domingo, 7 de diciembre de 2008

Los republicanos y 2012

Como decíamos en el post anterior, la tentación del Partido Republicano en las próximas presidenciales será la siguiente:

"El problema que tuvimos en 2008 es que nuestro candidato, John McCain, no era suficientemente conservador. En 2012 ganaremos poniendo a un VERDADERO conservador en el ticket"

Por supuesto, eso es una tontería, pero un partido con un 68% de conservadores elegirá de modo casi inevitable a un conservador en sus próximas primarias (recordemos que McCain sólo fue elegido porque los conservadores dividieron sus votos entre Romney y Huckabee el Supermartes, mientras que los moderados votaron en masa a McCain).

Las posibilidades de los republicanos dependerán, por supuesto, de la ejecutoria del presidente Obama. Si Obama es un Presidente potable (ya no digamos si resulta ser un gran Presidente), los republicanos tienen muy pocas posibilidades, y recurrirán a alguno de los candidatos fallidos del 2012 como victima sacrificial: Huckabee, Romney o Sarah Palin.

La opción Palin es sin duda la más tentadora: el ala conservadora del Partido (dos tercios del mismo, no lo olvidemos) está enamorado de ella. Lamentablemente, el resto del país tiene una opinión profundamente distinta de la gobernadora de Alaska, a la que ven como simplemente inadecuada e inexperta, con unas posiciones políticas excesivamente escoradas a la derecha (incluso en un país tan poco de izquierdas como Estados Unidos).

Sarah Palin puede aprender en los próximos cuatro años, y como es una mujer muy astuta sin duda lo hará. Sin embargo, todo parece indicar que su destino es el de convertirse en una especie de Dan Quayle femenina. Si en 2012 es nominada por los republicanos y se enfrenta a un Obama popular, el resultado electoral será similar a la aplastante victoria de Reagan contra Mondale en 1984.

Sólo si Obama es un presidente incompetente a la altura de Jimmy Carter en 1980 tendrán los republicanos alguna posibilidad. Y si se da esa circunstancia, hay varios candidatos más competentes que Palin entre los republicanos para aprovecharla (Mitch Daniels, el gobernador de Indiana o el brillante Bobby Jindal, de Louisiana, pese a que es ridículamente joven).

En cualquier caso, hay una recomendación esencial para los republicanos: hay que elegir a alguien competitivo. Uno de los motivos por los que George Bush padre fue elegido en 1988, tras ocho años de administración republicana, fue que cuatro años antes Reagan había arrasado de tal manera que en 1988 había muchos votantes moderados (los "Reagan Democrats") que nunca antes de 1984 habían votado a los republicanos, pero una vez que votaron por Reagan en esa fecha, siguieron abiertos a ello cuatro años después.

Si Obama consigue una victoria "reaganesca" (en torno al 58%) en 2012, los republicanos no sólo le habrán regalado la Casa Blanca cuatro años más, sino que muy posiblemente el sucesor demócrata de Obama, al igual que el sucesor republicano de Reagan, también gane las elecciones de 2016.

martes, 2 de diciembre de 2008

¿Quo Vadis, Partido Republicano?

El Partido Republicano ha gobernado la Casa Blanca durante 28 de los últimos 40 años, y el Congreso y el Senado entre 1994 y 2006. Sin embargo, las elecciones de medio mandato de ese último año les arrebataron el control de ambas cámaras legislativas, y la victoria de Barack Obama sobre John McCain les ha hecho perder el control sobre la sede del Poder Ejecutivo. El único terreno donde los republicanos conservan el control es el Poder Judicial, dado que el Tribunal Supremo posee una mayoría conservadora de 5 a 4 (aunque el quinto conservador, Anthony Kennedy, tiende a alinearse con los liberales en algunos temas controvertidos) y sobre todo, los Tribunales de apelación federales, que se componen, tras tantos años de presidentes republicanos (que son los que designan a los Jueces federales) de una amplia mayoría de jueces conservadores.

Sin embargo, lo cierto es que tras la derrota del mes pasado, se inicia para el Partido Republicano una travesía del desierto en la oposición de duración impredecible.

Los datos de la encuesta sobre orientación ideológica que el Pew Research Center acaba de publicar proporcionan, en mi opinión, serios motivos de preocupación para el GOP, en primer lugar, por cuanto reflejan que a día de hoy, el Partido Demócrata se parece mucho más a Norteamérica ideológicamente que el Partido Republicano.

Repasemos los datos básicos: según los datos más recientes, los norteamericanos se califican a sí mismos del siguiente modo:

- 38%: Conservadores
- 36%: Moderados
- 21%: Liberales

Sin embargo, esa distribución no se refleja en modo alguno en el Partido Republicano (32% de los votantes en las últimas elecciones), cuyos miembros se califican del siguiente modo:

- 68%: Conservadores (+ 30 sobre la media nacional)
- 25%: Moderados (-11 sobre la media nacional)
- 4%: Liberales (-17 sobre la media nacional)

Observad el contraste con los miembros del Partido Demócrata (39% de los votantes en las últimas elecciones), que se califican así:

- 25% Conservadores (-13 sobre la media nacional)
- 37% Moderados (+ 1 sobre la media nacional)
- 34% Liberales (+ 13 sobre la media nacional)

Y ya que estamos, veamos cuál es la posición de los independientes (29% de los votantes en las últimas elecciones):

- 30% Conservadores (-8 sobre la media nacional)
- 45% Moderados (+9 sobre la media nacional)
- 20% Liberales (-1 sobre la media nacional)

En resumen: para empezar, hay más demócratas que republicanos. En segundo lugar, los republicanos son desproporcionadamente conservadores en relación con la media nacional. En tercer lugar, y como consecuencia de lo anterior: los republicanos moderados son una especie en peligro de extinción y los republicanos liberales (los llamados antaño "Rockefeller Republicans") se han extinguido (se han pasado al Partido Demócrata, anunciando su apoyo a Obama en estas últimas elecciones. Ejemplos diversos: el ex-Senador de Rhode Island Lincoln Chafee, el excongresista por Iowa Jim Leach o incluso el general Colin Powell).

Por su parte, los demócratas, aunque obviamente están algo más a la izquierda de la media nacional, tienen todavía un número nada desdeñable de conservadores (una cuarta parte de los miembros del Partido), y lo que es más importante: hay más moderados que liberales en el Partido Demócrata. En otras palabras: el Partido Demócrata es un partido de centro más que de centro-izquierda, cuyos elementos más extremistas (situados en el ala izquierda) NO controlan el Partido. Lamentablemente, no se puede decir lo mismo del Partido Republicano.

Como podéis imaginar, llevo varias semanas leyendo todo tipo de análisis sobre la dirección que debe asumir el Partido Republicano en los próximos cuatro años. La mayor parte de ellos incurren en el clásico error que cometen todos los partidos políticos que llevan mucho tiempo en el poder y pierden de manera clara un ciclo electoral: confundirse sobre las causas de la derrota (lo que suele conducirles a la derrota en las siguientes elecciones generales: véase el PSOE en las elecciones de 2000, el Partido Laborista en las elecciones de 1983, etc).

En síntesis, la mayor parte de analistas conservadores (y lo que es más grave, la mayoría de los políticos republicanos, al menos en público) afirman que el Partido Republicano ha perdido las elecciones de 2006 y 2008 porque ha abandonado sus principios conservadores. La solución, por lo tanto, es "volver a las raíces", ser "verdaderamente conservadores", etc, etc.

Lamentablemente, ese es un análisis completamente erróneo. El Partido Republicano ha perdido los dos últimos ciclos electorales, como mínimo, por los siguientes motivos:

- Porque su gestión ha sido incompetente. No es necesario ser de izquierdas para admitir que George W. Bush ha sido un presidente lamentable (como siempre, hablamos de ejecutoria, no de ideología).

Bush sufrió el ataque terrorista más grave de la historia de Estados Unidos (aunque la responsabilidad en estos casos siempre es compartida, y parte de la culpa debe recaer sobre la Administración Clinton), respondió lanzando una guerra (en mi opinión, absolutamente necesaria) contra Afganistán, pero cometió el gravísimo error de no finalizar la tarea iniciada, no capturar al personaje que ideó los atentados (Osama bin Laden), e iniciar una segunda guerra contra Irak, por motivos que se han revelado completamente ajenos a los objetivos fijados en la llamada "Guerra contra el Terror". Y lo que es más grave: Bush carecía evidentemente de un plan para el "día después" de la victoria en Irak.

Al atacar Irak, Bush alienó a sus aliados, estimuló a sus enemigos, debilitó el esfuerzo militar en Afganistán, convirtió Irak en un nido de terroristas y desequilibró y recalentó la economía norteamericana. En todos estos errores, Bush contó con la aquiescencia prácticamente entera del Partido Republicano (y de una minoría significativa del Partido Demócrata).

En materia económica, la obsesión desreguladora de George W. Bush y del Partido Republicano ha permitido generar una burbuja inmobiliaria y financiera de primera magnitud, que ha terminado explotando, creando una crisis económica de dimensiones enormes, que confíamos no alcance las cimas de la Gran Depresión, pero que puede quedársele cerca (el Viernes 5 de diciembre se supo que en Noviembre se había destruido el mayor número de empleos desde 1974, cuando la crisis del petróleo dañó gravemente la economía norteamericana).

Para mayor desgracia, el Partido Republicano (que suele llamarse a sí mismo "el Partido fiscalmente responsable") ha permitido que el déficit público se dispare en los últimos ocho años a niveles desconocidos, limitando con ello la capacidad del nuevo Presidente electo de recurrir al déficit público para estimular la economía. Bill Clinton consiguió reequilibrar el presupuesto tras los excesos del período Reagan-Bush. Ahora a Obama le corresponde una tarea mucho más ardua, a la vista del monumental déficit existente.

