El día 4 de noviembre, además de las elecciones presidenciales, se celebraron, entre otras, las elecciones para renovar una tercera parte de los miembros del Senado.
Merece la pena recordar que el Senado de Estados Unidos se compone de 100 miembros (dos por cada Estado, independientemente de la población de los mismos).
La composición del Senado con carácter previo a las elecciones era la siguiente:
-49 demócratas.
- 49 republicanos.
- 1 independiente (Bernie Sanders, senador socialista de Vermont) que forma parte del caucus (grupo parlamentario) demócrata.
- 1 "independiente demócrata" (Joe Lieberman, senador de Connecticut), que pese a haber sido derrotado en las primarias demócratas de 2006 en su Estado por su apoyo a la guerra de Irak, se presentó como independiente a las elecciones y ganó al candidato "oficial" demócrata y al republicano. Pese a ello, y por ser precisamente el Senador "clave" para controlar la mayoría de los votos (era el número 51 de 100), el líder demócrata en el Senado, Harry Reid, le prometió que seguiría presidiendo diversas comisiones muy importantes en el Senado, y Lieberman ha seguido formando parte del caucus demócrata (aunque apoyó a McCain en su campaña presidencial de forma constante).
Como ya dijimos en su día, las expectativas del Partido Republicano de cara a estas elecciones al Senado eran tan o más ominosas que sus expectativas de cara a la carrera presidencial. Para empezar, de los 35 escaños que se renovaban este año, 23 escaños eran republicanos y 12 demócratas, lo que implicaba, ya de antemano, que los republicanos tenían que defender muchos más asientos que sus adversarios, y gastar más dinero. Pero el clima político, verdaderamente tóxico para el GOP, culminó en una derrota sin paliativos, como se puede ver en el siguiente mapa:
1) Los Estados en azul oscuro son aquellos en los que el Partido Republicano mantuvo su escaño, bien porque el Senador republicano fue reelegido, bien porque fue sustituido por un colega de su mismo partido.
2) Los Estados en rojo son aquellos en los que el Partido Demócrata mantuvo el escaño. Merece la pena observar que los demócratas mantuvieron todos sus escaños -los 12- con los que entraban en estas elecciones, incluso en Estados en los que el voto a Barack Obama retrocedió respecto al voto de Kerry hace cuatro años -como Arkansas o Louisiana-.
3) Los Estados en fucsia son Estados en los que hasta ahora había un Senador republicano, y en los que ganaron los candidatos demócratas el 4 de noviembre:
-Nuevo Mexico y Colorado (donde, increíblemente, dos primos hermanos, Tom y Mark Udall, fueron elegidos Senadores el mismo día, Tom por Nuevo México y Mark por Colorado, ganando Tom con más del 60% de los votos, -mejor que Obama en su Estado-, Mark con el 52%- peor que Obama en su Estado).
- New Hampshire (donde una exgobernadora del Estado, Jeanne Shaheen, se tomó cumplida venganza del Senador republicano John Sununu, que la derrotó hace seis años para ocupar ese mismo escaño, aunque Shaheen obtuvo menos votos que Obama).
- Virginia (donde el exgobernador demócrata del Estado Mark Warner, conforme a lo esperado, trituró a otro exgobernador republicano, Jim Gilmore, con más del 64% de los votos- doce puntos más que Obama, por cierto).
- Alaska: por increíble que pueda parecer, el recuento de los votos en Alaska sólo ha culminado esta madrugada. Sin embargo, parece que finalmente Ted Stevens, el decano de los Senadores republicanos -lleva en el Senado desde 1968- ha perdido las elecciones contra el alcalde de Anchorage, Mark Begich.
Stevens, como sabéis, fue condenado hace apenas tres semanas por aceptar sobornos en especie durante varios años (contratistas que le amueblaron la casa a cambio de favores, etc). Sin embargo, Alaska es un Estado tan republicano que Stevens ha perdido las elecciones por menos de un punto porcentual (condenado y todo). Aunque probablemente solicitará un nuevo recuento (pagado de su bolsillo), es muy improbable que haya 3.750 votos incorrectamente contados en toda Alaska. En el apartado de curiosidades: el 4% de los votantes de Alaska apoyaron al candidato secesionista del Alaska Independence Party.
- Oregón: El senador republicano del Estado, Gordon Smith, pese a gravitar hacia el centro de manera descarada en los últimos dos años, fue engullido por la ola de nuevos votantes hacia Obama en su Estado. Pese a todo, no lo hizo mal: obtuvo el 45% de los votos (cuando McCain obtuvo sólo el 40% en su Estado). Y lo habría hecho aún mejor (y muy posiblemente hubiera ganado) de no haber sido porque un Partido a su derecha (el Constitution Party) recibió el 5% de los votos (republicanos muy conservadores alienados por el centrismo de Smith). El nuevo Senador es Jeff Merkley, cuya primera intervención ayer en el Senado fue para apoyar la destitución de Joe Lieberman como presidente del Comité de Seguridad Interior del Senado.
