viernes, 31 de diciembre de 2010

Catástrofe total: los resultados en el Congreso

Acabamos el año con el prometido (y atrasado) análisis sobre las elecciones en el Congreso. Finalmente, una vez efectuado el escrutinio en todas las circunscripciones (algunas tardaron varias semanas en decidir el ganador), se confirmó la magnitud de la derrota demócrata: los demócratas perdieron 66 escaños, compensados tan solo por 3 escaños perdidos a su vez por los republicanos.

El mapa que adjunto permite ver en un simple golpe de vista la contundente extensión de la derrota demócrata:

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En rojo claro, los distritos que han pasado de demócrata a republicano, que nos permiten apreciar, principalmente, cómo grandes distritos rurales del Sur, Medio Oeste y Oeste Interior constituyen los focos principales de la remontada republicana.

A efectos electorales, Estados Unidos tiende a dividirse en cuatro regiones (hay ciertos Estados fronterizos que dependiendo de la opinión del autor cae en una región u otra). Yo, dado el comportamiento electoral de las distintas regiones, soy más partidario de agrupar al país en cinco regiones:

- Sur (15 estados que suman 160 escaños en el Congreso): en la región más republicana del país los demócratas perdieron 24 escaños y sólo ganaron uno.

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- Noreste (10 Estados, que suman 69 escaños en el Congreso): el bastión demócrata también sufrió fuertes pérdidas: 10 escaños menos, y sólo recuperaron uno a los republicanos.

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- Medio Oeste (8 Estados, que suman 95 escaños en el Congreso): esta región, tradicionalmente la más disputada, vio también grandes pérdidas demócratas: otros 21 escaños.

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Oeste interior: esta región, que los politólogos suelen unir con la Costa Oeste, pese a las grandes diferencias entre estos Estados y los costeros, agrupa 13 Estados con 41 escaños en el Congreso. Aquí los demócratas perdieron nada menos que 10 escaños.

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Costa Oeste: esta región tradicionalmente demócrata (4 Estados, 70 escaños en el Congreso) fue la única que resistió el tsunami republicano: los demócratas perdieron un solo escaño, en Washington, y lo consiguieron recuperar en Hawaii. Sorprendentemente, los republicanos no consiguieron arrebatar un sólo escaño a los demócratas en California.

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¿Por qué esta masiva derrota demócrata? Hay diversas causas estructurales y algunas coyunturales:

1) Entre las primeras causas estructurales, una evidente: había nada menos que 48 congresistas demócratas en distritos ganados por McCain en 2008. De los 66 escaños ganados por los republicanos, no menos de 36 lo fueron en dichos distritos.

2) Sin embargo, eso no explica más que la mitad de las victorias republicanas. Otro de los motivos estructurales es que es un hecho comprobado que en las elecciones de medio mandato votan más las personas mayores de 65 años (un segmento especialmente republicano, que votó 60 a 40 por los republicanos) y en cambio votan menos los jóvenes, los negros y los hispanos.

Por ejemplo:
En 2008, los menores de 29 años supusieron el 18% del electorado, y los mayores de 65, el 16%.
En 2010, los menores de 29 años supusieron el 10% del electorado, y los mayores de 65, el 24%

3) Entre las dos cuestiones estructurales adicionales a resaltar, hallamos:

- La situación económica: con el paro rondando el 10% de la población activa, el Congreso demócrata inevitablemente iba a sufrir, aunque la magnitud del desastre -el avance en escaños del partido de la oposición más espectacular desde 1938- resulta especialmente contundente.

- La popularidad del Presidente, ligada a lo anterior, también determina de manera clara los resultados del partido del Presidente en las elecciones de medio mandato. Existe una correlación demostrada entre ambas variables (así se explica, por ejemplo, que George Bush Jr., que era tremendamente popular en noviembre de 2002, consiguiera que los republicanos no perdieran escaños en las elecciones de medio mandato de ese año).

4) Entre las cuestiones más coyunturales, hay que señalar que 36 de los congresistas demócratas derrotados habían sido elegidos muy recientemente (2006 y 2008), por lo que no habían creado todavía las defensas que congresistas más atrincherados son capaces de acumular con los años (aunque tampoco está de más destacar que James Oberstar y Ike Skelton, elegidos en 1974 y 1976, también fueron derrotados, por ejemplo).

Y por último, tampoco está de más señalar que existe un movimiento cíclico habitual en las elecciones de medio mandato contra el Partido del Presidente, acentuado en este caso por dos o tres variables:

- El Presidente Obama genera un odio muy particular en determinados sectores del Partido Republicano (especialmente sureños y racistas) que lo consideran prácticamente un presidente ilegítimo y motiva especialmente a la extrema derecha para acudir a las urnas.

- La aprobación de los grandes proyectos estrella de la legislatura (y en particular de la reforma del seguro sanitario), generó cierto desánimo en los sectores de izquierda (que consideraban que la reforma no llegaba demasiado lejos) y en cambio provocó auténticos rugidos de furia en las filas republicanas (recordemos que ni un solo congresista o senador republicano aprobó la reforma en su versión final), lo que también motivó una mayor presencia republicana en las urnas.

El nuevo Congreso estará enormemente polarizado, con un Partido republicano rotundamente escorado a la derecha y un Partido Demócrata curiosamente más de izquierdas que en los dos últimos años (porque han sido los congresistas demócratas moderados y conservadores los que han sido diezmados, no los liberales). Es muy posible, por lo tanto, que nos dirijamos hacia un periodo de confrontación entre el Congreso y la Casa Blanca similar al que se produjo entre 1994 y 1996.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Hecatombe demócrata en el Congreso

En las próximas semanas analizaremos con calma los resultados de las elecciones de ayer (mientras escribo quedan todavía escaños por asignar en el Congreso y en el Senado, y también elecciones a gobernador pendientes de decidir), pero tengamos al menos claras las ideas principales:

- En la Cámara de Representantes, el Partido Demócrata ha sufrido la peor derrota en una elección de medio mandato desde 1938 (sic). Los demócratas conservadores han sido exterminados en tres cuartas partes, y los moderados también han padecido fuertes pérdidas. Un día catastrófico para el Partido Demócrata.

- En el Senado, los demócratas han resistido mejor, gracias a los nobles esfuerzos del Tea Party por impedir la victoria al Partido Republicano haciendo ganar las primarias de éste a candidatos extremistas (especialmente en Delaware y Nevada). Aún así, los demócratas se han llevado una notable tunda (aunque inferior a la de 1994)

- En las elecciones a gobernador, los republicanos han tenido globalmente una buena noche, con un mínimo de cinco gobernadurías conquistadas a los demócratas en el cómputo global. Pese a eso, en 1994 lo hicieron el doble de bien (ganaron 10).

- Y una cosa de la que nadie habla en Europa, pero que es importantísima: había elecciones a la inmensa mayoría de los Congresos y Senados estatales. Los republicanos han añadido entre 15 y 20 de éstas a las que ya dominaban, lo que les dará el control del diseño de la mayoría de los distritos electorales al Congreso, que se efectúa cada diez años (el próximo toca el año que viene), lo que muy posiblemente les permitirá cimentar su mayoría en la Cámara de Representantes durante la próxima década. Y por cierto, es el mejor resultado para los republicanos desde 1928 (o sea, antes de la Gran Depresión).

Para quien tenga curiosidad, aquí puede leer cómo efectúa cada Estado el diseño de los distritos legislativos.

martes, 2 de noviembre de 2010

¿Volverán a vivir los republicanos otra noche gloriosa como en 1994? (III) Gobernadores

Mientras esperamos los primeros resultados, acabamos nuestra serie sobre las "mid-terms" comentando las elecciones a gobernador, que se celebran hoy también en buena parte de Estados Unidos (37 de los 50 Estados, en concreto).

Al contrario que en las elecciones al Senado, donde las posibilidades de ganar algún escaño para los demócratas son mínimas, en las elecciones a gobernador los demócratas tienen aseguradas algunas victorias (especialmente porque varios Estados liberales tienen gobernadores republicanos salientes). Por supuesto, dichas victorias quedarán ampliamente compensadas porque hay muchos Estados conservadores con gobernadores demócratas salientes, y porque la crisis económica se llevará por delante a varios gobernadores demócratas.

