaño más que Ciudadanos con 4.000 votos menos.

Este desequilibrio resulta especialmente gravoso porque, como saben los lectores de este blog, el comportamiento electoral de Barcelona es muy distinto al de las tres provincias pequeñas (especialmente Girona y Lleida). Se produce de este modo una sobrerrepresentación sistemática del voto independentista sobre el unionista.

Simplemente repartiendo el voto de manera proporcional entre las cuatro provincias el resultado ya hubiera sido algo distinto y no habría habido 72 diputados independentistas, sino 70:

JXS: 60 (-2)
C's: 26 (+1)
PSC: 17 (+1)
CSQEP: 12 (+1)
PP: 10 (-1)
CUP: 10 (=)

2) Pero existen otros problemas adicionales: para poder entrar en el reparto de escaños, hay que obtener al menos un mínimo del 3% de los votos. Esto no tiene especial incidencia en las tres provincias pequeñas, donde se necesita al menos un 4% para entrar por el limitado número de escaños pero en Barcelona, donde se reparten 85 escaños (que deberían ser 101, como hemos dicho), una barrera del 3% impide el acceso a partidos que, aplicando estrictos criterios de proporcionalidad, deberían tener escaños.

Eso ha ocurrido sistemáticamente en las elecciones catalanas desde el comienzo de las mismas:

- En 1980 al menos tres partidos: Solidaridad Catalana (la antigua Alianza Popular), Nacionalistes d' Esquerres y Unitat Popular pel Socialisme hubieran obtenido 1 ó 2 diputados sin la barrera del 3%.
- En 1984 y 1999 hubiera ocurrido exactamente lo mismo con el Partit dels Comunistes de Catalunya y Esquerra Unida i Alternativa.
- En 2010 y 2012, Plataforma por Catalunya hubiera entrado en el Parlament sin ese límite. En 2012, Solidaritat per la Independència probablemente también hubiera entrado.

Y en estas elecciones, Unió hubiera entrado sin duda en el Parlament. Con  un reparto proporcional de los escaños entre las provincias, y una barrera electoral del 1% en lugar del 3% (elementos ambos que resultan más proporcionales que el actual sistema existente), el resultado hubiera sido el siguiente:

JXS: 59 (-3)
C's: 26 (+1)
PSC: 17 (+1)
CSQEP: 11 (=)
PP: 10 (-1)
CUP: 10 (=)
Unió: 2 (+2)

E insisto, en un Parlamento de 135 diputados, un partido que obtiene el 2,51% del voto debería tener representación.

3) Y aún tenemos un tercer problema adicional: la Ley d' Hondt, que tiende a sobrerrepresentar a los partidos más votados y a castigar a los menos votados. En España, como bien indica el equipo de Piedras de Papel en su interesantísimo libro "Aragón es nuestro Ohio", el problema de la desproporcionalidad es más culpa de las circunscripciones pequeñas que de la Ley d' Hondt. Pero en Cataluña, donde las cuatro circunscripciones tienen bastantes diputados, es evidente que la ley altera los resultados profundamente.

Si aplicamos el método Saint-Lague (que en vez de ir dividiendo los resultados por 1,2,3,4,5 implica dividirlos por 1,3,5,7 etc), como bien explica Manuel Álvarez-Rivera en este excelente artículo en su imprescindible página web de resultados electorales mundiales, el resultado hubiera sido muy distinto y mucho más ajustado a la realidad catalana (66 escaños independentistas, 69 unionistas):

JXS: 54 (-8)
C's: 24 (-1)
PSC: 18 (+2)
CSQEP: 12 (+1)
PP: 12 (+1)
CUP: 12 (+2)
Unió: 3 (+3)

(El resultado de Álvarez-Rivera es ligeramente distinto porque toma los datos del censo de 2011 y mantiene la barrera del 3%, pero la conclusión final no cambia).

Por lo que pueda valer, aplicando el método denominado "de restos más altos", el resultado es el mismo.

En resumen: si se hubieran aplicado tres modificaciones que hacen el cálculo más proporcional: circunscripciones ajustadas a su población real, barrera de entrada del 1% y sistema Saint-Lague o de restos más altos en lugar de la Ley D' Hondt, la noche electoral hubiera sido muy distinta (y lo que es más importante, hubiera reflejado la realidad de una manera más ajustada). Y hoy, en lugar de ir a un gobierno de confrontación independentistas vs unionistas, veríamos negociaciones transversales entre unos y otros.

