Decíamos en nuestra última entrada que Romney era el mejor candidato posible de los republicanos en este ciclo electoral (básicamente porque la inmensa mayoría de sus oponentes eran originalmente o demostraron ser durante las primarias unos payasos), pero que pese a ello perdió, y que eso ocurrió porque la marca republicana está dañada desde la presidencia de George W. Bush (y por eso gente muy vinculada a éste, como su hermano Jeb, exgobernador de Florida, o Mitch Daniels, gobernador de Indiana y exjefe de su Oficina de Presupuestos, declinaron participar en este ciclo electoral).
En ningún lugar se apreció con mayor claridad el daño sufrido por la marca republicana que en las elecciones al Senado. El horizonte parecía inmensamente favorable a los republicanos. De 33 escaños en disputa, 23 eran demócratas y sólo 10 republicanos.
Si analizamos los Estados en los que se celebraron elecciones, hay que matizar ligeramente ese primer dato:
- De los 23 escaños demócratas, 5 estaban localizados en Estados que Obama había perdido en 2008 (se trataba, pues, de escaños en territorio profundamente republicano), y además, dos de esos cinco eran lo que se llama "escaños abiertos" (es decir, el demócrata saliente se había retirado y no optaba por la reelección). Además, había otros tres escaños en Estados ganados por Bush en 2004, en tres Estados característicamente disputados (Ohio, Florida y Virginia), uno de ellos también "escaño abierto". Por último, en varios Estados tradicionalmente demócratas los republicanos habían conseguido buenos candidatos moderados: excongresistas (Nuevo México) exgobernadores (Hawaii, Wisconsin) o multimillonarios con dinero para gastarlo en su propia campaña (Connecticut, Pennsylvania).
En el mapa marco en rojo los escaños que no se presumían competitivos, en azul los escaños en los que los republicanos deberían haber ganado en circunstancias normales, y en verde los escaños en territorios disputados o en los que había candidatos moderados, y que los republicanos podrían haber ganado:
En suma, los republicanos tenían un escenario en el que teóricamente podían ganar entre 5 y 13 escaños (para ser justos, más cerca de los 5 que de los 13, pero 5 escaños más les daba ya el control de la Cámara si los demócratas no ganaban más que un escaño por su lado).
- De los 10 escaños republicanos, 4 estaban localizados en Estados que McCain había perdido en 2008, y dos de ellos eran escaños "abiertos" (aunque en uno de los casos no se debía a que el Senador republicano se hubiera retirado, sino a que lo habían derrotado en las primarias. Pero para compensar este hecho, dicho escaño se encontraba en Indiana, donde Obama, aunque ganó por la mínima en 2008, fue derrotado con claridad en 2012 por Romney). Además, había un buen candidato demócrata en Arizona, un Estado tradicionalmente republicano (un exSecretario de Estado de Sanidad republicano bajo la Administración Bush que se había pasado a los demócratas).
En el mapa marco en azul los escaños que no se presumían competitivos, en rojo los escaños en territorio demócrata en 2008 (con el matiz ya dicho respecto de Indiana), y en verde los escaños en territorios disputados o en los que había candidatos moderados en los que el candidato demócrata podía ganar.
Los demócratas tenían un escenario, pues, en el que podían obtener teóricamente entre 3 y 5 escaños (más cerca de los 3 que de los 5).
En suma, los demócratas se movían en una horquilla de entre 40 (-13) y 58 (+5), y los republicanos en una horquilla de entre 42 (-5) y 58 (+13).
Dado que el resultado final ha sido 55 demócratas (+2) y 45 republicanos (-2), es evidente que algo ha ido muy mal para los republicanos, que consiguieron un escaño pero perdieron tres.
Partamos de dos premisas:
1) La victoria de Obama ha llevado consigo al desastre a casi todos los candidatos republicanos: en aquellos Estados en los que Obama ganó las elecciones, el candidato republicano perdió, con una sola excepción, Nevada, que luego comentaremos.
