The New York Times, pese al declive generalizado de la prensa escrita, sigue siendo el primer periódico por calidad del contenido de Estados Unidos, y probablemente del planeta. Sus redactores, comentaristas e incluso informáticos siguen siendo de primera.
Baste con ver este estupendo resumen que publicó el domingo pasado en el que se incluye a los 39 demócratas que votaron en contra del proyecto de reforma del seguro sanitario en la Cámara de Representantes, incluyendo no sólo el margen de victoria con el que ganaron en las elecciones de 2008, sino el margen de victoria de McCain u Obama en sus respectivos distritos, si son congresistas novatos o no, si pertenecen a los "Blue Dogs" (demócratas fiscalmente conservadores), si su distrito era republicano hasta 2008, etcétera.
Un resumen semejante, sobre todo si se acompaña de un extraordinario mapa como el que publicó asimismo el New York Times, le facilita a cualquiera (empezando por el autor de este blog) la tarea de resumir las posiciones de los 39 demócratas congresistas el sábado pasado.
Creo que podemos agrupar a los congresistas demócratas en cuatro categorías distintas, de las que hoy comentaremos tres:
1) El que votó contra la reforma porque le parecía demasiado conservadora: un solo congresista demócrata desbordó a su caucus por la izquierda: Dennis Kucinich, del 10º de Ohio (buena parte de la ciudad de Cleveland y sus suburbios). Kucinich, perenne candidato presidencial, dijo muy claramente que la reforma le parecía insuficiente (pero todos sabemos que si su voto hubiera sido necesario, Pelosi lo hubiera tenido). Kucinich no es un voto seguro para el caso de que la reforma atraviese el filtro del Senado y un proyecto conjunto Congreso-Senado sea sometido a votación en ambas cámaras, por motivos opuestos a los que animaron a votar al republicano Cao a favor: si este proyecto le pareció demasiado conservador a Kucinich, el proyecto que salga de la combinación de los proyectos del Congreso y del Senado le parecerá todavía más conservador. De todos modos, llegados a ese punto, por lo que apostarán Obama, Pelosi y el liderazgo demócrata es por conseguir la mayoría de los 38 votos demócratas más conservadores (que pueden sentirse más cómodos votando por un proyecto más conservador). O tal vez no: Pelosi y Rahm Emmanuel, el jefe de gabinete de Obama, saben que la reforma puede pasar en el Congreso con un solo voto de diferencia, así que pueden permitirse perder 40 votos demócratas y ganar todavía.
2) Los demócratas de distritos que votaron por Obama en 2008: de los 39 demócratas que votaron en contra este sábado, 31, lógicamente, eran de distritos que votaron por McCain en 2008. Pero ocho de los 39, sin embargo, eran de distritos que habían votado por Obama. Dejando a un lado a Kucinich, cuyos motivos ya hemos explicado, nos quedan siete congresistas demócratas.
Cuatro (Scott Murphy, del 20º de Nueva York, John Adler, del 3º de Nueva Jersey, Glenn Nye, del 2º de Virginia y Larry Kissell, del 8º de Carolina del Norte) fueron elegidos en 2008 (Murphy, de hecho, fue elegido en una elección especial en marzo de 2009) por márgenes que oscilaron entre 700 votos o menos del 0,5% de diferencia (una vez más Murphy) y 30.000 votos y diez puntos de diferencia (Kissell), en distritos que votaron por Obama en 2008, pero que habían votado por Bush en 2004.
Entre los otros tres, hallamos a:
- John Barrow, del 12º de Georgia, que si bien arrasó el año pasado (ganó con un 66% de los votos), apenas ganó por 900 votos en su última elección de medio mandato (2006, que fue un buen año para los demócratas), y cuyo distrito también ganó Bush en 2004 (año en el que Barrow fue elegido);
- Brian Baird, del 3º de Washington, que representa a un distrito que votó por Obama el año pasado, pero una vez más también por Bush en 2004 (aunque Baird ha sido reelegido con más del 60% de los votos en las últimas cuatro elecciones desde el 2002 y es congresista desde 1998).
Cuatro (Scott Murphy, del 20º de Nueva York, John Adler, del 3º de Nueva Jersey, Glenn Nye, del 2º de Virginia y Larry Kissell, del 8º de Carolina del Norte) fueron elegidos en 2008 (Murphy, de hecho, fue elegido en una elección especial en marzo de 2009) por márgenes que oscilaron entre 700 votos o menos del 0,5% de diferencia (una vez más Murphy) y 30.000 votos y diez puntos de diferencia (Kissell), en distritos que votaron por Obama en 2008, pero que habían votado por Bush en 2004.
