Tras la celebración de las Convenciones Republicana y Demócrata, respectivamente, las perspectivas para Hillary Clinton y Donald Trump son las siguientes, según, por ejemplo, la media de las encuestas que recoge Pollster.com para el Huffington Post:
1) En primer lugar, cualquier efecto positivo que pudiera haber tenido la Convención Republicana parece haberse disipado por completo para Donald Trump, que en estos momentos parece tener un apoyo que ronda el 40% (recordemos que Mitt Romney, hace cuatro años, obtuvo el 47% de los votos, e incluso John McCain obtuvo un 45,5%).
¿Qué es lo que está llevando a Donald Trump a una expectativa de voto tan baja? Fundamentalmente tres factores:
- El propio comportamiento del candidato, que de manera rutinaria provoca controversias que dinamitan su posición ante los electores indecisos. Quizá la más llamativa de las últimas semanas ha sido la pelea que ha mantenido a través de los medios con la familia de Humayun Khan, un soldado musulmán americano fallecido en Irak cuyos padres aparecieron en la Convención Demócrata y atacaron a Trump por sus planes de impedir la entrada a cualquier musulmán en Estados Unidos. Semejante medida, además de manifiestamente racista, es descaradamente inconstitucional (la Primera Enmienda de la Constitución es manifiestamente clara en ese sentido, y el padre de Humayun, de hecho, blandió una Constitución durante su discurso). Por otra parte, no hay mejor manera de enfrentarse a la opinión pública norteamericana que ofender a la familia de un soldado muerto en acto de servicio.
- Ligado íntimamente a lo anterior, el hecho de que diversos miembros del Partido Republicano están manifestando abiertamente su negativa a votar por Donald Trump e incluso su disposición a votar por Hillary Clinton. Richard Hanna, congresista por Nueva York, ha manifestado que votará por Hillary Clinton (aunque se retira este año, por lo que no tiene nada que temer de sus electores). Adam Kinziger, congresista por Illinois, ha manifestado que no votará por ninguno de los dos. Meg Whitman, que fue la candidata republicana al Senado por California en 2010, ha manifestado que no sólo votará a Hillary, sino que hará campaña por ella.
Por su parte, Trump ha manifestado claramente que no apoya a algunos de los candidatos republicanos a la reelección este año: John McCain, que fue el candidato a la presidencia en 2008 y que se enfrenta a una primaria potencialmente competitiva este 30 de agosto, no ha conseguido que Trump le apoye (de hecho, ya tuvieron un rifirafe monumental al principio de estas presidenciales cuando Trump dijo que McCain no era un héroe por haberse dejado capturar por los norvietnamitas en los años 70).
- La combinación de estos dos factores es muy importante en un sentido concreto, que invoca Jonathan Bernstein en este excelente artículo suyo de hoy mismo: aunque la mayoría de los votantes republicanos votarán acríticamente a su candidato en noviembre, los republicanos más moderados o menos partidistas han de ser persuadidos, y el mecanismo de persuasión más efectivo es el posicionamiento favorable de su senador y/o congresista. Ausente dicho apoyo a Trump, un votante republicano dudoso se cuestionará su voto al magnate inmobiliario (¿por qué tengo que apoyar a Trump si mi gobernador/senador/congresista/figura pública que respeto republicana no le apoya?). Aquí se encuentra el fundamento para una auténtica hemorragia de votos para Donald Trump.
2) Por su parte, Hillary Clinton está ahora en la cúspide del efecto favorable de la Convención Demócrata. Veremos si en los próximos días ese efecto se disipa o, ayudada por los errores no forzados de Donald Trump, se mantiene. Por una parte, el 47% que aproximadamente le dan las encuestas está lejos del 51% que obtuvo Obama hace cuatro años, pero no es menos cierto que el propio Obama, tal día como hoy hace cuatro años, estaba por debajo de esa marca (y Romney estaba cuatro puntos por encima). Clinton aspira a producir en los próximos tres meses un efecto de consolidación similar al que logró Obama en 2012.
Para ello tiene una ventaja y un lastre: la ventaja es el hecho de que Obama es, a día de hoy, un presidente razonablemente popular:
La desventaja es que ella misma es más bien impopular:
Aunque eso no es nada comparado con la impopularidad de Donald Trump:
En cualquier caso, el objetivo de Hillary Clinton en las próximas semanas es consolidar la ventaja que mantiene respecto de Donald Trump, ir captando a los demócratas que apoyan a Obama pero todavía no están persuadidos de apoyarla a ella, a los seguidores más recalcitrantes de Bernie Sanders, que la consideran demasiado centrista, y continuar con la campaña silenciosa que está manteniendo para captar a votantes republicanos moderados aterrorizados por la xenofobia e incompetencia general de Donald Trump. Como se puede ver, el segundo y el tercer objetivo son difícilmente compatibles, así que habrá que ver como consigue Hillary Clinton captar al centro y a la izquierda a la vez.
La desventaja es que ella misma es más bien impopular:
Aunque eso no es nada comparado con la impopularidad de Donald Trump:
En cualquier caso, el objetivo de Hillary Clinton en las próximas semanas es consolidar la ventaja que mantiene respecto de Donald Trump, ir captando a los demócratas que apoyan a Obama pero todavía no están persuadidos de apoyarla a ella, a los seguidores más recalcitrantes de Bernie Sanders, que la consideran demasiado centrista, y continuar con la campaña silenciosa que está manteniendo para captar a votantes republicanos moderados aterrorizados por la xenofobia e incompetencia general de Donald Trump. Como se puede ver, el segundo y el tercer objetivo son difícilmente compatibles, así que habrá que ver como consigue Hillary Clinton captar al centro y a la izquierda a la vez.