Para ser justos, hubo varios candidatos que lo hicieron bastante mejor que Romney en sus Estados (Hawaii, Massachusetts y en menor medida Nuevo México y Connecticut), aunque aún así perdieron, pero también hubo varios candidatos en Estados teóricamente competitivos que lo hicieron bastante peor que Romney (Florida y Ohio, por ejemplo, que eran dos premios gordos).
2) A la inversa, la victoria de Romney no tuvo el mismo efecto de arrastre: los candidatos republicanos a escaños demócratas en el Senado en Estados en los que Romney obtuvo la victoria fueron todos ellos derrotados, también con una sola excepción, Nebraska, que ahora comentaremos.
El mapa final quedó así:
- En rojo oscuro, escaños en Estados demócratas, en los que el candidato demócrata ganó por 5 puntos o más, sin excepción (es decir, que no fueron escaños tremendamente competitivos).
- En azul oscuro, escaños en Estados republicanos en los que el candidato republicano ganó por 5 puntos o más (en Arizona la ventaja fue de 4,8 puntos, pero a los efectos que nos interesan ya nos vale).
- En rosa, escaños que los demócratas le arrebataron a los republicanos (Maine, Massachusetts e Indiana).
- En azul claro, el Estado en que los republicanos obtuvieron un escaño demócrata (Nebraska).
- Y los más interesantes: en verde claro, escaños demócratas en Estados republicanos (en algunos casos MUY republicanos) en los que los demócratas consiguieron mantener el escaño (Montana, Dakota del Norte, Missouri y Virginia Occidental). Y en verde oscuro, el escaño republicano en un Estado demócrata en el que los republicanos también consiguieron mantener el escaño (Nevada):
Repasemos brevemente lo que ocurrió en los Estados que hemos señalado antes:
En cuanto a las victorias demócratas:
1) Maine: Olympia Snowe, una de las últimas republicanas moderadas, se retiró a principios de este año, de manera sorprendente (no es una anciana ni mucho menos, y es muy popular en su Estado), dejando completamente en fuera de juego a su Partido. Fue reemplazada el día de las elecciones por Angus King, exgobernador independiente del Estado que se sentará como independiente también en el Senado, aunque como miembro del caucus demócrata (los demócratas, aunque tenían su propia candidata, no le dieron el más mínimo apoyo e incluso atacaron al candidato republicano para favorecer a King).
2) Massachusetts: Scott Brown era un republicano muy moderado para los estándares actuales del Partido, pero no lo suficiente para la liberal Massachusetts, y más en un año de elecciones presidenciales (Obama ganó el Estado con casi el 61% de los votos). Aunque popular y atractivo, el sesgo demócrata de Massachusetts en unas presidenciales fue tan acusado que Brown no pudo hacerle frente. La ganadora fue Elizabeth Warren, una economista muy liberal de la que los demócratas esperan grandes cosas en los próximos años.
Hasta aquí los Estados que normalmente deberían haber votado, y así lo hicieron, por Senadores demócratas.
3) Indiana: lo anómalo es lo que ocurrió aquí: Dick Lugar era el Senador republicano por Indiana desde 1976, uno de los estadistas norteamericanos más respetados. Como ya tuve ocasión de escribir al analizar el panorama del Senado antes de las elecciones, Lugar era un conservador (no un moderado), pero un conservador de la vieja escuela, es decir, dispuesto a poner a su país por encima de su partido (lo que no quiere decir abdicar de sus creencias; votó contra el Obamacare, por ejemplo).
El Tea Party, sin embargo, no entiende otra política cuando hay un presidente demócrata en el poder que la de la tierra quemada. Buscaron un candidato mucho más conservador que Lugar, le financiaron, y utilizaron las primarias como instrumento para derrocarle. Richard Mourdock, el secretario de Estado de Indiana, fue elegido candidato republicano. Su filosofía política, como ya dije en su día, quedó retratada al ofrecer esta exquisita definición del bipartidismo a las pocas horas de su victoria en las primarias: "I certainly think bipartisanship ought to consist of Democrats coming to the Republican point of view" (es decir, que el bipartidismo significa que a mí me den la razón).