Entre los otros tres, hallamos a:
- John Barrow, del 12º de Georgia, que si bien arrasó el año pasado (ganó con un 66% de los votos), apenas ganó por 900 votos en su última elección de medio mandato (2006, que fue un buen año para los demócratas), y cuyo distrito también ganó Bush en 2004 (año en el que Barrow fue elegido);
- Brian Baird, del 3º de Washington, que representa a un distrito que votó por Obama el año pasado, pero una vez más también por Bush en 2004 (aunque Baird ha sido reelegido con más del 60% de los votos en las últimas cuatro elecciones desde el 2002 y es congresista desde 1998).
- Y por último hallamos a Artur Davis, del 7º de Alabama. Davis, congresista negro que representa a un distrito que le dio a Obama el 72% de los votos el año pasado, debería ser un voto seguro para la reforma sanitaria, pero tiene un problema: quiere ser elegido primer gobernador negro de Alabama en 2010. Aunque su distrito, de mayoría negra, es muy demócrata, el resto del Estado no lo es en absoluto (hay cuatro congresistas republicanos y dos demócratas conservadores en su delegación; los dos Senadores son republicanos, y el gobernador saliente también es republicano). Davis, si quiere tener aspiraciones a la victoria en Alabama, tiene que votar contra su propio partido, pero su dilema es notable, porque se alienará con ello a los votantes negros de Alabama.
En resumen: estos siete demócratas (menos Davis) representan a "swing districts" (distritos que votan tanto republicano como demócrata en las presidenciales) y muchos de ellos han sustituido recientemente a congresistas republicanos. En última instancia, sin embargo, y ante la responsabilidad histórica de aprobar una reforma del seguro sanitario sin parangón (y dado que el proyecto conjunto Congreso-Senado será más conservador que el aprobado el sábado), y caso de que algunos demócratas en distritos republicanos cambiaran de opinión y votaran contra la reforma, es posible que la mayoría de estos siete votasen a favor del proyecto final (cinco o seis, calculo yo- Davis seguro que votará no y quizá Murphy, que ganó su elección por un margen mínimo este año y votó a favor de la moción republicana de reenviar el proyecto de vuelta al Comité, también flaquee).
3) Los demócratas de distritos que votaron por McCain en 2008: como dijimos en el apartado anterior, 31 demócratas de los 39 que votaron contra el proyecto de ley (la mayoría, en suma) proceden de distritos conservadores que votaron por McCain el año pasado en las presidenciales (en un año especialmente malo para los republicanos). Estos son, por supuesto, los demócratas más vulnerables, los llamados "McCain Democrats" (hay 49 demócratas de los 258 en esa situación), y es lógico que 31 de los 49 votaran contra el proyecto del Congreso.
Entre esos 31, sin embargo, yo distinguiría a los reconciliables de los irreconciliables. Los "reconciliables" son aquellos que aunque votaron en contra del proyecto del Congreso el sábado pasado, pueden votar un proyecto conjunto Congreso-Senado, algo más conservador. Se trata, esencialmente, de los demócratas que llevan ganando muchos años su distrito, siempre y cuando el mismo no sea abrumadoramente conservador, o de aquellos que, aunque novatos, crean que pueden jugársela.
Entre estos, yo veo a:
- Eric Massa, del 29º de Nueva York. Congresista novato, en un distrito algo conservador, Massa se enfrentará a una reelección dura en 2010, pero sus reflexiones del sábado pasado indican que está abierto a votar por un proyecto Congreso-Senado algo más conservador.
- John Boccieri, del 16º de Ohio. Novato en un distrito algo conservador, Boccieri se encuentra en una situación idéntica a la de Massa, y al igual que éste, ya ha manifestado que espera poder votar por la propuesta conjunta Congreso-Senado
- Jason Altmire, del 4º de Pennsylvania: otro novato (elegido en 2006), en un distrito que votó menos por Obama que por Kerry. Altmire es quizá uno de los reconciliables menos reconciliables, por así decirlo, y es posible que vote en contra en cualquier caso.