El punto de partida es 26 gobernadores demócratas y 24 republicanos (o 23 si no contamos Florida). Éste es el terreno de juego:

2010 Gubernatorial Election Map.svg

En azul oscuro, Estados en los que un gobernador demócrata se presenta a la reelección (7)

En azul claro, Estados en los que un gobernador demócrata ha agotado sus dos mandatos, o bien se ha retirado (Wisconsin, Nueva York, p.ej.) (12)

En rojo oscuro, Estados en los que un gobernador republicano se presenta a la reelección (6)

En rojo claro, Estados en los que un gobernador republicano ha agotado sus dos mandatos, se ha retirado (Minnesota, Vermont, Connecticut), o ha perdido sus primarias -Nevada- (11).

En verde, Florida, donde nominalmente el gobernador saliente (Charlie Crist, que se presenta al Senado) es independiente, aunque fue elegido como republicano hace cuatro años.

Como se puede ver, una vez más, el terreno de juego estaba en principio muy igualado (19 gobernadurías demócratas, 18 republicanas). En la práctica, como ya hemos anticipado, los republicanos van a ganar muchas más gobernadurías hasta ahora en manos demócratas que viceversa. Veamos una vez más las elecciones más disputadas:

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- En azul oscuro: las mansiones estatales que los republicanos no van a tener problema alguno en renovar, bien porque su candidato se presenta a la reelección (Arizona, Alaska, Texas, entre otros muchos ejemplos), bien porque el nuevo candidato republicano va a conseguir la victoria al igual que su predecesor (Carolina del Sur o Nevada, donde el gobernador saliente, Jim Gibbons, fue derrotado en las primarias republicanas por su conducta escandalosa)

- En rojo oscuro: las pocas mansiones estatales que los demócratas renovarán  sin demasiados apuros, bien por la popularidad de su gobernador (Arkansas, New Hampshire), del candidato a gobernador (Nueva York) o por la división del voto entre el candidato republicano y un independiente (Colorado, Massachusetts).

- En azul claro, las gobernadurías que los demócratas perderán con seguridad a manos de los republicanos. Éste el número mínimo, doce, y son los siguientes, de Oeste a Este:

1) Wyoming: aquí la retirada del gobernador demócrata, Dave Freudenthal, que sorprendentemente llevaba gobernando y con gran popularidad desde 2002 uno de los o tres Estados más conservadores del país, ha dejado el camino allanado para una victoria republicana.

2) Nuevo Mexico: una rara candidata hispana republicana, Susana Martinez, se ha aprovechado de la impopularidad del gobernador saliente, Bill Richardson, y ha conseguido endosársela a su vicegobernardora, Diane Denish. ¿Resultado? Una cómoda victoria republicana en el Estado con más hispanos del país.

3) Oklahoma: similar a Wyoming. El gobernador demócrata, Brad Henry, no podía presentarse a la reelección, y en un año tan republicano en un Estado muy republicano, los demócratas no tenían posibilidades.

4) Kansas: ver Oklahoma.

5) Tennessee: ver Kansas

6) Iowa: el gobernador demócrata, Chet Culver, se va a ver derrotado por Terry Branstad, que ya fue gobernador del Estado entre 1982 y 1998. Branstad, un republicano moderado donde los haya, gobernará Iowa durante los próximos cuatro años (y probablemente ocho, a poco que las cosas le vayan bien).

7) Wisconsin: un gobernador demócrata saliente impopular, una crisis económica que se ha cebado especialmente en el Medio Oeste son suficientes para que Wisconsin cambie de manos, pese a que el candidato demócrata, el alcalde de Milwaukee, es un hombre excepcionalmente decente (sufre lesiones irreversibles en un brazo porque se lanzó a proteger a una mujer maltratada).

8) Illinois: el lamentable escándalo Blagojevich ha sido un lastre muy fuerte para la marca demócrata en el Estado de Obama. Si a ello le unimos que el candidato demócrata para el Senado, como ya dijimos en su momento, es más bien flojo, la victoria republicana parece razonablemente segura.

9), 10) y 11) Michigan, Ohio, Pennsylvania: tres Estados muy similares del Medio Oeste, a los que la crisis ha golpeado con especial severidad. Con gobernadores salientes demócratas muy impopulares (el que menos, Strickland, de Ohio, es el único que se puede presentar a la reelección) y con buenos candidatos republicanos (el de Pennsylvania, por ejemplo, es el Fiscal General), este trío de Estados junto con Wisconsin e Illinois serán la gran noticia de la noche para los republicanos.

12) Maine es un caso especial. El candidato republicano, un Tea Partier, es claramente demasiado conservador para el Estado. Afortunadamente para él, los demócratas se ven perjudicados por la presencia de varios independientes de centro e izquierda que les restarán votos y entregarán la mansión gubernamental al Partido Republicano.

- En fucsia hallamos los escaños que los demócratas ganarán, en principio, salvo que las encuestas se hayan quedado cortas (cinco), y el caso especial de Rhode Island, en verde oscuro. Una vez más, de Oeste a Este:

1) Hawaii: el Estado natal de Obama le dará una de las pocas alegrías a los demócratas en esta Noche Triste, al sustituir a la gobernadora republicana saliente por Neil Abercrombie, excongresista de 72 años que quería acabar su carrera política gobernando su Estado y probablemente lo logrará

2) California: el premio más gordo de la noche, curiosamente, caerá en manos de los demócratas. Jerry Brown, fiscal general, que ya fue gobernador entre 1974 y 1982, también ha decidido acabar su carrera política gobernando su Estado y ni siquiera el enloquecido gasto de su rival republicana, Meg Whitman (¡150 millones de dólares!) ha podido superar la impopularidad del gobernador republicano saliente ("Terminator", cuya carrera política acaba aquí), y el sesgo cada vez más demócrata del Estado.

3) Minnesota: Tim Pawlenty renunció a presentarse a un tercer mandato para preparar su asalto a la Casa Blanca durante los dos próximos años, y entregó así la mansión del gobernador a Mark Dayton, un exSenador demócrata bastante mediocre que se ha visto favorecido por la presencia de un candidato independiente que le ha quitado más votos al candidato republicano que a él.

4) y 5) Vermont y Connecticut: dos Estados liberales de la costa Este cuyos gobernadores republicanos sorprendentemente decidieron no presentarse a la reelección y que, pese al sesgo antidemócrata del año, pasarán probablemente (las encuestas, especialmente en Connecticut, no son del todo claras) a manos demócratas.

6) Rhode Island: ¿que sería de Estados Unidos sin un gobernador independiente? El de este ciclo electoral será el de Rhode Island, en el que la situación es peculiarísima: el candidato demócrata, Frank Caprio, fue tentado por los republicanos para que se presentara por sus filas, y cuando Obama se negó a apoyarle hace un par de semanas, dijo literalmente que se podía meter su apoyo "por donde le cupiera". Lógicamente, los  muchos demócratas de Rhode Island no están contentos con su candidato, por lo que se han dirigido hacia el candidato independiente, que no es otro que Lincoln Chafee, exsenador republicano entre 1999 y 2006, pero que ahora es el candidato más a la izquierda del trío que se presenta a las urnas (lo que no es sorprendente, puesto que Chafee fue el último republicano liberal en el Senado de Estados Unidos; votó en contra de la guerra de Irak en 2003 y de la nominación de Samuel Alito al Tribunal Supremo en 2006). Así pues, una mansión gubernamental que perderán los republicanos pero no ganarán los demócratas.

Por último, y en verde claro, he dejado Florida, dado que las encuestas muestran una carrera de auténtica "foto-finish" entre la candidata demócrata (Alex Sink) y el candidato republicano (Rick Scott). Si los demócratas ganan California y Florida, la noche electoral, aunque amarga, se endulzaría un tanto (aunque la pérdida de los cinco Estados del Medio Oeste será un golpe durísimo, se mire como se mire).

P.D.- Para quien quiera saber a partir de qué hora habrá resultados fiables, aquí le dejo este excelente resumen preparado por el gran Charlie Cook. A partir de las tres de la mañana hora española tendremos los primeros resultados oficiales definitivos en Florida, Indiana y Kentucky.

lunes, 1 de noviembre de 2010

¿Volverán a vivir los republicanos otra noche gloriosa como en 1994? (II) Senado

Las posibilidades republicanas de obtener una mayoría en el Senado son más menguadas que en el Congreso por un motivo muy sencillo: sólo se celebran elecciones en 37 de los 100 escaños al Senado (el Senado se renueva cada dos años sólo por tercios, y no en su totalidad, al contrario que el Congreso).

