lunes, 18 de abril de 2016

¿Hacia la convención termonuclear? Las primarias republicanas

Si la situación en las primarias demócratas es bastante clara (holgada ventaja de Hillary Clinton y ninguna duda sobre el resultado final) la situación en las primarias republicanas es cada vez más confusa.

Afirmemos para empezar algunas verdades antes de comentar las cuestiones discutibles:

- A día de hoy, el único candidato con expectativas plausibles de alcanzar la mayoría absoluta de los delegados (1.237) antes del final del proceso de primarias es Donald Trump.

- John Kasich no puede hacerlo matemáticamente y Ted Cruz, que teóricamente podría hacerlo (faltan 769 delegados por repartir y él necesita 696) no podrá después de mañana, cuando pierda abrumadoramente las primarias de Nueva York. Por lo tanto, si Ted Cruz aspira a ganar la nominación, sólo podrá hacerlo consiguiendo que delegados nominalmente de otros candidatos le apoyen.

- Es más, debido a la configuración de las próximas primarias, resulta sumamente difícil ver como Cruz puede superar a Trump tanto en votos como en delegados (incluso en el mejor escenario para Cruz, Trump le batirá aproximadamente 1.100 a 900 en número de delegados).

- Por otra parte, aunque Trump tenga posibilidades de alcanzar la mayoría absoluta de los delegados, en modo alguno se trata de un fait accompli. Trump deberá ganar el 62,42% de todos los delegados que quedan por repartir, cosa que no es imposible, pero que es difícil cuando su media de votos obtenidos hasta el momento es del 37%.

- En las últimas semanas, Ted Cruz ha conseguido reducir la ventaja de Trump, tanto en delegados, (gracias a su superior organización en las convenciones en Colorado, Wyoming y Dakota del Norte) como en votos (merced sobre todo a su victoria en Wisconsin, que se produjo debido a un doble fenómeno: los votantes indecisos se decantaron por él, y los votantes de Kasich abandonaron en parte a su candidato para apoyar a Cruz contra Trump).

La comparativa entre la media de las encuestas antes de las primarias de Wisconsin y el resultado final es muy significativa: Trump prácticamente no capta indecisos, que votan a Cruz junto con un tercio de los votantes que afirmaban que apoyarían a Kasich:

Poll
Cruz
Trump
Kasich
Spread
48.2
35.1
14.1
Cruz +13.1
RCP Average
39.2
34.5
20.0
Cruz +4.7

- Lamentablemente, mañana, en Nueva York, Cruz no podrá replicar esa misma estrategia, porque Trump lidera en su Estado natal con más del 50% de los votos, y el perfil de sureño evangélico de Cruz es totalmente anatema para los republicanos neoyorquinos. Cruz aspira como mucho a sacar un 20% del voto:

Poll
Trump
Kasich
Cruz
Spread
RCP Average
52.6
22.9
17.9
Trump +29.7

Dicho todo lo cual, a día de hoy, el mapa de las primarias republicanas se encuentra así:

Generated Map

El número de delegados que se precisan para ganar las primarias republicanas son 2.382. Así es como va el reparto, según RealClearPolitics y Frontloading HQ:

Donald Trump: 757 delegados, 8.197.535 votos (37%)
Ted Cruz: 541 delegados, 6.263.349 votos (28,3%)
John Kasich: 144 delegados, 2.960.411 votos (13,4%)

(Marco Rubio se ha retirado con 172 delegados y 3.435.009 votos (15,6%), hay 70 delegados "sin designar" (aunque la mitad de estos son delegados de Ted Cruz en todo menos en nombre) y 16 delegados de otros candidatos, principalmente Ben Carson).

La estrategia de los "NeverTrump" parecería, por lo tanto, clara:

1) Trump tiene al mismo tiempo un suelo y un techo muy sólido: entre un 35-40% de los votantes republicanos le apoyan y le apoyarán.

2) Pero el 60-65% de los votantes republicanos no le apoyan y, por lo tanto, si el voto anti-Trump se agrupa, Trump podría ser derrotado en la mayoría de las primarias restantes.

3) El problema de esta estrategia es doble: en primer lugar, resulta imposible coordinar a todos los votantes republicanos, y en segundo lugar, hay un segmento importante de votantes de Kasich que considera que Cruz es demasiado conservador y no piensan votarle (como se vio en Wisconsin), y hay otro segmento importante de votantes de Cruz que piensan que Kasich es demasiado moderado y que no piensan votarle (como se verá mañana en Nueva York).