- Carolina del Norte: la Senadora republicana de este Estado era nada menos que Elizabeth Dole (la mujer de Bob Dole, el candidato a la presidencia en 1996). Ha sido una Senadora poco distinguida, una "paracaidista" que no vive en el Estado y ha estado pocas semanas cada año en el mismo (lo que le ha impedido darse cuenta de la amenaza que pendía sobre su cabeza hasta que ha sido demasiado tarde). La candidata demócrata, Kay Hagan, sorprendentemente, no sólo ganó, sino que lo hizo con autoridad (mejorando los resultados de Obama en su Estado). Incidentalmente, el número de senadoras ha pasado de 16 a 17 en el nuevo Senado. Es el número más elevado de la historia (aunque todavía es más bien escaso).
4) Hasta aquí las victorias demócratas. Los Estados en verde en el mapa son aquellos en los que todavía está pendiente de conocerse el resultado final, por los motivos que ahora os expongo:
- Minnesota: como ya tuvimos ocasión de comentar, Norm Coleman, el Senador republicano, se las prometía muy felices cuando el Partido Demócrata nombró a un cómico radiofónico, Al Franken, como su candidato al Senado (es como si Andreu Buenafuente fuera candidato a algo en España). Sin embargo, la crisis económica (en un Estado tradicionalmente demócrata) y sobre todo la aparición de un tercer candidato, independiente, con mucho tirón (que ha obtenido el 15% de los votos) ha puesto a Coleman contra las cuerdas. El resultado, tras el primer cómputo de votos, le da a Coleman una ventaja de poco más de 200 votos (menos del 0,01% de diferencia sobre ¡2.885.000 votos!). La ley de Minnesota ordena un recuento automático cuando la diferencia entre los dos primeros candidatos sea inferior al 0,5%, lo que se da en este caso.
Las perspectivas para Coleman son sombrías por varios motivos: en primer lugar, porque los votos computados hasta ahora no incluyen los llamados "votos disputados", que son aquellos votos en los que el votante no cumplió con los requisitos para emitir un voto válido (básicamente, al lado de cada candidato hay un círculo que hay que pintar con un bolígrafo especial para que la máquina compute el voto).
Sin embargo, la ley de Minnesota señala que un voto se computará como válido cuando de la papeleta se pueda discernir "la intención clara del votante". En algunas papeletas, en lugar de pintar el círculo, el votante ha puesto una cruz al lado del nombre del candidato de su preferencia, o lo ha subrayado, etc.
En la práctica, los votantes más pobres y por lo tanto, menos cultivados, son los que suelen cometer este tipo de errores. Ahora bien, estos votantes suelen votar de manera desproporcionada al Partido Demócrata, por lo que parece probable que Franken obtenga los votos necesarios durante el recuento (que se inicia hoy) para superar a Coleman.
Coleman, por supuesto, impugnará dichos votos "disputados", pero la decisión para incluirlos o no le corresponde a un panel de cinco personas, compuesto por el Secretario de Estado de Minnesota, dos jueces del Tribunal Supremo de Minnesota, y dos jueces de distrito.
Y aquí está el quid de la cuestión: aunque el gobernador de Minnesota es el republicano Tim Pawlenty, el Secretario de Estado de Minnesota es demócrata (por increíble que pueda parecer, los norteamericanos, en la mayoría de los Estados votan a cada miembro del Gobierno por separado), así que si los jueces discrepan entre sí sobre qué votos incluir y cuáles no (cosa que puede ocurrir, dado que los dos miembros del Supremo fueron nombrados por Pawlenty, y los dos jueces de distrito tienen mayor reputación de independencia), el voto decisivo estará en manos de un demócrata, que generalmente abogará, en la duda, por incluir el voto, y no por descartarlo.
- Georgia: hace seis años Saxby Chambliss, el actual Senador republicano, derrotó a Max Cleland, Senador demócrata por aquel entonces, mutilado de guerra (le faltaban las dos piernas) con una campaña en la que, increíblemente, le acusó de "falta de patriotismo" (¡a un mutilado de guerra!). El pasado día 4 de noviembre, Chambliss, pese a todo, ganó las elecciones, pero con un matiz importante: no llegó al 50% (se quedó en el 49,75%). La ley de Georgia es clara: si ningún candidato alcanza el 50% de los votos en primera vuelta, hay que efectuar una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados, que son Chambliss y el candidato demócrata, Jim Martin, que obtuvo el 46,83% de los votos (el 3,41% fue para el candidato del Partido Libertario).
