Ayer, el Partido Republicano designó oficialmente a Donald Trump candidato a la Presidencia de Estados Unidos en la Convención Nacional que se celebra en Cleveland.
Es sin lugar a dudas la decisión más sorprendente de uno de los dos grandes Partidos desde quizá la nominación republicana en 1940 de Wendell Wilkie, un abogado que no había ejercido cargos políticos previamente.
Podemos debatir (y de hecho lo hemos hecho ya en alguna ocasión en este blog) los motivos inmediatos de la nominación de Trump:
- La división republicana entre 17 candidatos, que permitió a Trump derrotar a una oposición dividida hasta que fue demasiado tarde.
- La permanente publicidad que los medios le han otorgado a Trump, un hombre que garantiza buenas audiencias televisivas. Ya en marzo de 2016 se calculaba que Trump había recibido aproximadamente el equivalente a 2.000 millones de dólares en publicidad a través de las noticias, segmentos de opinión, etc. en los medios de comunicación, mientras que sólo había gastado 10 millones de su propio dinero, muchísimo menos que sus rivales.
- El fracaso de Marco Rubio como candidato del establishment, ejemplificado por su penosa actuación en el debate previo a New Hampshire, que le impidió liquidar a Jeb Bush y a John Kasich, que se hubieran visto forzados a renunciar ya entonces de no haber superado a Rubio, y que en cambio se arrastraron durante semanas (Bush) y meses (Kasich).
- Ligado íntimamente con lo anterior, la decisión estratégica de Jeb Bush de bombardear con más de 100 millones de dólares de publicidad negativa a su discípulo Marco Rubio. Esa decisión acabó con Rubio, pero no fue capaz de impulsar a Bush, un candidato que honestamente parecía hacer campaña como una obligación familiar, pero sin desear realmente ser Presidente.
A esto hay que añadir que, en su fuero interno, los republicanos saben que las dos últimas Presidencias (Bush padre y Bush hijo) fueron un moderado fracaso y una catástrofe, respectivamente. Hay una clara fatiga respecto a los Bush en el partido.
- Por último, el odio cainita que el establishment sentía por el candidato evangélico, Ted Cruz, ejemplificado por la increíble frase de Lindsey Graham, senador de Carolina del Sur:
"If you killed Ted Cruz on the floor of the Senate, and the trial was in the Senate, nobody would convict you,"
O la no menos increíble descripción de Ted Cruz por John Boehner, exportavoz de la Cámara de Representantes: "Lucifer encarnado"
Cruz, que lleva cuatro años en el Senado, es visto por sus compañeros de partido como un demagogo que constantemente intenta obtener publicidad favorable hacia sí mismo, a costa de los objetivos fundamentales republicanos. Así, Cruz ha abogado por el cierre del funcionamiento del gobierno ("government shutdown") y lo que es todavía más grave, la elevación del techo de deuda de Estados Unidos (lo que llevaría a la suspensión de pagos del país), maniobras que siempre han acabado con los republicanos derrotados y escaldados.
El odio llega hasta tal punto que el establishment prefirió que Donald Trump ganara las primarias antes que apoyar a Ted Cruz como último candidato contra él (no es casualidad que John Kasich, el gobernador de Ohio y el candidato más moderado de entre los que quedaban al final de las primarias, se retirara únicamente al día siguiente de que lo hiciera Cruz).
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Dicho esto, todavía más importantes son las causas profundas de la victoria de Trump, que, en síntesis, son las siguientes:
1) La diferencia cada vez más pronunciada entre las élites republicanas y sus votantes de clase media-alta y los votantes de clase media-baja republicanos.
Las élites y sus lobbies (Wall Street, el Club for Growth, la Cámara de Comercio de Estados Unidos, por citar sólo a algunos de los más conspicuos) tienen unas prioridades muy concretas: bajadas de impuestos a las empresas y a los más ricos, política migratoria flexible (regularización de la situación de los inmigrantes ilegales, por ejemplo), reducción de la intervención gubernamental en general, etc. En cambio, cuestiones sociales como el aborto o el matrimonio gay no son casus belli para este sector del Partido (se oponen, pero muy tibiamente, y eso cuando se oponen). Tampoco tienen posiciones especialmente beligerantes contra las minorías raciales (particularmente respecto de los latinos, a los que pretenden atraerse con la reforma migratoria).
En cambio, las bases republicanas, cuando se les pregunta en encuestas, están mucho más a favor de la intervención gubernamental, pero a favor de ellos mismos (y no de las minorías raciales). Están rotundamente en contra de cualquier reforma migratoria. Quieren subidas de impuestos a los ricos. Consideran que el crecimiento económico de los últimos años les ha dejado de lado y quieren que el Estado del bienestar les siga protegiendo (al menos a ellos, aunque no a esos).
2) El racismo: Trump ha obtenido sus mejores resultados (en Primarias competitivas) en los Estados en los que hay un mayor número de minorías raciales (en el Sur de Estados Unidos, en Nueva York o Maryland).
No escurramos el bulto en ese sentido: las dos variables clave para localizar a un votante de Trump eran: el nivel educativo (cuanto más bajo, mayores posibilidades de votar Trump) y el "resentimiento racial" (cuanto más rodeado de minorías raciales, más posibilidades de votar Trump). Los foros de apoyo a Trump en Internet son un cenagal de votantes antinegros, antilatinos y antisemitas (no se puede olvidar que el antisemita más famoso de Estados Unidos, David Duke, exGran Mago del Ku Klux Klan, apoya a Donald Trump).
3) En ese caldo de cultivo entra Donald Trump, con un mensaje rotundamente contrario a los inmigrantes (¡vamos a construir una muralla entre Estados Unidos y México!), a los musulmantes (¡vamos a prohibir su entrada en Estados Unidos!) y heterodoxo en lo económico (desde el punto de vista republicano): no quiere recortar la Seguridad Social, el Medicare o el Medicaid. Y racista: no olvidemos que uno de los grandes impulsores de la campaña para que Obama exhibiera su certificado de nacimiento fue Donald Trump.
Hay motivos históricos más profundos todavía que explican el por qué de la designación de Donald Trump como candidato republicano, incluyendo el Gran Cambio por el cual el Sur pasó de votar demócrata monolíticamente a republicano en su gran mayoría. Pero esta entrada es ya muy larga. Seguiremos con ello en los próximos días.