sábado, 8 de noviembre de 2008

Una nación polarizada (y todavía racista)

Obama mejoró el pasado martes los resultados electorales de John Kerry en las elecciones de 2004 en algo más de cuatro puntos (del 48,27 al 52,36%). Pero esa mejora no se distribuyó homogéneamente a lo largo del territorio de Estados Unidos y en varios Estados ni siquiera hubo tal mejora. Observad este mapa, que refleja los Estados en los que el porcentaje de votos del ticket demócrata mejoró respecto al porcentaje obtenido hace cuatro años (en distintas gradaciones de rojo, según la intensidad de la mejora) y aquellos en los que empeoró (en distintas gradaciones de azul, según la intensidad del empeoramiento).

Swing Map

El New York Times publicó al día siguiente de las elecciones un mapa con el 22% de los condados del país que habían votado más republicano que hace cuatro años. Es un mapa bastante feo (por su significado), como podéis ver por vosotros mismos:

mccain.jpg

Como podéis ver, en unas elecciones en las que el presidente saliente (republicano) tenía una popularidad del 25%, con una grave crisis económica y dos guerras, una de las cuales sigue siendo sumamente impopular, hubo condados en Estados Unidos en los que el Partido Republicano mejoró sus resultados en más de 20 puntos porcentuales. Es evidente que aquí ha habido un comportamiento anómalo del electorado.

Por supuesto, no todas las mejoras del ticket republicano tienen una explicación "fea". Si observáis el mapa, veréis que en Arizona (Estado de McCain) y Alaska (Estado de Palin) hubo varios condados en los que los republicanos subieron (cosa que se justifica sin problemas por el "efecto simpatía" que genera en los votantes de un Estado el hecho de que el candidato a presidente o vicepresidente sea del Estado).

El problema está en las mejoras más acusadas del ticket republicano. Si observáis el mapa anterior, veréis que se inician (empezando por arriba y siguiendo hacia abajo), en el oeste de Pennsylvania, bajan siguiendo un pronunciado giro hacia la izquierda por Virginia Occidental, el este de Kentucky y la punta oeste de Virginia y Carolina del Norte, prácticamente la totalidad de Tennessee (excepto por sus centros urbanos), el norte de Alabama y la punta nordeste de Mississippi, y luego en un giro hacia el Oeste, la infección se extiende por prácticamente la totalidad de Arkansas (excepto en algún condado de amplia mayoría negra) y se abre en abanico hacia el Oeste (Oklahoma), el Sur (Luisiana) y el Suroeste (Texas occidental). Asimismo, podemos observar señales del virus en el suroeste de Georgia y en el "panhandle" (el "mango de la sartén" de Florida).

Perdonad el uso de los términos "infección" y "virus", que pueden parecer demasiado crudos, pero que se explican cuando comparamos los condados en los que el ticket republicano, contra toda lógica, ha subido en unas elecciones de retroceso generalizado del partido, con estos dos mapas: uno, el de la región de los Apalaches (una región pobre, montañosa y mal comunicada con el resto del mundo, en la que los republicanos han mejorado uniformemente):



y otro, que muestra una correlación todavía más perfecta: el mapa del censo del año 2000 que reflejaba los distintos condados norteamericanos clasificados por identificación de sus "ancestros". Me explico: el censo norteamericano pregunta a los ciudadanos norteamericanos por sus "orígenes nacionales" (lo que no deja de ser lógico, en una nación compuesta en un 99% por inmigrantes), y luego elabora el mapa siguiente asignando cada condado a aquel grupo de inmigrantes más numeroso (lo cual no quiere decir necesariamente mayoritario: si en un condado hay un 35% de personas de origen alemán, 30% de origen italiano y 25% de origen hispano, el condado se asigna con el color correspondiente a los "alemanes", para que nos entendamos).

Como podéis ver en el mapa que os adjunto, muchos de los colores reflejan cosas que, intuitivamente, ya sabíamos: en la frontera con México, los ancestros más numerosos de los ciudadanos norteamericanos son mexicanos, en Nueva Jersey y Nueva York ciudad, los italianos son los ancestros más numerosos, en Nueva Inglaterra los ingleses (con ese nombre no resulta una sorpresa), y en los Estados del Sur profundo, los ancestros más numerosos son africanos (ya que los negros americanos son descendientes de esclavos raptados de África). Por otra parte, quizá pueda sorprender a muchos ver que todo el norte de Estados Unidos está cubierto de azul claro (descendientes de alemanes). "Fun fact", como dirían los norteamericanos: durante la Convención de Philadelphia de 1776 se discutió mucho si el idioma oficial de los Estados Unidos tenía que ser el alemán, y no el inglés, por dos motivos: por diferenciarse de Inglaterra, contra la que los norteamericanos se estaban sublevando, y porque los alemanes en aquel momento constituían el segundo grupo étnico del país, sólo por debajo de los ingleses.

