Antes de entrar a analizar a fondo los resultados de las elecciones norteamericanas (que han sido interesantísimos desde cualquier punto de vista), sí me gustaría dejar constancia de que el discurso de concesión de McCain me pareció extraordinario, y totalmente digno del verdadero John McCain, que ha estado demasiado oculto esta campaña (mal asesorada y mal dirigida).
McCain habló con dignidad, generosidad y grandeza de espíritu, demostrando por qué esta campaña electoral enfrentaba a dos de los mejores candidatos que ha visto la historia de las elecciones norteamericanas (¡qué diferencia con la campaña de hace cuatro años, sin ir más lejos!)
Y retrospectivamente: qué lástima que McCain no derrotara a Bush hace ocho años, porque hubiera sido un presidente excelente (no tengo la menor duda de que hubiera derrotado a Gore), y desde luego no se hubiera metido en varios de los jardines en los que el muy mediocre presidente saliente nos ha metido (a todos, y no sólo a los norteamericanos).
McCain habló con dignidad, generosidad y grandeza de espíritu, demostrando por qué esta campaña electoral enfrentaba a dos de los mejores candidatos que ha visto la historia de las elecciones norteamericanas (¡qué diferencia con la campaña de hace cuatro años, sin ir más lejos!)
Y retrospectivamente: qué lástima que McCain no derrotara a Bush hace ocho años, porque hubiera sido un presidente excelente (no tengo la menor duda de que hubiera derrotado a Gore), y desde luego no se hubiera metido en varios de los jardines en los que el muy mediocre presidente saliente nos ha metido (a todos, y no sólo a los norteamericanos).
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