martes, 27 de abril de 2010

Los posibles sustitutos de Stevens

Siguiendo con nuestro análisis de la inminente vacante que se va a producir en el Tribunal Supremo, diremos que en relación con los posibles candidatos para sustituir a John Paul Stevens, desde el primer momento se vio con claridad que Obama está barajando esencialmente tres nombres:

- Diane Wood, Juez federal del Séptimo Circuito de Apelaciones. Nombrada por Bill Clinton en 1995, fue confirmada unánimemente por el Senado. Es quizá la candidata más "de izquierdas", aunque la distinción es relativamente irrelevante, a la vista de los otros dos candidatos. Más relevante es el hecho de que a) lleva quince años ejerciendo, por lo que ha dictado un gran número de sentencias y disensos que permitirán a los republicanos atacarla en una eventual confirmación, b) que está a punto de cumplir 60 años, lo que la hace un tanto más mayor de lo deseable (siempre se desea que los Jueces del Supremo sean lo más jóvenes posible, a fin de que estén el mayor número de años posible en el Tribunal), y c) es una Juez federal (como los otros ocho actuales Magistrados del Tribunal).

Wood ya estuvo en las listas el año pasado, cuando Sonia Sotomayor fue elegida para sustituir a David Souter. De hecho, al parecer ella hubiera sido elegida de no haber sido por la existencia de Sotomayor (que era más joven, también mujer y además hispana). Ahora Wood tiene la ventaja de que no se enfrenta a una "candidata símbolo" como Sotomayor, y la desventaja de que es un año más vieja (60 es el límite para que a uno le nombren al Tribunal Supremo: eran los años que tenía Ginsburg en 1993 cuando Bill Clinton la nombró, y desde 1972 -cuando Nixon designó a Lewis Powell a los 65 años- no se nombra a un candidato mayor de 60 años para ser miembro del Tribunal).

Ah, y una ventaja adicional: es protestante, como Stevens, que es el único protestante que queda en el Tribunal (hay seis católicos y dos judíos).

- Elena Kagan, "Solicitor General" de los Estados Unidos (la persona encargada de representar al Gobierno ante el Tribunal Supremo) desde 2009 (la votación en el Senado fue de 61 a 31), y con anterioridad, Decana de la Facultad de Harvard entre 2003 y 2008. Fue propuesta como Juez federal del Circuito del Distrito de Columbia por Clinton en 1999, pero los republicanos, que tenían mayoría en el Senado por aquel entonces, bloquearon su nominación para que un presidente republicano pudiera efectuar más nominaciones caso de que ganara las elecciones de 2000 (como de hecho ocurrió). Es vista como algo menos de izquierdas que Wood, y algo más que Merrick Garland (el tercero en discordia), pero insisto en que esto son percepciones puramente subjetivas que no tienen mucho peso. Una vez más, considero más relevante que a) no es Juez federal, lo que tiene dos ventajas: por una parte no ha dictado un montón de sentencias y disensos que permitan a los republicanos atacarla en una eventual confirmación, y por otra le otorga un poco de variedad al Tribunal Supremo, en el que todos sus colegas proceden de los Circuitos federales de Apelaciones, y b) está a punto de cumplir 50 años, que viene a ser la edad mínima para nombrar Jueces para el Tribunal Supremo: con la única excepción de Clarence Thomas, que fue nombrado por George Bush Sr. a los 43 años, todos los Jueces del Supremo en los últimos años tenían entre 50 y 60 años.

Elena Kagan ya estuvo en las listas el año pasado, cuando Sonia Sotomayor fue elegida para sustituir a David Souter, pero no era la candidata más relevante (acababa de empezar a ejercer como Solicitor General). Ahora tiene un año de experiencia en sus alegatos ante el Tribunal Supremo, y es un año más mayor, cosa que es buena. Tiene fama (por su experiencia como Decana en Harvard) de "forjadora de consensos con los conservadores", aunque está por ver que en un Tribunal Supremo lleno de fuertes personalidades, Kagan tenga la capacidad de influencia que ha tenido Stevens.