Pero hay otro grupo de "ancestros" en el mapa que, en un principio, resultaría difícil de explicar: ese color beige que se alterna en los Estados sureños con los condados afroamericanos y que es mayoritario en Virginia Occidental, Kentucky, Tennessee, el Oeste de Virginia y Carolina del Norte, el norte de Alabama y el nordeste de Mississipi, la mayor parte de Arkansas, partes de Oklahoma y del nordeste de Texas, así como buena parte de Georgia y del "panhandle" de Florida (¡qué curioso, todas las regiones donde ha mejorado el Partido Republicano en estas elecciones!):

En el mapa, como podéis ver, este grupo recibe el nombre de "americano". No se refiere a los nativos americanos (a los indios, para entendernos), sino a un grupo étnico muy particular: inmigrantes originariamente británicos, pero no procedentes de las olas de inmigración surgidas de áreas industriales del siglo XIX (que venían de áreas obreras pobres como Birmingham, Manchester o Glasgow y tendieron a instalarse en regiones urbanas del Norte del país), sino anteriores a la Guerra de Independencia, que se instalaron en regiones rurales del Sur del país. Estos ciudadanos llevan tanto tiempo en Estados Unidos (entre 250 y 300 años) que al identificarse en el censo ya no se sienten vinculados a su raíz inglesa, y simplemente se llaman a sí mismos "americanos".

Estas personas viven en algunos de los Estados más pobres de la Unión (como Arkansas, Kentucky, Oklahoma, etc), en muchos casos con una población negra muy relevante, con la que tradicionalmente han tenido que disputarse los (escasos y malos) puestos de trabajo, lo que ha generado un gran antagonismo por su parte. Los Estados en los que viven, además, no han recibido apenas inmigración en los últimos 200 años (es decir, que toda la población de esos Estados es dos cosas: o "americana" o "negra"). No ha habido movilidad social, demográfica o interracial.

En resumen, y por abreviar: esa población es lo que en el Norte de Estados Unidos se calificaba despectivamente como "white trash" (basura blanca): la población tradicional del sur de los Estados Unidos, los descendientes de los antiguos miembros de la Confederación y de los segregacionistas de los años 60, que siguen siendo racistas y han votado (en algunos casos, en masa) contra el primer candidato negro de la historia del país.

Puede chocar, a primera vista, el hecho de que el Partido Republicano haya mejorado, por así decirlo, en los "bordes" de la antigua Confederación (Arkansas, Tennessee, Oklahoma -que ni siquiera era Estado durante la Guerra Civil) más que en los Estados secesionistas más conocidos (las dos Carolinas, Virginia, Mississipi). Pero la explicación, en realidad, es muy sencilla: en el Sur ha habido dos pulsiones de signo absolutamente opuesto en estas elecciones:

1) por una parte, el voto negro (y un creciente voto blanco urbano y liberal que no existía en el Sur hace 40 años y ahora sí empieza a existir -por emigración desde el Norte-) ha surgido en masa para apoyar a Obama.

2) por otra, el voto blanco rural ha surgido en masa para apoyar a McCain (rompiendo, en muchos casos, sus vínculos tradicionales con el Partido Demócrata, que de todos modos llevaban desvaneciéndose desde hace medio siglo).

En los condados (y Estados) donde había más blancos rurales que negros y blancos liberales (en los Estados sin grandes centros urbanos, para entendernos), ha ganado McCain, mejorando incluso sus resultados en varios casos respecto a los de Bush en 2004. En los Estados más urbanos (Virginia, Florida, Carolina del Norte) ha ganado Obama.

Mención especial merece Arkansas, donde Obama ha bajado 5,5 puntos respecto a Kerry (en unas elecciones en las que ha ganado 4,2 puntos a nivel nacional). Es el Estado en el que se ha producido un desnivel más acusado entre un fenómeno y otro. En Arkansas creo que se han mezclado dos cosas: el racismo y el "efecto reverso Clinton": habitantes de Arkansas que en su día votaron en masa por Bill Clinton (y por Hillary en las primarias) y que están personalmente resentidos contra Obama por impedir que un nativo de Arkansas (y una nativa adoptiva) vuelvan a la Casa Blanca (¡y encima, es un "nigger"!)

En resumen: el efecto Bradley no parece haber existido (pese a que Obama ha ganado por 6 puntos y las encuestas finales tendían a darle más bien 7,5 puntos de media, pero eso está dentro de los márgenes de error normales en una encuesta), pero lo que está claro es que los racistas sureños de toda la vida siguen existiendo y que en estas elecciones han votado al candidato republicano exclusivamente porque el candidato demócrata era negro.

1 comentario:

Roderico dijo...

Una entrada realmente estremecedora. La imagen de esa nueva América (mejor dicho, Estados Unidos de Norteamérica) que todos tenemos o queremos tener, no se ve igual dentro que fuera. Interesantes son las cómicas declaraciones de los representantes de los amigos "nazarenos" del KKK. "Obama no es negro del todo, así que no es una desgracia total para el país".
Como se ha visto bien en tu análisis pormenorizado, en momentos de cambio, los sectores ultramontanos van más allá. Por mucho que la situación actual sea de crisis, y las poíticas llevadas a cabo por el presidente saliente, Jorge Jr., dejen un lastre enorme para la imagen del país, pesa más la figura del presidnete, su color, más que sus ideas. Aunque pueden quedarse con que, como dice ese gran filósofo italiano, Silvio, no es negro, "está perfectamente bronceado".
Por cierto, aver si aparece algún análisis de cómo quedará ahora el partido republicano. Empiezan a salir las noticas de las malas relaciones McCain-Palin, y supongo que pasarán factura a la hora de elegir nuevo líder. No creo que McCain quiera continuar. Una verdadera pena, pues aqunue republicano, sus ideas y sus formas se alejan mucho del republicano "paleto" sólo interesado en sus fincas propias. Qué gran ejemplo de saber estar, democrcia y patriotismo su discurso de felicitación y ¿despedida?.