- Lejos de no haberse sido suficientemente conservador, parece evidente que el Partido Republicano, en algunos temas, ha sido excesivamente conservador. En los últimos ocho años, los republicanos han renegado del legado de Reagan en un punto a mi entender crucial: Reagan era un optimista que hacía campaña en positivo (una de sus frases mejores, que cito más o menos de memoria: "espero que, si me recordáis, lo sea porque siempre apelé a vuestras esperanzas y no a vuestros temores", y otra, para que veáis que hasta criticar al adversario se puede hacer con gracia (debate presidencial de 1980): "La recesión se produce cuando tu vecino pierde su empleo. La depresión, cuando tú pierdes tu empleo. Y la recuperación se iniciará cuando Jimmy Carter pierda el suyo".

En los últimos ocho años, en cambio, el Partido Republicano ha destacado por su tono constantemente negativo e intolerante: es un Partido antihispanos (y antiminorías en general), antigays, antimusulmanes, anti-todo lo que no se corresponda a su imagen preconcebida de América. Veamos algunos ejemplos:

a) Antihispanos: la propuesta (que hizo el presidente George W. Bush en 2007) de aprobar una ley comprensiva en materia de inmigración (que permitía adquirir la residencia a los inmigrantes ilegales siempre y cuando acreditaran un nivel de inglés aceptable y pagaran severas multas) fue fulminada en el Senado no por los demócratas (aunque algunos hubo), sino por una mayoría de republicanos. El Partido Republicano tiene un solo Senador hispano (Mel Martinez de Florida, que para colmo ya ha anunciado que se retira en 2010) y tan solo tres congresistas hispanos (los tres cubanos de Miami, anticastristas), cuando deberían tener como mínimo 5 y 25, respectivamente, para reflejar el peso hispano en el país (13% de la población). Pese a colocar en el ticket a John McCain (que apoyó el Plan Bush, perdiendo casi la nominación por esa causa), los hispanos no mordieron el anzuelo esta vez, asqueados por los constantes insultos de congresistas republicanos como Tom Tancredo o comentaristas radiofónicos como Russ Limbaugh.

b) Antigays: los republicanos han impulsado a lo largo de los últimos ocho años referendums a lo largo de todo el país para constitucionalizar en cada Estado la prohibición del matrimonio homosexual, y en 2005 intentaron hacerlo a nivel federal (se quedaron a un solo voto de lograrlo). Este año, han conseguido repeler en referéndum el matrimonio homosexual en California (algo más diremos sobre esto).

c) Antimusulmanes: la campaña contra Obama en ese sentido bastaría para demostrar la profunda intolerancia que anima a grandes sectores del Partido Republicano contra sus compatriotas musulmanes. También los comentarios insultantes que se produjeron cuando el congresista musulmán Keith Ellison, de Minnesota, quiso jurar en 2007 su cargo sobre el Corán.

En resumen: el Partido Republicano lleva varios años alienando a una serie de grupos minoritarios (pero crecientes, como los hispanos) con medidas insultantes y que responden a una concepción intolerante y anacrónica del conservadurismo. Al actuar así, el Partido Republicano se está convirtiendo en un partido homogéneamente blanco, envejecido y rural, en otras palabras: en una estupenda máquina de perder elecciones.

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Todo lo cual nos conduce inexorablemente una vez más a la pregunta del título: ¿qué rumbo ha de tomar el Partido Republicano en el futuro?

En primer lugar, lo que hay que hacer es volver al concepto que tenía Ronald Reagan de que el Partido Republicano sea "una gran tienda" en la que quepan más tendencias que las actualmente existentes.

Todos los partidos políticos tienden inevitablemente a intentar depurar a sus elementos más "centristas" (así, Ruiz Gallardón en el PP, José Bono en el PSOE, Kenneth Clarke en los conservadores británicos, etc). El Partido Republicano no ha sido una excepción: en los últimos cuatro años, los republicanos moderados han sido literalmente exterminados en el Senado y el Congreso, a veces por los demócratas, pero en demasiadas ocasiones por los propios republicanos en primarias estúpidas que sólo han servido para regalarle el escaño al Partido Demócrata (por ejemplo, en 2006, el Senador republicano de Rhode Island, Lincoln Chafee, se tuvo que gastar un dineral para frenar a un conservador, para luego ser derrotado, por culpa entre otras cosas de la falta de dinero, por un demócrata en las generales. En 2008, el congresista republicano del Distrito 1º de Maryland, Wayne Gilchrest, que se había mostrado cada vez más contrario a la guerra de Irak, fue derrotado en las primarias republicanas por un conservador ortodoxo que fue posteriormente derrotado a su vez por un demócrata moderado (en un distrito más bien conservador).

El Partido Demócrata también sufre en ocasiones esa tentación, pero suele controlarla mejor (aplicándola en distritos tan demócratas que no se pueden perder). Y sobre todo, en los últimos dos ciclos electorales se ha esforzado por ajustar a sus candidatos a sus Estados o distritos, y no a un supuesto "test de ortodoxia". Así, demócratas conservadores como Travis Childers en Mississipi o Bobby Bright en Alabama han conseguido ganar su escaño en distritos muy conservadores. Demócratas moderados como Mark Warner en Virginia o Mark Begich en Alaska han ganado sus escaños obteniendo diez puntos más que Obama en sus respectivos Estados.

El Partido Demócrata es así cultural, étnica e ideológicamente más variado, más tolerante, y más representativo de la realidad norteamericana, a día de hoy, que el Partido Republicano.

Por lo tanto, el Partido Republicano tiene que aceptar que para ganar en lugares como la ciudad de Nueva York o la costa de California necesita nominar a republicanos moderados o incluso liberales, y no a conservadores ortodoxos que jamás serán elegidos.

Pero esto no deja de ser una cuestión táctica. A largo plazo, lo que se impone es una revisión en profundidad sobre la noción de qué significa ser conservador, eliminando diversas excrecencias que se han incrustado en dicha noción, contaminándola y pervirtiéndola.

No quiero decir con ello que los conservadores tengan que dejar de serlo para pasar a ser de izquierdas. Hay cuestiones en los que no hace falta ser conservador para mantener una postura como mínimo prudente frente a ellas, como algunos de los temas más candentes en materia de bioética: aborto, eutanasia, clonación...

Ahora bien, ¿desde cuándo la postura manifiestamente hostil ante la inmigración es una posición "conservadora"? Desde el punto de vista estadounidense, la venenosidad de los republicanos conservadores frente a los inmigrantes ilegales es incongruente históricamente (en última instancia, el 99% de los norteamericanos es descendiente de inmigrantes) y religiosamente (por cuanto es una postura manifiestamente anti-cristiana).

El Partido Republicano necesita matizar imperiosamente su postura hostil frente a los gays (sintetizada en los infames anuncios en los que se insinúa que hay que impedir el matrimonio y la adopción gay porque hay que proteger a los niños de los gays, como si los homosexuales fueran todos pederastas). Si un mero argumento de tolerancia y decencia no bastara para convencer a los republicanos, me permito hacer notar que están en este asunto en el lado equivocado de la historia, y que la equiparación de derechos entre heterosexuales y homosexuales es cuestión de tiempo.

Esto no es una opinión, sino una estadística: como recordaréis, el 4 de noviembre los votantes de California aprobaron incluir la definición de matrimonio en la Constitución del Estado como exclusivamente la "unión entre hombre y mujer". El resultado fue 52,3% a favor, 47,7% en contra. El problema es que las encuestas a pie de urna reflejan que entre los votantes de 18 a 29 años, el resultado fue 39% a favor, 61% en contra. En otras palabras: que los votantes más viejos son los que están en contra y los votantes más jóvenes están en su mayoría a favor del matrimonio gay (en California). Es una mera cuestión de tiempo (¿10, 15 años?) para que se empiecen a enmendar las Constituciones de los distintos Estados que han prohibido el matrimonio gay para revocar dichas medidas. Y el Partido Republicano tiene dos opciones: atrincherarse en una postura equivocada (porque la condición homosexual no está reñida con el conservadurismo) o, una vez más, alienar a una minoría importante (entre el 7 y el 10% de la población).

Si los republicanos no son capaces de aceptar la noción de matrimonio homosexual, al menos deberían ser capaces de aceptar la posibilidad de uniones de hecho (prohibidas constitucionalmente en 14 Estados que votaron por McCain -y 5 que votaron por Obama-).

La desesperante costumbre del Partido Republicano de calificar de desleales y traidores a los que no votan como ellos (eso que Sarah Palin llama "la América real", una Arcadia rural que jamás existió, frente a las grandes ciudades malvadas y liberales) ha acabado desgastando la marca republicana de una manera atroz.

Y por último, es esencial que los republicanos empiecen a ser un Partido serio en materia económica. La realidad demuestra que el Partido Republicano, hoy en día, es el partido del déficit, de las bajadas de impuestos a los ricos, y de la crisis económica, y que la retórica de los republicanos está a años luz de su ejecutoria.

Este correo es ya demasiado largo, así que en el siguiente correo hablaremos de las perspectivas republicanas de cara a 2012.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Las otras elecciones: los resultados en el Congreso

Como los lectores del blog sin duda recuerdan, el 4 de noviembre se celebraron asimismo las elecciones a la Cámara de Representantes, el Congreso de Estados Unidos.