4) Y no entro ya siquiera en el problema de las listas abiertas o al menos desbloqueadas, o en la posibilidad de aplicar un sistema mixto como el alemán (50% circunscripciones uninominales, 50% por provincias o incluso por circunscripción única catalana). El actual sistema, en el que nadie conoce al décimo diputado de JXS o al octavo de Ciudadanos por Barcelona, y en el que las cúpulas de los partidos tienen un control casi completo sobre sus diputados, es, como mínimo, poco satisfactorio en lo que se refiere a la representatividad de los diputados ante sus electores.

sábado, 3 de octubre de 2015

Una Cataluña partida en dos

Aunque tras las elecciones del domingo pasado todo el mundo intenta arrimar el ascua a su sardina, el resultado es inequívoco al menos en un sentido: Cataluña está casi perfectamente partida en dos entre los partidarios de la independencia y los que no lo son.

Con el voto ya escrutado al 100%, incluyendo el voto exterior, la división (teórica) del voto es la siguiente (excluimos al PACMA y a los Piratas, que no tienen posicionamiento -y en el caso de los Piratas, apenas votos-):

Bloque independentista: JXS + CUP: 1.966.768 votos (48,42%)
Bloque no independentista: C's + PSC + CSQEP + PP + Unió + Recortes Cero + Ganemos: 2.095.438 votos (51,58%)

Una queja reiterada del independentismo es que no deberían computarse a los votantes de Catalunya Sí Que Es Pot y Unió en el bando no independentista. Es una queja parcialmente legítima, porque aunque en ambos casos tenemos datos que indican que la mayoría de sus votantes no son independentistas, tienen en su seno pequeñas minorías que sí lo son.

Concretamente, la encuesta de Metroscopia para EL PAÍS previa a las elecciones preguntaba a los distintos partidos cuál era su posición sobre la independencia, y los votantes de CSQEP indicaban que estaban 23% a favor - 66% en contra. Asignando equitativamente los indecisos, nos sale una distribución total del 25,84% a favor y del 74,16% en contra de la independencia entre los votantes de CSQEP.

(Escojo la encuesta de Metroscopia a conciencia porque sobrevaloró el voto independentista, por lo que los datos son lo más favorables posibles a éstos).

Ahora bien, si computamos eso, también tenemos que computar, por una parte, al 4% de votantes de JXS y al 7% de las CUP que se declaran contrarios a la independencia (4,08% y 7,37% una vez asignados los indecisos) y al 5% de votantes del PSC y ¡el 1% de votantes del PP! que se declaran favorables a la independencia en esa misma encuesta (5,15% y 1,01% una vez asignados indecisos).

Nos queda Unió. En esta entrada de eldiario.es, basándose en la encuesta preelectoral del GESOP, se le asignaba un 9% a los votantes independentistas de Unió. Si acudimos a la última encuesta del Periodico de Andorra, el 18,7% de los votantes de Unió declaraban sentirse "sólo catalanes".

Unió precisamente rompió con CDC por la cuestión del independentismo, por lo que también parece evidente que la mayoría de sus votantes no se decantan por éste. Pero interpretemos los datos del modo más favorable posible para éstos y asignémosles este 18,7% de la encuesta del Periodico de Andorra. ¿Cómo quedan los resultados una vez efectuados estos ajustes?

Bloque independentista:

1.563.387 (JXS ajustado) + 312.998 (CUP ajustado) + 95.020 (independentistas CSQEP) + 26.947 (independentistas PSC) + 3.528 (¡independentistas PP!) + 19.316 (independentistas Unió)= 2.021.196 votos

Bloque no independentista:

736.339 (C's) + 496.287 (PSC ajustado) + 272.705 (CSQEP ajustado) + 345.769 (PP ajustado) + 83.979 (Unió ajustado) + 66.458 (JXS unionistas) + 24.896 (CUP unionistas) + 15.548 (Recortes Cero y Ganemos)= 2.041.981 votos

Podemos discutir pequeños porcentajes arriba y abajo, pero lo cierto es que Cataluña está casi perfectamente dividida entre partidarios y adversarios de la independencia.