Tras el supermartes del pasado 15 de marzo, el ritmo de las primarias demócratas se ha ralentizado poderosamente. Ello, unido al hecho de que Sanders ha ganado las últimas siete contiendas (Idaho, Utah, Washington, Alaska, Hawaii, Wisconsin y Wyoming), mantiene artificialmente con vida a la campaña del socialista de Vermont. La victoria de Wisconsin en particular (Sanders 56,6, Clinton 43,1) dio lugar a los habituales lamentos de plañideras sobre la debilidad de Hillary Clinton. pero lo cierto es que Sanders únicamente se está mostrando capaz de ganar en Estados blancos como la leche (y caucuses, que reducen la participación a votantes jóvenes y entusiastas), mientras que Hillary Clinton gana en Estados que se parecen más al Partido Demócrata (un convo blancos liberales + hispanos + negros).
El mapa hasta el momento permite apreciar esto claramente:
El número de delegados que se precisan para ganar las primarias demócratas son 2.382. Así es como va el reparto a día de hoy, según RealClearPolitics:
Hillary Clinton: 1758 (1289 delegados, 469 superdelegados), 9.350.572 votos
Bernie Sanders: 1076 (1045 delegados, 31 superdelegados), 6.946.913 votos
Como se puede ver, Hillary sigue aventajando a Sanders en casi 250 delegados elegidos por los votantes, la abrumadora mayoría de los superdelegados y 2,4 millones de votos.
El mapa, además, se pone muy cuesta arriba para Sanders a partir de ahora: este martes vota Nueva York, donde las encuestas le dan de media casi 14 puntos de ventaja a Hillary. Pero es que lo que viene después no es mucho mejor: el 26 votan cinco Estados del nordeste, en todos los cuales las encuestas reflejan una gran ventaja para Hillary. El mapa mejora un pelín después para Sanders, pero en cualquier caso no hasta el punto de garantizarle victorias por encima del 60% de los votos, como necesitaría para superar a Clinton en número de votos y delegados. Marco una vez más en rojo los Estados que a día de hoy favorecen a Hillary según las encuestas y según la demografía, en azul a Sanders, y en verde los dudosos (siendo lo más generosos posibles con Sanders):
El mapa, además, se pone muy cuesta arriba para Sanders a partir de ahora: este martes vota Nueva York, donde las encuestas le dan de media casi 14 puntos de ventaja a Hillary. Pero es que lo que viene después no es mucho mejor: el 26 votan cinco Estados del nordeste, en todos los cuales las encuestas reflejan una gran ventaja para Hillary. El mapa mejora un pelín después para Sanders, pero en cualquier caso no hasta el punto de garantizarle victorias por encima del 60% de los votos, como necesitaría para superar a Clinton en número de votos y delegados. Marco una vez más en rojo los Estados que a día de hoy favorecen a Hillary según las encuestas y según la demografía, en azul a Sanders, y en verde los dudosos (siendo lo más generosos posibles con Sanders):
Una vez más, como se puede ver, precisamente los tres premios gordos, Nueva York, Pennsylvania y California, favorecen a Hillary. Sanders puede ganar algunos Estados pequeños y medianos (Oregon, Montana), pero eso simplemente no le bastará para compensar la ventaja que ya lleva Hillary y la que le sacará con los Estados grandes y medianos (Maryland, New Jersey) que las encuestas indican que Hillary va a ganar con comodidad.
A veces tengo la impresión de que me paso la campaña menospreciando a Bernie Sanders, pero el principal problema con sus seguidores más beligerantes es que parecen incapaces de reconocer que su peor enemigo no es Hillary Clinton, sino las matemáticas: es imposible que Bernie supere a Hillary salvo que ocurra algún tipo de cataclismo totalmente imprevisible.
Dicho esto, Bernie ha ejecutado una campaña brillante: si hace un año alguien hubiera pronosticado que un senador socialista de Vermont iba a obtener -hasta el momento- el 42% del voto en las primarias demócratas, hubiera sido recibido con chanzas despectivas. Sanders ha planteado un desafío importante a Hillary, le ha obligado a trabajar mucho más duro de lo que esperaba, y al obligarla a competir en todos los Estados, probablemente ha favorecido a su campaña en las generales, al igual que a Obama le ayudó tener que batir a Clinton en todos los Estados de cara a su victoria en 2008, creando una infraestructura en lugares donde habitualmente los demócratas no competían (estoy pensando, por ejemplo, en Indiana).
No hay comentarios:
Publicar un comentario