El Congreso se compone de 435 representantes, que representan de manera moderadamente proporcional a los Estados de la Unión. Los Estados menos poblados (como Alaska, Vermont, Dakota del Sur) tienen un representante, mientras que California, por ejemplo, tiene 53, y Texas, 32. Los 435 distritos se renuevan en su totalidad en elecciones que se celebran cada dos años.

Éste es un mapa con la composición de los distritos electorales a día de hoy:



La composición del Congreso inmediatamente después de las elecciones de 2006 era de 233 demócratas y 202 republicanos. Sin embargo, debido a fallecimientos y dimisiones varias, hubo diversas elecciones parciales en distintos distritos que hicieron que el día antes de las elecciones, la composición de la Cámara baja fuera de 235 demócratas, 199 republicanos y 1 vacante.

Y éste es el mapa resultante de la elección: en rojo los distritos que conservaron los republicanos, en rojo claro los que consiguieron ganar a los demócratas, en azul oscuro los que conservaron los demócratas, y en azul claro los que los demócratas les ganaron a los republicanos. En gris, tres distritos en los que todavía no se ha declarado un ganador.

United States House of Representatives elections, 2008

Los demócratas consiguieron ganar 26 escaños, y los republicanos cuatro, para un saldo neto positivo para los demócratas de + 22 escaños. Puestos a encontrar algo positivo que decir para los republicanos, quizá merezca la pena indicar que los resultados fueron algo mejor de lo temido por éstos, puesto que se había especulado con pérdidas de entre 30 y 40 escaños.

En cualquier caso, los resultados fueron muy malos para el Partido Republicano, que perdió distritos a lo largo y ancho de la geografía norteamericana. Especialmente graves fueron las pérdidas del último escaño de Nueva Inglaterra, tres escaños en el Estado de Nueva York, otros tres en Virginia o los dos escaños de Nuevo México (e increíble que en el Distrito 1º de Idaho, en el que McCain obtuvo más del 60% de los votos, el congresista republicano Bill Sali, conocido como Bill "Idiota" Sali entre los liberales, consiguiera perder su escaño). El Partido Demócrata una vez más consiguió presentar candidatos perfectamente adaptados a su distrito electoral (podéis comprobar que ganaron varios distritos rurales de gran tamaño, como el mencionado de Idaho), lo cual tiene el efecto beneficioso adicional de que el caucus demócrata en el Congreso tiene casi 50 centristas (los llamados "Blue Dog Democrats"), sin los cuales no se puede ganar las votaciones y que inevitablemente moderarán al Partido Demócrata.

Las victorias del Partido Republicano fueron rayanas en lo anecdótico: consiguieron recuperar un escaño en Florida por escándalos sexuales del congresista demócrata, otro en Louisiana porque el congresista demócrata era blanco y un demócrata negro resentido por perder en las primarias se presentó como independiente y obtuvo el 10% de los votos, otro en Texas porque es uno de los distritos más conservadores del país (donde Bush tiene su rancho), y otro en Kansas porque la congresista demócrata cometió el error de rechazar que el Comité Demócrata para el Congreso emitiera anuncios en su favor (en un distrito también muy conservador). En cualquier caso, los republicanos no consiguieron recuperar ningún escaño urbano o suburbano moderado.

Por ahora, y a la espera de que concluyan los recuentos en sendos distritos de California y Ohio, y de que se celebren dos elecciones en Louisiana retrasadas por el huracán Katrina, en el Congreso que se constituya en Enero habrá como mínimo 256 demócratas (y un máximo de 259) y 175 republicanos (con un máximo de 178). Con el matiz ya expuesto de que entre esos casi 260 demócratas hay un mínimo de 50 que no son liberales sino centristas e incluso conservadores, Obama tendrá una mayoría bastante sólida con la que trabajar.

El affaire Lieberman

Joe Lieberman fue elegido en 1988 como Senador demócrata por el Estado de Connecticut. Reelegido sin grandes problemas en 1994 y 2000 (el mismo año en que fue candidato a la vicepresidencia acompañando en el ticket electoral a Al Gore), en el año 2006, tras seis años de apoyo incondicional a la política exterior de George W. Bush (no a su política interior), Lieberman, que es judío y un acérrimo partidario del Estado de Israel, se encontró con un verdadero desafío en las primarias de su partido: el ala izquierda del mismo lanzó a un candidato, Ned Lamont, un millonario radicalmente opuesto a la guerra de Irak, que consiguió derrotarle en las primarias demócratas, por la mínima (52% a 48%).

Lieberman, pese a la derrota, no renunció a su deseo de continuar siendo Senador. Fundó un partido propio, "Connecticut for Lieberman", y se presentó como candidato independiente. Finalmente, en una carrera a tres bandas, Lieberman consiguió derrotar al candidato demócrata a su izquierda, Lamont, y a un débil candidato republicano a su derecha (50%-40%-10%).

Lieberman volvió a Washington con un fuerte grado de resentimiento respecto a sus excompañeros demócratas, de los que entendía que le habían dejado tirado durante su campaña en las primarias (esto era una crítica razonable respecto de algunos Senadores del ala izquierda del Partido), y también posteriormente, cuando fue derrotado en las primarias (aunque ¿qué otra cosa podían hacer?- para eso están las primarias). Pero las elecciones de 2006 habían producido una situación fascinante: los demócratas habían ganados varios escaños en el Senado, hasta alcanzar los 50. Los republicanos conservaban 49 senadores. Pero el escaño 51, el que daba o quitaba la mayoría a los demócratas, era el de Lieberman.

Harry Reid, el líder demócrata en el Senado, le prometió a Lieberman que continuaría siendo Presidente de las comisiones que encabezaba en el Senado y que se respetaría su "seniority" en caso de que continuara como miembro del caucus demócrata. Lieberman aceptó la oferta, y pasó a denominarse a sí mismo "Independiente Demócrata", continuando en el grupo parlamentario demócrata.

Sin embargo, los lazos de Lieberman con el Partido Demócrata habían quedado muy dañados, hasta el punto de que cuando se planteó la campaña presidencial de 2008, Lieberman anunció que apoyaría al candidato republicano a la Presidencia, John McCain (que, por lo demás, es amigo de Lieberman desde hace años). Y no sólo eso, sino que hizo campaña por él de manera acusadísima, habló en la Convención Nacional Republicana, acompañó a McCain durante las últimas semanas de campaña, lanzó varios ataques contra el patriotismo de Obama y de hecho, era la primera opción de McCain para la vicepresidencia (antes de que le convencieran para que eligiera a Palin).

La derrota de McCain y el nuevo varapalo republicano en el Senado dejaron a Lieberman en una posición muy desairada. Ya no era el escaño 51, y, por lo tanto, no era decisivo para la mayoría (los demócratas tenían ahora como mínimo 57 escaños, además de Lieberman). Las bases demócratas pedían sangre, y en concreto querían la cabeza de Lieberman: no que se le expulsara del caucus, pero sí que se le despojara de la presidencia del Comité de Seguridad Interior (que, como su propio nombre indica, es un Comité del Senado de la máxima importancia en Estados Unidos).

Lieberman ya anunció que si se le despojaba de la Presidencia del Comité, se pasaría a los republicanos. Harry Reid anunció que el destino de Lieberman se decidiría en una votación secreta del caucus demócrata en el Senado.

Y en ese momento Obama anunció, a través de un portavoz, que no creía que Lieberman tuviera que ser castigado. Los demócratas en el Senado captaron rápidamente el mensaje, y cuando llegó el momento de votar, los 55 Senadores demócratas presentes (todos menos Obama y Biden, que ya anunciaron que no participarían en la votación, y Begich de Alaska, que todavía no era oficialmente Senador electo) se dividieron 42 a favor de mantener a Lieberman en el Comité, 13 partidarios de destituirlo.

Lieberman, por lo tanto, salió razonablemente indemne (perdió tan sólo la Presidencia de una Subcomisión de Medio Ambiente, menos importante).

El "affaire Lieberman" demuestra exactamente que los republicanos van a tener en Obama un rival de mucho cuidado: lejos de permitirse a sí mismo un sentimiento de ofensa por los insultos que Lieberman lanzó en su contra durante la campaña, calculó que iba a necesitar a Lieberman en los próximos cuatro años (lo que hagan los votantes de Connecticut con él en 2012 ya es otra historia), especialmente por cuanto los demócratas no disponen de una mayoría de bloqueo de 60 en el Senado.

Cada voto cuenta, por lo tanto, y Obama no estaba dispuesto a perder a Lieberman por un quítame allá esas insinuaciones sobre el patriotismo del candidato demócrata.

De este modo, Obama se ha ganado el agradecimiento (no eterno, pero sí duradero) de Lieberman, probablemente consiga que Lieberman vote más a la izquierda de lo que lo estaba haciendo en los últimos dos años, y ha conseguido dar una imagen de moderación y centrismo que no le hace ningún daño. Una jugada perfecta del presidente electo (que la verdad, está llevando a cabo una transición impecable hasta el momento).

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Las otras elecciones: los resultados en el Senado

El día 4 de noviembre, además de las elecciones presidenciales, se celebraron, entre otras, las elecciones para renovar una tercera parte de los miembros del Senado.

Merece la pena recordar que el Senado de Estados Unidos se compone de 100 miembros (dos por cada Estado, independientemente de la población de los mismos).

La composición del Senado con carácter previo a las elecciones era la siguiente:

-49 demócratas.
- 49 republicanos.
- 1 independiente (Bernie Sanders, senador socialista de Vermont) que forma parte del caucus (grupo parlamentario) demócrata.
- 1 "independiente demócrata" (Joe Lieberman, senador de Connecticut), que pese a haber sido derrotado en las primarias demócratas de 2006 en su Estado por su apoyo a la guerra de Irak, se presentó como independiente a las elecciones y ganó al candidato "oficial" demócrata y al republicano. Pese a ello, y por ser precisamente el Senador "clave" para controlar la mayoría de los votos (era el número 51 de 100), el líder demócrata en el Senado, Harry Reid, le prometió que seguiría presidiendo diversas comisiones muy importantes en el Senado, y Lieberman ha seguido formando parte del caucus demócrata (aunque apoyó a McCain en su campaña presidencial de forma constante).