4) Esa división del voto provocará la victoria de Trump en muchos Estados en los que las encuestas no le dan un 50% (Pennsylvania, Maryland, quizá California) y le dará muchos delegados que de otro modo no habría obtenido.

5) Ahora bien, Ted Cruz tiene un arma secreta que pasamos a explicar a continuación y que es posible que le dé la nominación incluso si Trump alcanza la mayoría absoluta de los delegados.

Las estrategias de ambos candidatos son las siguientes:

A) Trump lo fía todo a alcanzar la cifra mágica de 1.237 delegados, bien el día 7 de junio, cuando acaben las primarias, o si queda lo suficientemente cerca de ese número, durante los días siguientes, convenciendo al centenar y pico de delegados que irán a la convención teóricamente "uncomitted" (dentro de estos, hay 54 delegados de Pennsylvania que podrían ser decisivos) para que le apoyen. En Cleveland, Trump consigue 1.250-1.300 delegados en la primera votación y es elegido candidato.

Trump considera que si alcanza la cifra de 1.237 delegados, el Partido no se arriesgará a cambiar las reglas de juego en la Convención de Cleveland, lo que sin duda provocaría una reacción termonuclear en el candidato, entre sus votantes y (sospecho) en la opinión pública en general.

B) Cruz, en cambio, está desarrollando un juego mucho más complejo, basado en el sistema de elección de delegados, que no tiene mucho que ver con el resultado de las primarias que se están celebrando.

Me explico: los delegados están obligados a apoyar al candidato al que representan durante la primera votación, pero a partir de la segunda, la mayoría de los Estados liberan a sus delegados para que puedan votar a quien quieran.

Por otra parte, en la mayoría de los Estados, las campañas no eligen a los delegados; los eligen convenciones estatales a las que asisten esencialmente miembros del partido muy experimentados (senadores y congresistas estatales, exsenadores y excongresistas estatales, miembros del Comité Estatal Republicano, etc.) gente que, por lo que estamos viendo hasta ahora, poseen dos características claras: una escasa simpatía por Donald Trump, y más sintonía con Ted Cruz de la que sienten los congresistas y senadores republicanos federales.

Por lo tanto, parece claro que entre los 1.100-1.200 delegados nominalmente pertenecientes a Donald Trump en la Convención de Cleveland habrá un número muy elevado de "quintacolumnistas", es decir, delegados que a partir de la segunda o tercera votación (en cuanto se lo permitan las normas de su Estado) abandonarán a Trump y apoyarán a Cruz.

El plan de Cruz es, esencialmente el siguiente:

- En la primera votación, Trump no llega a 1237 delegados. En la segunda y tercera votación, los delegados leales a Cruz se unen a los "quintacolumnistas" (delegados nominalmente de Trump que en realidad apoyan a Cruz) y Cruz alcanza los 1237 delegados. Los delegados de Trump abandonan en masa la Convención y probablemente hay violencia en las calles de Cleveland. Pero Cruz es el candidato republicano.

- Cruz, que es un hombre que carece de respeto por las reglas (aunque sin duda sabe usarlas en su favor) tiene un plan todavía más arriesgado en caso de que Trump llegue a 1237 delegados. La Convención tendrá un Comité de Reglas compuesto por 56 miembros (2 por cada Estado, más algunos miembros del Comité Nacional Republicano) que puede modificar retroactivamente las reglas vigentes (en particular, podría permitir a los delegados votar en conciencia desde la primera votación). Evidentemente, la reacción de Trump a una jugarreta de tal calibre sería épica, y la violencia dentro y fuera de la Convención estaría asegurada (además, aquí sí que la prensa -y yo mismo- opinaría que a Trump se le habría robado la nominación).

Este escenario es más difícil de ver que el primero, porque aunque Cruz está intentando rellenar el Comité de Reglas con sus partidarios, es posible que el Comité no tenga valor de cambiar las reglas del juego en el último segundo. La óptica de semejante maniobra es prácticamente golpista.

En cualquier caso, lo que sí parece evidente es que, si las cosas continúan como hasta ahora, la Convención de Cleveland probablemente será tremenda, y puede dejar en nada los disturbios de la Convención Demócrata de 1968 y las maniobras de la Convención Republicana de 1976.

domingo, 17 de abril de 2016

Entrando en la recta final: las primarias demócratas

Tras el supermartes del pasado 15 de marzo, el ritmo de las primarias demócratas se ha ralentizado poderosamente. Ello, unido al hecho de que Sanders ha ganado las últimas siete contiendas (Idaho, Utah, Washington, Alaska, Hawaii, Wisconsin y Wyoming), mantiene artificialmente con vida a la campaña del socialista de Vermont. La victoria de Wisconsin en particular (Sanders 56,6, Clinton 43,1) dio lugar a los habituales lamentos de plañideras sobre la debilidad de Hillary Clinton. pero lo cierto es que Sanders únicamente se está mostrando capaz de ganar en Estados blancos como la leche (y caucuses, que reducen la participación a votantes jóvenes y entusiastas), mientras que Hillary Clinton gana en Estados que se parecen más al Partido Demócrata (un convo blancos liberales + hispanos + negros).