- Harry Teague, del 2º de New Mexico: recién elegido, Teague está en un distrito más bien republicano (McCain lo ganó el año pasado por poco, pero lo ganó), y se enfrenta al antiguo congresista republicano del distrito, que intentó pasarse al Senado en 2008 y fracasó estrepitosamente, pero que tiene posibilidades de recuperar su escaño frente a Teague. Veremos si éste se mantiene en sus trece o se atreve a votar por una ley algo más conservadora llegado el caso.
- Betsy Markey, del 4º de Colorado (su comunicado tras la votación venía a decir que esperaba que el proyecto conjunto Congreso-Senado fuera más moderado y lo pudiera votar, aunque es una novata recién elegida en un distrito similar al de Teague.
- Eric Massa, del 29º de Nueva York. Congresista novato, en un distrito algo conservador, Massa se enfrentará a una reelección dura en 2010, pero sus reflexiones del sábado pasado indican que está abierto a votar por un proyecto Congreso-Senado algo más conservador.
- John Boccieri, del 16º de Ohio. Novato en un distrito algo conservador, Boccieri se encuentra en una situación idéntica a la de Massa, y al igual que éste, ya ha manifestado que espera poder votar por la propuesta conjunta Congreso-Senado
- Jason Altmire, del 4º de Pennsylvania: otro novato (elegido en 2006), en un distrito que votó menos por Obama que por Kerry. Altmire es quizá uno de los reconciliables menos reconciliables, por así decirlo, y es posible que vote en contra en cualquier caso.
- Harry Teague, del 2º de New Mexico: recién elegido, Teague está en un distrito más bien republicano (McCain lo ganó el año pasado por poco, pero lo ganó), y se enfrenta al antiguo congresista republicano del distrito, que intentó pasarse al Senado en 2008 y fracasó estrepitosamente, pero que tiene posibilidades de recuperar su escaño frente a Teague. Veremos si éste se mantiene en sus trece o se atreve a votar por una ley algo más conservadora llegado el caso.
- Betsy Markey, del 4º de Colorado (su comunicado tras la votación venía a decir que esperaba que el proyecto conjunto Congreso-Senado fuera más moderado y lo pudiera votar, aunque es una novata recién elegida en un distrito similar al de Teague.
- Suzanne Kosmas, del 24º de Florida, al parecer estuvo tentada de votar a favor, pero debió pensárselo mejor al recordar que su distrito es más bien conservador y que ella probablemente ganó en 2008 porque su rival era un congresista republicano corrupto.
- Allen Boyd, del 2º de Florida (aunque su distrito sureño del Panhandle -el mango de la sartén de Florida- votó menos por Obama de lo que lo había hecho por Kerry, Boyd suele ganar con soltura desde 1996. Pero es un distrito bastante republicano, y no sé si a Boyd le merecerá la pena jugársela habiendo otros compañeros de vocación más suicida.
- Heath Shuler, del 11º de Carolina del Norte: este exjugador de futbol americano es muy popular en su distrito (obtuvo 15 puntos más que Obama el año pasado), pero al igual que Boyd, no estoy seguro de si querrá jugársela en un distrito más bien republicano (en la punta oeste de Carolina del Norte).
- Tim Holden, del 17º de Pennsylvania: Holden, elegido en 1992, lleva varias elecciones ganando con más del 60%, pero tuvo un buen susto en 2002, y su distrito es más bien de derechas. Un proyecto más conservador podría tentarle a arriesgar un poco, pero insisto: Pelosi no tiene por qué arriesgar en el Congreso: le basta con ganar 218 a 217. Se puede permitir 40 demócratas votando en contra (o 41 incluso, si Cao sigue votando con los demócratas)
- Mike McMahon, del 13º de Nueva York: este congresista de la ciudad de Nueva York (Staten Island), recién elegido en uno de los pocos distritos conservadores de la Gran Manzana, puede que al final vote por la legislación que salga del plan conjunto Congreso-Senado, pero no es seguro.
- Stephanie Herseth Sandlin, del distrito de Dakota del Sur: la adorable congresista de este Estado muy conservador probablemente no votará a favor de ningún proyecto de reforma sanitaria, porque se enfrentaría con un desafío republicano de primera línea (ya tiene varios contrincantes para 2010, alguno de ellos peligroso). Pero a lo mejor confía en su encanto (y no es broma; hay que tener encanto para ser demócrata y ganar con el 67% de los votos en tu última elección) y apoya el proyecto final. Pero lo dudo.
- Mike McIntyre, del 7º de Carolina del Norte, representa a su distrito desde 1996 y es enormemente popular en el mismo, pese a que McCain lo ganó el año pasado con el 52% de los votos. Es posible que acabe apoyando el proyecto final Congreso-Senado.