Como ya dijimos en su día, las expectativas del Partido Republicano de cara a estas elecciones al Senado eran tan o más ominosas que sus expectativas de cara a la carrera presidencial. Para empezar, de los 35 escaños que se renovaban este año, 23 escaños eran republicanos y 12 demócratas, lo que implicaba, ya de antemano, que los republicanos tenían que defender muchos más asientos que sus adversarios, y gastar más dinero. Pero el clima político, verdaderamente tóxico para el GOP, culminó en una derrota sin paliativos, como se puede ver en el siguiente mapa:

Generated Map

1) Los Estados en azul oscuro son aquellos en los que el Partido Republicano mantuvo su escaño, bien porque el Senador republicano fue reelegido, bien porque fue sustituido por un colega de su mismo partido.

2) Los Estados en rojo son aquellos en los que el Partido Demócrata mantuvo el escaño. Merece la pena observar que los demócratas mantuvieron todos sus escaños -los 12- con los que entraban en estas elecciones, incluso en Estados en los que el voto a Barack Obama retrocedió respecto al voto de Kerry hace cuatro años -como Arkansas o Louisiana-.

3) Los Estados en fucsia son Estados en los que hasta ahora había un Senador republicano, y en los que ganaron los candidatos demócratas el 4 de noviembre:

-Nuevo Mexico y Colorado (donde, increíblemente, dos primos hermanos, Tom y Mark Udall, fueron elegidos Senadores el mismo día, Tom por Nuevo México y Mark por Colorado, ganando Tom con más del 60% de los votos, -mejor que Obama en su Estado-, Mark con el 52%- peor que Obama en su Estado).

- New Hampshire (donde una exgobernadora del Estado, Jeanne Shaheen, se tomó cumplida venganza del Senador republicano John Sununu, que la derrotó hace seis años para ocupar ese mismo escaño, aunque Shaheen obtuvo menos votos que Obama).

- Virginia (donde el exgobernador demócrata del Estado Mark Warner, conforme a lo esperado, trituró a otro exgobernador republicano, Jim Gilmore, con más del 64% de los votos- doce puntos más que Obama, por cierto).

- Alaska: por increíble que pueda parecer, el recuento de los votos en Alaska sólo ha culminado esta madrugada. Sin embargo, parece que finalmente Ted Stevens, el decano de los Senadores republicanos -lleva en el Senado desde 1968- ha perdido las elecciones contra el alcalde de Anchorage, Mark Begich.

Stevens, como sabéis, fue condenado hace apenas tres semanas por aceptar sobornos en especie durante varios años (contratistas que le amueblaron la casa a cambio de favores, etc). Sin embargo, Alaska es un Estado tan republicano que Stevens ha perdido las elecciones por menos de un punto porcentual (condenado y todo). Aunque probablemente solicitará un nuevo recuento (pagado de su bolsillo), es muy improbable que haya 3.750 votos incorrectamente contados en toda Alaska. En el apartado de curiosidades: el 4% de los votantes de Alaska apoyaron al candidato secesionista del Alaska Independence Party.

- Oregón: El senador republicano del Estado, Gordon Smith, pese a gravitar hacia el centro de manera descarada en los últimos dos años, fue engullido por la ola de nuevos votantes hacia Obama en su Estado. Pese a todo, no lo hizo mal: obtuvo el 45% de los votos (cuando McCain obtuvo sólo el 40% en su Estado). Y lo habría hecho aún mejor (y muy posiblemente hubiera ganado) de no haber sido porque un Partido a su derecha (el Constitution Party) recibió el 5% de los votos (republicanos muy conservadores alienados por el centrismo de Smith). El nuevo Senador es Jeff Merkley, cuya primera intervención ayer en el Senado fue para apoyar la destitución de Joe Lieberman como presidente del Comité de Seguridad Interior del Senado.

- Carolina del Norte: la Senadora republicana de este Estado era nada menos que Elizabeth Dole (la mujer de Bob Dole, el candidato a la presidencia en 1996). Ha sido una Senadora poco distinguida, una "paracaidista" que no vive en el Estado y ha estado pocas semanas cada año en el mismo (lo que le ha impedido darse cuenta de la amenaza que pendía sobre su cabeza hasta que ha sido demasiado tarde). La candidata demócrata, Kay Hagan, sorprendentemente, no sólo ganó, sino que lo hizo con autoridad (mejorando los resultados de Obama en su Estado). Incidentalmente, el número de senadoras ha pasado de 16 a 17 en el nuevo Senado. Es el número más elevado de la historia (aunque todavía es más bien escaso).

4) Hasta aquí las victorias demócratas. Los Estados en verde en el mapa son aquellos en los que todavía está pendiente de conocerse el resultado final, por los motivos que ahora os expongo:

- Minnesota: como ya tuvimos ocasión de comentar, Norm Coleman, el Senador republicano, se las prometía muy felices cuando el Partido Demócrata nombró a un cómico radiofónico, Al Franken, como su candidato al Senado (es como si Andreu Buenafuente fuera candidato a algo en España). Sin embargo, la crisis económica (en un Estado tradicionalmente demócrata) y sobre todo la aparición de un tercer candidato, independiente, con mucho tirón (que ha obtenido el 15% de los votos) ha puesto a Coleman contra las cuerdas. El resultado, tras el primer cómputo de votos, le da a Coleman una ventaja de poco más de 200 votos (menos del 0,01% de diferencia sobre ¡2.885.000 votos!). La ley de Minnesota ordena un recuento automático cuando la diferencia entre los dos primeros candidatos sea inferior al 0,5%, lo que se da en este caso.

Las perspectivas para Coleman son sombrías por varios motivos: en primer lugar, porque los votos computados hasta ahora no incluyen los llamados "votos disputados", que son aquellos votos en los que el votante no cumplió con los requisitos para emitir un voto válido (básicamente, al lado de cada candidato hay un círculo que hay que pintar con un bolígrafo especial para que la máquina compute el voto).

Sin embargo, la ley de Minnesota señala que un voto se computará como válido cuando de la papeleta se pueda discernir "la intención clara del votante". En algunas papeletas, en lugar de pintar el círculo, el votante ha puesto una cruz al lado del nombre del candidato de su preferencia, o lo ha subrayado, etc.

En la práctica, los votantes más pobres y por lo tanto, menos cultivados, son los que suelen cometer este tipo de errores. Ahora bien, estos votantes suelen votar de manera desproporcionada al Partido Demócrata, por lo que parece probable que Franken obtenga los votos necesarios durante el recuento (que se inicia hoy) para superar a Coleman.

Coleman, por supuesto, impugnará dichos votos "disputados", pero la decisión para incluirlos o no le corresponde a un panel de cinco personas, compuesto por el Secretario de Estado de Minnesota, dos jueces del Tribunal Supremo de Minnesota, y dos jueces de distrito.

Y aquí está el quid de la cuestión: aunque el gobernador de Minnesota es el republicano Tim Pawlenty, el Secretario de Estado de Minnesota es demócrata (por increíble que pueda parecer, los norteamericanos, en la mayoría de los Estados votan a cada miembro del Gobierno por separado), así que si los jueces discrepan entre sí sobre qué votos incluir y cuáles no (cosa que puede ocurrir, dado que los dos miembros del Supremo fueron nombrados por Pawlenty, y los dos jueces de distrito tienen mayor reputación de independencia), el voto decisivo estará en manos de un demócrata, que generalmente abogará, en la duda, por incluir el voto, y no por descartarlo.

- Georgia: hace seis años Saxby Chambliss, el actual Senador republicano, derrotó a Max Cleland, Senador demócrata por aquel entonces, mutilado de guerra (le faltaban las dos piernas) con una campaña en la que, increíblemente, le acusó de "falta de patriotismo" (¡a un mutilado de guerra!). El pasado día 4 de noviembre, Chambliss, pese a todo, ganó las elecciones, pero con un matiz importante: no llegó al 50% (se quedó en el 49,75%). La ley de Georgia es clara: si ningún candidato alcanza el 50% de los votos en primera vuelta, hay que efectuar una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados, que son Chambliss y el candidato demócrata, Jim Martin, que obtuvo el 46,83% de los votos (el 3,41% fue para el candidato del Partido Libertario).

La segunda vuelta está fijada para el día 5 de diciembre. En general, Chambliss es el favorito, por varios motivos: porque la participación siempre baja en las segundas vueltas, porque los votantes negros no estarán tan motivados para votar a Jim Martin, que es blanco, si Obama no está en la papeleta (y aún así, Obama no ganó Georgia el 4 de noviembre), y porque los libertarios, en ausencia de su candidato, tienden más a votar republicano que demócrata.

Todo dependerá del grado de entusiasmo de las bases. Hay un elemento importante: este escaño puede suponer el número 60 para los demócratas en el Senado (dependiendo de cómo acabe el recuento en Minnesota). Por lo tanto, ¿qué pesárá más? ¿el entusiasmo de los demócratas ante la posibilidad de conseguir una mayoría que impida el bloqueo en el Senado? ¿o el terror de los republicanos ante esa misma perspectiva? Mi impresión es que lo segundo, sobre todo porque Georgia es un Estado profundamente conservador (no vota demócrata desde 1992, y eso sólo ocurrió porque Ross Perot le quitó muchos votos a los republicanos).