Por otra parte, es judía, lo que resulta una desventaja dado que hay ya otros dos Jueces judíos en el Supremo (Ginsburg y Breyer). Pero no parece que eso sea la cuestión decisiva.

- Merrick Garland: Juez federal del Circuito de Apelaciones para el Distrito de Columbia. Nombrado por Bill Clinton en 1997, fue confirmado por 76 a 23 votos por el Senado. Es quizá el candidato más "centrista", aunque insisto en que la distinción es irrelevante, a la vista de los otros dos candidatos. Lleva doce años ejerciendo, por lo que ha dictado un gran número de sentencias y disensos, si bien es poco probable que los republicanos le ataquen con mucho afán, por cuanto tiene reputación de moderado. A sus 57 años, es quizá un poco más mayor de lo que desearía Obama, pero no es un requisito insalvable.

Los matices entre los tres candidatos son mínimos: baste con señalar que los tres fueron "clerks" (oficiales) de tres magistrados liberales del Tribunal Supremo (Blackmun, Marshall y Brennan, respectivamente), que los tres trabajaron en la Administración Clinton antes de ser nombrados Jueces federales (o de que Clinton lo intentara, como en el caso de Kagan).

Los tres son respetados profesionalmente por los académicos conservadores (especialmente Wood), y ninguno de los tres es tan liberal como los antiguos leones liberales del Supremo (como Brennan o Marshall). Garland y posiblemente Kagan son ligeramente menos liberales incluso que Stevens (sin que Wood lo sea más).

En resumen: los tres son confirmables ante el Senado: Garland con facilidad (obtuvo 32 votos republicanos en su nominación en 1997), Kagan con más dificultad (obtuvo 7 votos republicanos en su nominación como Solicitor General el año pasado), y Wood sería la que probablemente provocaría mayor crispación entre los republicanos (ha dictado Sentencias en materia de aborto y libertad religiosa que irritan mucho a la gran mayoría de los republicanos del Senado). Pero incluso en el caso de Wood, un "filibuster" (maniobra de obstrucción parlamentaria) es enormemente improbable (la última ocasión fue la nominación de Abe Fortas en 1968 a Presidente del Tribunal Supremo, y realmente las circunstancias en ese caso eran especialísimas: año de elecciones presidenciales, candidato atacado por corrupción, etc).

En todo caso, la opinión enterada opina que la candidata más probable es Kagan, que cumple varios de los requisitos más deseados: joven, no Juez federal, razonablemente liberal, pero no extremista, mujer, y que recibió suficientes votos republicanos ya el año pasado (entre otros, los de las republicanas moderadas de Maine y el de Richard Lugar, el Senador conservador pero eminentemente razonable de Indiana).

En cualquier caso, la semana que viene o la siguiente a más tardar sabremos la solución a estas incógnitas. Para quien quiera leer en mucha mayor profundidad de lo que este esforzado autor puede hacer, aquí van dos perlas de Tom Goldstein, autor del "Supreme Court blog", y especialista absoluto en la materia.

miércoles, 21 de abril de 2010

John Paul Stevens anuncia su retirada (y II)

Comentábamos en nuestro último post con cierto detenimiento las características más relevantes de la jurisprudencia del magistrado John Paul Stevens, que ayer cumplió 90 años y que se retirará al final de este año judicial (en torno al 30 de junio) del Tribunal Supremo de Estados Unidos.

¿Por qué es relevante la retirada de John Paul Stevens? Obviamente, la retirada de cualquier magistrado del Tribunal Supremo es relevante, porque son sólo nueve Magistrados y tienen carácter vitalicio (pueden ejercer como Magistrados hasta que mueran, se retiren por edad ó incapacidad o se vean obligados a dimitir por algún escándalo -esto pasa muy pocas veces; la última vez ocurrió en 1969, cuando Abe Fortas dimitió por un escándalo de corrupción-).