Si hubiera elecciones en los 100 escaños, no cabe la menor duda de que los republicanos también recuperarían la mayoría en el Senado (en este contexto político, no veo como los Senadores demócratas de Montana, Nebraska o de las dos Dakotas, por ejemplo, podrían ganar).

En todo caso, éste es el terreno de juego:

2010 Senate election map.svg

En azul oscuro, Estados en los que un Senador demócrata se presenta a la reelección (12- en Nueva York se eligen los dos escaños al Senado este año)

En azul claro, Estados en los que un Senador demócrata se ha retirado, o ha perdido sus primarias -Pennsylvania- (7)

En rojo oscuro, Estados en los que un Senador republicano se presenta a la reelección (10)

En rojo claro, Estados en los que un Senador republicano se ha retirado, o ha perdido sus primarias -Utah y Alaska- (8).

Como se puede ver: las retiradas, forzadas por primarias o no, dejaban en teoría un terreno de juego igualado para que demócratas y republicanos se arrebataran escaños unos a otros, especialmente dado que había Senadores republicanos que se retiraban en Estados ganados por Obama en 2008 (Ohio, New Hampshire, Florida), y Senadores demócratas que se retiraban en Estados ganados por McCain en 2008 (Dakota del Norte, Virginia Occidental).

En la práctica, la magnitud de la crisis económica ha provocado que los republicanos no vayan a perder ni un solo escaño, incluso en Estados tradicionalmente competitivos (con un matiz, Alaska, del que hablaremos luego), mientras que los demócratas no sólo van a perder escaños "abiertos" ("open seats") sino que varios Senadores que se presentan a la reelección perderán. Veamos uno por uno los escaños más competidos:

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Una vez más:

- En azul oscuro: los escaños que los republicanos no van a tener problema alguno en renovar, bien porque su candidato se presenta a la reelección (como McCain en Arizona, o Chuck Grassley en Iowa), bien porque el nuevo candidato republicano va a conseguir la victoria al igual que su predecesor (incluyendo a algunas de las nuevas estrellas emergentes del Partido, como Marco Rubio en Florida, que derrotará nada menos que al gobernador saliente del Estado, Charlie Crist, al que ya consiguió expulsar de las primarias republicanas, o Rand Paul, hijo de Ron Paul, que ganará cómodamente en Kentucky tras haber derrotado en las primarias al candidato del "establishment" republicano).

- En rojo oscuro: los escaños que los demócratas renovarán sin problemas. Obsérvese que todos, sin excepción, están en las dos costas del país. Aunque a algún lector puede sorprenderle que se incluya a California, Delaware y Connecticut, todas las encuestas muestran que los candidatos demócratas en esos tres Estados ganarán sin demasiados problemas a sus contrincantes.

- En azul claro, los escaños que los demócratas perderán con seguridad a manos de los republicanos. Éste el número mínimo, cinco, y son los siguientes, de Oeste a Este (todos, resalto, en el interior del país):

1) Dakota del Norte: Byron Dorgan, Senador demócrata desde 1992, anunció su retirada en cuanto se dio cuenta de que la ola que se le venía encima le haría acabar su carrera con una derrota, lo que él no quería. Los republicanos designaron a John Hoeven, el enormemente popular gobernador del Estado. En un año republicano, en un Estado republicano, con el mejor candidato posible, Hoeven ganará con el 70% de los votos o más.

2) Arkansas: Blanche Lincoln, Senadora desde 1998, se presenta a la reelección y va a ser aplastantemente derrotada por John Boozman, el hasta hoy único congresista republicano del Estado (una vez más, el mejor candidato del Partido en un Estado que tradicionalmente, y con la excepción de Mike Huckabee, había sido hostil a los republicanos). Eso cambiará mañana, cuando la delegación de Arkansas, compuesta hasta hora por 5 demócratas y 1 republicano, pase a estar formada por 2 demócratas y 4 republicanos, como mínimo.

Recordemos, incidentalmente, que Arkansas fue uno de los pocos Estados en los que Obama no sólo ganó votos sino que los perdió en 2008 respecto de las anteriores presidenciales.

3) Wisconsin: en una derrota que resultará especialmente dolorosa para los liberales, Russ Feingold va a perder su escaño, que mantenía desde 1992, frente a un desconocido empresario llamado Ron Johnson. Feingold, un hombre honesto, muy liberal (más que su Estado), que siempre ha tenido campañas electorales difíciles (nunca ha ganado con más del 55% de los votos) se ha encontrado con un electorado muy hostil y se ha negado a emitir anuncios negativos contra su oponente, en un gesto de desarme unilateral que probablemente le haya costado la elección, puesto que su rival, obviamente, no le ha imitado en su nobleza.

4) Indiana: Evan Bayh, exgobernador del Estado y Senador demócrata desde 1998, ha acabado harto del Senado y se vuelve a Indiana, donde probablemente volverá a presentarse como gobernador en 2012. Su partida dejó un hueco inmenso al Partido Demócrata, que encontró un buen candidato en Brad Ellsworth, un congresista conservador de un distrito rural, pero que simplemente no ha podido superar el hecho de que la ola que va a engullir tantos escaños demócratas probablemente alcance una de sus cotas más altas en Indiana, donde el candidato republicano, Dan Coats es un exsenador (el predecesor de Bayh, curiosamente) muy conocido en su Estado (en un año más favorable a los demócratas Coats no lo hubiera tenido tan fácil, dada su condición de lobbyista y su residencia fiscal en Florida).

5) Pennsylvania: Joe Sestak es un exalmirante que derrotó en las primarias demócratas a Arlen Specter, Senador republicano entre 1980 y 2009 que se pasó el año pasado al Partido Demócrata porque entendía que su moderación iba a conducirle a la derrota en las primarias republicanas. Sin embargo, el transfuguismo rara vez sale bien, y Specter perdió por poco las primarias demócratas. Sestak se ha enfrentado ahora con Pat Toomey, el candidato republicano que echó a Specter de dicho partido. Toomey, un excongresista profundamente conservador (en su tiempo era uno de los diez congresistas más conservadores en la Cámara de Representantes), ha conseguido subirse a la ola e imitando a Rick Santorum, otro excongresista que consiguió ser elegido Senador por Pennsylvania en el tsunami de 1994, representará a ese Estado durante los próximos seis años, aunque será más conservador que su Estado (una especie de Feingold, pero al revés).

- En verde, por último, los escaños que los demócratas pueden perder o pueden salvar, dependiendo como vaya la noche (cinco), y el caso especial de Alaska. Esta vez efectuamos el cómputo de Oeste a Este:

1) Virginia Occidental: en una noche como la que esperamos, los demócratas perderían sin lugar a dudas el antiguo escaño del difunto Robert Byrd. Virginia Occidental es un Estado cada vez más republicano (es pobre, rural y blanco). Afortunadamente para los demócratas, tienen al mejor candidato posible: Joe Manchin, gobernador del Estado desde 2004, que probablemente conseguirá salvar el escaño para el partido (y será una china en el zapato para los demócratas durante años, porque será junto a Ben Nelson, de Nebraska, el demócrata más conservador del Senado).

2) Illinois: la medida de lo mala o desastrosa que será la noche para los demócratas probablemente nos la dará Illinois. La pérdida del escaño de Obama (que fue elegido en 2004 para ocuparlo) sería un golpe simbólico devastador para los demócratas. Desafortunadamente para éstos, su candidato, Alexi Giannoulias, de una familia de financieros cuyo banco ha tenido enormes problemas en los últimos años, ha resultado ser una mala elección, mientras que el candidato republicano, Mark Kirk, un congresista republicano moderado, aunque también ha tenido una mala campaña (mintió varias veces sobre sus gestas militares, cosa que está muy mal vista en Estados Unidos) probablemente conseguirá su objetivo y humillará a Obama en su propio Estado.

3) Colorado: también son más bien negras las expectativas demócratas en este Estado, donde el candidato demócrata, Michael Bennet, Senador desde principios de 2009 en sustitución del nombrado por Obama Secretario del Interior, Ken Salazar, ha estado ligeramente por detrás en las encuestas del candidato republicano, un miembro del Tea Party llamado Ken Buck que a largo plazo probablemente es demasiado conservador para un Estado como Colorado, pero en un año bueno para el GOP como 2010, seguramente ganará.