5) Por último, una mención especial a los Estados en azul claro, que son Estados en los que el Partido Republicano consiguió mantener sus escaños pese a que sus candidatos se enfrentaron contra duros desafíos demócratas:

- Mississipi: el gobernador de Mississipi designó a Roger Wicker (un miembro del Congreso) senador provisional a principios de este año para sustituir durante el resto de su mandato al legendario Trent Lott, antiguo líder republicano en el Senado, que se retiró a finales del año pasado para ejercer como lobbyista en Washington, D.C. Wicker no debería haber tenido problemas para ganar las elecciones este año, dado que Mississipi es un Estado muy conservador y muy republicano (no ha habido un Senador demócrata por el Estado desde 1988). Y finalmente consiguió ganar con el 55% de los votos, pese a que los demócratas nombraron como candidato al exgobernador del Estado Ronnie Musgrove, un demócrata muy conservador, y pese a que Barack Obama consiguió mejorar algo los resultados demócratas en el Estado (aunque sólo obtuvo un 42% de los votos) merced al incremento en el voto negro (aunque ello se vio acompañado de una disminución en el apoyo de los blancos). De todos modos, Musgrove lo hizo mejor que Obama.

- Kentucky: hace cuatro años el líder de la entonces minoría demócrata en el Senado era Tom Daschle, de Dakota del Sur. El Partido Republicano se volcó para derrotarlo, en lo que constituyó la primera ocasión en cincuenta años en la que un líder de uno de los dos partidos en el Senado perdía su escaño. Cuatro años después, los demócratas querían devolverles la misma moneda a los republicanos. Mitch McConnell, el senador republicano de Kentucky, es el actual líder de la minoría republicana en el Senado y Bruce Lunsford, un multimillonario demócrata, llegó a estar muy cerca de él en las encuestas. Finalmente, McConnell consiguió superar la criba con casi el 53% de los votos, apoyado en los votantes de uno de los Estados más refractarios a Obama (que apenas consiguió el 41% de los votos). Lunsford, por su parte, obtuvo casi seis puntos más que Obama en Kentucky, lo que indica que McConnell hizo muy bien en tomarse su desafío en serio.

En resumen: la composición del Senado ha pasado de:

49 demócratas, 49 republicanos, y 2 independientes (miembros del caucus demócrata), a

56 demócratas (los 49 existentes más Alaska, Oregón, Colorado, Nuevo México, New Hampshire, Virginia y Carolina del Norte), 40 republicanos, 2 independientes (miembros del caucus demócrata) y 2 escaños pendientes de decidir (Minnesota y Georgia).

En otras palabras: por ahora los demócratas tienen 58 senadores y los republicanos 40.

La cifra mágica a la que aspiran los demócratas es la de 60 senadores. ¿Por qué 60 y no 51? Pues porque como ya explicamos en otra ocasión, el Senado tiene una regla específica que indica que para acabar con un debate y poder pasar a la votación (especialmente en temas importantes), se necesita una "supermayoría" de 60 votos ("cloture"), no bastando la mayoría simple. Si los demócratas alcanzan los 60 escaños (incluyendo a Bernie Sanders, el socialista y a Joe Lieberman, el "demócrata independiente", dentro de estas cifras), básicamente sólo tendrán que negociar entre ellos para imponer sus mejoras legislativas en los próximos cuatro años (aunque sin duda también incluirán en sus negociaciones a las dos Senadoras republicanas moderadas de Maine, a Arlen Specter, republicano moderado de Pennsylvania, y a algunos Senadores republicanos cuyo escaño peligra en 2010, como Voinovich de Ohio o Gregg de New Hampshire, que son conservadores pero que probablemente girarán hacia el centro en esta legislatura).

Por otra parte, lo que ocurrió ayer con Joe Lieberman es tan representativo de cuál va a ser la actitud demócrata en los próximos cuatro años que merece un análisis aparte. A ello dedicaremos el próximo post.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Una nación todavía racista (segunda parte)

Un estupendo gráfico extraído una vez más de www.pollster.com:

StateVotebyRace.pngEn la columna de la izquierda, el porcentaje de votantes blancos por Obama en cada Estado. En la fila inferior, el porcentaje de votantes negros en cada Estado. Cada punto supone la conjunción entre ambos elementos en un Estado en particular.

Traducción del gráfico: cuantos más (votantes) negros hay en un Estado, menos (votantes) blancos votan por Obama.

Las cifras de Alabama, Mississipi y Louisiana son auténticamente escalofriantes: en Alabama, tan solo un 10% de votantes blancos votaron por Obama (John Kerry había obtenido un ya raquítico 19%). En Mississipi, el Estado con más población negra del país, tan sólo un 11% de los blancos votaron por Obama (siete u ocho puntos menos que a Kerry). Curiosamente, sin embargo, en ambos Estados los demócratas obtuvieron mejores resultados que hace cuatro años (porque los numerosos votantes negros compensaron con su incremento de participación el retroceso de participación de los blancos).

La línea azul viene a marcar la tendencia del voto blanco: como podéis comprobar, casi todos los Estados sureños están por debajo de ella (también los Estados del Oeste interior, pero esos no votan republicano porque son racistas, sino porque son conservadores).

En conclusión: Obama retrocedió en líneas generales entre los votantes blancos en el Sur, y sólo avanzó en aquellos Estados sureños en los que había muchos votantes negros, o en los que se ha recibido en los últimos años inmigración blanca norteña, más liberal (como Virginia, Carolina del Norte o, hasta cierto punto, Georgia).

Por último, para quien tenga curiosidad: un mapa exclusivamente con el voto blanco en estas elecciones. Véase que Obama ha ganado lugares como Nevada, Nuevo Mexico gracias al voto hispano, Ohio, Pennsylvania, Indiana y Nueva Jersey gracias al voto hispano y negro. Maryland, Virginia, Carolina del Norte y Florida gracias al voto negro (aunque para ser justos, en la mayoría de estos Estados los blancos votaron a Obama en un porcentaje superior al 40%- sólo en Carolina del Norte y Virginia el porcentaje del voto demócrata blanco no llegó al 40%)



miércoles, 12 de noviembre de 2008

Una coalición victoriosa

La victoria de Barack Obama la semana pasada se ha basado en una coalición de votantes cuyas características más acusadas son las siguientes:

Por grupos de edad:

La idea-fuerza en este grupo es clara: cuanto más joven el votante, mayor la posibilidad de que el mismo votara a Obama. Cuanto más mayor, mayor posibilidad de que votara por McCain.

Es interesante comprobar que la subida de Obama con respecto a los resultados de Kerry en 2004 no se produce de manera homogénea entre las distintas edades: entre los menores de 30 años, Obama ha obtenido 12 puntos más que Kerry (hasta alcanzar un cataclísmico 66%), mientras que entre los mayores de 65 años, de hecho, Obama ha retrocedido unos dos puntos (hasta el 45%).

Los jóvenes incrementaron ligeramente su porcentaje entre el número total de votantes (del 17 al 18%) de los votos, pero lo que realmente hizo daño a los republicanos fue el abrumador margen de ventaja que Obama obtuvo entre la juventud (esa proporción de 2 a 1).

Las cifras, por supuesto, son especialmente ominosas para el Partido Republicano por dos motivos: en primer lugar, porque sus mejoras se han producido en un grupo de votantes (los mayores de 65) que, por decirlo de manera elegante, menguará necesariamente en los próximos años. Y en segundo lugar, el resultado entre los jóvenes es especialmente catastrófico, porque por primera vez desde que se miden estas cosas, los jóvenes han votado de manera muy distinta al electorado en su conjunto (tradicionalmente votan entre 2 y 6 puntos más por el ticket demócrata, pero no 14 puntos más), y por un detalle que rara vez se menciona, pero que todos los que votamos sabemos: la mayoría de la gente tiende a votar durante su vida a aquel partido por el que votó la primera vez.

En otras palabras: es muy posible que el Partido Republicano haya perdido a toda una generación de votantes.

Por raza:

Obama ha mejorado sus resultados entre todos los grupos étnicos norteamericanos:

- Blancos: pese a que en el Sur ha habido claramente (como demostramos en uno de nuestros artículos anteriores), un claro componente racista en el voto, globalmente Obama ha pasado del 41% (en 2004) al 43% de los votos blancos en estas elecciones. Por otra parte, debido a los cambios demográficos, la participación blanca en el conjunto del electorado ha descendido del 77 al 74%.

- Negros: por supuesto, la inclusión de un candidato negro a la Presidencia ha incrementado claramente los márgenes (ya de por sí amplios) con los que los demócratas solían ganar en la comunidad negra. Han pasado de obtener del 88 (en 2004) al 95% de los votos, y lo que es más importante: los votantes negros han pasado a componer del 11 al 13% del electorado (es decir, que dos de los cuatro puntos y medio de subida del voto que han obtenido los demócratas se deben exclusivamente a la avalancha de voto negro en estas elecciones. Y avalancha es la palabra adecuada: en unas elecciones en las que la participación, como mucho, se habrá incrementado en un 5%, la participación negra se ha incrementado en casi un 20%. Los negros norteamericanos componen aproximadamente el 12% de la población del país. Votaban tradicionalmente algo menos que su proporción en el censo. Esta vez, sin embargo, han votado por encima de su proporción en el censo.

- Hispanos: he aquí la segunda señal ominosa de las elecciones para el Partido Republicano. George W. Bush fue el presidente republicano de más éxito entre los hispanos, llegando a obtener el 44% de los votos entre dicho grupo hace cuatro años. Pues bien, el martes pasado McCain perdió unos doce puntos entre los hispanos, que votaron a Obama como los jóvenes, en una proporción de 2 a 1 (y eso no es lo peor: el problema es que más de tres cuartas partes de los jóvenes hispanos votaron por Obama).