El mapa hasta el momento permite apreciar esto claramente: 

Generated Map

El número de delegados que se precisan para ganar las primarias demócratas son 2.382. Así es como va el reparto a día de hoy, según RealClearPolitics:

Hillary Clinton: 1758 (1289 delegados, 469 superdelegados), 9.350.572 votos
Bernie Sanders: 1076 (1045 delegados, 31 superdelegados), 6.946.913 votos

Como se puede ver, Hillary sigue aventajando a Sanders en casi 250 delegados elegidos por los votantes, la abrumadora mayoría de los superdelegados y 2,4 millones de votos.

El mapa, además, se pone muy cuesta arriba para Sanders a partir de ahora: este martes vota Nueva York, donde las encuestas le dan de media casi 14 puntos de ventaja a Hillary. Pero es que lo que viene después no es mucho mejor: el 26 votan cinco Estados del nordeste, en todos los cuales las encuestas reflejan una gran ventaja para Hillary. El mapa mejora un pelín después para Sanders, pero en cualquier caso no hasta el punto de garantizarle victorias por encima del 60% de los votos, como necesitaría para superar a Clinton en número de votos y delegados. Marco una vez más en rojo los Estados que a día de hoy favorecen a Hillary según las encuestas y según la demografía, en azul a Sanders, y en verde los dudosos (siendo lo más generosos posibles con Sanders):

Generated Map

Una vez más, como se puede ver, precisamente los tres premios gordos, Nueva York, Pennsylvania y California, favorecen a Hillary. Sanders puede ganar algunos Estados pequeños y medianos (Oregon, Montana), pero eso simplemente no le bastará para compensar la ventaja que ya lleva Hillary y la que le sacará con los Estados grandes y medianos (Maryland, New Jersey) que las encuestas indican que Hillary va a ganar con comodidad.

A veces tengo la impresión de que me paso la campaña menospreciando a Bernie Sanders, pero el principal problema con sus seguidores más beligerantes es que parecen incapaces de reconocer que su peor enemigo no es Hillary Clinton, sino las matemáticas: es imposible que Bernie supere a Hillary salvo que ocurra algún tipo de cataclismo totalmente imprevisible.

Dicho esto, Bernie ha ejecutado una campaña brillante: si hace un año alguien hubiera pronosticado que un senador socialista de Vermont iba a obtener -hasta el momento- el 42% del voto en las primarias demócratas, hubiera sido recibido con chanzas despectivas. Sanders ha planteado un desafío importante a Hillary, le ha obligado a trabajar mucho más duro de lo que esperaba, y al obligarla a competir en todos los Estados, probablemente ha favorecido a su campaña en las generales, al igual que a Obama le ayudó tener que batir a Clinton en todos los Estados de cara a su victoria en 2008, creando una infraestructura en lugares donde habitualmente los demócratas no competían (estoy pensando, por ejemplo, en Indiana).

sábado, 2 de abril de 2016

El Partido Republicano duda sobre cómo perder las elecciones presidenciales: las primarias republicanas

La situación en las primarias republicanas es exactamente la contraria a la que se da en las primarias demócratas: los medios transmiten una situación de clara ventaja para Donald Trump, pero todos los indicios apuntan a que si Trump no consigue llegar a la mayoría absoluta de los delegados (1.237) antes del final del proceso de primarias (e incluso si consigue hacerlo), el Partido Republicano (y particularmente Ted Cruz) harán absolutamente todo lo posible para impedirle obtener la nominación, aunque ello suponga que varios millones de votantes abandonen el partido.

Las últimas primarias fueron representativas de esa dicotomía que se está planteando en el campo republicano:

- Arizona: Trump 46, Cruz 28, Rubio 12, Kasich 11: Arizona, un Estado en el que los republicanos son más viejos que la media del partido y especialmente preocupados en lo que respecta a la inmigración ilegal, fue un Estado excelente para Trump. Por otra parte, resulta extraordinariamente chocante que Rubio, que se había retirado una semana antes, obtuviera mejores resultados que Kasich.