Pero la retirada de Stevens es más importante de lo habitual por varios motivos: en primer lugar, por cuanto lleva 34 años y medio en el Tribunal (12.542 días en la fecha de este post), lo que le convierte en el cuarto Juez más veterano en el cargo de la historia del Tribunal Supremo (el tercero para cuando se retire de aquí a dos meses; está a punto de superar al mítico John Marshall), y el segundo más longevo, sólo por detrás de Oliver Wendell Holmes Jr.

Por supuesto, longevidad y veteranía no bastan para justificar la importancia de un Juez, pero Stevens ha sido un Magistrado enormemente relevante: ha sido el ponente en Sentencias importantísimas, como Hamdan v. Rumsfeld (2006), en la que una mayoría de 5 a 4 mantuvo que las comisiones militares previstas por la Administración Bush para juzgar a los detenidos de Guantánamo violaban el Código de Justicia Militar y las Convenciones de Ginebra, o Atkins v. Virginia (2002), que declaró la inconstitucionalidad de la pena de muerte impuesta a discapacitados psíquicos por 6 a 3.

Pero su mayor importancia, especialmente desde 1994, ha sido su condición de Magistrado decano del Tribunal Supremo, de la que se deriva su poder para asignar la redacción de numerosas opiniones. Esto exige una explicación más detallada.

Tradicionalmente, la decisión de a quién se le asigna la redacción de cada Sentencia del Supremo le corresponde al Presidente del Tribunal Supremo (en la actualidad, John Roberts, nombrado por Bush en 2005), siempre y cuando se encuentre en la mayoría en el caso concreto. Caso de que el Presidente se encuentre en la minoría, la decisión de a quién asignar la redacción de la Sentencia le corresponde al Magistrado con más años de servicio en el Tribunal (posición que ocupa desde 1994 John Paul Stevens), siempre que se encuentre en la mayoría, claro.

El poder de asignación de mayorías es muy importante en un Tribunal tan dividido como el Supremo, especialmente cuando el Presidente del Tribunal Supremo pertenece a una de las alas conservadora o liberal del Tribunal y el magistrado decano pertenece a la otra, como lleva ocurriendo desde 1969 aproximadamente.

Entre 1953 y 1969 el Presidente del Tribunal Supremo era Earl Warren, un exgobernador republicano de California nombrado por Eisenhower que, sin embargo, resultó ser un profundo liberal. Sin embargo, como los magistrados decanos del Supremo en ese período (Black y Douglas) eran tan o más liberales que Warren, y el resto de los miembros del Tribunal eran en su mayoría liberales o centristas, no existía esa tensión conservadores-liberales que se produce en la actualidad. En particular, entre 1962 y 1969 el Tribunal disponía de una sólida mayoría liberal de 5 o 6 magistrados que llevó al Supremo a algunas de sus decisiones más "de izquierdas" (para los estándares americanos).

Desde 1969 y en adelante, en cambio, el Presidente del Tribunal Supremo ha sido un conservador elegido por un republicano, mientras que el magistrado decano del Supremo ha sido durante la mayor parte del tiempo un liberal (curiosamente, también elegido por un republicano).

Así, entre 1969 y 1986 el Presidente del Tribunal Supremo fue Warren Burger, conservador nombrado por Nixon, y su antagonista liberal fue William Brennan, decano del Tribunal entre 1975 y 1990, y encargado, por lo tanto, de asignar las opiniones cuando Burger no se hallaba en la mayoría.

Entre 1986 y 2005, el Presidente del Tribunal Supremo fue William Rehnquist, conservador nombrado primero por Nixon y elevado a la Presidencia por Reagan, y sus antagonistas liberales fueron el ya mencionado Brennan y tras un breve interregno, John Paul Stevens, decano del Tribunal entre 1994 y la actualidad, y que solía encontrarse en el lado opuesto a Rehnquist.