Los hispanos constituyeron el 9% del electorado (un punto más que hace cuatro años), y son el grupo de población que está creciendo más rápido en Estados Unidos (de hecho, representan ya al 13% de la población de Estados Unidos, aunque votan sustancialmente por debajo de su proporción en el censo).

Lo único que quiero indicar con esto es que los republicanos no pueden aspirar a ganar elecciones, al menos en el futuro inmediato, si los votantes que se incorporan al proceso electoral y el grupo étnico cuya participación en el electorado se está incrementando con mayor rapidez votan contra ellos en una proporción de 2 a 1. Ya desarrollaremos este tema con mayor detenimiento cuando hablemos del futuro del Partido Republicano.

- Asiáticos: para aquellos que tengan curiosidad, los norteamericanos de origen asiático (chinos, filipinos, etc), votaron en un 62% por Obama (representan el 2% del electorado).

Por confesión religiosa:

- Protestantes: aunque McCain ganó entre ellos (entre otras cosas, porque los evangélicos, que son el grupo más numeroso entre los protestantes, son abrumadoramente republicanos), Obama consiguió pasar del 40 al 45% en este grupo de votantes (54% del electorado).

- Católicos: Kerry, pese a ser católico, no consiguió una mayoría del voto entre sus correligionarios (47%). Obama, pese a no serlo (y pese a que el arzobispo de Kansas City amenazó a los católicos que votaran a Obama con la "condenación eterna") mejoró en siete puntos sus resultados (54%), lo que es lógico, dados sus buenos resultados entre los hispanos (que son una parte muy sustancial de los católicos norteamericanos).

- Judíos: Barack Hussein Obama (con su nombre tan judío) consiguió mejorar de manera clara los resultados de Kerry, pasando del 74 al 78% entre los votantes judíos.

Por sexo:

Obama consiguió ganar tanto entre los hombres (49 a 48) como entre las mujeres (56 a 43), siendo especialmente notable su porcentaje entre los hombres blancos (41%), superior al de cualquier candidato demócrata en los últimos 20 años.

Por poblaciones:

Quizá los republicanos desearían revisar su política de considerar que la "verdadera América" está en los pequeños pueblos, porque la "América de mentirijillas" de las grandes ciudades también vota y el porcentaje de Obama en ella se ha disparado unos 10 puntos.

A quien quiera saber más, puede leer los datos restantes de las encuestas a pie de urna en el New York Times o en el Pew Research Centre.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Una breve nota sobre el efecto Bradley

Mark Blumenthal, que sabe infinitamente más que yo sobre cómo leer las encuestas, dice que no hubo "efecto Bradley", y que las diferencias entre las encuestas y la realidad se deben más a que algunos Estados no fueron suficientemente encuestados para evitar estos errores (lo cual es cierto sin duda en el caso de Dakota del Norte, Arizona, y hasta cierto punto Nevada, donde las encuestas se equivocaron de manera más aguda, en los dos primeros casos a favor de Obama, y en el segundo a favor de McCain).

Así que podemos enterrar al efecto Bradley, lo que no significa que no haya votantes racistas en Estados Unidos: simplemente no les mienten a los encuestadores. En todo caso, corrijo mi comentario anterior para evitar ambigüedades.Enlace

Una nación polarizada (y todavía racista)

Obama mejoró el pasado martes los resultados electorales de John Kerry en las elecciones de 2004 en algo más de cuatro puntos (del 48,27 al 52,36%). Pero esa mejora no se distribuyó homogéneamente a lo largo del territorio de Estados Unidos y en varios Estados ni siquiera hubo tal mejora. Observad este mapa, que refleja los Estados en los que el porcentaje de votos del ticket demócrata mejoró respecto al porcentaje obtenido hace cuatro años (en distintas gradaciones de rojo, según la intensidad de la mejora) y aquellos en los que empeoró (en distintas gradaciones de azul, según la intensidad del empeoramiento).

Swing Map

El New York Times publicó al día siguiente de las elecciones un mapa con el 22% de los condados del país que habían votado más republicano que hace cuatro años. Es un mapa bastante feo (por su significado), como podéis ver por vosotros mismos:

mccain.jpg

Como podéis ver, en unas elecciones en las que el presidente saliente (republicano) tenía una popularidad del 25%, con una grave crisis económica y dos guerras, una de las cuales sigue siendo sumamente impopular, hubo condados en Estados Unidos en los que el Partido Republicano mejoró sus resultados en más de 20 puntos porcentuales. Es evidente que aquí ha habido un comportamiento anómalo del electorado.

Por supuesto, no todas las mejoras del ticket republicano tienen una explicación "fea". Si observáis el mapa, veréis que en Arizona (Estado de McCain) y Alaska (Estado de Palin) hubo varios condados en los que los republicanos subieron (cosa que se justifica sin problemas por el "efecto simpatía" que genera en los votantes de un Estado el hecho de que el candidato a presidente o vicepresidente sea del Estado).

El problema está en las mejoras más acusadas del ticket republicano. Si observáis el mapa anterior, veréis que se inician (empezando por arriba y siguiendo hacia abajo), en el oeste de Pennsylvania, bajan siguiendo un pronunciado giro hacia la izquierda por Virginia Occidental, el este de Kentucky y la punta oeste de Virginia y Carolina del Norte, prácticamente la totalidad de Tennessee (excepto por sus centros urbanos), el norte de Alabama y la punta nordeste de Mississippi, y luego en un giro hacia el Oeste, la infección se extiende por prácticamente la totalidad de Arkansas (excepto en algún condado de amplia mayoría negra) y se abre en abanico hacia el Oeste (Oklahoma), el Sur (Luisiana) y el Suroeste (Texas occidental). Asimismo, podemos observar señales del virus en el suroeste de Georgia y en el "panhandle" (el "mango de la sartén" de Florida).

Perdonad el uso de los términos "infección" y "virus", que pueden parecer demasiado crudos, pero que se explican cuando comparamos los condados en los que el ticket republicano, contra toda lógica, ha subido en unas elecciones de retroceso generalizado del partido, con estos dos mapas: uno, el de la región de los Apalaches (una región pobre, montañosa y mal comunicada con el resto del mundo, en la que los republicanos han mejorado uniformemente):



y otro, que muestra una correlación todavía más perfecta: el mapa del censo del año 2000 que reflejaba los distintos condados norteamericanos clasificados por identificación de sus "ancestros". Me explico: el censo norteamericano pregunta a los ciudadanos norteamericanos por sus "orígenes nacionales" (lo que no deja de ser lógico, en una nación compuesta en un 99% por inmigrantes), y luego elabora el mapa siguiente asignando cada condado a aquel grupo de inmigrantes más numeroso (lo cual no quiere decir necesariamente mayoritario: si en un condado hay un 35% de personas de origen alemán, 30% de origen italiano y 25% de origen hispano, el condado se asigna con el color correspondiente a los "alemanes", para que nos entendamos).

Como podéis ver en el mapa que os adjunto, muchos de los colores reflejan cosas que, intuitivamente, ya sabíamos: en la frontera con México, los ancestros más numerosos de los ciudadanos norteamericanos son mexicanos, en Nueva Jersey y Nueva York ciudad, los italianos son los ancestros más numerosos, en Nueva Inglaterra los ingleses (con ese nombre no resulta una sorpresa), y en los Estados del Sur profundo, los ancestros más numerosos son africanos (ya que los negros americanos son descendientes de esclavos raptados de África). Por otra parte, quizá pueda sorprender a muchos ver que todo el norte de Estados Unidos está cubierto de azul claro (descendientes de alemanes). "Fun fact", como dirían los norteamericanos: durante la Convención de Philadelphia de 1776 se discutió mucho si el idioma oficial de los Estados Unidos tenía que ser el alemán, y no el inglés, por dos motivos: por diferenciarse de Inglaterra, contra la que los norteamericanos se estaban sublevando, y porque los alemanes en aquel momento constituían el segundo grupo étnico del país, sólo por debajo de los ingleses.

Pero hay otro grupo de "ancestros" en el mapa que, en un principio, resultaría difícil de explicar: ese color beige que se alterna en los Estados sureños con los condados afroamericanos y que es mayoritario en Virginia Occidental, Kentucky, Tennessee, el Oeste de Virginia y Carolina del Norte, el norte de Alabama y el nordeste de Mississipi, la mayor parte de Arkansas, partes de Oklahoma y del nordeste de Texas, así como buena parte de Georgia y del "panhandle" de Florida (¡qué curioso, todas las regiones donde ha mejorado el Partido Republicano en estas elecciones!):

En el mapa, como podéis ver, este grupo recibe el nombre de "americano". No se refiere a los nativos americanos (a los indios, para entendernos), sino a un grupo étnico muy particular: inmigrantes originariamente británicos, pero no procedentes de las olas de inmigración surgidas de áreas industriales del siglo XIX (que venían de áreas obreras pobres como Birmingham, Manchester o Glasgow y tendieron a instalarse en regiones urbanas del Norte del país), sino anteriores a la Guerra de Independencia, que se instalaron en regiones rurales del Sur del país. Estos ciudadanos llevan tanto tiempo en Estados Unidos (entre 250 y 300 años) que al identificarse en el censo ya no se sienten vinculados a su raíz inglesa, y simplemente se llaman a sí mismos "americanos".

