martes, 11 de febrero de 2020

Chapuza en Iowa: el inicio de las primarias americanas

El lunes 3 de febrero se celebraron los caucuses de Iowa, primera cita electoral de las elecciones primarias en Estados Unidos.

Tradicionalmente, los caucuses cumplen una función muy importante de desbroce de candidaturas, eliminando a los candidatos débiles y seleccionando a los dos o tres que realmente se disputarán la victoria.

Sin embargo, en esta ocasión Iowa ha fracasado espectacularmente en su misión, de tal manera que es muy probable que haya puesto en peligro su estatus de primera contienda electoral. Lo que está claro es que el formato de caucus tiene sus días contados: el Partido Demócrata de Iowa fue incapaz de dar resultados (y sólo al 62% de participación) hasta las seis de la tarde del martes, por un fallo de la app que tenía que recoger los datos de los cientos de puntos en que se celebraban los caucuses, unido a la saturación de las líneas telefónicas de emergencia para el caso de que se cayera la app. La impresión de chapuza absoluta ha sido insoslayable: las televisiones se pasaron la noche hablando de nada, porque nada tenían que reportar, las teorías conspirativas sobre manipulación de resultados empezaron a dispararse por las redes (cuando lo que había era pura y simple incompetencia) y ni un solo candidato abandonó la contienda, amparados todos ellos en la falta de resultados. Cuando éstos llegaron, para añadir caos a un proceso ya absurdo, resultó que había tres tipos de resultado: votos en primera asignación, votos en segunda asignación, y porcentaje para asignación de delegados.

La medida, a mi juicio, más razonable de cómputo es el voto en segunda asignación (es decir, el voto definitivo en la segunda vuelta), y el resultado fue el siguiente:

Bernie Sanders      45,896         26.54%       
Pete Buttigieg        43,316         25.04%       
Elizabeth Warren    34,940         20.20%       
Joe Biden               23,723         13.72%       
Amy Klobuchar       21,199         12.26%
         
(los demás candidatos obtuvieron un 1% o menos).

Analizando con brevedad los resultados de los cinco candidatos principales, habría que destacar lo siguiente:

1) Bernie Sanders: una victoria es una victoria, y Sanders ganó. Dicho esto, noto una tendencia en cierta prensa a considerar poco menos que inevitable la victoria final de Sanders, y a mí no me parece nada claro que éste tenga la capacidad de aglutinar voto a medida que los demás candidatos se vayan retirando (es más probable que cualquiera de los otros candidatos, mejor situados en el eje ideológico del Partido, donde Sanders está en el extremo izquierdo, sea más capaz de recoger los votos de los candidatos caídos). Y otro factor: hace cuatro años, Sanders perdió, pero con el 46% de los votos, es decir, veinte puntos más que el lunes pasado. Se puede argumentar que había muchos más candidatos en esta ocasión, pero cuidado con otorgarle la condición de favorito.

2) Pete Buttigieg: el alcalde de South Bend, Indiana, obtuvo un resultado francamente bueno, como lo prueba el hecho de que las encuestas posteriores, particularmente en New Hampshire, recogen una clara subida de su intención de voto. Se marcó un discurso de victoria totalmente injustificado en plena noche electoral (injustificado porque nadie sabía cuál había sido el resultado), pero que obviamente fue bien recibido. Dicho esto, sus problemas persisten: a sus 38 años, es demasiado joven, y la experiencia que da ser alcalde de una pequeña ciudad difícilmente le califica para dar el salto a la Presidencia. Pero su perfil de gay veterano de guerra y moderado ha calado en el sector centrista del Partido Demócrata, especialmente a la vista del fracaso de Biden.

3) Elizabeth Warren: aunque el resultado de Warren no fue malo, la prensa escrita y las televisiones se han concentrado mucho más en la victoria de Sanders en votos, en el sorprendentemente buen número de Buttigieg (los periodistas siempre andan persiguiendo novedades) o en el fiasco de Biden, lo que ha dejado a la pobre Warren en tierra de nadie.

4) Joe Biden: en cambio, el exsenador y exvicepresidente de Obama tuvo un resultado unánimemente considerado como pésimo: se daba por supuesto que Iowa era un Estado difícil para él (es un Estado que suele premiar el entusiasmo, y hay poco de eso para la candidatura de Biden), pero no se esperaba que ni siquiera llegara al umbral del 15% a partir del cual se reciben delegados. Biden pretende aguantar hasta llegar a las primarias de Carolina del Sur, donde cree que el voto negro le puede salvar, pero las primeras encuestas que tenemos de allí muestran que está cayendo en picado allí. A Biden le está pesando, como siempre, el hecho de que es un hombre querido pero al que simplemente no se le vota. Está por ver siquiera si es capaz de llegar al Sur.

5) Amy Klobuchar: en circunstancias normales, Klobuchar, con su quinta plaza, hubiera debido abandonar las primarias después de Iowa. Sin embargo, cobijada por el caos en la publicación de los resultados, dio un discurso vencedor en horario de máxima audiencia, lo cual, unido a una buena intervención en el debate de candidatos del viernes, parece haberle dado a su candidatura nuevos ánimos, si hay que creer a las encuestas de New Hampshire.

6) Los demás candidatos, como digo, obtuvieron del 1% para abajo, pero como sus candidaturas son meramente testimoniales, tampoco parecen tener un gran interés en tirar la toalla. No puedo dejar de mencionar que la prensa cree que Michael Bloomberg puede aspirar a la victoria todavía, dado que está gastando cientos de millones de dólares con la intención de obtener la victoria el Supermartes, pero resulta difícil creer que su estrategia de obviar los primeros cuatro Estados pueda tener éxito. Para cuando llegue el Supermartes, dentro de tres semanas, quedarán muchos menos candidatos, el voto estará consolidado, y me cuesta ver a un billonario judío de 77 años como el candidato vencedor de las primarias del Partido Demócrata.

Hoy vota New Hampshire: con las encuestas en la mano, parece claro que Sanders volverá a ganar (pero con muchos menos votos que hace cuatro años), Buttigieg quedará segundo, y la cuestión es quién ocupará la tercera plaza, que a juicio de todos es la única que todavía puede dar alguna esperanza al que la obtenga. Parece que Biden y Warren están en trayectoria descendente y Klobuchar va hacia arriba, pero realmente cualquiera de los tres podría quedar tercero. Quedar cuarto o quinto sí que marcaría el principio del fin para esas candidaturas.




Lo que sí esperamos de New Hampshire es una purga bastante importante de candidatos (quedan once, y cuatro o cinco podrían abandonar la carrera esta misma noche, ¡siempre y cuando New Hampshire no chapucee como Iowa con los resultados!)

En suma: no se crean a nadie que les diga que ya está claro quién va a ganar, o siquiera quien es el favorito: lo que sí parece claro es que New Hampshire reducirá tanto el número de candidatos en general como el número de candidatos viables.

Once días después de New Hampshire, los supervivientes se verán las caras en los caucuses de Nevada, llenos de votantes hispanos, y una semana después, en las primarias de Carolina del Sur, con una mayoría de votantes negros. Finalmente, el 3 de marzo, el “Supermartes”, en el que catorce Estados celebrarán primarias simultáneamente. Para entonces deberíamos tener una idea clara acerca de quién será el candidato o candidata demócrata.

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