4) Nevada: el otro Estado altamente simbólico de la noche, en él se enfrentan Harry Reid, líder de los demócratas en el Senado desde 2004, y Sharron Angle, que fue durante varios años la congresista estatal más conservadora de Nevada. Una vez más, Angle es probablemente excesivamente conservadora para Nevada, pero en un año bueno para los republicanos, apoyada en las enormes cantidades de dinero que ha podido recaudar, y amparada en la inmensa impopularidad de Reid, un hombre totalmente anti-carismático, por no decir directamente antipático, puede perfectamente alcanzar la victoria, lo que hará del Senado de Estados Unidos un espectáculo digno de verse durante los próximos seis años, porque la Sra. Angle, de creer en sus posiciones (abolición del Departamento de Educación, salida de Estados Unidos de las Naciones Unidas, islamofobia, posiciones antiinmigrantes rabiosas) será seguramente la más extremista de un Congreso que no andará precisamente falto de extremos.

5) Washington: la Senadora demócrata, Patty Murray, se enfrenta al más serio desafío de su carrera en la persona de Dino Rossi, candidato republicano a gobernador en 2004 y 2008 (en 2004 sólo perdió tras tres recuentos). Pese a que la noche será muy mala para los demócratas, parece que las Costas Este y Oeste mitigarán algo la magnitud del desastre. Si Murray cae derrotada, eso es señal de que los demócratas han sufrido una masacre a lo largo y ancho del territorio nacional.

Y Alaska: la situación en Alaska es peculiar. Como dijimos en su día, la Senadora republicana de ese Estado es Lisa Murkowski, nombrada a dedo por su padre, entonces gobernador en 2002, y elegida en 2004. En 2006 su padre fue triturado por Sarah Palin en las primarias republicanas, iniciando una batalla campal entre ambas damas. En 2008, Murkowski dijo que Palin no estaba preparada para ser vicepresidenta, y en 2010, Palin se vengó apoyando a un candidato del Tea Party, llamado Joe Miller, que consiguió derrotar a Lisa Murkowski en unas primarias con poca afluencia de voto.

Murkowski, humillada, se negó a dejar la carrera electoral, con el agravante para ella de que su única posibilidad de participar en las elecciones generales era como candidata "write-in" (es decir, su nombre no aparecerá en la papeleta, sino que hay que escribirlo a mano, con todos los inconvenientes y posibilidades de demandas que ello supondrá).

Las posibilidades de Murkowski de salir adelante en ese escenario eran, por decirlo caritativamente, escasas (un candidato "write-in" no gana unas elecciones al Senado desde 1954). Sin embargo, todo lo mal que lo hizo en las primarias republicanas Murkowski lo ha hecho bien en la campaña de las generales, y llega al día de las elecciones con claras posibilidades de ser reelegida. A ello ha contribuido el hecho de que la campaña de Joe Miller, por contra, ha sido un desastre, y el candidato ha resultado ser un fiasco (ha tenido que admitir que cometió un acto de piratería informática en su trabajo por el que casi le despiden, además de afirmar que se opone a los subsidios estatales que recibe Alaska).

¿Por qué este Estado es la única esperanza de los demócratas en la noche electoral? Porque tienen un candidato decente, y porque cabe dentro de lo (remotamente) posible que Miller y Murkowski se dividan el voto republicano 30/30, y McAdams, que así se llama el demócrata, gane las elecciones con entre un 35 y un 40% del voto. Pero eso sería una carambola notable.

En todo caso, ello no obsta para que, como ya hemos dicho, la noche electoral se presente negrísima para los demócratas. La peor desde 1994, cuando perdieron ocho escaños y el control del Senado. Esta vez pueden perder los mismos escaños y no perder el control del Senado, pero eso es simplemente porque en 1994 tenían sólo 56 escaños, y esta vez tienen 59.

domingo, 31 de octubre de 2010

¿Volverán a vivir los republicanos otra noche gloriosa como en 1994? (I) Congreso


Decíamos ayer que íbamos a efectuar un análisis de las tres elecciones más destacadas que se celebran este martes: Congreso, Senado y Gobernadores. Empezamos por el Congreso (o Cámara de Representantes, para hablar con mayor propiedad).

Las posiciones de partida son las siguientes:

1) Tras dos elecciones consecutivas en las que el Partido Republicano, lastrado por la impopularidad de la guerra de Irak (2006) y por la grave crisis económica (2008) perdió más de 50 escaños, el número de congresistas es el siguiente:

- Demócratas: 256 (uno de sus escaños está vacante desde marzo, cuando el congresista del 29º de Nueva York dimitió por un escándalo sexual)

- Republicanos: 179 (una vacante; su congresista del 3º de Indiana dimitió en mayo, también por un escándalo sexual)

Por lo tanto, ya de antemano nos hallaríamos ante una elección difícil para los demócratas, que tienen que defender muchísimos más escaños que los republicanos.

2) A eso hay que añadir el hecho de que, por la propia conformación de los distritos electorales (los distritos urbanos, demócratas, son más compactos, y los distritos rurales, más amplios, suelen acoger a republicanos), siempre suele haber más demócratas que republicanos en distritos "complicados". Prueba de ello, por ejemplo, es que tras las elecciones de 2008, y pese a que Obama ganó con bastante comodidad a McCain (53 a 45%) en el voto popular, pese a ello había 49 congresistas demócratas en distritos ganados por McCain, mientras que sólo había 34 republicanos en distritos ganados por Obama.

Charlie Cook desarrolló un sistema, el PVI ("Partisan Voting Index") que indica cuánto más republicano o demócrata es un distrito o un Estado que la media nacional. El artículo de Wikipedia que adjunto permite un análisis en detalle del sistema. A los efectos que nos interesa, destacaré que en la Cámara de Representantes hay 73 congresistas demócratas en distritos de sesgo republicano, y sólo 14 congresistas republicanos en distritos de sesgo demócrata. Eso, en un contexto de crisis económica y con un presidente demócrata en la Casa Blanca, es la mejor garantía para una masacre este martes.

3) En tercer lugar, los norteamericanos no votan en igual medida en las elecciones de la Cámara de Representantes todos los años: votan mucho más en años en los que éstas coinciden con las presidenciales. Véanse los datos de los últimos años (la "p" quiere decir que hubo presidenciales en ese año):

2008 (p): 123 millones
2006: 81 millones
2004 (p): 113 millones
2002: 75 millones
2000 (p): 99 millones

Esto podría parecer un dato irrelevante si el electorado se comportara "armónicamente" (es decir, si los votantes por edad o por raza votaran en idénticas proporciones independientemente de que hubiera presidenciales o no). Pero está más que estudiado que eso no ocurre así. El electorado de las "mid-terms" es mucho más blanco y de más edad que el electorado de un año de presidenciales.

Eso, por supuesto, favorece ampliamente las perspectivas de los republicanos, cuyos grupos de votantes más fuertes son precisamente los blancos mayores de 65 años, y daña enormemente las expectativas demócratas, que precisan de un número sustancial de negros, hispanos y jóvenes que simplemente no suelen votar en las mid-terms.

4) Por si ello fuera poco, los demócratas tienen un número muy elevado de congresistas elegidos en las dos últimas elecciones (31 en 2006, 26 en 2008, algunos en distritos muy conservadores). También está estudiado que cuantos más años pasa un congresista en su distrito, mejor atrincherado está. Los demócratas, sin embargo, tienen un gran número de congresistas "tiernos" ("freshmen", los llaman en Estados Unidos), lo que añade un plus de vulnerabilidad a su ya de por sí difícil situación.

5) A esto hay que añadir, por último, que el partido del Presidente casi siempre pierde escaños en las elecciones de medio mandato. Véase este gráfico, cortesía del genial Larry Sabato:


Como se puede ver, desde el final de la Segunda Guerra Mundial ha habido 16 elecciones de medio mandato. Pues bien, el partido en el Gobierno ha perdido escaños en la Cámara de Representantes en 14 de las 16 (curiosamente las dos excepciones son recientes: 1998, cuando los votantes reaccionaron contra las maniobras republicanas para echar a Clinton del cargo, y 2002, cuando los votantes se arremolinaron en torno al Partido Republicano tras los atentados del 11-S). Pero insisto, lo habitual es que el partido del Presidente pierda escaños. La cuestión es si se trata de una pérdida relativamente menor (Kennedy 1962, Nixon 1970, Reagan 1986, Bush 1990, p.ej), mediana (Truman 1950, Reagan 1982 o Bush 2006, p.ej) o de un tsunami (Truman 1946, Eisenhower 1958, Johnson 1966, Ford 1974 o Clinton 1994, p.ej.).