Estas personas viven en algunos de los Estados más pobres de la Unión (como Arkansas, Kentucky, Oklahoma, etc), en muchos casos con una población negra muy relevante, con la que tradicionalmente han tenido que disputarse los (escasos y malos) puestos de trabajo, lo que ha generado un gran antagonismo por su parte. Los Estados en los que viven, además, no han recibido apenas inmigración en los últimos 200 años (es decir, que toda la población de esos Estados es dos cosas: o "americana" o "negra"). No ha habido movilidad social, demográfica o interracial.

En resumen, y por abreviar: esa población es lo que en el Norte de Estados Unidos se calificaba despectivamente como "white trash" (basura blanca): la población tradicional del sur de los Estados Unidos, los descendientes de los antiguos miembros de la Confederación y de los segregacionistas de los años 60, que siguen siendo racistas y han votado (en algunos casos, en masa) contra el primer candidato negro de la historia del país.

Puede chocar, a primera vista, el hecho de que el Partido Republicano haya mejorado, por así decirlo, en los "bordes" de la antigua Confederación (Arkansas, Tennessee, Oklahoma -que ni siquiera era Estado durante la Guerra Civil) más que en los Estados secesionistas más conocidos (las dos Carolinas, Virginia, Mississipi). Pero la explicación, en realidad, es muy sencilla: en el Sur ha habido dos pulsiones de signo absolutamente opuesto en estas elecciones:

1) por una parte, el voto negro (y un creciente voto blanco urbano y liberal que no existía en el Sur hace 40 años y ahora sí empieza a existir -por emigración desde el Norte-) ha surgido en masa para apoyar a Obama.

2) por otra, el voto blanco rural ha surgido en masa para apoyar a McCain (rompiendo, en muchos casos, sus vínculos tradicionales con el Partido Demócrata, que de todos modos llevaban desvaneciéndose desde hace medio siglo).

En los condados (y Estados) donde había más blancos rurales que negros y blancos liberales (en los Estados sin grandes centros urbanos, para entendernos), ha ganado McCain, mejorando incluso sus resultados en varios casos respecto a los de Bush en 2004. En los Estados más urbanos (Virginia, Florida, Carolina del Norte) ha ganado Obama.

Mención especial merece Arkansas, donde Obama ha bajado 5,5 puntos respecto a Kerry (en unas elecciones en las que ha ganado 4,2 puntos a nivel nacional). Es el Estado en el que se ha producido un desnivel más acusado entre un fenómeno y otro. En Arkansas creo que se han mezclado dos cosas: el racismo y el "efecto reverso Clinton": habitantes de Arkansas que en su día votaron en masa por Bill Clinton (y por Hillary en las primarias) y que están personalmente resentidos contra Obama por impedir que un nativo de Arkansas (y una nativa adoptiva) vuelvan a la Casa Blanca (¡y encima, es un "nigger"!)

En resumen: el efecto Bradley no parece haber existido (pese a que Obama ha ganado por 6 puntos y las encuestas finales tendían a darle más bien 7,5 puntos de media, pero eso está dentro de los márgenes de error normales en una encuesta), pero lo que está claro es que los racistas sureños de toda la vida siguen existiendo y que en estas elecciones han votado al candidato republicano exclusivamente porque el candidato demócrata era negro.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Obama triunfante: Anatomía de una gran victoria

Aunque los resultados todavía no son definitivos, y hay algunos votos electorales que están todavía en el aire, podemos definir sin mucho margen de error qué ha pasado en estas elecciones norteamericanas que han llevado al primer candidato negro a la Casa Blanca.

Lo primero, los resultados escuetos (ya digo, provisionales), advirtiendo de que todo lo que viene a continuación, salvo el análisis, está extraído de la ab-so-lu-ta-men-te maravillosa página web de Dave Leip http://uselectionatlas.org/

Presidential
Candidate
Political
Party
Popular Vote
Barack H. ObamaDemocratic 63,444,462 52.34%
John S. McCain, IIIRepublican 56,126,680 46.31%
Ralph NaderIndependent 657,073 0.54%
Bob BarrLibertarian 487,658 0.40%
Other (+) - 491,280 0.41%

Digamos dos cosas de antemano: en primer lugar, el resultado de Obama, aunque pueda parecer escueto (el 52,34%) es, no me cansaré de reiterarlo, el resultado más elevado obtenido por un candidato presidencial desde 1988, y por un candidato presidencial demócrata desde 1964. Es, por lo tanto, un gran resultado.

Por otra parte, y aunque pueda parecer contradictorio, sólo deseo indicar que el resultado de McCain (el 46,31%), habida cuenta del legado con el que afrontaba estas elecciones (dos guerras y la peor crisis financiera e inmobiliaria desde la Gran Depresión) es de una gran dignidad y tengo serias dudas de que cualquier otro candidato republicano lo hubiera podido hacer mejor.

Éste es el mapa electoral de 2008:

Generated Map

comparado con el del año 2004:

Generated Map

Podemos observar en el siguiente mapa cuáles son los Estados que han pasado del Partido Republicano al Demócrata de una elección a otra:

Generated Map

El cuadradito verde en el centro del mapa es uno de los votos electorales de Nebraska. Este Estado (al igual que Maine) no otorga sus 5 votos al ganador, como los demás, sino del siguiente modo:

- 2 votos para el ganador del Estado.
- 1 votos para el ganador de las presidenciales en el territorio de los Distritos del Congreso 1º, 2º, y 3º (Nebraska tiene tres congresistas).

Obama, al parecer (está pendiente de confirmarse) ha ganado en Omaha, la capital de Nebraska, y que abarca la mayoría del segundo distrito del Congreso de Nebraska. Por lo tanto, Nebraska, si se confirma esto, por primera vez desde que se ideó este sistema, no entregará todos sus votos electorales al mismo candidato, sino 4 al republicano y 1 demócrata. Es otro (pequeño) hito histórico.

Ya entrando en el análisis, lo primero que resulta digno de mención es el hecho de que Obama consiguió ganar prácticamente todos los llamados "swing states" (los Estados en disputa). El único que se le escapó fue Missouri (en el que todavía no está claro quién ha ganado, de todos modos, y en el que Obama obtuvo un 49,24% de los votos). Pero ganó en todos los demás, incluyendo Estados en los que el Partido Demócrata no ganaba desde 1976 (Carolina del Norte) y 1964 (Virginia e Indiana).

Lo de Indiana es especialmente espectacular: éste es un Estado en el que John Kerry, hace cuatro años, obtuvo un misérrimo 39,20%, y ahora Obama ha conseguido un 49,94% de los votos y se ha llevado un Estado muy conservador (y que el mismo día había reelegido a un gobernador republicano con el 58% de los votos).

Los mejores Estados de Obama han sido el Distrito de Columbia (92,46%, con una población negra del 60% y una población blanca liberal y partidaria del Gobierno- básicamente, porque todos son funcionarios en Washington), Hawaii (71,85%, el Estado natal de Obama, que nació en Honolulu) y Vermont (66,99%, el único Estado que ha enviado al Senado a un socialista -Bernie Sanders-). Los peores, Oklahoma (un Estado sureño y racista, pero sin negros- 34,36%), Utah (34,14%, el Estado de los mormones, que básicamente han financiado al 50% con la Iglesia Católica la victoria del referéndum contra el matrimonio gay en California. Pese a todo, Obama ha subido ocho puntos respecto a los resultados demócratas en 2004), y Wyoming (32,54%, el Estado más conservador de la Unión- el Estado de Dick Cheney-).

En cualquier caso, este mapa permite ver claramente cuáles son las bases de la fortaleza (y los pocos puntos de debilidad) de Obama en Estados Unidos:

Pary Map

Obama ha obtenido unos excelentes resultados en los bastiones demócratas tradicionales: Nueva Inglaterra, el eje Nueva York- Philadelphia -Washington, todos los Estados del Medio Oeste (salvo Missouri, que en todo caso es un Estado híbrido Medio Oeste/Sur, e incluyendo a Ohio e Indiana, que suelen votar republicano), y la Costa Oeste (quiero enfatizar algo que no he leído todavía en ningún lado- el 61% que ha obtenido en California es el mejor resultado de un candidato demócrata en ese Estado desde 1936, cuando Roosevelt aplastó a Landon en mitad de la Gran Depresión).

Y en los territorios republicanos tradicionales, Obama lo ha hecho muy bien: en el Sur, ha conseguido ganar los Estados con fuerte población negra y población blanca (cada vez) más liberal: Virginia, Carolina del Norte y Florida, mejorando en la mayoría de los demás (como Texas o Mississipi), gracias al impulso de la población negra. En el Oeste, ha mejorado en todas partes sus resultados (incluso en Estados tan republicanos como Utah o Idaho), ganando incluso Nevada, Colorado y Nuevo México.

Como podéis ver, los Estados en los que Obama es más "débil" (menos del 40%) son el trío mormón (Utah-Idaho-Wyoming, tres Estados más bien rurales con una población mormona mayoritaria o relevante) y los Estados sureños más pobres y con una población negra relativamente menor (Arkansas, Oklahoma, Louisiana, Alabama).

De todos modos, la polarización en estas elecciones ha sido tan fascinante que se merece un capítulo aparte.

jueves, 6 de noviembre de 2008

El discurso de McCain

Antes de entrar a analizar a fondo los resultados de las elecciones norteamericanas (que han sido interesantísimos desde cualquier punto de vista), sí me gustaría dejar constancia de que el discurso de concesión de McCain me pareció extraordinario, y totalmente digno del verdadero John McCain, que ha estado demasiado oculto esta campaña (mal asesorada y mal dirigida).

McCain habló con dignidad, generosidad y grandeza de espíritu, demostrando por qué esta campaña electoral enfrentaba a dos de los mejores candidatos que ha visto la historia de las elecciones norteamericanas (¡qué diferencia con la campaña de hace cuatro años, sin ir más lejos!)

