Uno de los pecados que tengo percibido en la prensa norteamericana (y en líneas generales, en la prensa de todo el mundo) es la tendencia natural a concentrarse en la noticia del día, y una escasa voluntad de intentar escarbar en profundidad e intentar ver las cosas a medio o largo plazo.
Esto viene a cuento a raíz de la humillante renuncia de Tom Daschle como candidato a ser Ministro de Salud en el gobierno Obama. Vaya por delante que la renuncia de Daschle era inevitable, especialmente desde el momento en que Nancy Killefer, la candidata a Secretaria de Control Presupuestario, dimitiera por impagar apenas 750 Euros de impuestos derivados de una empleada del hogar (Daschle había dejado de pagar 140.000 Euros en impuestos, al "entender" que el coche y chófer que su empleador le habían puesto en el trabajo eran un "regalo", y no, en realidad, una retribución en especie).
Vaya por delante también que Obama ha quedado en muy mal lugar por apoyar a Daschle durante demasiado tiempo (especialmente una vez que se había dejado bastante capital político al apoyar a Tim Geithner, que también se había dejado impuestos por pagar), y lo que es peor: Obama tuvo que pasarse varias horas en las televisiones pidiendo disculpas por el fiasco Daschle en lugar de promocionando el plan de estímulo que está en el Senado, que era lo que tocaba.
Dicho esto, éste es un típico caso de árboles que no dejan ver el bosque: Daschle será una nota a pie de página en la historia de la presidencia Obama (tanto Clinton como Bush designaron a miembros del Gabinete que tuvieron que renunciar por problemas fiscales, y el éxito o fracaso de sus presidencias no se juzgan precisamente por esos hechos).
(Incidentalmente, me hubiera gustado a George W. Bush decir alguna vez, como hizo ayer Obama: "metí la pata y la responsabilidad es mía", especialmente cuando hubo errores suyos mucho más graves).
Obama sigue siendo un presidente muy popular, con más del 60% de apoyo en todas las encuestas, y las perspectivas para él y su Partido siguen siendo buenas. Y a los hechos me remito:
- Si los republicanos están esperanzados con el futuro, y en particular con las elecciones de medio mandato del 2010, ¿por qué hay ya cinco Senadores republicanos, no especialmente ancianos, que han anunciado que no se presentarán a la reelección en dichos comicios (y un solo demócrata- amigo de Joe Biden que le está calentando el escaño a su hijo)? Es muy sencillo: muchos republicanos en el Senado esperan seguir siendo el partido minoritario en los próximos años y sencillamente no quieren ser parte de la minoría (a lo que se añade, en casos como los de Ohio y Florida su impopularidad personal). Si los Senadores republicanos creyeran que podían tomar el poder de nuevo como consiguieron -contra Clinton- en 1994, ¡vaya si se volverían a presentar!
- Y muy especialmente: a raíz del drama Daschle, ha quedado algo tapado el nombramiento del republicano Judd Gregg como Secretario de Comercio, y su sustitución como Senador de New Hampshire por una republicana llamada Bonnie Newman.
El ala izquierda del Partido Demócrata está enfadada con Obama, porque éste ha aceptado un trato con Gregg, según el cual éste aceptaría ser Secretario de Comercio sólo si el gobernador de New Hampshire (que es demócrata) nombraba a un republicano para sustituirla. Según los bloggers de izquierdas, ésta era la ocasión de alcanzar los 60 Senadores en el Senado.
Obama, que es bastante más listo, me parece, que todos estos especuladores, ha hecho una apuesta a largo plazo: Bonnie Newman no se presentará, al parecer, a las elecciones de 2010, mientras que uno de los dos congresistas demócratas del Estado, Paul Hodes, ya ha anunciado que sí lo hará. Gregg hubiera sido un oponente formidable (excongresista, exgobernador, Senador, hijo de gobernador: lo ha sido todo en New Hampshire), y Obama lo ha retirado de la circulación (dice mucho de la situación real que Gregg, que apenas tiene 62 años, haya querido abandonar su escaño- ¡otro republicano que no veía nada claras sus perspectivas en 2010!).
E incluso en el corto plazo, se trata de una mejora clara: salvo que Bonnie Newman sea una rara avis, en igualdad de condiciones una mujer republicana será más moderada que un hombre republicano (¿será casualidad que tres de los cuatro votos republicanos más de fiar para Obama sean femeninos? No). Así que incluso en ese sentido Obama sale probablemente ganando.
Con todo esto sólo quiero decir que llevamos tres semanas de Presidencia y que Obama está empezando. Especular sobre cómo le va a ir en los próximos cuatro años por sus resbalones iniciales es un ejercicio inútil (digo más: ¿quien hubiera podido predecir que Bill Clinton saldría reelegido en 1996 cuando su reforma sanitaria fracasó espectacularmente en 1994 y como consecuencia, su Partido perdió las elecciones de medio mandato de ese año, adquiriendo los republicanos el control de ambas Cámaras?).
Esto viene a cuento a raíz de la humillante renuncia de Tom Daschle como candidato a ser Ministro de Salud en el gobierno Obama. Vaya por delante que la renuncia de Daschle era inevitable, especialmente desde el momento en que Nancy Killefer, la candidata a Secretaria de Control Presupuestario, dimitiera por impagar apenas 750 Euros de impuestos derivados de una empleada del hogar (Daschle había dejado de pagar 140.000 Euros en impuestos, al "entender" que el coche y chófer que su empleador le habían puesto en el trabajo eran un "regalo", y no, en realidad, una retribución en especie).
