domingo, 19 de julio de 2009

Vida y obra de Manuel de Falla: una crítica literaria

Federico Sopeña escribió hace ya veinte años una biografía de Manuel de Falla cuya principal virtud era que por primera vez se había tenido acceso al Archivo del compositor, incluida toda la correspondencia conservada en el mismo, su biblioteca, con las anotaciones al margen del compositor en muchos de sus libros (la más divertida, la asociación de ideas de Falla al concebir en su mente la figura del Corregidor en "El Sombrero de Tres Picos": al lado de su descripción en la obra de Alarcón Falla anota simplemente: "Romanones").

El libro, efectivamente, se beneficia y mucho del acceso al Archivo Manuel de Falla y sirve para ratificar algunas de las impresiones ya existentes (su profunda religiosidad y su generosidad) y liquidar algunos mitos absurdos (la supuesta sífilis). El anecdotario es rico y diverso, y la figura de Falla está tratada con cariño, sin caer en la hagiografía. El análisis de las obras es bastante detallado, y si uno hace una escucha paralela de las obras de Falla simultánamente a la lectura del libro, el interés por la música del compositor crece considerablemente (en particular, "La vida breve" y la "Fantasía Bética" salen beneficiadas de ese proceso).

Sin embargo, no es posible recomendarlo como una primera opción para adentrarse en el mundo de Falla, por diversos motivos: en primer lugar, la estructura del libro (una serie de mini-ensayos, realmente) no sigue un orden cronológico estricto y da demasiadas cosas por supuestas al lector profano, al que le habría ayudado un relato más ordenado. En segundo lugar, el extraño estilo de Sopeña, con propensión a construir frases sin verbos, que ya es de difícil lectura de por sí, se ve entorpecido por la execrable edición, plagada de errores (¿estaría haciendo la siesta el corrector?).

Es una pena, por cuanto el libro es muy interesante y el retrato de Falla está bien perfilado. Este lector, sin embargo, acabó con dos dudas esenciales, que el libro no responde: ¿cómo es posible que este hombre ascético compusiera obras tan poco ascéticas como "El Amor Brujo", "El Sombrero de Tres Picos" y "La Vida Breve"? Mi impresión personal es que Falla reprimió en su vida personal (al menos durante su juventud) un temperamento mucho más pasional de lo que se sospecha leyendo su biografía, y que explotaba en su música.

La segunda duda es: ¿por qué se embarca Falla en 1926 en la composición de "La Atlántida", una cantata coral monstruosa que nada tiene que ver con su estilo, ni el inicial "nacionalista", ni el "neoclásico" de los años 20 ("El Retablo de Maese Pedro", el "Concierto para clave")? El libro no lo explica, y el amor por su maestro Pedrell y por Cataluña en general no bastan para justificarlo. ¿Qué vio Falla en el texto de Verdaguer?

No quiero exagerar tampoco la nota negativa: el libro merece la pena (como segunda biografía) y estimula la escucha de la música de Manuel de Falla, que a fin de cuentas era el objetivo esencial. Sorprende, en retrospectiva, que en realidad la obra de Falla es escasa, y su fama se cimenta esencialmente en menos de diez obras:

- En primera fila: "El Amor Brujo", "El Sombrero de Tres Picos" y las "Noches en los jardines de España"
- En segunda fila: "La vida breve", la "Fantasía Bética" y las "Siete Canciones Populares Españolas"
- Y más para los expertos que para el gran público, "El Retablo de Maese Pedro", el "Concierto para clave" y quizá "Psyché" (no digamos la pobre "Atlántida")

Hay alguna cosa más, pero no es parte del repertorio estable ni mucho menos. Sin embargo, es cierto que la calidad de las obras anteriores es elevadísima, y haríamos bien en intentar escuchar las obras de Falla (especialmente las más "sobadas") con oídos nuevos, porque se trata de auténticas obras maestras sin parangón alguno en la historia musical de España.

domingo, 5 de julio de 2009

La semana en Washington: 60 Senadores demócratas, el Tribunal Supremo se va de vacaciones, y Sarah Palin hace cosas muy raras

1) Las dos grandes noticias de la semana han sido la Sentencia del Tribunal Supremo de Minnesota, que por unanimidad (5-0) desestimó el recurso final de Norm Coleman y dio la victoria al demócrata Al Franken en las elecciones al Senado de Minnesota del año pasado. Coleman, tras la Sentencia, admitió finalmente su derrota (en un discurso con mucha clase, todo hay que decirlo) y Franken ha jurado el cargo esta semana.

Y nunca demasiado pronto: el Senado se enfrenta a una serie de votos dramáticos en las próximas semanas: la legislación contra el cambio climático procedente del Congreso (que tiene serias posibilidades de no sobrepasar la minoría de bloqueo), la votación de Sonia Sotomayor como miembro del Tribunal Supremo (que no debería plantear grandes problemas) y especialmente la reforma sanitaria, cuyo éxito o fracaso simplemente determinará, en opinión de muchos, el éxito o fracaso de la presidencia de Obama.

Obama, sin embargo, se ha reservado una carta en la reforma sanitaria: la posibilidad de emplear un método llamado "reconciliación" que permite puentear el filibusterismo y sacar la reforma con 50 votos + el de Joe Biden. Es una maniobra difícil y con auténticos costes políticos, pero está sobre la mesa. De todos modos, no me parece a mí que la Administración Obama, que está mostrando ser especialmente cuidadosa con los riesgos que asume, se atreva a hacer una cosa que provocaría una sublevación en las filas republicanas (y entre algunos demócratas conservadores).