6) Pues bien, todas las encuestas indican que los demócratas se dirigen a un desastre electoral en la Cámara de Representantes similar, como mínimo, al de 1994 o 1946, y según como vaya la noche, potencialmente histórico (habría que remontarse a las elecciones de medio mandato de 1922 para encontrar un resultado peor: los republicanos perdieron 77 escaños en esa ocasión).

7) No voy a efectuar un análisis congresista a congresista porque no quiero torturar a mis pacientes lectores. Para quien tenga tiempo y ganas, me remito a este excelente artículo de Nate Silver, al que el New York Times, en una decisión verdaderamente astuta, ha fichado.

Sólo daré unas pocas pinceladas:

- Silver predice unas pérdidas de 53-54 congresistas para los demócratas (es decir, en niveles similares a los de 1994 o incluso algo peores)

Los restantes pronosticadores predicen pérdidas similares: Charlie Cook predice entre 48 y 60 escaños perdidos para los demócratas, Larry Sabato predice unos 55 escaños, Stuart Rothenberg predice entre 55 y 65 escaños.

- Dichas pérdidas se concentrarán en los 49 escaños ocupados por los "McCain Democrats", es decir, por demócratas que representan a distritos que votaron por McCain en 2008, y se extenderán a distritos "marginales" (es decir, distritos en los que Obama batió a McCain por poco en 2008), especialmente a aquellos en los que el congresista fue elegido en 2006 o 2008.

- La crisis económica, por supuesto, es el factor decisivo. Como admitió Robert Gibbs, el portavoz de la Casa Blanca hace unos días, "no es posible comunicar bien con un 9,5% de desempleo".

La gravedad y duración de la crisis provocará, salvo gran error de las encuestas, que no sólo congresistas demócratas novatos, sino también algunos establecidos, caigan este martes. El primero que me viene a la cabeza es John Spratt, demócrata de Carolina del Sur, que lleva representando a su distrito desde 1982, que sobrevivió al tsunami de 1994 y que no sobrevivirá, salvo milagro, a éste, porque su distrito es muy republicano y no le perdonará haber votado a favor de la reforma del seguro sanitario.

- Este punto nos conduce a nuestra última reflexión. Los demócratas de distritos conservadores que votaron a favor de la reforma del seguro sanitario lo pagarán caro, al igual que ocurrió con los demócratas que votaron a favor del presupuesto de Bill Clinton en 1993 y de la "Brady Bill" (la ley que limitaba la adquisición de armas). Véase cómo, en el gráfico que se acompaña, los demócratas que votaron por una o por ambas y que representaban a distritos que votaron por Bush padre en 1992 fueron masacrados en las urnas en 1994. Algo parecido ocurrirá el martes:

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sábado, 30 de octubre de 2010

Las primarias de 2010 y el exterminio de los republicanos moderados

A unos pocos días de las elecciones de medio mandato de 2010, vamos a publicar un artículo por día resumiendo las características más importantes del presente ciclo electoral.

El próximo martes se renuevan los 435 escaños de la Cámara de Representantes, 37 de los 100 escaños del Senado (normalmente habrían sido 34, pero hay elecciones especiales en Virginia Occidental, Nueva York y Delaware), y 37 de las 50 gobernadurías (normalmente habrían sido 36, pero hay elecciones especiales en Utah). Además, se renuevan la mayoría de los parlamentos estatales, lo cual tendrá consecuencias muy relevantes para el proceso de diseño de los distritos electorales de la Cámara de Representantes nacional (re-districting) que se producirá el año que viene.

Mañana empezaremos a analizar las perspectivas electorales en todos esos comicios (resumiendo: muy negras para los demócratas y muy buenas para los republicanos). Hoy vamos a comentar el proceso de primarias que se ha ido desarrollando entre marzo y octubre, y la que quizá ha sido su característica más interesante: el ascenso del Tea Party y su caza y captura de los escasos republicanos moderados que quedan en su caucus.

El Tea Party es esencialmente un movimiento surgido en los meses inmediatamente posteriores a la jura del cargo por parte de Obama, de mensaje populista, anti-Estado, anti-inmigración, con ribetes racistas (es abrumadoramente blanco y al menos uno de sus candidatos al Congreso por Ohio gusta de vestir indumentaria nazi en sus ratos libres).

El Tea Party, en realidad, no es más que el ala derecha del Partido Republicano, furibunda ante la elección de un presidente demócrata y negro, y contrariada ante lo que consideran la traición por parte de algunos políticos republicanos de los valores fundamentales del partido (conservadurismo social, mínima intervención estatal, etc).

(Aunque si se me permite el sarcasmo: es curioso que todas estas preocupaciones, especialmente las relativas al "socialismo" y a la intervención estatal, no surgieran durante la administración Bush, que es sin lugar a dudas una de las más intervencionistas de la historia, amén de una de las grandes incrementadoras del déficit público: guerra de Afganistán, guerra de Irak, expansión -a golpe de déficit- del Medicare, y finalmente, gran rescate del sector bancario).

El primer esfuerzo del Tea Party (que no es una organización excesivamente coordinada ni liderada, sino simplemente un cauce por el que discurren las tendencias más conservadoras del Partido Republicano) ha sido "purgar" a los republicanos de sus elementos más moderados.

Dicha intención ha sido especialmente visible en el Senado, aunque también en el Congreso se ha liquidado a algún congresista por no ser suficientemente ortodoxo. Los desafíos en las primarias organizados por el Tea Party pueden clasificarse en tres grupos:

a) Comprensibles: en esta categoría figura, por ejemplo, el hecho de que Bob Bennett, el Senador de Utah, perdiera su escaño esta primavera. No es ilógico que Bennett, el undécimo Senador más liberal de su partido en el Estado más conservador de Estados Unidos, fuera un objetivo evidente del ala derecha de su partido, que simplemente exige que Utah envíe Senadores firmemente conservadores.

También es comprensible, por ejemplo, que Bob Inglis, el congresista republicano del 4º distrito de Carolina del Sur, perdiera su escaño en las primarias de este año. Inglis, un conservador con ribetes moderados, estaba bastante más a la izquierda que sus votantes en uno de los distritos más conservadores del país.

b) Arriesgados: el Tea Party ha corrido riesgos más importantes en otros Estados. En Alaska, por ejemplo, un candidato amparado por Sarah Palin consiguió derrotar a Lisa Murkowski, la Senadora republicana desde 2002. La idea, en teoría, era similar a la de Bennett en Utah (Murkowski es la cuarta Senadora republicana más liberal en el séptimo Estado más conservador de Estados Unidos), pero la ejecución ha sido lamentable, al escoger a un candidato evidentemente inadecuado para tal fin, hasta el punto de que Murkowski, que decidió seguir como candidata "write-in" -es decir, no aparece en la papeleta y para votar por ella habrá que escribir su nombre en la misma- es probablemente favorita para ser reelegida, con el inconveniente que tendrá eso para los republicanos, porque Murkowski probablemente todavía girará más hacia el centro que hasta ahora -hay que pensar que si es reelegida, lo será con los votos de moderados e independientes, no de los republicanos conservadores.

También ha sido una maniobra arriesgada, aunque probablemente acabe saliéndole bien al Tea Party, designar a una chiflada para enfrentarse con Harry Reid, el líder de la mayoría demócrata en el Senado. Pero Reid es tan impopular que posiblemente cualquier republicano le hubiera ganado este año.

También fue arriesgado empujar a Arlen Specter al Partido Demócrata a principios de 2009 para sustituirlo por un candidato tan sumamente conservador como Pat Toomey, pero dado que Pennsylvania tuvo como Senador durante doce años a un republicano similar (Rick Santorum) en el cargo de Senador, no era inconcebible suponer que en un buen año como éste que se presenta para los republicanos, Toomey podía ganar (y de hecho, como veremos, ganará).

Y también fue una apuesta arriesgada hacer lo mismo con Charlie Crist, gobernador republicano moderado de Florida que quería ser Senador, pero al que el Tea Party bloqueó al impulsar la candidatura de Marco Rubio, una de las pocas estrellas hispanas republicanas.

