miércoles, 3 de marzo de 2010

El matrimonio gay en Estados Unidos (1): la larga marcha hacia la igualdad

 El año 2009 fue, cuánto menos, irregular para la comunidad gay estadounidense: tras el doloroso triunfo de la Proposición Ocho en California en noviembre de 2008, que formalizó el veto constitucional al matrimonio homosexual en dicho Estado el mismo día en que Barack Obama ganaba las elecciones presidenciales con el 61% de los votos en California, los gays sufrieron un nuevo rapapolvo en otro Estado sumamente liberal, Maine, donde los votantes, por un margen del 53%, revocaron la ley que el Senado y el Congreso de Maine habían aprobado legalizando el matrimonio gay.

No todo fueron malas noticias, por supuesto: el Tribunal Supremo de Iowa legalizó el matrimonio homosexual en una decisión unánime el 3 de abril (para más inri, redactada por un magistrado nombrado por un gobernador republicano), aunque es dudoso que la misma resista a un referendum similar al de California, constitucionalizando la prohibición al matrimonio homosexual.

Por su parte, el Congreso y el Senado de Vermont legalizaron el matrimonio gay con amplias mayorías de dos tercios (necesarias para superar el veto del gobernador republicano del Estado). La revocación de dicha decisión por parte de los votantes de Vermont, al contrario de lo que ocurrió en Maine, es improbable por un motivo muy sencillo, que pasaremos a analizar acto seguido: las encuestas muestran que ya existe en Vermont una mayoría a favor del matrimonio gay.

Aunque la comunidad gay norteamericana muestra su desencanto con el presidente Obama por lo que consideran insuficiente presión desde la Casa Blanca para modificar el status quo existente en materia de derechos civiles para las parejas homosexuales, lo cierto es que ni el púlpito diario que tienen los presidentes (ni siquiera los elocuentes como Obama) permiten modificar de un día para otro las reticencias (injustificadas) de una parte sustancial de la población norteamericana respecto de los gays. Pese a todo, las tendencias a largo plazo deberían resultar esperanzadoras. Como ya analizamos en su día:

"(...) el 4 de noviembre los votantes de California aprobaron incluir la definición de matrimonio en la Constitución del Estado como exclusivamente la "unión entre hombre y mujer". El resultado fue 52,3% a favor, 47,7% en contra. El problema es que las encuestas a pie de urna reflejan que entre los votantes de 18 a 29 años, el resultado fue 39% a favor, 61% en contra. En otras palabras: que los votantes más viejos son los que están en contra y los votantes más jóvenes están en su mayoría a favor del matrimonio gay (en California). Es una mera cuestión de tiempo (¿10, 15 años?) para que se empiecen a enmendar las Constituciones de los distintos Estados que han prohibido el matrimonio gay para revocar dichas medidas. "

Ese párrafo, escrito hace más de un año, se refuerza con la encuesta que paso a citar, que recoge la evolución del apoyo explícito al matrimonio homosexual en los últimos quince años. Se incluyen tres grupos de encuestas (elaboradas en 1994-1996, 2003-2004 y 2008-2009):

marriage

Como siempre decimos en este blog, una imagen vale más que mil palabras: entre 1993-1994 y 2008-2009 el apoyo de los ciudadanos norteamericanos por el reconocimiento del matrimonio gay ha avanzado sin excepción en todos y cada uno de los 50 Estados de la Unión. En 1993-1994, al principio de la presidencia Clinton, en ningún Estado había un apoyo ni siquiera del 40% al matrimonio gay (Nueva York, con el 36%, era el Estado más receptivo). Hoy hay seis Estados en los que dicho apoyo rebasa el 50% (Nueva York y cinco Estados de Nueva Inglaterra) y cinco Estados en los que el matrimonio gay es legal (una vez más, cuatro Estados de Nueva Inglaterra: Vermont, New Hampshire, Massachusetts y Connecticut, además de Iowa).

