Los resultados de las elecciones al Congreso fueron un tanto decepcionantes para los demócratas, que según los sondeos esperaban aumentar ligeramente su ya cómoda mayoría (235-200) y, en cambio, han visto como la misma se reducía como mínimo en 10 escaños, y quizá incluso más, a la vista de la evolución de los últimos conteos de voto.
La gente de Cook Political Report lleva a cabo un seguimiento del recuento en cada uno de los 435 distritos, y en estos momentos calculan que los demócratas lideran con 221 escaños frente a 207 escaños republicanos, con 7 escaños todavía por asignar, de los cuales algunos todavía se decantarán por el GOP.
Éste es el mapa por el momento, pendiente de alguna actualización:
Concretamente, los republicanos llevan ganados hasta ahora 2 escaños en California, 2 en Florida, 1 en Iowa, 1 en Michigan (este a un exrepublicano convertido en libertario), 1 en Minnesota, 1 en Nuevo Mexico, 1 en Nueva York, 1 en Oklahoma y 1 en Carolina del Sur.
1) La explicación de todas esas victorias republicanas es sencilla, aunque polivalente: en una elección relativamente apretada (Biden parece que acabará ganando 51-47, más o menos), había demócratas en distritos tradicionalmente MUY republicanos (los distritos perdidos en Minnesota, Oklahoma o Carolina del Sur son entre 10 y 12 puntos más republicanos que la media del país, según el índice de partidismo de distritos elaborado también por el Cook Political Report), distritos rurales en los que los demócratas retrocedieron o suburbanos en los que la subida demócrata no fue suficiente para impulsar a su candidato al distrito.
El retroceso demócrata en el voto hispano permite explicar varias derrotas más, como las de Florida, Nuevo Mexico o California, todas ellas en distritos con fuerte población hispana en unas elecciones en que, a medida que se van asentando los datos, parece claro que los republicanos han conseguido uno de los mejores porcentajes de voto hispano de su historia.
2) Los demócratas, en cambio, han ganado sólo un distrito en Georgia (aquí, claramente por la evolución del voto suburbano de Atlanta en su favor) y 2 en Carolina del Norte (estos por una decisión del Tribunal Supremo del Estado para que la representación no estuviera tan desequilibrada a favor de los republicanos).
3) Daily Kos lleva a cabo cada cuatro años una tarea de Sísifo: calcular el resultado de las elecciones presidenciales en cada distrito al Congreso a medida que los Estados van certificando su voto. Por ahora, sólo han podido efectuar los cálculos respecto de cuatro Estados: Delaware y Wyoming (éstos son fáciles, porque ambos Estados aportan sólo UN distrito al Congreso) y Oklahoma y Carolina del Sur (que tienen más mérito, porque cada Estado tiene varios distritos en el Congreso).
Oklahoma y Carolina del Sur son especialmente interesantes porque en ambos hay al menos un distrito que los demócratas han perdido, pese a que los candidatos que presentaban eran moderados y lo han hecho mejor que Biden.
Esto se extrae de las tablas de Daily Kos que mencionábamos antes. Veamos los resultados en el quinto distrito de Oklahoma:
- Resultado de las presidenciales:
Trump 51,6- Biden 46 (en 2016 fue Trump 53,2- Clinton 39,8)
- Resultado de las elecciones al Congreso:
Stephanie Bice (R) 52,1- Kendra Horn (D) 47,9 (titular del escaño)
Como se puede ver, aquí han pasado dos cosas simultáneas: Biden ha mejorado claramente los resultados demócratas en el distrito (que ha pasado de votar a Trump por 13,4 puntos a 4,6) y la congresista demócrata simultáneamente lo ha hecho 2 puntos mejor que Biden, pero aún así no ha sido suficiente para salvarlo.
Y el mismo fenómeno se observa en el primer distrito de Carolina del Sur
- Resultado de las presidenciales:
Trump 52,1- Biden 46,1 (en 2016 fue Trump 53,5- Clinton 40,4)
- Resultado de las elecciones al Congreso:
Nancy Mace (R) 50,6- Joe Cunningham (D) 49,3 (titular del escaño)
Aquí ha ocurrido lo mismo que en Oklahoma: Biden ha mejorado claramente los resultados demócratas en el distrito (que ha pasado de votar a Trump por 13,1 puntos a 6) y el congresista demócrata simultáneamente lo ha hecho 3 puntos mejor que Biden, pero, una vez más, eso no ha sido suficiente para salvar el escaño.
4) El problema inverso se ha dado en algunos distritos en los que los demócratas han aportado un candidato demasiado de izquierdas para el distrito. El ejemplo más característico hasta el momento es el segundo distrito al Congreso de Nebraska (que abarca la ciudad de Omaha y sus suburbios). Biden ha conseguido ganarlo por casi 7 puntos (en 2016 Trump lo había ganado por 2), pero la candidata demócrata, Kara Eastman, que ya se había presentado (y perdido) en 2018 tras derrotar en las primarias al excongresista (más moderado) Brad Ashford, consiguió 6 puntos menos que Biden y perdió.
Todo esto nos conduce a una conclusión provisional: muchos votantes en distritos disputados con congresistas republicanos han votado simultáneamente a Biden, porque no soportan el tono beligerante de Trump, pero no están descontentos con su congresista del GOP y lo han mantenido, lo que prácticamente obliga a presentar a candidatos moderados en esos distritos si se quiere tener alguna esperanza de éxito.
5) Y todo ello deviene más urgente a la vista de que a lo largo del año que viene los Estados iniciarán su proceso de rediseño de los distritos al Congreso, una tarea que recae sobre las legislaturas estatales, que están en estos momentos controladas en su mayoría por los republicanos: de hecho, en estas elecciones los demócratas han perdido más de 80 escaños en las distintas legislaturas estatales.
Las perspectivas son ominosas para los demócratas: según estos dos artículos de Sean Trende, los demócratas empezarán el ciclo de 2022 habiendo perdido al menos 6 escaños a raíz de la necesidad de redistribuir los escaños del Congreso por los cambios de población y en base a los "gerrymandering" en que incurran las legislaturas republicanas. Perder 6 escaños ya supondría perder la mayoría.
6) En resumen: Pelosi va a tener problemas para manejar su mayoría en los próximos dos años, dado que va a necesitarla casi entera en cada votación para sacar las leyes adelante (y eso suponiendo que el Senado finalmente acabe en manos demócratas, algo improbable), y seguramente la perderá en dos años, por efecto del rediseño de distritos y del castigo que suele sufrir el partido del Presidente en las elecciones de medio mandato.