Vaya por delante también que Obama ha quedado en muy mal lugar por apoyar a Daschle durante demasiado tiempo (especialmente una vez que se había dejado bastante capital político al apoyar a Tim Geithner, que también se había dejado impuestos por pagar), y lo que es peor: Obama tuvo que pasarse varias horas en las televisiones pidiendo disculpas por el fiasco Daschle en lugar de promocionando el plan de estímulo que está en el Senado, que era lo que tocaba.
Dicho esto, éste es un típico caso de árboles que no dejan ver el bosque: Daschle será una nota a pie de página en la historia de la presidencia Obama (tanto Clinton como Bush designaron a miembros del Gabinete que tuvieron que renunciar por problemas fiscales, y el éxito o fracaso de sus presidencias no se juzgan precisamente por esos hechos).
(Incidentalmente, me hubiera gustado a George W. Bush decir alguna vez, como hizo ayer Obama: "metí la pata y la responsabilidad es mía", especialmente cuando hubo errores suyos mucho más graves).
Obama sigue siendo un presidente muy popular, con más del 60% de apoyo en todas las encuestas, y las perspectivas para él y su Partido siguen siendo buenas. Y a los hechos me remito:
- Si los republicanos están esperanzados con el futuro, y en particular con las elecciones de medio mandato del 2010, ¿por qué hay ya cinco Senadores republicanos, no especialmente ancianos, que han anunciado que no se presentarán a la reelección en dichos comicios (y un solo demócrata- amigo de Joe Biden que le está calentando el escaño a su hijo)? Es muy sencillo: muchos republicanos en el Senado esperan seguir siendo el partido minoritario en los próximos años y sencillamente no quieren ser parte de la minoría (a lo que se añade, en casos como los de Ohio y Florida su impopularidad personal). Si los Senadores republicanos creyeran que podían tomar el poder de nuevo como consiguieron -contra Clinton- en 1994, ¡vaya si se volverían a presentar!
- Y muy especialmente: a raíz del drama Daschle, ha quedado algo tapado el nombramiento del republicano Judd Gregg como Secretario de Comercio, y su sustitución como Senador de New Hampshire por una republicana llamada Bonnie Newman.
El ala izquierda del Partido Demócrata está enfadada con Obama, porque éste ha aceptado un trato con Gregg, según el cual éste aceptaría ser Secretario de Comercio sólo si el gobernador de New Hampshire (que es demócrata) nombraba a un republicano para sustituirla. Según los bloggers de izquierdas, ésta era la ocasión de alcanzar los 60 Senadores en el Senado.
Obama, que es bastante más listo, me parece, que todos estos especuladores, ha hecho una apuesta a largo plazo: Bonnie Newman no se presentará, al parecer, a las elecciones de 2010, mientras que uno de los dos congresistas demócratas del Estado, Paul Hodes, ya ha anunciado que sí lo hará. Gregg hubiera sido un oponente formidable (excongresista, exgobernador, Senador, hijo de gobernador: lo ha sido todo en New Hampshire), y Obama lo ha retirado de la circulación (dice mucho de la situación real que Gregg, que apenas tiene 62 años, haya querido abandonar su escaño- ¡otro republicano que no veía nada claras sus perspectivas en 2010!).
E incluso en el corto plazo, se trata de una mejora clara: salvo que Bonnie Newman sea una rara avis, en igualdad de condiciones una mujer republicana será más moderada que un hombre republicano (¿será casualidad que tres de los cuatro votos republicanos más de fiar para Obama sean femeninos? No). Así que incluso en ese sentido Obama sale probablemente ganando.
Con todo esto sólo quiero decir que llevamos tres semanas de Presidencia y que Obama está empezando. Especular sobre cómo le va a ir en los próximos cuatro años por sus resbalones iniciales es un ejercicio inútil (digo más: ¿quien hubiera podido predecir que Bill Clinton saldría reelegido en 1996 cuando su reforma sanitaria fracasó espectacularmente en 1994 y como consecuencia, su Partido perdió las elecciones de medio mandato de ese año, adquiriendo los republicanos el control de ambas Cámaras?).
1 comentario:
Quise decir Steele.POr cierto ningún senador republicano habñia dado el visto bueno al plan E... Ha habido unidad...
Es posible Pedro encontrar razones para confiar en el regreso de los conservadores. En 1964, Lyndon B. Johnson derrotó a Barry Goldwater; en 1976, Jimmy Carter venció a Gerald Ford en una elección muy ajustada; en 1992, Bill Clinton venció al primer George H. Bush. Sin embargo, cada una de esas derrotas supuso una inmediata reacción victoriosa del Partido Republicano.
Entre 1976 y 1980, Reagan lanzó la gran revolución conservadora que se asentó en los ochenta con espectaculares éxitos económicos. De igual modo, hay un parecido claro entre el triunfo de Clinton en 1992 y el de Obama en 2008. De aquella derrota surgió el “Contract with America” de Newt Gingrich y la segunda revolución conservadora que llevó a mayorías en las dos cámaras del Congreso en 1994, así como a sendas victorias presidenciales en 2000 y 2004 por parte del George W. Bush. La derrota de McCain y el talante intervencionista y socializante que está tomando ya la presidencia de Obama, puede ahora permitir a los conservadores tomar serias posiciones de cara a las intermedias de 2010 y las presidenciales de 2012.
Publicar un comentario