El gran hito de la semana pasada en Washington fue el primer discurso de Barack Obama ante las dos Cámaras (Congreso y Senado) que aunque técnicamente no es un discurso sobre el estado de la nación, en la práctica funciona como tal.
En líneas generales, el discurso de Obama fue apreciado unánimemente en cuanto al estilo (brillante, como de costumbre), y al 50% en cuanto al contenido (en otras palabras: a los demócratas les gustó y a los republicanos no). Obama, esencialmente, dio un discurso que demuestra claramente que va a afrontar el actual desafío económico con una respuesta rooseveltiana y no clintoniana, es decir, confiando en la intervención del Estado para reactivar el ciclo económico, y para conseguir un cierto grado de redistribución de la riqueza.
En ese sentido, Obama presentó también el primer presupuesto anual esta semana, cuyas líneas básicas son mayor gasto público e incremento de los impuestos para el 5% más rico de los norteamericanos, así cómo una promesa de reducción del déficit al 50% en el año 2013.
El discurso de Obama, por lo demás, obtuvo una buena reacción entre los votantes, si hay que creer a las encuestas, y le ha permitido aumentar incluso un poquito más su ya elevada popularidad.
Tradicionalmente, al discurso del Presidente le sigue un pequeño discurso de una persona designada por la oposición para darle la réplica. Suele ser una tarea ingrata, por que el formato del discurso presidencial (ante las dos Cámaras, el Gabinete, los jueces del Tribunal Supremo, el cuerpo diplomático, etc) tiene muchísimo más empaque que el formato del discurso de la oposición (se hace en solitario ante las cámaras).
Generalmente, el discurso de la oposición suele gustar mucho menos que el del Presidente (por ejemplo, el año pasado Kathleen Sebelius, la gobernadora demócrata de Kansas, tuvo que darle la réplica al Presidente Bush, y la opinión generalizada es que estuvo soporífera. De hecho, en la historia reciente, tan solo Jim Webb, el Senador de Virginia, consiguió dar un discurso de réplica efectivo en el año 2007).
Este año, le tocó la ingrata tarea al gobernador republicano de Louisiana, Bobby Jindal, una nueva estrella en el firmamento republicano. De padres hindúes, jovencísimo (37 años), gobernador elegido en 2007, ferviente católico y muy conservador, Jindal, de creer a los comentaristas, no tuvo su día (yo le vi, y aunque me pareció flojo, tampoco creo que se mereciera el varapalo que le ha caído).
Lo sorprendente no fue tanto la valoración muy crítica que hicieron los demócratas del discurso, o incluso conservadores moderados como David Brooks. Lo sorprendente fue las duras críticas que recibió desde medios tan "pata negra" del conservadurismo como la National Review, o la web "The Next Right". Tan solo Rush Limbaugh, el comentarista radiofónico, salió en tromba en su defensa, pero eso no es necesariamente bueno para Jindal, dado que Limbaugh es un hombre muy querido entre los republicanos conservadores, pero muy detestado por el resto del espectro político.
En cualquier caso, Jindal es tan joven que se puede permitir esperar, presentarse a la reelección como gobernador en 2011, y lanzarse luego a la refriega en 2016, cuando tendrá tan solo 44 años, y ocho años de experiencia como gobernador a sus espaldas.
En otras noticias de la semana: Obama ha nombrado a los dos últimos cargos de su Gobierno: Gary Locke, exgobernador del Estado de Washington, como Secretario de Comercio, y Kathleen Sebelius, la gobernadora de Kansas, como Secretaria de Sanidad. Salvo que tengan problemas con sus impuestos (¡otra vez no!) no debería haber grandes obstáculos para su confirmación por el Senado.
Y en las noticias del Tribunal Supremo: la jueza Ruth Bader Ginsburg se ha reincorporado al Tribunal tras su operación hace apenas 15 días de un cáncer pancreático. Aunque es una modalidad de cáncer altamente mortífera, al parecer a Ginsburg le fue detectado relativamente rápido, así que hay esperanzas de que se pueda recuperar (es el segundo cáncer de Ginsburg).
1 comentario:
Hola Pedro, la verdad es que ha visto un video deun crítico de economía muy aplaudido. También está el anuncio del CAto Institute.
En 2008 vimos tres programas sin éxito: 180.000 millones de dólares desperdiciados en el primer programa de Bush-Paulson; vino luego el segundo durante el verano con 345.000 millones de dólares también fallidos para subsanar la cuestión de la vivienda; el tercero y más vergonzoso fue el del otoño (¿sorpresa de octubre electoral o plan bien preparado para lanzar a Obama a la presidencia?) con 700.000 millones de dólares de rescate, también errado. Con las fallidas bases plantadas por Bush-Paulson, viene ahora Obama con otro programa nefasto de casi 800.000 millones de dólares. Si suman todas estas cantidades, más los intereses, la deuda norteamericana sube como la espuma y deja ya embargada a toda una generación. Desde que Paulson dijera el 28 de septiembre de 2008 que había que intervenir urgentemente la economía, el índice Dow Jones ha caído hasta hoy un total de 3.587 puntos (casi 300 sólo en este martes) y se calcula que en 2010 el gasto de Estados Unidos será ya el 40% de su PIB
Pese a la demagogia, ya sabemos que Obama no tiene nada que ver ni con Abraham Lincoln ni con Ronald Reagan. Estos dos últimos siempre vieron un futuro brillante para Estados Unidos. Obama no: sus discursos hablan de desastre, de catástrofe y de apocalipsis.
Por cierto Bobby J tien muy buena pinta y es joven.
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