El camino por recorrer continúa siendo muy largo, especialmente dada la hostilidad que continúan mostrando especialmente los Estados sureños y del triángulo mormón (en Utah, por ejemplo, el apoyo al matrimonio gay ha pasado de un raquítico 12% a un no mucho mejor 17% en quince años). Pero la tendencia a medio y largo plazo es clara. Y digo aún más: como ya se pudo observar en California, las posiciones hacia el matrimonio gay vienen determinadas en su mayoría por una variable nada sorprendente: la edad. Eso se puede apreciar en otro gráfico concluyente que pasamos a adjuntar:

age

Las encuestas estratifican a los encuestados en cuatro grupos de edad: de 18 a 29 años, de 30 a 44, de 45 a 64 y mayores de 65. Pues bien: como se puede ver a simple vista, cada uno de esos cuatro grupos son menos tolerantes, en una progresión descendente, respecto al matrimonio gay. Así, véase como en Maine los jóvenes apoyan el matrimonio gay con una clara mayoría del 70%, mientras que el apoyo de los jubilados apenas alcanza el 32% (cosa que explica, por lo demás, la derrota del año pasado en el referéndum: en las elecciones en años sin elecciones presidenciales los votantes mayores de 65 años votan siempre mucho más que los jóvenes).

En resumen: la evolución del cuerpo electoral muestra claramente que Estados Unidos se dirige lenta pero seguramente hacia el día en que el matrimonio gay sea legal en sus 50 Estados. Los oponentes al matrimonio gay no sólo se encuentran en el lado equivocado de la historia; se encuentran en el lado equivocado de la estadística, lo cual es todavía más inexorable. La equiparación absoluta de derechos en el campo del matrimonio entre heterosexuales y homosexuales en Estados Unidos es cuestión de tiempo.

2 comentarios:

Frígilis dijo...

"La equiparación absoluta de derechos en el campo del matrimonio entre heterosexuales y homosexuales en Estados Unidos es cuestión de tiempo". Creo que la última frase de tu comentario es la que contiene la clave de la, en mi opinión, solución del tema. Es cierto que hay una mayoría que se declara en contra del matrimonio homosexual, pero quizás los porcentajes cambiarían si se preguntase por 'derechos' no por 'matrimonio'. Es decir, es posible que algunos (muchos) votantes californianos que han votado a favor de incluir en la constitución del Estado que "el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer", estuvieran dispuestos a aceptar una ley que dijese "dos hombres unidos civilmente tendrán los mismos derechos que un matrimonio". Es una mera cuestión terminológica, pero para mucha gente puede tener su importancia.

A mí me parece una discusión algo absurda, creo que el matrimonio civil es simplemente un contrato y no veo la razón por la que dos hombres o dos mujeres no puedan acceder al mismo. El religioso tiene otras implicaciones para los creyentes y, en ese sentido, cada confesión tiene derecho a casar a quién le dé la gana.

Por otro lado, desde un punto de vista estrictamente estadístico, no estoy del todo convencido de lo que dices respecto al paso del tiempo. Es evidente que el trancurso de los años favorecerá el matrimonio gay, pero no veo una correlación tan absoluta entre una y otra cosa. Es decir, creo que los jóvenes que ahora dicen que "sí" dentro de 20 años podrían ser haberse vuelto más conservadores (como sus padres hippies han hecho).

Pedro Soriano Mendiara dijo...

Las uniones civiles para gays tienen más apoyo que el matrimonio. Pero dado que se trata de una mera cuestión terminológica, puesto que los derechos y deberes son los mismos, desde un punto de vista constitucional no tiene sentido crear dos categorías separadas (uniones civiles para homosexuales - matrimonios para heterosexuales) incluyendo exactamente los mismos derechos y deberes. Si las uniones civiles tienen los mismos derechos y deberes que los matrimonios, se deberían llamar matrimonio.

En cuanto a la estadística, lo que podría pasar es que los jóvenes de dentro de 20 años se vuelvan más conservadores en cuanto al matrimonio gay (ha pasado con el aborto, sin ir más lejos). Pero los jóvenes actuales seguirán estando más o menos a favor en las mismas proporciones que lo están ahora dentro de 20 años (cuando ya no sean jóvenes), porque la conformación ideológica se produce durante los años de la adolescencia y la primera juventud.

Sin embargo, la cuestión del matrimonio gay es como la cuestión del matrimonio interracial. Impedirlo es una injusticia que lenta pero inexorablemente va calando en la sociedad. Y no me extiendo más, porque de eso va el siguiente artículo del blog.