Pese a todo, el sesgo prorepublicano de Indiana es tan acusado (aunque Obama ganó allí en 2008, en esta ocasión no llegó ni al 44% de los votos) que Mourdock, en circunstancias normales, hubiera debido ganar (el candidato demócrata, Joe Donnelly, un congresista saliente, era, siendo justos, lo mejor de lo que disponían los demócratas).
Sin embargo, Mourdock decidió suicidarse políticamente (¡en el debate contra su oponente!, dos semanas antes de las elecciones) al responder
así cuando le preguntaron acerca de su posición en torno al aborto en supuestos de violación:
"I struggled with it myself for a long time, but I came to realize life is that gift from God. And I think even when life begins in that horrible situation of rape, that it is something that God intended to happen."
Las encuestas, que hasta entonces se mostraban muy ajustadas pero con una ligerísima ventaja para Mourdock, dieron un vuelco, y Mourdock acabó perdiendo por más de cinco puntos, con bastantes votantes republicanos eligiendo apoyar al candidato libertario, que obtuvo más del 5% de los votos, un resultado sorprendentemente alto y que solo puede tener esa explicación.
En cuanto a la victoria republicana, fue la única que las encuestas auguraban claramente:
1) Nebraska: Ben Nelson, demócrata conservador, perdió un crédito enorme al votar a favor del Obamacare y decidió retirarse antes de ser derrotado. Los demócratas consiguieron al mejor candidato posible, Bob Kerrey, exgobernador y exsenador por Nebraska, pero hoy en día Nebraska, que no dio a Obama más de un 42% en 2008, es un Estado casi totalmente republicano. Los republicanos, en una primaria a tres bandas, además, escogieron como candidata a una mujer razonablemente moderada (aunque Sarah Palin la apoyó), Deb Fischer, lo que hizo imposible incluso para Kerrey conservar el escaño, que se perdió por más de 16 puntos.
Pero lo anormal fue el hecho de que en 4 Estados en los que Romney ganó con entre casi el 54 y el 62% de los votos, los candidatos demócratas al Senado consiguieron salvarse. ¿Qué ocurrió allí?
1) Virginia Occidental: aunque Romney ganó con el 62% de los votos, quizá ésta fue la derrota republicana más "explicable": con un mal candidato republicano (que había competido ya en seis ocasiones distintas, siendo derrotado en todas ellas) y el mejor candidato demócrata posible (Joe Manchin, exgobernador del Estado, demócrata conservador, amigo de las armas, notablemente popular), no era inusitado que los demócratas ganaran (aunque el margen fue notable: 60% de los votos para Manchin, mientras que Obama no llegó al 37% en el Estado).
2) Dakota del Norte: el sorpresón de la noche. Todos sabíamos que la candidata demócrata, Heidi Heitkamp, era excelente, pero nadie (incluyendo a su seguro servidor) pensaba que fuera a ganar el escaño del Senado la misma noche en que Romney obtenía más del 58% de los votos en
esa misma circunscripción. El candidato republicano, Rick Berg, el congresista del Estado, no era muy bueno, pero resulta casi increíble que obtuviera
30.000 votos menos que Romney. Estas son exactamente las cosas por las que uno ama la democracia americana: que los votantes de Dakota del Norte tengan la sutileza de votar a un candidato republicano a la Presidencia y, para equilibrar, a una Senadora demócrata. Eso es ser un votante sofisticado (y ser una gran candidata).