Así pues, la importancia de los 60 votos demócratas en el Senado es muy relativa: Al Franken mueve en 1/100 el Senado a la izquierda, pero el control real sobre el mismo sigue recayendo en las dos últimas republicanas moderadas (Collins y Snowe, de Maine) y los demócratas más conservadores (Nelson, de Nebraska, Landrieu, de Louisiana, los dos senadores demócratas de Dakota del Norte, los dos de Arkansas, Johnson, de Dakota del Sur, etc). Recordemos que hay 13 Senadores demócratas en Estados ganados por McCain el año pasado. Sin ellos, los demócratas sólo tienen 47 escaños, insuficientes para ganar una votación ni siquiera por mayoría de 51 (no digamos ya para quebrar un bloqueo de 41 Senadores opuestos).

2) El Tribunal Supremo, por su parte, se fue de vacaciones la semana pasada, reservándose, como de costumbre, las Sentencias más dramáticas para el final. Concretamente, por un ajustadísimo voto de 5 a 4, el Supremo dictaminó que el cuerpo de bomberos de New Haven, Connecticut, no tenía derecho a anular los resultados de un examen porque ningún negro o hispano había aprobado el mismo. La Sentencia supone un ataque directo contra la línea de flotación de los programas de discriminación positiva (necesarios en New Haven, donde un 60% de la población es negra y sin embargo sólo 1 de los 13 jefes del Cuerpo de Bomberos es negro, y negros e hispanos son claramente minoritarios en el Cuerpo).

La Sentencia del Tribunal Supremo prueba una vez más dos cosas:

- Que la ley en Estados Unidos, como dicen muchos guasones "es lo que diga Anthony Kennedy", el conservador moderado nombrado por Reagan en 1988 y que a día de hoy es el Juez decisivo del Tribunal. Es el quinto voto en la inmensa mayoría de los casos que se deciden por 5 a 4, y este año se ha decantado dos terceras partes de las veces por la posición "conservadora" y una tercera parte por la posición "liberal", lo cual dice bastante de Kennedy ideológicamente.

- Que Barack Obama no podrá mover el Tribunal Supremo a su izquierda durante su mandato. Ninguno de los jueces conservadores se va a retirar entre ahora y 2012 (o 2016). Scalia y Kennedy tienen apenas 73 años, y aguantarán sin duda mientras se lo permita su salud. A lo máximo a lo que puede aspirar Obama es a rejuvenecer a los liberales. Souter será sustituido por Sotomayor, Stevens se retirará probablemente en 2011, y Ginsburg en 2013 o 2015. Y esos serán los tres nombramientos que hará Obama, salvo enfermedad o muerte prematura de alguno de los restantes magistrados, durante su mandato.

Tom Goldstein, socio de uno de los despachos más importantes de Estados Unidos, y uno de los abogados más habituales en el Tribunal Supremo, publicó hace pocos días un excelente artículo en el "Supreme Court Blog" cuya lectura recomiendo encarecidamente y que trata con mucho mayor detenimiento los puntos que yo he suscitado brevemente:


De especial interés es la apreciación de Goldstein de que el Presidente del Tribunal Supremo, Roberts, está intentando, lenta pero tenazmente, destruir los precedentes liberales del pasado, especialmente los de la era en que Earl Warren fue presidente del Tribunal (1953 a 1969). Del hecho de que Roberts consiga sumar a Kennedy a ese viaje o no dependerá el futuro de muchos de los derechos y libertades reconocidos durante la era Warren (especialmente de las minorías) en Estados Unidos.

3) Por último, ya en el apartado más folclórico, no podemos dejar de mencionar el hecho de que Sarah Palin, gobernadora de Alaska y excandidata a la vicepresidencia junto con John McCain, anunció el 3 de julio que dimitiría a finales de este mes de su cargo. La increíble noticia pone fin, a mi entender, a cualquier aspiración política seria que Palin pudiera haber querido tener en el futuro, por cuanto dos años y medio de experiencia como gobernadora (muy controvertida) de Alaska no suponen un bagaje suficiente para aspirar a metas mayores. Especialmente grave es el hecho de que haya abandonado su puesto a medio mandato, sin justificación alguna. Sólo hay tres explicaciones plausibles:

- Que Palin estuviera harta de la prensa y de la presión mediática y haya decidido irse a su casa y abandonar la política para siempre (cosa que sería perfectamente legítima y sería la única excusa aceptable desde mi punto de vista).

- Que Palin se considere un cisne que no tiene por qué rebajarse a pelearse con la política provincial de Alaska (donde demócratas y republicanos la odian por igual) cuando ha catado las mieles de la gloria de la política nacional (en ese sentido, me temo que la candidatura a vicepresidenta tuvo para ella el efecto que no tuvo para Jesús el que el diablo le mostrara todos los reinos de la Tierra). De este modo, Palin se presentaría a presidenta en 2012, aunque el hecho de que haya salido corriendo de Alaska es una muestra evidente de que no tiene el cuajo necesario para ser presidenta. Por lo demás, nunca se ha elegido a un Presidente que abandonara sin justificación alguna su cargo para irse a su casa (Kennedy u Obama dejaron el Senado a medio mandato, pero siguieron siendo Senadores hasta poco antes de ser designados Presidente).

- Que Palin no tenga intención seria de seguir en política, pero sabedora de que es la líder más popular en el Partido Republicano, quiera amortizarlo y hacerse de oro dando discursos, escribiendo libros (o sus negros, más bien), e incluso teniendo su propio programa en la Fox como Mike Huckabee (que, por cierto, ya advirtió el otro día que si Palin se atreve a presentarse contra él en 2012, le echará en cara haber dejado a los votantes de Alaska en la estacada).
El futuro nos dirá cuál de las tres opciones anteriores es la correcta.