- Collin Peterson, del 7º de Minnesota (un distrito rural, más bien conservador, pero que Peterson lleva representando con márgenes crecientes y ahora ya aplastantes desde 1990. Por cierto, Peterson consiguió sobrevivir al huracán de 1994, lo cual dice algo de su capacidad de resistencia, aunque a lo mejor no tiene ganas de repetir la experiencia, lo que sería comprensible, por lo demás.
De todos modos, insisto: es perfectamente plausible que Pelosi no les exija a estos congresistas su voto favorable, porque la táctica de Pelosi, apoyado por Rahm Emmanuel desde la Casa Blanca, parece ser dejar manga ancha a sus congresistas para votar en conciencia, siempre que al final del día haya una mayoría de 218 votos por la reforma.
Lástima que Harry Reid, en el Senado, no pueda portarse con tanta generosidad: Reid necesita los 60 votos de su caucus para derrotar a una eventual maniobra de obstrucción ("filibuster") republicana. La semana que viene hablaremos de los flancos débiles del caucus demócrata en el Senado, pero en el próximo post trataremos de los congresistas demócratas irreconciliables (aquellos que bajo ninguna circunstancia votarán a favor de la reforma sanitaria de su propio partido).
- Heath Shuler, del 11º de Carolina del Norte: este exjugador de futbol americano es muy popular en su distrito (obtuvo 15 puntos más que Obama el año pasado), pero al igual que Boyd, no estoy seguro de si querrá jugársela en un distrito más bien republicano (en la punta oeste de Carolina del Norte).
- Tim Holden, del 17º de Pennsylvania: Holden, elegido en 1992, lleva varias elecciones ganando con más del 60%, pero tuvo un buen susto en 2002, y su distrito es más bien de derechas. Un proyecto más conservador podría tentarle a arriesgar un poco, pero insisto: Pelosi no tiene por qué arriesgar en el Congreso: le basta con ganar 218 a 217. Se puede permitir 40 demócratas votando en contra (o 41 incluso, si Cao sigue votando con los demócratas)
- Mike McMahon, del 13º de Nueva York: este congresista de la ciudad de Nueva York (Staten Island), recién elegido en uno de los pocos distritos conservadores de la Gran Manzana, puede que al final vote por la legislación que salga del plan conjunto Congreso-Senado, pero no es seguro.
- Stephanie Herseth Sandlin, del distrito de Dakota del Sur: la adorable congresista de este Estado muy conservador probablemente no votará a favor de ningún proyecto de reforma sanitaria, porque se enfrentaría con un desafío republicano de primera línea (ya tiene varios contrincantes para 2010, alguno de ellos peligroso). Pero a lo mejor confía en su encanto (y no es broma; hay que tener encanto para ser demócrata y ganar con el 67% de los votos en tu última elección) y apoya el proyecto final. Pero lo dudo.
- Mike McIntyre, del 7º de Carolina del Norte, representa a su distrito desde 1996 y es enormemente popular en el mismo, pese a que McCain lo ganó el año pasado con el 52% de los votos. Es posible que acabe apoyando el proyecto final Congreso-Senado.
- Collin Peterson, del 7º de Minnesota (un distrito rural, más bien conservador, pero que Peterson lleva representando con márgenes crecientes y ahora ya aplastantes desde 1990. Por cierto, Peterson consiguió sobrevivir al huracán de 1994, lo cual dice algo de su capacidad de resistencia, aunque a lo mejor no tiene ganas de repetir la experiencia, lo que sería comprensible, por lo demás.
De todos modos, insisto: es perfectamente plausible que Pelosi no les exija a estos congresistas su voto favorable, porque la táctica de Pelosi, apoyado por Rahm Emmanuel desde la Casa Blanca, parece ser dejar manga ancha a sus congresistas para votar en conciencia, siempre que al final del día haya una mayoría de 218 votos por la reforma.
Lástima que Harry Reid, en el Senado, no pueda portarse con tanta generosidad: Reid necesita los 60 votos de su caucus para derrotar a una eventual maniobra de obstrucción ("filibuster") republicana. La semana que viene hablaremos de los flancos débiles del caucus demócrata en el Senado, pero en el próximo post trataremos de los congresistas demócratas irreconciliables (aquellos que bajo ninguna circunstancia votarán a favor de la reforma sanitaria de su propio partido).
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