Por último, una mención especial para Rand Paul, hijo del filo-libertario Ron Paul, y que conseguirá ser elegido al Senado por Kentucky este año. Veremos hasta qué punto sus ideas aislacionistas y paleoconservadoras encajan con un caucus republicano que no es precisamente aislacionista, sino más bien neocon.

c) Insensatos: el Tea Party, en cambio, en su afán por incluir candidatos conservadores 100% en todas las circunscripciones que pudiera, cometió el error fatal de apoyar a Christine O' Donnell, un auténtico chiste andante, en Delaware, frente a Mike Castle, exgobernador y excongresista durante muchísimos años, y prácticamente el único republicano que podía ganar en el Estado. Si en la noche electoral del martes, como es perfectamente posible, los republicanos ganan 9 escaños y se quedan a uno solo de controlar el Senado por culpa de esta estúpida decisión, el Tea Party tendrá mucho que explicar (lo mismo que Sarah Palin en su decisión de apoyar a Joe Miller en Alaska).

En todo caso, estos errores estratégicos sólo podrán empañar mínimamente la que, de todos modos, parece que será la mejor noche electoral para el Partido Republicano desde 1994.

P.D- Una nota para el Tea Party: algunos demócratas en distritos o Estados más bien demócratas serán derrotados este martes, así que, pese a todos sus esfuerzos, habrá republicanos moderados en el nuevo Congreso (por ejemplo, Mark Kirk, de Illinois, y quizá Kelly Ayotte, de New Hampshire, son los primeros que me vienen a la cabeza).

lunes, 27 de septiembre de 2010

Socialdemocracia y pobreza: del dicho al hecho

Escribe Pedro Soriano un interesante post sobre el índice de pobreza en EEUU, su evolución en las últimas décadas y la relación con los diferentes presidentes norteamericanos. Aunque su tesis es muy repetida en los medios (las políticas socialdemócratas de más gasto público ayudan a los pobres más que las políticas neoliberales), su argumentación es bastante más inteligente que la media y está apoyada en números, y no únicamente en intuiciones.

Sin embargo, Pedro Soriano cae en algunos errores que, en mi opinión, invalidan su tesis. Los expondré brevemente ahora e intentaré desarrollarlos más en posteriores comentarios.

1. Los republicanos son liberales** y los demócratas intervencionistas: Éste es el principal agujero en la argumentación de la mayoría de los análisis políticos. Ni los republicanos del último medio siglo se han caracterizado por ser liberales ni todos los demócratas en la Presidencia han sido furibundos intervencionistas.

Muchas veces, cuando juzgamos a un presidente lo hacemos más en base a sus palabras que a sus hechos. Así, numerosos liberales detestan al demócrata Clinton y defienden al republicano George W. Bush basándose más en sus declaraciones que en sus leyes. Pero del dicho al hecho siempre ha habido un buen trecho y los presidentes norteamericanos no lo han recorrido demasiado.

Así, ningún político republicano de los últimos cincuenta años ha llevado a cabo una política consistentemente liberal (de reducción del tamaño del Estado). Sólo Reagan se aproximó, pero en general gasto más pólvora en fuegos de artificio que en un paquete de medidas dirigido a sacar al Estado de los bolsillos de sus ciudadanos. Bajar los impuestos es sólo la mitad del trabajo de un liberal. El otro 50% está en reducir el papel del Estado en la economía. Y eso da miedo a todos los políticos. Así, lo que Reagan hizo fue crear una enorme deuda que pagarán los hijos de sus votantes. En cualquier caso, fue un presidente por encima de la media, en economía y política exterior, y por eso le querían sus ciudadanos y le detestaban los progres de medio mundo.

Quizás desde Calvin Coolidge no ha habido un presidente en EEUU que creyera que sus ciudadanos saben mejor que él qué hacer con su dinero (Eisenhower y Reagan quizás lo pensaron y tomaron alguna medida en esa línea, pero sin demasiada convicción). Hayek dedicó su fantástico libro 'Camino de Servidumbre' a "los socialistas de todos los partidos", y eso es algo que podría aplicarse a los políticos americanos de las últimas cuatro décadas sin ningún problema.

Un vistazo al siguiente gráfico nos muestra claramente como el gasto público se ha mantendio por encima del 30-35% de forma consistente en los últimos cincuenta años. Si Pedro Soriano quiere alabar los resultados de las políticas socialdemócratas debe ampliar este término a aquellos que mejor prácticaron sus principios: Nixon, Bush padre, Bush hijo,...


2. Lo que nos dicen las cifras (y no los programas de los partidos): Si miramos con detenimiento el gráfico de intervención del Estado en la economía en el siglo XX, veremos como ésta ha seguido una constante escalada desde un 7-8% a comienzos de la centuria a casi un 50% con la llegada al poder de Barack Obama (éste sí que cumple con lo que dice, desgracidamente).

Quitando los dos picos de las guerras mundiales, los momentos de menos Estado y más mercado han sido las tres primeras décadas del siglo, los quince años que van de 1951 a 1966 y la década de los noventa. Son espacios de tiempo duraderos en los que ha decrecido o se ha mantenido el peso del sector público en el PIB. Y también son los períodos de tiempo de mayor crecimiento económico y menos conflictividad social de la historia moderna del país (incluso, han sido períodos de relativa tranquilidad en el exterior).

El gráfico del gasto del Estado habría que matizarlo, puesto que está muy influenciado por los gastos en defensa (el pico de comienzos de los 50 corresponde a Corea), pero igualmente sirve para ver tendencias generales.

3. Lyndon B. Johnson y la 'Gran Sociedad': Pedro Soriano utiliza su post para hacer una loa de Lyndon B. Johnson y su programa de intervención pública en la economía. Sin embargo, si miramos su propio gráfico con detenimiento veremos cómo no es oro todo lo que reluce en el imaginario intervencionista.

Es cierto que la pobreza (utilizaremos el índice del Censo, con las precauciones citadas en la posdata) cayó en los años sesenta, pero también lo hizo en los cincuenta... y en los veinte, y en los diez, etc. Es más, la política de la Gran Sociedad de Johnson se empezó a implementar a partir de la segunda mitad de los sesenta (ver el gráfico de peso del Gobierno en la economía) y desde entonces el gasto en Welfare State no ha hecho sino aumentar. Sin embargo, la pobreza se mantiene entre el 12 y el 15% del conjunto de la población, algo que debería darnos algunas pistas sobre la inutilidad de la intervención gubernamental: si durante 40 años te gastas el 40% de los ingresos de un país con un objetivo fundamental y no lo alcanzas, quizás en algún momento deberías empezar a preguntarte si algo no va mal.

De hecho, el crecimiento experimentado por EEUU en el comienzo de la década de los 60 es más producto del impulso de la década anterior (con el bache de la pequeña crisis de 1959) que de unas políticas que no se desarrollaron por completo hasta comienzos de los 70, con Nixon en la Casa Blanca.

Johnson, que llegó al poder en 1963, fue un presidente nefasto, tanto en política interior (creo las bases de los programas para pobres eternos que pueblan los barrios marginales estadounidenses desde entonces) como exterior (Vietnam), al que sólo le salva su apoyo al movimiento por los derechos civiles en el sur.

4. Prioridades: Pedro Soriano achaca el mantenimiento del nivel de la pobreza en los últimos 10 años a que "lisa y llanamente, no ha sido una prioridad de las administraciones republicanas". Vuelve a caer en el error clásico del intervencionista irredento que es (y lo digo con el más absoluto cariño): "si el Gobierno no actúa, el problema se mantiene vivo". Nunca piensa que el problema sigue coleando precisamente porque el Gobierno actuó.

Es la misma argumentación que permite que Franklin D. Roosevelt sea considerado uno de los mejores presidentes de la historia, cuando ayudó a mantener durante casi una década la mayor crisis económica que se recuerda. EEUU no volvió a los niveles de 1929 hasta pasada la SGM pero los defensores del FDR dicen que "sin él, todo habría sido aún peor". Al igual que Obama, que suma plan público de un billón de dólares tras plan público de otro billón sin que se le mueva un músculo. Y tras cada fracaso tiene a Krugman detrás diciendo que el problema es que falta "un estímulo aún mayor".

