Las reacciones conservadoras a la aprobación de la ley de reforma del sistema de seguros médicos en Estados Unidos han sido en su inmensa mayoría "negacionistas" (algo así como "no es posible que esto nos esté pasando a nosotros"). Las voces críticas dentro del movimiento conservador son escasas y se encuentran cada vez más aisladas en un movimiento que valora mucho más la uniformidad y la ortodoxia que el pensamiento crítico (a los demócratas no les pasa eso en la misma medida, aunque quizá sea la tenencia o la ausencia del poder la que determina el grado de tolerancia dentro de un movimiento político. Por eso los demócratas eran tan sectarios en los 70 y los 80).
Este blog tiene una sana tendencia a incluir entre sus lecturas a dos tipos de analistas: "dorks" (o sea, empollones interesados más en la sustancia que en la superficie de las cosas: Ezra Klein y Reihan Salam son dos buenos ejemplos) y muy especialmente conservadores y liberales críticos con sus propios segmentos ideológicos (gente como David Frum entre los primeros y Matthew Yglesias entre los segundos, por citar los dos ejemplos más conspicuos).
David Frum, en concreto, ha padecido una semana muy dura: el domingo 21, tras la votación en el Congreso, publicó en su página web, FrumForum, un excelente artículo titulado "Waterloo", que empieza con la siguiente y devastadora frase: "Conservatives and Republicans today suffered their most crushing legislative defeat since the 1960s." (cosa que, por lo demás, es totalmente cierta; se trata de la derrota más dura sufrida por los conservadores en el terreno legislativo desde la aprobación del programa de la Gran Sociedad por parte de Johnson entre 1964 y 1968; no tanto de los republicanos, muchos de los cuales votaron por las reformas de Johnson por aquel entonces).
La lectura del resto de la columna es obligada para cualquier conservador que quiera entender cuál es la situación real del movimiento conservador norteamericano hoy en día, y no la versión torticera y sesgada que emana del mundo FOX: de los Glenn Becks, Rush Limbaughs, Sean Hannitys y demás ralea que chillan y se desgañitan en busca de mayores audiencias (para eso les pagan), mientras conducen a los republicanos a una derrota tras otra.
Lamentablemente, el artículo ha sido recibido por la gran masa acritíca del movimiento conservador como una traición: David Frum ha sido insultado (aunque también defendido) a lo largo y ancho de Internet (Andrew Sullivan, otro conservador al que se acusa de apostasía, resume aquí algunos de los mejores -y peores- momentos de la semana).
Pero la respuesta institucional conservadora más evidente se produjo los dos días después del artículo de Frum: un editorial del Wall Street Journal atacó injustamente a Frum el lunes 23, y ese mismo día el AEI (American Enterprise Institute), el gran "think-tank" conservador, forzó la dimisión de Frum como miembro del mismo - cobraba 100.000 dólares al año, que es un dineral- por presiones de sus donantes (el AEI, claro está, lo niega; aquí está la explicación de Frum. Y aquí está un pequeño análisis de Matthew Yglesias que sospecho se acerca a la verdad.)
Lo más preocupante de todo esto es que no estamos hablando de un republicano liberal que en realidad es un DINO ("Democrat in Name Only"). Frum es un republicano de moderado a conservador dependiendo del tema (es "pro-choice" y "pro-gay", pero también es uno de los mayores halcones conservadores en política exterior y un auténtico conservador fiscal. Fue una de las primeras voces que atacó a George W. Bush por la nominación de Harriet Miers al Tribunal Supremo y, por contra, defendió la nominación de John Roberts como un auténtico modelo conservador).
Quizá lo más fácil es dejar que sea él mismo el que se defina, por escrito, y en esta magnífica entrevista (vídeo de 27 minutos de obligado visionado) que le hicieron en la televisión canadiense hace unos meses, y que resume los grandes peligros que acechan al Partido Republicano en los próximos años: la sumisión al populismo anti-intelectual (o sea, a Sarah Palin), la tentación de pensar sólo en sus votantes más fiables (los blancos mayores de 65), lo que Frum llama "Americans on their way out", y no en los "Americans on their way in" (jóvenes y especialmente hispanos), etc.
Por resumir en pocas líneas: el Partido Republicano se enfrenta hoy al mismo riesgo que el Partido Demócrata tras 1968: hablar sólo para los convencidos, y no para una mayoría. Esa táctica suicida llevó a los demócratas a sus derrotas aniquiladoras en 1972 y 1984. Palin es la garantía para repetir ese resultado (¡pero a la inversa!) en 2012.
Por resumir en pocas líneas: el Partido Republicano se enfrenta hoy al mismo riesgo que el Partido Demócrata tras 1968: hablar sólo para los convencidos, y no para una mayoría. Esa táctica suicida llevó a los demócratas a sus derrotas aniquiladoras en 1972 y 1984. Palin es la garantía para repetir ese resultado (¡pero a la inversa!) en 2012.