- Utah: Cruz 69,2, Kasich 16,8, Trump 14: Utah es el absoluto reverso de Arizona: los mormones son el grupo republicano más joven y más proinmigrantes (no en vano los misioneros mormones suelen pasar un par de años de su juventud especialmente en América Latina). Trump obtuvo un resultado desastroso, inferior incluso al de Kasich.

Con los resultados del martes 22 de marzo, el mapa de las primarias republicanas queda así:

Generated Map

El número de delegados que se precisan para ganar las primarias republicanas son 2.382. Así es como va el reparto a día de hoy, según RealClearPolitics y Frontloading HQ:

Donald Trump: 751 delegados, 7.811.425 votos
Ted Cruz: 462 delegados, 5.732.220 votos
John Kasich: 144 delegados, 2.805.211 votos.

(Marco Rubio se ha retirado con 172 delegados y 3.435.009 votos, hay 31 delegados "sin designar" y 16 delegados de otros candidatos, principalmente Ben Carson)

Es preciso tomar en consideración un hecho clave: Donald Trump representa a una minoría de votantes republicanos y está demostrando ser incapaz de expandir su electorado, contrariamente a lo que ocurre con los candidatos victoriosos en muchas otras primarias (por ejemplo, Mitt Romney hace cuatro años).

Los datos son tozudos: a día de hoy, Trump ha obtenido el 37,11% de los votos emitidos hasta el momento (Cruz va unos diez puntos por debajo). Aunque las absurdas reglas republicanas le permiten obtener una prima importante en materia de delegados, y aunque parece seguro que Trump llegará a la convención con el mayor número en votos y delegados, no está nada claro que alcance los 1.237 necesarios para ganar en la primera votación. 

Y si eso ocurre, tal y como expone Nate Silver en este interesante artículo, el Partido Republicano no le otorgará su nominación a Trump: sus constantes declaraciones alienando a mujeres, hispanos, musulmanes, etc, le convierten en un candidato tóxico no sólo a nivel presidencial, sino sobre todo down-ballot  (es decir, respecto de las elecciones al Senado y al Congreso que se celebrarán el mismo día que las presidenciales).

El Partido Republicano no está dispuesto a suicidarse, y menos por un candidato que no es ortodoxo en los temas que preocupan a los líderes del partido: bajadas de impuestos y reducción del Estado de Bienestar. El único impedimento es que si Trump no es el candidato, todo parece indicar que su único sustituto será Ted Cruz, y éste presenta problemas muy serios, porque es un miembro de la derecha cristiana, que espanta a los votantes republicanos más moderados y seculares. Lindsey Graham lo expresó de una manera muy gráfica hace unos meses cuando dijo que la elección entre Trump y Cruz era como elegir morir por un disparo o envenenado. (Dado que hace unos días decidió apoyar a Cruz, parece evidente que Graham ha optado por el veneno).

El principal problema es que la mayoría absoluta de los delegados de la convención serán leales a Trump o Cruz y fijarán unas normas que sólo permitirán elegir a uno u otro.

Los escenarios que se perfilan, por lo tanto, son los siguientes:

1) Trump supera finalmente los 1.237 delegados, consigue mantenerlos unidos hasta la primera votación en la Convención, es el candidato republicano y sufre una derrota aplastante en las elecciones, donde un 20% del electorado republicano (moderados con un buen nivel educativo, especialmente) se abstienen (la mayoría) o incluso votan por Hillary Clinton (la minoría). Además de esa transfusión republicana, los demócratas consiguen un fuerte incremento de participación, especialmente de minorías hispanas, aterrorizadas ante un candidato ostensiblemente racista como Trump. Los republicanos pierden la presidencia, el Senado y el Congreso.

2) Trump no llega a los 1.237 delegados (o llega pero Cruz consigue que uno o dos centenares de éstos sean desleales hacia Trump) y la Convención acaba eligiendo a Cruz. Trump y sus delegados abandonan ruidosamente la Convención. En las elecciones, Cruz es el candidato y sufre una dura derrota, con un 10-15% del electorado republicano (una mayoría de exvotantes de Trump y una minoría de votantes republicanos moderados y seculares) absteniéndose (los primeros) o votando a Hillary Clinton (los segundos). Los demócratas obtienen una subida de participación, aunque menor que si el candidato fuera Trump, gracias al extremismo de Cruz. Los republicanos pierden la presidencia y el Senado (quizá no el Congreso).

Ya lo hemos dicho alguna vez, pero reincidiremos: es increíble que el Partido Republicano esté a punto de tirar por el retrete unas elecciones que, tras la natural fatiga de ocho años de gobierno del Partido Demócrata, estaba como mínimo en condiciones de disputar seriamente.