Una
vez computados los resultados del voto exterior, tenemos desde hace algunos
días publicados oficialmente los resultados definitivos del 27-S.
Al igual que sucedió en las elecciones de 2015, el porcentaje de participación global ha disminuido finalmente, pasando del 81,95% en la noche electoral, cuando se computaron sólo los votantes que viven en Cataluña (votantes presenciales y por correo) a un 79,09% una vez incluido el voto exterior.
Y ello porque pese a que el porcentaje de participación del voto exterior
aumentó entre cuatro y cinco votos, continúa siendo paupérrimo (entre el 11 y
el 14%, dependiendo de la provincia), gracias a una reforma
legislativa desastrosa votada en el 2011 por la inmensa mayoría
de los partidos políticos, que ha hecho muchísimo más difícil votar a nuestros
residentes en el extranjero.
En
cualquier caso las elecciones de 2017, por tercera vez consecutiva, han sido
con gran diferencia los comicios en los que hubo un mayor número de votantes en
unas autonómicas catalanas: hemos pasado del 67,76% en 2012 –que ya fue un
récord- al 74,95% en 2015 –otro récord- hasta el 79,09% actual.
En
suma, la participación subió 4,14 puntos, lo que sin duda es digno de encomio,
pero que al menos al que suscribe le resulta un tanto decepcionante, a la vista
de las circunstancias excepcionales en las que se desarrollaron estos comicios.
La participación ni siquiera alcanzó su máximo histórico total, que sigue
correspondiendo a las generales de 1982 (en las que se llegó al 80,8% en
Cataluña).
Por
provincias, el índice de participación y el incremento fueron los siguientes:
Barcelona:
79,32% (+ 4,29)
Girona:
79,16% (+ 3,22)
Lleida:
77,11% (+ 3,48)
Tarragona:
78,41 (+ 4,22)
Dentro
de las provincias, por supuesto, existe una gran variación en los índices de
participación.
En Barcelona,
la participación osciló entre el 95,98% de Tavèrnoles y el 74,48% de Sant Adrià
del Besós. De manera interesante, 296 municipios votaron por encima de la
media, y tan solo 16 –tratando a los Residentes Ausentes como si de un
municipio más se tratara- lo hicieron por debajo.
Esto,
por supuesto, indica que algunos de los municipios que menos votaron
–relativamente- fueron de los más poblados: en concreto, Hospitalet y Santa
Coloma de Gramenet (tercero y octavo, respectivamente, municipios por población
de Cataluña) votaron por debajo de la media de la provincia.
Y
otro aspecto que se perpetúa respecto de elecciones anteriores es que los
feudos más unionistas tienden –sólo tienden- a votar algo menos que los más
independentistas.
Dicho
esto, lo cierto es que si analizamos el incremento de participación podemos ver
que su distribución fue un tanto desigual. Las localidades más pobladas en las
que el independentismo no es mayoritario tendieron a registrar incrementos por
encima de la media de la provincia (Hospitalet, Mataró, Santa Coloma, Cornellá,
Sant Boi, Rubí, Viladecans aumentaron todas su participación en algo más de
cinco puntos), mientras que en las localidades independentistas más pobladas el
incremento tendió a ser menor –bien es cierto que ya estaba en unas cuotas muy
altas-. Así, Sant Cugat, Igualada, Manresa, o Vic aumentaron su participación
en tres o incluso dos puntos.
En
cualquier caso, si analizamos los incrementos más importantes, veremos que en
líneas generales tendieron a afectar a núcleos de población relevantes (en El
Prat de Llobregat la participación subió siete puntos, en Badia del Vallés o
Sant Andreu de la Barca más de seis, etc.), pero que los índices más altos en
sí mismos (del 90% o más) continuaron correspondiéndoles a pueblos pequeños.
En Girona,
la participación osciló entre el 95% de Vilaür y el 70,82% de Sant Climent Sescebes.
De
manera todavía más acusada que en Barcelona, los municipios que votaron por
debajo de la media en la provincia también son los municipios menos
independentistas –respecto de la provincia, como Figueres o Salt, o incluso
respecto del resto de Cataluña, como Blanes o Lloret de Mar-. Y a la inversa,
los municipios más independentistas como Girona, Olot o Banyoles, tienden a una
participación más elevada. Y no digamos ya los pueblos pequeños, en los que la
participación, una vez más, superó el 90% en decenas de casos.
Al
mismo tiempo, y al igual que en Barcelona, las localidades más pobladas en las
que el independentismo no es mayoritario o no es tan fuerte como en el resto de
la provincia tendieron a registrar incrementos por encima de la media de la
provincia (Blanes, Figueres, Sant Feliu de Guíxols, aumentaron todas su
participación en algo más de cuatro puntos), mientras que en las localidades
independentistas más pobladas el incremento fue menor. Así, Olot y Banyoles
aumentaron su participación en dos puntos.
En Lleida, la participación osciló entre el 93,62% de Ivorra y el 64,37% de Les Valls de Valira (como se puede ver, los porcentajes de participación son algo más bajos que en el resto de Cataluña, tanto por arriba como por abajo).
Los
municipios que votaron por debajo de la media en la provincia también son los
municipios menos independentistas –respecto de la provincia, como la Seu d’
Urgell o Almacelles o incluso respecto del resto de Cataluña, como la mayoría
de los del Valle de Arán-. Y a la inversa, los municipios más independentistas
tienden a una participación más elevada.
Y
al contrario que en Barcelona o Girona, el incremento de participación en
Lleida no parece haberse concentrado en las localidades menos independentistas.
Así, municipios muy independentistas como Cervera o Bellpuig han disfrutado de
incrementos muy relevantes de participación, superiores a la media de su
provincia, de seis o cinco puntos.
Por
último, en Tarragona, la participación osciló entre el 96,1% de
Vallfogona de Ruicorb y el 72,59% de El Montmell.
En
esta provincia, al igual que en Barcelona, algunos de los municipios que menos
votaron –relativamente- fueron de los más poblados: El Vendrell, Tortosa,
Calafell, o Salou votaron por debajo de la media de la provincia.
Y
otro aspecto que se perpetúa respecto de elecciones anteriores es que los
feudos más unionistas tienden –sólo tienden- a votar algo menos que los más
independentistas. Y un detalle propio de la provincia: lo mismo ocurre con la
mayoría de los municipios cercanos al Delta del Ebro.
Al
mismo tiempo, precisamente es en estos dos grupos de poblaciones –las más
unionistas y las del Delta del Ebro- donde la participación ha subido por
encima de la media. Así, en Cambrils, Vila-Seca, El Vendrell o Calafell la
participación ha subido cinco puntos largos, pero eso se ha visto compensado
por subidas incluso superiores en Amposta, Sant Carles de la Ràpita, Deltebre,
etc.