Tras el fallecimiento de Rehnquist en 2005, el Presidente del Tribunal ha sido John Roberts, nombrado por George Bush Jr., y su antagonista liberal durante este primer lustro ha continuado siendo Stevens.

Brennan ha pasado a la historia por su habilidad "para contar hasta cinco" (es decir, para conseguir cinco votos para sus opiniones). Pero como señala este articulo, Brennan contó durante la mayor parte de su período en el Tribunal con un bloque de Magistrados centristas con el que era posible forjar amplias coaliciones.

Stevens ya no contaba con esa ventaja cuando asumió el rol de "líder de los liberales en 1994". En aquel entonces, el Tribunal se componía de tres conservadores (Rehnquist, Scalia y Thomas), cuatro liberales (moderados en comparación con los leones liberales del pasado como Brennan o Thurgood Marshall): Ginsburg, Souter, Breyer y el propio Stevens, y dos conservadores moderados (O' Connor y Kennedy).

Stevens se ha pasado los últimos quince años intentando forjar mayorías compuestas por los cuatro liberales y O'Connor y/o Kennedy. El mecanismo de asignación de la opinión ha sido su gran baza: cuanto Stevens consideraba que el voto más débil con el que contaba su mayoría era el de O' Connor o Kennedy, les asignaba de manera sistemática la opinión. Así se han forjado algunas de las grandes victorias "liberales" en el Supremo en los últimos años: Lawrence v. Texas (inconstitucionalidad de las leyes criminalizadoras de la sodomía) o Roper v. Simmons (inconstitucionalidad de la pena de muerte para menores de edad) fueron opiniones que salieron adelante por 5 a 4, siendo el quinto voto decisivo el de Anthony Kennedy, al que Stevens asignó la opinión en ambos casos (con lo que consiguió solidificar el apoyo de éste).

Por supuesto, el poder de asignación de la opinión llega hasta donde llega: Kennedy y O' Connor son más conservadores que centristas y en numerosos casos no querían (o quieren, en el caso de Kennedy) formar parte de una mayoría que adoptara decisiones más liberales.

Pero ahora, con la retirada de Stevens, se produce por primera vez en muchos años una situación sumamente peculiar: el Presidente del Supremo es conservador, el Juez decano (Scalia) lo es más todavía, el siguiente por antigüedad, Kennedy, es el conservador moderado, y el siguiente Thomas, es el más conservador de todo el Supremo.

Por lo tanto, una mayoría "liberal" de cinco necesitará el voto (por orden de antigüedad) de Kennedy, Ginsburg, Breyer, Sotomayor y el sustituto de Stevens, pero será el propio Kennedy el encargado de asignar la opinión en su condición de "decano del ala liberal".

En otras palabras: para adoptar decisiones liberales, será precisamente el "eslabón más débil" de la cadena, Anthony Kennedy, el encargado de decidir no sólo ya en qué sentido se decantarán los casos más controvertidos, sino quién redactará dichas opiniones.

Así, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos, que ya era conocido como "The Kennedy Court", lo será todavía más en el futuro inmediato.

Para leer más (y mejor, porque este post me ha salido algo confuso) sobre la nueva dinámica en el Tribunal tras la retirada de Stevens, recomiendo este estupendo artículo en SCOTUSblog, y estos dos excelentes artículos breves en el blog Speaking of Stevens sobre la asignación de opiniones por parte de Stevens.

domingo, 18 de abril de 2010

John Paul Stevens anuncia su retirada (I)

El viernes pasado el magistrado del Tribunal Supremo John Paul Stevens informó al Presidente de su intención de retirarse, tras servir como Juez desde el 17 de diciembre de 1975, nada menos.

Stevens está a punto de cumplir 90 años (este 20 de abril), y llevaba enviando señales de su intención de retirarse desde hace diez meses, más o menos, así que su anuncio no ha sido exactamente una sorpresa.

