Decíamos en nuestro post anterior sobre el mito del teflón reaganiano que existe una clara correlación inversa entre el índice de desempleo y el índice de popularidad presidencial, que explica en buena medida la evolución muy negativa de la popularidad de Obama desde que inició su mandato, como se puede apreciar en el siguiente cuadro, consistente en la evolución del "job approval" de Obama compilado desde su elección presidencial por parte de la excelente web http://www.pollster.com/ (con un clic se puede agrandar):
Como siempre ocurre, Europa no acaba de entender cómo puede ser que un presidente tan guapo, carismático e inteligente haya perdido veinte puntos de popularidad en menos de nueve meses. Sin embargo, la respuesta a ese enigma es muy sencilla: basta con examinar el gráfico que se adjunta a continuación. Recoge la evolución del paro entre enero y julio de 2009:
The US Unemployment Rate
January 2009 to July 2009
2009-01 | 7.60 | Obama | ||
2009-02 | 8.10 | |||
2009-03 | 8.50 | |||
2009-04 | 8.90 | |||
2009-05 | 9.40 | |||
2009-06 | 9.50 | |||
2009-07 | 9.40 |
El dato de agosto ya se sabe: es el 9,7% de desempleo.
Como se puede ver, por lo tanto, el índice de desempleo norteamericano ha pasado del 7,6% al 9,7% en ocho meses (incidentalmente, el 9,7% es el peor dato del desempleo desde junio de 1983). Pero la situación es mucho más grave si se amplían las fechas: en febrero de 2008 el desempleo era de un mero 4,8%. En otras palabras, en dieciséis meses el desempleo en Estados Unidos se ha doblado (de 7,3 millones de parados a casi 15 millones).
Por supuesto, se puede argumentar que la responsabilidad por la crisis deriva del anterior Gobierno norteamericano, pero eso es irrelevante desde el punto de vista del electorado, que de manera creciente le exige soluciones al gobierno actual.
No quiero decir con esto que el desempleo sea la única variable para medir la impopularidad presidencial (el Partido Demócrata sufrió una gravísima derrota en 1994 a pesar de que el desempleo estaba bajando), pero lo que sí es incontrovertible es que en un contexto de destrucción de empleo como el presente, es inevitable que la popularidad de Obama se resienta tan gravemente como le ocurrió a Reagan en 1982, o a Carter en 1980 o a George Bush Sr. en 1992. Y frente a esto no hay retórica ni carisma que valgan para mejorar la situación. La única forma de mejorar sustancialmente la popularidad del presidente es mediante la recuperación económica. Si Obama consigue reducir claramente el desempleo antes de noviembre de 2010, los demócratas no sufrirán mucho en las elecciones de medio mandato. Y si consigue reducirlo antes de noviembre de 2012, sus posibilidades de reelección son casi ciertas.
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