5. El problema 'negro': En la última parte, Pedro Soriano hace referencia al cuadro de pobreza entre los niños por razas. Ya explicamos aquí que fueron precisamente los programas de discriminación positiva los que hicieron hicieron crónico un drama que tendía a desaparecer. En los años 30, por ejemplo, los salarios de negros y blancos en las grandes ciudades del norte eran casi idénticos. Es más, la pobreza descendió entre los negros mucho más de 1920 a 1960 que desde 1970 en adelante.

Cuando se trata este tema se confunden dos cuestiones que no tienen nada que ver. En primer lugar, la política segregacionista (el sistema llamado Jim Crow) era moralmente inaceptable, una mancha en la sociedad que, además, tenía efectos económicos desastrosos para los estados sureños donde se aplicaba (los negros emigraban y enriquecían al norte industrial). En segundo lugar, las leyes de discriminación positiva que dan ventajas económicas a grupos de población. Eliminar aquéllas fue un hito que ayudó a las razas minoritarias; aprobar éstas fue uno de los mayores errores de la democracia estadounidense: sustituyó un racismo por otro.

En el cuadro de Pedro Soriano aparece el índice de pobreza por razas. Destaca el pésimo dato de negros y latinos, pero también la buena cifra de los asiáticos. ¿A nadie le extraña esto? Japoneses, coreanos o chinos llegaron a EEUU en los años 60-70-80 con menos recursos (familia, cercanía a sus hogares,...) que los hispanos y menos conocimientos prácticos (idioma, sobre a sociedad en la que viven,...) que los negros. Casi no han recibido ayudas del Estado (son el grupo que menos peso tiene en las políticas de discriminación positiva) y, sin embargo, hace mucho que sus ingresos dejaron atrás a los de aquellos colectivos. Quizás alguien debería empezar a preguntarse si una cosa y otra no tienen alguna relación.

Posdata 1: Por cierto, la parte de su comentario que más me gusta está en el paréntesis en el que cita a la Heritage Fundation por sus alabanzas al programa de reducción de la pobreza de Clinton auspiciado por los republicanos. Por lo que se puede leer en el link asociado por Pedro Soriano, está reforma está en las antípodas de las clásicas recetas pro-welfare-state. En un raro ejemplo de coherencia, los republicanos impulsaron una medida que limitaba la recepción de ayudas y las asociaba a la búsqueda de un trabajo. Es decir, no se pagaba por ser pobre, sino por estar en una situación de pobreza temporalmente y te podían quitar la ayuda si no aceptabas un empleo. De hecho, los grupos progresistas de EEUU protestaron ruidosamente en el momento de su aprobación. De nuevo, vemos a un presidente supuestamente intervencionista tomando medidas más propias de un halcón neoliberal (medidas efectivas, por cierto).

Podata 2: ¿Qué es la pobreza?:
En general hay dos formas de medir la pobreza y las dos están equivocadas. Pueden servir para algunas comparaciones siempre que tengamos presente de dónde provienen; pero deben matizarse para no caer en el error de pensar que el 15% de los estadounidense son pobres, algo que no es cierto en ningún caso y, además, ayuda a la numerosa retórica antiamericana.

El primer indicador de pobreza (el que más repercusión tiene en los medios) mide los ingresos en términos relativos. Es el que utiliza el INE en España, aunque también es muy habitual en estudios académicos de EEUU. Esté método contabiliza como pobre a todo aquel que gane menos del 60% de la mediana de los ingresos. Si imaginamos un país con 100 ricos que ganen 2 millón de euros y cien más que ganen un millón y otros cien que ganen 300.000 euros: habría un tercio de la población considerada pobre. Evidentemente, éste no es el caso de EEUU o España, dos países en los que, efectivamente, hay personas con muy bajos ingresos, pero sirve para ilustrar la trampa estadística: con este tipo de instrumentos, siempre habrá entre un 15-20% de pobres oficiales y los políticos intervencionistas tendrán la justificación que necesitan para meterse en nuestros bolsillos.

El censo de EEUU mide la pobreza de forma algo diferente. El Gobierno norteamericano utiliza lo que denomina Poverty Treshold (ver pag 63) para determinar si un hogar puede calificarse como pobre. Aunque es una manera mucho más precisa que la que utiliza el INE, encierra un cierto equívoco desde el punto de vista conceptual. Pobre es una palabra fuerte, que el público asocia a una situación de miseria y falta de oportunidades. Cuando uno piensa en un pobre se imagina al tipo que está pidiendo en la puerta de la iglesia. Un matrimonio con un hijo y unos ingresos de 17.268 dólares puede tener muchísimas dificultades para llegar a fin de mes, pero no es pobre en el sentido clásico del término. Además, el censo sólo mide los ingresos, no las posesiones: es decir, un jubilado con una pensión de jubilación baja pero numerosas propiedades puede ser considerado pobre, aunque no lo sea en absoluto y tenga todas sus necesidades cubiertas (y lo mismo ocurre con estudiantes, habitantes de zonas rurales, etc...)

** Precisión terminológica: cuando utilizo el término liberal lo hago en el sentido europeo y clásico del término. Desgraciadamente, en este campo las traducciones y la evolución del lenguaje no nos ayudan. En cualquier película estadounidense se traduce 'liberalism" por 'liberalismo', pero los seguidores de este blog saben perfectamente que no es lo mismo. Los sustitutos para evitar la confusión a uno (libertario, conservador, etc...) y otro lado (progresista,...) no me parecen plenamente satisfactorios. Definitivamente me parece un problema irresoluble.

domingo, 19 de septiembre de 2010

En defensa de la ¿socialdemocracia? norteamericana

Ezra Klein publica un interesante artículo sobre los resultados del Censo 2009 publicados esta semana, cuya lectura es notablemente deprimente: el ratio de pobreza norteamericano está ahora en el 14,3% de la población, lo que para la que se supone es la economía número uno del mundo, es una cifra que da qué pensar.

Klein comenta asimismo este interesante gráfico, que muestra la evolución del ratio de pobreza en términos absolutos y relativos en Estados Unidos entre 1959 y 2009. Dado que creo que una de las funciones básicas del Gobierno es reducir las desigualdades sociales (entre otras cosas, como remedio contra la conflictividad social) y especialmente reducir el número de pobres a través de una política impositiva moderadamente redistributiva, así como de medidas de choque en materia educativa y de empleo público, este gráfico me dice algunas cosas sobre el éxito de los presidentes americanos en los últimos cincuenta años a ese respecto.

Ya he dicho en alguna ocasión que de no ser por Vietnam, Lyndon Johnson habría pasado a la historia como uno de los más grandes presidentes norteamericanos: sus esfuerzos simultáneos por mejorar el nivel de vida de los pobres -y especialmente de los negros- y por dotar de dignidad a la vejez de los norteamericanos (esfuerzos ejemplificados en el Medicare y el Medicaid, programas de los que el padre y máximo impulsor) se vieron ampliamente justificados, según lo muestra el gráfico: en 1960 había 40 millones de pobres en Estados Unidos (el 22% de la población). En 1969, 25 millones (el 12%). En su guerra contra la pobreza (Johnson la calificó expresamente así), Johnson iba ganando la batalla (y Reagan faltó gravemente a la verdad cuando declaró años después que "la pobreza ganó").

(Incidentalmente, en 2007 Ezra Klein lanzó un duro ataque contra Reagan en relación con este tema. Yo creo que es difícil comparar a ambos, porque Reagan y Johnson son esencialmente dos políticos antitéticos: Johnson fue un fracaso en política exterior, y quizá el presidente más grande de la historia en política interior. Reagan fue uno de los presidentes más espectaculares en política exterior, y muy mediocre en política interior. Sus prioridades eran completamente opuestas, y sus resultados también lo fueron).

Los 70, en cambio, vieron un estancamiento claro en las cifras de pobreza, que siguieron en torno a ese 12% y 25 millones en las que las había dejado Johnson. Pero las cosas empeoraron claramente durante los últimos años de Carter y los primeros de Reagan. Para 1983, la pobreza había escalado hasta el 15% y los 35 millones de personas. La boyante economía del segundo mandato de Reagan permitió disminuir algo esas cifras, pero dado que las administraciones republicanas desde 1980 no han tenido excesivo interés por estos temas, no se aprovechó la coyuntura económica para encabezar un nuevo esfuerzo contra la pobreza.

Al contrario: los años del primer presidente Bush vieron una escalada del número de pobres hasta casi 40 millones (de nuevo un 15% de la población), cosa que posiblemente tuvo algo que ver con el hecho de que fuera uno de los pocos presidentes que no pudieron obtener la reelección.