John Paul Stevens constituye uno de los ejemplos clásicos (junto con David Souter, que se retiró ya el año pasado) de magistrados nombrados por presidentes republicanos que, sin embargo, no han respondido en modo alguno a las expectativas del ala conservadora del partido republicano dominante en el mismo desde 1980, más o menos. De hecho, Stevens, que cuando fue nombrado por Gerald Ford en 1975 ya era considerado un centrista y no un conservador, fue moviéndose a la izquierda con los años (de manera especialmente acusada a partir de 1987, si hay que creer el siguiente gráfico, cortesía del estupendo blog Speaking of Stevens, un foro de debate recién iniciado sobre el legado del magistrado):


La fecha resulta especialmente interesante: 1986 fue el año de la retirada de Warren Burger como Presidente del Tribunal y su sustitución por William Rehnquist, juez asociado del Tribunal que era probablemente el miembro más conservador del mismo. Rehnquist, a su vez, fue sustituido por Antonin Scalia, todavía más conservador que Rehnquist. Estos nombramientos constituyeron los dos grandes éxitos de Reagan en su afán por mover el Tribunal Supremo significativamente a la derecha (Sandra Day O' Connor y Anthony Kennedy, en cambio, fueron sus dos fracasos). Y la reacción de Stevens a estos nombramientos conservadores fue moverse a la izquierda.

En una entrevista en 2007, Stevens afirmaba que: "He considers himself a “judicial conservative,” he said, and only appears liberal today because he has been surrounded by increasingly conservative colleagues. “Including myself,” he said, “every judge who’s been appointed to the court since Lewis Powell” — nominated by Richard Nixon in 1971 — “has been more conservative than his or her predecessor. Except maybe Justice Ginsburg. That’s bound to have an effect on the court.”)

A Stevens le gusta decir que él no se ha movido a la izquierda, sino que ha sido el Tribunal el que se ha movido a la derecha durante sus más de 34 años en el mismo. Si bien lo segundo es cierto, lo primero lisa y llanamente no lo es.

Es cierto que de los 13 nombramientos efectuados desde 1969 para servir en el Tribunal Supremo, al menos 11 movieron el Tribunal a la derecha (con la posible excepción de la sustitución de Fortas por Blackmun en 1970 -y eso fue porque Blackmun giró profundamente a la izquierda tras los ataques que recibió por redactar Roe v. Wade, no porque no fuera conservador cuando Nixon lo nombró- y de la sustitución de White por Ginsburg en 1993). Y es cierto que Stevens mismo era y es más conservador que William O. Douglas, al que sustituyó en 1975 (pero es que Douglas era probablemente el magistrado más de izquierdas de todo el siglo XX).

Pero no es menos cierto que Stevens se ha hecho más de izquierdas con los años: en 1976 estaba a favor de la pena de muerte. En 2008, en contra. En 1978 estaba en contra de la "affirmative action". En 2003, a favor. En 1989 estaba a favor de enviar a la cárcel a quienes quemaran banderas de los Estados Unidos. Hoy en día, está en contra. Sé lo que quiere decir cuando se considera a sí mismo "un conservador judicial" (quiere decir que quiere "conservar" los precedentes más importantes en la jurisprudencia del Tribunal Supremo, y no que sean revocados porque haya un cambio en la composición de la mayoría. Pero da la casualidad que muchos de esos precedentes son liberales, y el resultado de defenderlos es, inevitablemente, una jurisprudencia liberal como la del Juez Stevens).

Conste que no digo todo esto como una crítica. Siento una profunda simpatía no sólo ya por la  jurisprudencia, sino por la persona misma de John Paul Stevens. Valga una anécdota personal: cuando en 2005 falleció William Rehnquist, y el presidente Bush nombró a John Roberts para sustituirle, se planteó un problema de protocolo: tradicionalmente, el presidente saliente del Tribunal Supremo toma la jura al presidente entrante (de hecho, es el último acto formal del presidente saliente en su condición de tal). Pero habiendo fallecido Rehnquist ¿quién debía tomarle el juramento al nuevo Presidente? Había que remontarse al precedente de 1953, la última vez que se había producido una vacante por fallecimiento y no por retirada en la presidencia del Supremo. En esa ocasión, el magistrado más antiguo del Tribunal tomó el juramento a Earl Warren. Y en esta ocasión, el magistrado más antiguo (desde 1994, de hecho) era John Paul Stevens.