La segunda vuelta está fijada para el día 5 de diciembre. En general, Chambliss es el favorito, por varios motivos: porque la participación siempre baja en las segundas vueltas, porque los votantes negros no estarán tan motivados para votar a Jim Martin, que es blanco, si Obama no está en la papeleta (y aún así, Obama no ganó Georgia el 4 de noviembre), y porque los libertarios, en ausencia de su candidato, tienden más a votar republicano que demócrata.
Todo dependerá del grado de entusiasmo de las bases. Hay un elemento importante: este escaño puede suponer el número 60 para los demócratas en el Senado (dependiendo de cómo acabe el recuento en Minnesota). Por lo tanto, ¿qué pesárá más? ¿el entusiasmo de los demócratas ante la posibilidad de conseguir una mayoría que impida el bloqueo en el Senado? ¿o el terror de los republicanos ante esa misma perspectiva? Mi impresión es que lo segundo, sobre todo porque Georgia es un Estado profundamente conservador (no vota demócrata desde 1992, y eso sólo ocurrió porque Ross Perot le quitó muchos votos a los republicanos).
5) Por último, una mención especial a los Estados en azul claro, que son Estados en los que el Partido Republicano consiguió mantener sus escaños pese a que sus candidatos se enfrentaron contra duros desafíos demócratas:
- Mississipi: el gobernador de Mississipi designó a Roger Wicker (un miembro del Congreso) senador provisional a principios de este año para sustituir durante el resto de su mandato al legendario Trent Lott, antiguo líder republicano en el Senado, que se retiró a finales del año pasado para ejercer como lobbyista en Washington, D.C. Wicker no debería haber tenido problemas para ganar las elecciones este año, dado que Mississipi es un Estado muy conservador y muy republicano (no ha habido un Senador demócrata por el Estado desde 1988). Y finalmente consiguió ganar con el 55% de los votos, pese a que los demócratas nombraron como candidato al exgobernador del Estado Ronnie Musgrove, un demócrata muy conservador, y pese a que Barack Obama consiguió mejorar algo los resultados demócratas en el Estado (aunque sólo obtuvo un 42% de los votos) merced al incremento en el voto negro (aunque ello se vio acompañado de una disminución en el apoyo de los blancos). De todos modos, Musgrove lo hizo mejor que Obama.
- Kentucky: hace cuatro años el líder de la entonces minoría demócrata en el Senado era Tom Daschle, de Dakota del Sur. El Partido Republicano se volcó para derrotarlo, en lo que constituyó la primera ocasión en cincuenta años en la que un líder de uno de los dos partidos en el Senado perdía su escaño. Cuatro años después, los demócratas querían devolverles la misma moneda a los republicanos. Mitch McConnell, el senador republicano de Kentucky, es el actual líder de la minoría republicana en el Senado y Bruce Lunsford, un multimillonario demócrata, llegó a estar muy cerca de él en las encuestas. Finalmente, McConnell consiguió superar la criba con casi el 53% de los votos, apoyado en los votantes de uno de los Estados más refractarios a Obama (que apenas consiguió el 41% de los votos). Lunsford, por su parte, obtuvo casi seis puntos más que Obama en Kentucky, lo que indica que McConnell hizo muy bien en tomarse su desafío en serio.
En resumen: la composición del Senado ha pasado de:
49 demócratas, 49 republicanos, y 2 independientes (miembros del caucus demócrata), a
56 demócratas (los 49 existentes más Alaska, Oregón, Colorado, Nuevo México, New Hampshire, Virginia y Carolina del Norte), 40 republicanos, 2 independientes (miembros del caucus demócrata) y 2 escaños pendientes de decidir (Minnesota y Georgia).
En otras palabras: por ahora los demócratas tienen 58 senadores y los republicanos 40.
La cifra mágica a la que aspiran los demócratas es la de 60 senadores. ¿Por qué 60 y no 51? Pues porque como ya explicamos en otra ocasión, el Senado tiene una regla específica que indica que para acabar con un debate y poder pasar a la votación (especialmente en temas importantes), se necesita una "supermayoría" de 60 votos ("cloture"), no bastando la mayoría simple. Si los demócratas alcanzan los 60 escaños (incluyendo a Bernie Sanders, el socialista y a Joe Lieberman, el "demócrata independiente", dentro de estas cifras), básicamente sólo tendrán que negociar entre ellos para imponer sus mejoras legislativas en los próximos cuatro años (aunque sin duda también incluirán en sus negociaciones a las dos Senadoras republicanas moderadas de Maine, a Arlen Specter, republicano moderado de Pennsylvania, y a algunos Senadores republicanos cuyo escaño peligra en 2010, como Voinovich de Ohio o Gregg de New Hampshire, que son conservadores pero que probablemente girarán hacia el centro en esta legislatura).
Por otra parte, lo que ocurrió ayer con Joe Lieberman es tan representativo de cuál va a ser la actitud demócrata en los próximos cuatro años que merece un análisis aparte. A ello dedicaremos el próximo post.