Unas breves líneas tan solo sobre la dichosa foto de los Zapatero y los Obama en Washington. No entro a valorar ni la oportunidad del viaje de las hijas de nuestro Presidente durante el periodo escolar, ni lo adecuado o inadecuado de su vestimenta en una recepción con Barack y Michelle Obama, ni lo erróneo de la postura del Presidente al pedir que se retirara la foto, lo que ha conseguido el efecto exactamente contrario al pretendido.
Sólo quiero dejar constancia de que la virulencia y salvajismo de las críticas a las hijas del Presidente están completamente fuera de lugar, que es verdaderamente cobarde ocultarse tras el anonimato de Internet para escupir insultos contra el Presidente en las personas completamente inocentes de sus hijas, y erróneo en cualquier caso, aún cuando se expresen las críticas con nombre y apellidos.
Como padre de dos hijas (una in péctore) puedo imaginar perfectamente el dolor de esos padres ante la lamentable tormenta de vejaciones escritas que están padeciendo sus hijas, por no hablar de la vergüenza que están haciendo sufrir a unas menores que carecen de medios para defenderse (a menos que decidan hacer como Meghan McCain, claro, que sabe de lo que habla cuando se refiere a los insultos de la prensa hacia ella).
E incluso si no se es padre, todos esos críticos deben haber pasado por ese simpático período que es la adolescencia, donde uno se siente inadaptado, busca su propia identidad (muchas veces a través de la ropa), y me pregunto si de verdad cuando ellos tenían 16 y 13 años ya tenían esa integridad y moral intachable que les permite vilipendiar a unas adolescentes por su vestimenta.
Hala, dicho queda. Y ahora intentemos volver a hablar de cosas importantes, como de la reforma sanitaria americana, la incoherencia de la política económica del presidente Zapatero, o las relaciones entre Israel y el mundo árabe.
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