Y allí fueron los tres: Bush y Roberts, todavía jóvenes (especialmente el segundo), acompañados de un anciano de 85 años (por aquel entonces), pero fresco como una rosa, caminando sin bastón, y vestido con su sempiterna pajarita. Viéndole venir por aquel largo pasillo, me pareció la encarnación misma de la justicia.

En cuanto a la jurisprudencia de Stevens, obviamente 34 años han dado mucho de sí, pero en líneas generales creo que el juicio de la historia será benévolo con él: ha protegido los derechos de las minorías frente a mayorías abusivas, ha defendido de manera generosa el derecho a la libertad de expresión, ha combatido la tendencia natural del sistema jurídico norteamericano a enviar inocentes a la cárcel (cuando no al otro barrio), ha conseguido aunar mayorías en el Supremo capaces de bloquear la expansión indiscriminada del poder ejecutivo contra las libertades civiles.

Para quien quiera leer algunos de los análisis más interesantes sobre la vida y la jurisprudencia de Stevens, los siguientes son muy recomendables:

- Este análisis de Dahlia Lithwick y Sonja West en Slate sobre la "empatía" de Stevens (entendida en su mejor sentido).
- Este largo ensayo sobre Stevens en el New Yorker, por Jeffrey Toobin.
- El ya mencionado blog Speaking of Stevens.
- Otro análisis, esta vez de Jeffrey Rosen, en el New York Times.

Quizá el tributo más hermoso se lo otorgó precisamente Gerald Ford, que le había nombrado; un presidente republicano de otra época (igual que John Paul Stevens era un republicano de otra época). En septiembre de 2005 se celebraba en la Fordham University School of Law un seminario sobre los treinta años de jurisprudencia de Stevens. Ford contribuyó al mismo enviando esta memorable carta al decano de la facultad de Fordham, de la que extracto los pasajes más emocionantes:

“Historians study the significant diplomatic, legislative, and economic events that occurred during a Presidential term to evaluate that Presidency. Normally, little or no attention is given to the long term effects of that President’s Supreme Court nominees…

Let that not be the case with my Presidency. For I am prepared to allow history’s judgment of my term in office to rest (if necessary, exclusively) on my nomination thirty years ago of John Paul Stevens to the U.S. Supreme Court. I endorse his constitutional views on the secular character of the Establishment Clause and the Free Exercise Clause, on securing procedural safeguards in criminal [cases] and on the Constitution’s broad grant of regulatory authority to Congress. I include as well my special admiration for his charming wit and sense of humour...

He has served his nation well, at all times carrying out his judicial duties with dignity, intellect and without partisan political concerns. Justice Stevens has made me, and our fellow citizens, proud of my three decade old decision to appoint him to the Supreme Court. I wish him long life, good health, and many more years on the bench".

El decano de la Universidad de Fordham ha contado que cuando le entregó la carta del presidente Ford a Stevens, éste tenía lágrimas en sus ojos. Pero lo cierto es que Ford tenía razón: John Paul Stevens ha sido uno de los grandes magistrados de la historia del Tribunal Supremo, y constituye quizá la máxima aportación de Gerald Ford, un presidente infravalorado, a la historia de su país.

domingo, 4 de abril de 2010

¿Cómo votaron los congresistas y por qué?

Merece la pena dedicarle una última entrada a la votación de la reforma del seguro sanitario en el Congreso, con el fin de ir cerrando cabos, ahora que Washington empieza a vislumbrar en el horizonte numerosas otras votaciones de mucho calado: la ratificación por el Senado del nuevo tratado de reducción de armas nucleares con Rusia, la inminente y casi segura retirada de John Paul Stevens del Tribunal Supremo, y especialmente el proyecto de regulación del sistema financiero, que será el escenario de otra titánica batalla entre demócratas y republicanos.