Bill Clinton también se ve moderadamente vindicado en este gráfico: consiguió rebajar la pobreza del 15% a menos del 12%, y reducir el número de pobres desde casi 40 a 31 millones. Pese a ello, nunca se han vuelto a alcanzar los niveles de 1969.

(Abro otro paréntesis: la Heritage Foundation, que no es precisamente un nido de demócratas, alaba la reforma auspiciada por los republicanos y Clinton en 1996, que redujo la pobreza de los negros menores de edad del 42 al 30%)

George W. Bush, por su parte, y como bien señala Klein, no consiguió que la evolución positiva de la economía se trasladara en una reducción significativa de la pobreza. Al contrario, incluso durante los "años buenos" económicos de Bush, la pobreza pasó del 11,7% al 12,5%. Lo cierto es que la lucha contra la pobreza, lisa y llanamente, no ha sido una prioridad de las administraciones republicanas en los últimos años.

Por supuesto, la crisis económica ha disparado las cifras absolutas (curiosamente, las relativas, siendo malas, todavía no están a los niveles de 1993) y ahora hay 43,6 millones de pobres en Estados Unidos. Obama tiene un desafío de primera magnitud en sus manos.

Para quien tenga más curiosidad por estas cosas, éstas eran las cifras de los menores de edad que vivían en condiciones de pobreza en 2008 (esto es, antes de la Gran Recesión):

Children Under 18 Living in Poverty, 2008

Category
Number (in thousands)
Percent
All children under 18
15, 451
20.7
White only, non-Hispanic
4, 850
11.9
Black
4,480
35.4
Hispanic
5,610
33.1
Asian
531
13.3

Obsérvese la gran diferencia en términos relativos entre menores blancos y asiáticos, por una parte, y negros e hispanos, por otra.

miércoles, 30 de junio de 2010

Los mejores y los peores presidentes norteamericanos

Diversas instituciones publican de manera periódica encuestas efectuadas entre académicos para determinar el "ranking" de los mejores y peores presidentes de la historia de Estados Unidos.

La más reciente la ha publicado el Siena Research Institute, midiendo una serie de atributos de los presidentes (desde su formación hasta la "suerte" que tuvieron) que se someten a la valoración de los académicos.

Los resultados no son especialmente sorprendentes: los primeros cinco presidentes son:

- Franklin Delano Roosevelt (que sacó al país de la Gran Depresión y dirigió la victoria en la Segunda Guerra Mundial)
- Theodore Roosevelt (que se enfrentó a los grandes trust y creó la red de parques nacionales)
- Abraham Lincoln (que dirigió al país durante la Guerra de Secesión, salvó la Unión y liberó los esclavos)
- George Washington (el primer presidente, y el general que dirigió la Guerra de la Independencia)
- Thomas Jefferson (el tercer presidente, que en su juventud redactó la Declaración de Independencia).

Los cinco últimos son (empezando por el último):

- Andrew Johnson, que con su política tolerante hacia los sureños tras la Guerra Civil permitió la instauración de la segregación racial.
- James Buchanan, que con su pasividad propició la secesión sureña.
- Warren G. Harding, que nombró a una infinidad de cargos corruptos durante su breve mandato (1921-1923).
- Franklin Pierce, el predecesor de Buchanan, que con sus actos también ayudó a la futura Guerra Civil.
- George W. Bush, que desequilibró la economía norteamericana, embarcó a su país en dos guerras, una de las cuales cuanto menos de forma moralmente cuestionable, y acabó presidiendo sobre la crisis más seria desde la Gran Depresión.

Bush ya ha dicho en alguna ocasión que confía en que su valoración mejore como tambíen lo hizo la de Harry Truman, que hoy en día suele ser mencionado como uno de los diez mejores presidentes. Es evidente que la valoración de George W. Bush puede cambiar con los años, pero también parece evidente que no lo hará de forma muy acusada, y que probablemente siempre se hallará en la mitad baja de la tabla. Las virtudes de Truman (en materia de lucha anticomunista, de inicio de la lucha contra la segregación racial, etc), que quizá no fueron apreciadas en su tiempo, ahora suelen ser objeto de elogio entre los historiadores. Resulta difícil, aunque carecemos de perspectiva histórica, ver cómo se puede articular una rehabilitación política de George W. Bush de semejante calibre.

Por lo que pueda valer, Obama está valorado en el puesto 18º (o sea, en la mitad superior de la tabla), pero realmente es muy pronto para llegar a una conclusión definitiva sobre su presidencia, que apenas lleva año y medio.

Para quien tenga interés en estas cosas, aquí puede hallar un resumen de diversas encuestas realizadas en torno a este tema desde 1948. Como se puede ver, hay bastante uniformidad en ellas: Lincoln, Washington, Jefferson, los dos Roosevelts, Truman o Eisenhower reciben de manera reiterada buenos resultados.

Entre las curiosidades: un cierto declive a lo largo de los años en la valoración de los primeros presidentes demócratas, como Andrew Jackson o Martin Buren, una ligera revalorización de la presidencia de Ulysses S. Grant (aunque la misma sigue siendo inferior a la media), un ligero retroceso en la valoración de la presidencia de Woodrow Wilson (totalmente justificada en mi opinión: su racismo y su doctrina de redistribución étnica de las fronteras han causado grandes daños a lo largo del siglo XX).

Una vez que nos adentramos en las presidencias más recientes, hay más ruido y confusión, y probablemente no podremos obtener una opinión asentada hasta que los historiadores que no conocieron personalmente a los presidentes sean los que respondan a las encuestas.

¿Quién fue el mejor presidente? Mi opinión personal siempre es la misma: Lincoln, por el enorme desafío que supuso la Guerra de Secesión, las dificultades que halló en mantener unido a su propio cabinete y al Norte durante la guerra, su integridad y decencia personal, y por supuesto, la emancipación, una de las grandes gestas de la historia de la humanidad. Es interesante, por ejemplo, que la encuesta de Siena, en su penúltima columna, le pide a los historiadores que digan cuál es su "present overall view" (o sea su opinión global a día de hoy). Pese a que la media de todos los demás parámetros deja a Lincoln en la tercera posición, los historiadores, al preguntárseles directamente, le otorgan el primer lugar a Lincoln. Es sintomático.

domingo, 30 de mayo de 2010

¿Para qué sirven los avances científicos? Pues por ejemplo para esto:

Llevamos unas semanas sin escribir (no por nada en particular; mucho trabajo fuera y poco tiempo en casa), pero hoy, por variar un poco, y cortesía de Andrew Sullivan, mostramos este vídeo sobre un bebé de ocho meses sordo que oye por primera vez la voz de su madre gracias a un implante coclear. Verdaderamente hermoso.

jueves, 6 de mayo de 2010

Elecciones en el Reino Unido (II): el sistema electoral y sus consecuencias

Mientras esperamos los resultados definitivos, merece la pena recordar que el sistema electoral británico es llamativamente injusto. Basta para comprobarlo con analizar los resultados de la elección de 2005 para los tres grandes partidos:

- Laboristas: 35,3% de los votos- 356 escaños (55,11% de los escaños)
- Conservadores: 32,3% de los votos- 198 escaños (30,65% de los escaños)
- Liberal-demócratas: 22,1% de los votos- 62 escaños (9,60% de los escaños)

O dicho de otro modo: con poco más de un tercio de los votos, Tony Blair consiguió una aplastante mayoría absoluta en el Parlamento, mientras que los liberales demócratas no obtuvieron ni siquiera la mitad de escaños que les hubiera correspondido con un sistema razonablemente proporcional.

El sistema electoral británico es especialmente escandaloso desde que los liberales empezaron a levantar cabeza en la elección de febrero de 1974. Durante años los liberales primero, y los liberales-demócratas después han exigido sin éxito una reforma del sistema electoral. Si hoy se produce un "hung parliament" (un parlamento en minoría) es posible que consigan lo que pretenden, y eso sería un éxito sorprendente e histórico.

Para comprobar que hasta los temas más aburridos pueden contarse con gracia, os dejo mientras esperamos los resultados con este divertido vídeo que John Cleese (sí, el de los Monty Python) grabó en 1987 en apoyo de lo que entonces era la Alianza Socialdemócrata y Liberal, en defensa de la reforma electoral y del sistema proporcional. Enjoy: