Esta semana recomendamos tan solo dos artículos, debido especialmente a la longitud de los mismos:
- Meredith Hindley publica una crónica fascinante sobre el momento en que las nominaciones al Tribunal Supremo pasaron a ser una de las fuentes mayores de conflicto entre el Presidente y el Senado: a raíz de la retirada de Earl Warren en 1968, los republicanos y los demócratas sureños se coaligaron para impedir que el presidente Johnson pudiera sustituirlo y nombrar a dos amigos suyos (a Abe Fortas, que ya era magistrado del Supremo, para sustituir a Warren, y a Homer Thornberry para ocupar el lugar que dejaría Fortas). Fortas sufrió una maniobra de obstruccionismo (un filibuster, para entendernos) y finalmente tanto él como Warren abandonaron su puesto durante el siguiente mandato presidencial, con Nixon ocupando ya la Casa Blanca.
Pero eso no fue todo: en venganza por lo que consideraban una sucia maniobra de los conservadores, los démocratas y los republicanos liberales (en aquel momento los dos partidos todavía contenían varios especímenes de esa ideología) derrotaron a dos de las nominaciones de Nixon para sustituir a Fortas (candidatos sureños), y finalmente Nixon se vio obligado a nombrar a Harry Blackmun, en lo que acabó constituyendo uno de los más espectaculares resbalones presidenciales en ese terreno: Blackmun, que inicialmente era conservador, terminó siendo uno de los pilares liberales del Tribunal Supremo, redactando Roe v. Wade en 1973 y oponiéndose a la pena de muerte en los meses finales de su mandato en 1994. Pero este breve resumen no hace justicia al magnífico artículo de Hindley, de lectura obligatoria.
- En segundo lugar, Ronald Brownstein analiza sumariamente la presidencia de George W. Bush desde un punto de vista económico a raíz de la publicación de los datos anuales de la Oficina del Censo, encargada de compilar las estadísticas económicas. Resumiendo mínimamente el resumen: la presidencia Bush ha constituido, desde el punto de vista económico, un grave retroceso para la economía americana: los ingresos medios de los hogares norteamericanos han disminuido claramente, hay un mayor número de personas bajo el índice de pobreza, y especialmente más niños. Lo más curioso del informe es que muestra que a pesar de que el año 2008 fue especialmente funesto para empeorar las estadísticas del mandato Bush, ya a finales de 2007, antes del inicio de la recesión, los datos económicos de la presidencia Bush eran peores que los de la presidencia Clinton y los de la presidencia Reagan (por citar dos de las presidencias con más éxito económico, aunque en el segundo caso las diferencias entre pobres y ricos aumentaron significativamente). En cualquier caso, un artículo recomendable para examinar desde un punto de vista razonablemente objetivo una presidencia fracasada, cuanto menos, en el aspecto económico.
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