Recordemos que la votación salió adelante con 219 votos a favor (todos demócratas) y 212 en contra (178 republicanos y 34 demócratas). Dentro de ambos bloques es preciso señalar la existencia de cinco grupos de votantes, más allá de los demócratas y republicanos en distritos seguros:

- Demócratas que votaron en contra "porque no tenían otro remedio": Altmire (de Pennsylvania), Boren (Oklahoma), Boucher (Virginia), Bright (Alabama), Chandler (Kentucky), Childers (Mississipi), Lincoln Davis (Tennessee), Edwards (Texas), Herseth Sandlin (Dakota del Sur), Holden (Pennsylvania), Kratovil (Maryland), Marshall (Georgia), Matheson (Utah), McIntyre (Carolina del Norte), Melancon (Louisiana), Minnick (Idaho), Peterson (Minnesota), Ross (Arkansas), Shuler (Carolina del Norte), Skelton (Missouri), Space (Ohio), Taylor (Mississipi), Teague (Nuevo Mexico). Todos ellos representan a distritos perdidos por Obama en 2008 (y por Kerry en 2004, y con una excepción, por Gore en 2000). Se trata, por lo tanto, de distritos muy republicanos, y estos congresistas simplemente sabían que se arriesgaban muchísimo en noviembre si votaban a favor de la reforma del seguro sanitario ahora. (Cuestión distinta es si le merece la pena al Partido Demócrata tener congresistas que votan contra el partido en todas las votaciones importantes. Esto es una cuestión importante, que discutiremos en una entrada aparte sobre "la teoría del congresista inútil". Ya avanzo que no todos los congresistas de esta lista son "inútiles", aunque alguno sí).

Todos estos congresistas votaron ya en noviembre contra el proyecto de reforma del seguro sanitario del Congreso. La única excepción es Zack Space, del 18º distrito de Ohio, que en Noviembre votó a favor de dicho proyecto de ley (levemente más "de izquierdas") y esta vez se asustó (o recordó que su distrito votó a McCain en un 60%) y votó en contra (cosa que abre un bonito flanco a su oponente republicano, que le podrá acusar, con perfecta razón, de incoherencia (la defensa que en su día empleó John Kerry: "primero voté a favor antes de votar en contra"; no le fue de mucha ayuda a éste en las presidenciales de 2004).

- Demócratas "valientes" (por votar a favor): básicamente, todos los demócratas en distritos ganados por McCain en 2008 que votaron a favor de la reforma corrieron un riesgo considerable (y no son poca gente): Kirkpatrick, Mitchell y Giffords (de Arizona), Salazar y Markey (de Colorado), Boyd y Kosmas (de Florida), Ellsworth y Hill (de Indiana), Pomeroy (Dakota del Norte), Wilson y Boccieri (de Ohio), Dahlkemper y Carney (de Pennsylvania), Spratt (Carolina del Sur), Perriello (Virginia), Mollohan y Rahall (de Virginia Occidental).

Para más inri, de este grupo cuatro habían votado en contra en noviembre, pero las presiones de Pelosi y sus "whips" les llevaron a votar ahora a favor, dando el margen de victoria a los demócratas: Boccieri, Boyd, Kosmas y Markey (ocho demócratas votaron no en noviembre y sí en marzo, y cinco a la inversa)

También corrieron algún riesgo varios demócratas en "swing districts" (distritos ganados por Obama en 2008 pero ganados por Bush en 2004 y/o 2000), que ya veremos como responden en noviembre, cuando Obama no esté en la papeleta.

- Demócratas que se arriesgaron al votar en contra: un grupo respetable de congresistas demócratas en distritos ganados por Obama en las presidenciales de 2008 votaron en contra del proyecto de ley, arriesgándose en algunos casos a un desafío en las primarias: Adler (Nueva Jersey), Arcuri (Nueva York), Barrow (Georgia), Artur Davis (Alabama), Kissell (Carolina del Norte), Lipinski (Illinois), Lynch (Massachusetts), McMahon (Nueva York), Nye (Virginia).

(Arcuri, Lipinski y Lynch votaron "sí" en Noviembre, pero "no" ahora, lo cual es un tanto incoherente, porque, como digo, el proyecto aprobado ahora, el del Senado, es ligeramente más "de derechas" que el aprobado por el Congreso en noviembre).

En todo caso, varios de estos demócratas han votado en contra por cuanto aunque Obama ganó en su distrito en 2008, en años anteriores su distrito había votado republicano, en algunos casos de manera muy pronunciada: eso es cierto en el caso de Adler, Arcuri, Barrow, Kissell, McMahon (para ser exactos, McMahon representa a un distrito en el que Obama no ganó, aunque Gore sí en el 2000) y Nye. Todos estos demócratas piensan que en ausencia de Obama, sus distritos serán en 2010 más blancos y más difíciles de ganar, por lo que no les interesaba votar a favor de este proyecto. Pero al votar así, cabe que sean desafiados por su flanco izquierdo, aunque ya veremos, porque en cada ciclo sólo dos o tres primarias tienen éxito.

Más sorprendente es el voto de Lipinski y Lynch (que representan a distritos demócratas muy seguros) y que votaron sí en noviembre. Lipinski contaba a su favor con el hecho de que las primarias de Illinois se celebraron ya en febrero, por lo que no podía padecer represalias. Lynch, al parecer, quiere presentarse al Senado en 2012 contra Scott Brown, pero sospecho que un voto en contra de la reforma sanitaria le invalida como candidato de por vida en una primaria demócrata para cualquier puesto más elevado.

Artur Davis votó en contra porque quiere ser el primer gobernador negro de Alabama, un Estado enormemente conservador (misión imposible, en mi opinión, especialmente este año).

- Demócratas que votaron en conciencia: todos los demócratas que ya han anunciado su retirada votaron "en conciencia", en el sentido de que ni el partido en unas primarias ni sus votantes en las elecciones podían derrotarles. La mayoría de los demócratas que se retiran en 2010 votaron a favor del proyecto, como es lógico, pero dos lo hicieron en contra: Berry (Arkansas) y Tanner (Tennessee), lo cual demuestra que no toda la oposición al proyecto por parte de ciertos demócratas venía derivada del miedo a perder unas elecciones, y que algunos demócratas sureños ven con preocupación esta reforma (los últimos restos del antiguo Partido Demócrata del Sur, del cual quedan ya pocos exponentes en el Congreso- congresistas demócratas en distritos mayoritariamente rurales, blancos y envejecidos). Berry votó "Sí" al proyecto más "de izquierdas" que el Congreso aprobó en noviembre, sin embargo, lo que hace su voto ahora algo incongruente.

- Republicanos "valientes" (por votar en contra): para acabar una entrada ya demasiado densa, recordemos que 34 republicanos representan a distritos ganados por Obama en 2008. Sin embargo, ninguno votó a favor de la reforma. La mayoría de ellos, razonablemente confiados en que en 2010 sus distritos no apoyarán a los demócratas en la misma medida en que apoyaron a Obama. En cuanto a los seis republicanos que representan a distritos ganados no sólo por Obama, sino por Kerry y Gore en 2000, sus congresistas parecen creer que las circunstancias de 2010 les favorecerán para ganar a pesar de todo (dos de ellos, Castle de Delaware y Kirk de Illinois, se presentan al Senado). Sólo un republicano se ha "suicidado" con su voto: Anh Cao, de Louisiana, que con un distrito que votó por Obama en un 75%, tiene ahora todos los números para ser derrotado en 2010 (su distrito, que consiste básicamente en la ciudad de Nueva Orleans, es abrumadoramente negro y, por lo tanto, demócrata).