sábado, 21 de febrero de 2009

Las elecciones israelíes y su impacto en las relaciones con Estados Unidos

El pasado día 18 se certificaron oficialmente los resultados de las elecciones israelíes del día 10 de febrero:


Partidos
Votos % Escaños

Kadima
758,032 22.47 28

Likud
729,054 21.61 27

Yisrael Beiteinu
394,577 11.70 15

Partido Laborista

334,900 9.93 13

Shas
286,300 8.49 11

Unidad del Judaismo y la Torah

147,954 4.39 5

Lista Árabe Unida-Ta'al
113,954 3.38 4

Union Nacional

112,570 3.34 4

Hadash
112,130 3.32 4

Meretz
99,611 2.95 3

La Casa Judía

96,765 2.87 3

Balad
83,739 2.48 3

Lo primero que llama la atención en unas elecciones israelíes es la extremada división del electorado (¡11 partidos políticos en un Parlamento de 120 escaños!). Y lo segundo es la gran atomización del voto (cosa que es un fenómeno relativamente reciente: hasta las elecciones de 1996, al menos uno de los grandes partidos solía obtener más del 30% y era mayoritario dentro de su coalición de Gobierno. Eso no ha ocurrido ya en las últimas cinco elecciones).

El resultado electoral resultó un tanto engañoso: aunque Tzipi Livni, la líder del Kadima, obtuvo más escaños que Benjamin Netanyahu, el líder del Likud, lo cierto es que será Netanyahu el que forme Gobierno, dado que las fuerzas de derecha y extrema derecha (Likud, Yisrael Beitenu, Shas, Unidad del Judaísmo y la Torah, Unión Nacional y la Casa Judía) han obtenido un total de 65 escaños, mientras que las fuerzas de centro e izquierda (Kadima, Partido Laborista y Meretz) apenas han obtenido 44 escaños (los 11 escaños de los tres partidos árabes no cuentan a la hora de formar coaliciones de gobierno desde 1977; un grave error- hasta esa fecha los partidos árabes formaban parte habitualmente de las coaliciones de gobierno israelíes).

El nuevo Gobierno (si es que Netanyahu consigue poner de acuerdo a los seis partidos políticos de la coalición) tendrá dos problemas esenciales: en primer lugar, la difícil compatibilidad entre la extrema derecha laica de Yisrael Beitenu (un partido compuesto mayoritariamente por inmigrantes judíos de la ex-Unión Soviética, furibundamente antisocialistas, pero al mismo tiempo nada religiosos) con los partidos ultraortodoxos (Shas, Unidad del Judaísmo, etc). Para empezar, Yisrael Beitenu quiere que el matrimonio civil sea válido en Israel, cosa a la que los ultraortodoxos se oponen con todas sus fuerzas. Además, Yisrael Beitenu aboga por el intercambio de territorios con los árabes, mientras que los ultraortodoxos se oponen totalmente a ello. Netanyahu tendrá verdaderos problemas para equilibrar a estos dos elementos de su coalición, y lo más probable es que tengamos elecciones anticipadas en un par de años (básicamente una repetición del escenario resultante de las elecciones de 1996, cuando Netanyahu formó esencialmente la misma coalición, y su gobierno duró dos años y medio).

El segundo problema es que la coalición resultante de las elecciones no es del agrado de la nueva Administración norteamericana, que obviamente hubiera preferido la victoria del Kadima, y la formación de un gobierno de "unidad nacional" Kadima-Likud-laboristas. Veremos si Obama presiona a Netanyahu para alcanzar acuerdos con los palestinos (lo que inevitablemente causará tensiones dentro del Gobierno israelí).

1 comentario:

Alfonsogt dijo...

Gracias Pedro por seguir en la brecha de la actualidad internacional y por escribir esta actualización de la interesante conferencia que nos impartiste.