3) Montana: otra sorpresa notable: Jon Tester, el Senador demócrata, fue elegido por los pelos en 2006 en un año muy bueno para los demócratas. Es un (muy) buen candidato (es granjero y muy moderado) pero Montana es un Estado que en 50 años sólo ha votado demócrata en unas presidenciales en 1992 (porque Ross Perot dividió parte del voto republicano). Por si fuera poco, el candidato republicano, Denny Rehberg, era congresista del Estado desde 1996, y razonablemente popular en el Estado. Tester, pese a todo, consiguió ganar, haciendo algo muy astuto: pagó spots publicitarios a favor del candidato
libertario, con la esperanza de desviar votos republicanos hacia el mismo (Montana es un Estado republicano pero con ciertas simpatías libertarias). Una obra maestra: Tester no llegó siquiera al 48,5% de los votos, pero como el libertario obtuvo un espectacular (para un libertario) 6,54%, dividió el voto de sus adversarios y ganó.
Divide et impera.4)
Missouri: otro escaño fácil que los republicanos echaron a perder al nominar a otro "filósofo de la violación". Romney ganó el Estado con comodidad (casi el 54%), y además la Senadora demócrata, Claire McCaskill, era notablemente impopular. Pero el Tea Party apoyó en las primarias a un congresista muy extremista, Todd Akin (McCaskill llegó a pagar anuncios indicando que era el más conservador de los candidatos republicanos, con la obvia intención de conseguir que fuera su rival). Pues bien, lo consiguió, pero inicialmente todas las encuestas indicaban que Akin iba a ganar. Y entonces, el 20 de agosto, Akin dijo
esto. Una posición tan absolutamente ignorante (en un miembro del Comité de Ciencias de la Cámara de Representantes, nada menos) le descalificó ante los votantes indecisos (Romney tuvo que salir inmediatamente a decir que desaprobaba por completo los comentarios de Akin). Los republicanos intentaron que Akin abandonara la contienda, pero Akin se negó. McCaskill le machacó con anuncios televisivos protagonizados por víctimas de violaciones. El Tea Party, una vez más, resultó ser el mejor amigo del Partido Demócrata.
El único fracaso demócrata de la noche se produjo en Nevada, por los mismos motivos que hemos expresado en los casos anteriores, pero a la inversa: malos candidatos.
1) Nevada: Dean Heller es un congresista que fue elegido Senador por el gobernador de Nevada cuando su predecesor tuvo que dimitir por un escándalo sexual y económico (se acostó con la esposa de su mejor amigo y luego les prometió dinero a ambos para acallarlos). Heller es un buen candidato (se ha moderado mucho desde que lo han nombrado Senador). Tuvo además la buena fortuna de que su rival demócrata, otra congresista, Shelley Berkley, tuviera un escándalo económico entre manos (favoreció a la empresa de su marido mediante la aprobación de distintas leyes).
Obama ganó Nevada con cierta comodidad (algo más del 52% de los votos), pero Heller consiguió ganar sin llegar siquiera al 46% de los votos aprovechándose de una curiosísima peculiaridad de la papeleta de Nevada: ésta permite votar a "Ninguno de estos candidatos" (un voto protesta, en suma). Dicho voto fue del 4,5% en las elecciones al Senado (cuatro puntos más que en las presidenciales) y hay que presumir que muchos de estos votantes eran demócratas asqueados por la corrupción de la candidata demócrata y que votaron por Obama y por "Ninguno de los candidatos" al Senado (algunos también debieron votar por el candidato del partido de extrema derecha, pero sospecho que no hubo muchos demócratas que hicieran eso). Heller batió a Berkley por poco más de un punto. Suficiente para continuar siendo Senador.
Pese a todo, el juicio global que merecen los resultados es de notable fiasco para los republicanos, que partían con fuertes expectativas de mejorar sus resultados y acabar con (o al menos cercenar) la mayoría demócrata. Lejos de conseguirlo, durante al menos los dos próximos años los demócratas contarán con 55 escaños en el Senado, que les serán muy útiles para las próximas batallas que en cuanto a nombramientos (tanto para el Gobierno, donde en las próximas semanas habrá cambios, como para el Poder Judicial) se avecinan, y de las que ya iremos hablando.