Y retrospectivamente: qué lástima que McCain no derrotara a Bush hace ocho años, porque hubiera sido un presidente excelente (no tengo la menor duda de que hubiera derrotado a Gore), y desde luego no se hubiera metido en varios de los jardines en los que el muy mediocre presidente saliente nos ha metido (a todos, y no sólo a los norteamericanos).

miércoles, 5 de noviembre de 2008

"Mine eyes have seen the glory of the coming of the Lord"

es la primera frase del "Himno de Batalla de la República" (el del famoso estribillo "Glory, Glory, Hallelujah"), y la última frase del último sermón de Martin Luther King, el día antes de ser asesinado.

Qué camino tan extraordinario ha recorrido Estados Unidos en esta campaña electoral. Qué gran día para la democracia y para aquellos que la aman.

Mañana hablaremos más a fondo de los resultados (¡todavía hay Estados en disputa!) pero entretanto, hagamos como John McCain y saludemos al primer presidente negro de los Estados Unidos, Barack Hussein Obama.

La duda ya no es...

si Obama ganará (en cuanto la FOX ha dicho que Ohio era de Obama, se acabó), sino por cuánto. Ahora mismo, la CNN proyecta un margen de voto de 51% a 48%, pero California, en la que Obama alcanzará el 60% de los votos, probablemente desequilibre algo en su favor esos márgenes.

Por lo demás, Obama lleva ventaja en Colorado, Virginia, Carolina del Norte y Florida, y está luchando codo con codo en Missouri y especialmente en Indiana.

En otro orden de cosas, los demócratas han conseguido o llevan ventaja en 6 escaños del Senado (aunque las cosas se les están poniendo duras, sorprendentemente, en Luisiana, donde se creía que la Senadora Mary Landrieu estaba razonablemente segura).

En el Congreso, los demócratas han hecho progresos, pero parece que un tanto menores de lo previsto. En el terreno de lo simbólico, el último congresista republicano de Nueva Inglaterra ha sido derrotado.

Al borde del precipicio

Así es como estamos a las 3:30 hora española. Obama está ganando en todas partes, y según la NBC, acaba de conseguir su primer Estado republicano (de 2004), Nuevo México. Lleva ventaja, asimismo, en Ohio y Florida, y está recortando distancias a marchas forzadas en Virginia.

En estos momentos, así están las cosas:

CNN: Obama 174, McCain 64
NBC: Obama 200, McCain 85

La cifra mágica, recordemos, es 270.

La FOX acaba de proyectar Ohio para Obama, y TIME acaba de anunciar que será el próximo Presidente. Una noche histórica.

Pennsylvania y New Hampshire...

... que eran los dos únicos Estados demócratas que McCain aspiraba a ganar y a los que se había dedicado con intensidad en las dos últimas semanas, acaban de ser proyectados por la NBC y la BBC para Obama (sondeos a pie de urna). Si eso se confirma, significa que McCain está completamente a la defensiva en todas partes.

En estos momentos, la CNN tiene a Obama con 81 votos electorales, McCain con 34. NBC- Obama 103, McCain 34.

Obama ha ganado ya todos los Estados de Nueva Inglaterra, la cuna del Partido Republicano, más Illinois. Pero todavía no se le ha declarado vencedor en ningún Estado que ganara George W. Bush en 2004, aunque está luchando en un amplísimo frente (Indiana, Ohio, Virginia y Carolina del Norte).

Los demócratas en la Casa Blanca, el Congreso y el Senado

Alguna comentarista manifiesta su temor al hecho de que el Partido Demócrata controle simultáneamente la Presidencia del país, el Congreso y el Senado. Yo no comparto esos temores, por un sencillo motivo: porque los congresistas y los senadores norteamericanos, al contrario que los nuestros, son verdaderamente independientes.

En efecto, la disciplina de partido es un concepto inexistente en Estados Unidos. Incluso una amplia mayoría demócrata en el Senado y en el Congreso incluirá un número muy destacado de demócratas moderados, centristas e incluso conservadores (especialmente sureños y del Oeste) que simplemente obligará al Partido Demócrata a gobernar desde el centro.

Y eso es aplicable, aunque en menor medida porque hoy va a perder a la mayoría de sus elementos moderados, al Partido Republicano.

Pongo un solo ejemplo de la independencia de los políticos norteamericanos: la primera votación del famoso plan de rescate financiero era apoyada por Bush, por McCain, por Obama y por los líderes demócratas y republicanos del Congreso. Por todos, en suma. Pues bien, la votación se perdió porque dos terceras partes de los republicanos votaron contra sus líderes y una tercera parte de los demócratas hizo otro tanto. Y por supuesto, a nadie se le pasó ni remotamente por la cabeza ponerles "una multa", como de manera un tanto ridícula se hace en España cuando algún pobre diputado infeliz tiene la osadía de quebrantar la disciplina de partido.

En Estados Unidos, si el Partido considera que un congresista o senador se está apartando de la ortodoxia, busca a otro candidato que le desafíe en unas primarias. Es una jugada que a veces sale bien, pero muchas otras mal (Arlen Specter, el Senador republicano moderado de Pennsylvania, fue desafiado en el 2004 por un republicano más conservador que él, pero consiguió ganar las primarias republicanas pese a ello). Y es que los políticos norteamericanos se deben a sus votantes, no a su Partido. Es una mejora democrática muy sustancial respecto a lo que podemos ver, por ejemplo, en nuestro país.

Empieza el espectáculo:

La CNN informa de que, según sus sondeos a pie de urna, McCain ha ganado Kentucky, Obama Vermont, e Indiana es "too close to call".

Por ahora:

McCain: 8
Obama: 3

El resultado de Indiana, si se confirmase es extraordinario, aunque al final Obama acabe perdiendo. Es un Estado que los demócratas no ganan desde 1964 y en el que Kerry obtuvo un misérrimo 39% de los votos.

P.D.- Es formidable que el blog incluya referencias de votantes como Eli, que ha tenido que esperar ¡70 minutos! para votar en Nueva York. Eli, si estás leyendo esto, ¿cuál es tu distrito del Congreso? ¿No será el 26?

El voto anticipado, por las nubes

La página web de referencia sobre el voto anticipado en las elecciones norteamericanas ofrece unas cifras literalmente increíbles. Casi 32 millones de americanos han votado con anterioridad al día de las elecciones (el 25,7% del total de los votantes del año 2004, cuando en el 2004 ese porcentaje fue del 22,5%).

Hasta aquí no parece tan impresionante: pasar del 22,5 al 25,7% no es un incremento tremendo. El problema está en que el 22,5% hacía referencia a los 50 Estados con sus cifras completas, mientras que el 25,7% sólo hace referencia a 33 Estados, muchos de ellos, además, con cifras pendientes de completar. O sea, que hay 17 Estados que no han suministrado todavía sus datos de voto anticipado. Las cifras finales pueden ser, por lo tanto, titánicas.

Por otra parte, los informes sobre participación (especialmente en aquellos Estados con el voto anticipado más limitado) indican que la misma está siendo muy elevada. Lo dicho: vamos a ver si sobrepasamos el 60%, con unos 135 millones de votantes (¡casi nada!)

Diez minutos para que cierren por completo las urnas en Indiana y Kentucky. Lo dicho: si Indiana está "too close to call" (o sea, que no se puede indicar un ganador con los sondeos a pie de urna), las posibilidades de Obama de ser Presidente serán enormes.

Enlace

martes, 4 de noviembre de 2008

¿De verdad votan tan poco los norteamericanos?

Éstas son las cifras de participación en las elecciones norteamericanas en los últimos 44 años:

ElectionVoting Age Population
Turnout% Turnout of VAP
1960109,159,00068,838,20463.06%
1964114,090,00070,644,59260.92%
1968120,328,18673,199,99860.83%
1972140,776,00077,718,55455.21%
1976152,309,19081,555,78953.55%
1980164,597,00086,515,22152.56%
1984174,466,00092,652,68053.11%
1988182,778,00091,594,69350.11%
1992189,529,000104,405,15555.09%
1996196,511,00096,456,34549.08%
2000205,815,000105,586,27451.31%
2004215,694,000122,295,34556.69%

Hay que mencionar un par de cosas:

- Estados Unidos no funciona como España, en la que basta con ser ciudadano español y mayor de 18 años para votar. En la mayoría de los Estados americanos (en 48, más el Distrito de Columbia) además de ser ciudadano norteamericano y tener más de 18 años hay que estar registrado para votar.

- Dentro de la población en edad de votar (VAP) se incluye a los ciudadanos extranjeros censados en Estados Unidos, a los presos inhabilitados para votar, y a los enfermos mentales incapacitados. Así que, en realidad, la participación en general suele ser más alta que lo que indica el porcentaje final.

En cualquier caso, y como podéis ver, la participación ha ido bajando desde 1960 hasta marcar un mínimo inferior al 50% en las elecciones de 1996. Pero desde entonces ha vuelto a subir, y las últimas elecciones ya volvieron a acercarse a los niveles de participación de los años 60 (gracias a los esfuerzos de ambos partidos por registrar a nuevos votantes).

La impresión generalizada es que este año se superará el 60% de los votos y alcanzar los 135 millones de votantes (récord histórico absoluto), lo cual sería todo un éxito. Desde luego, las cifras del voto anticipado invitan al optimismo en ese sentido.

¿Qué es una gran victoria electoral?

A aquellos que opinan que el 52% de los votos que las encuestas predicen para Barack Obama no es precisamente un margen arrollador, habría que recordarles solamente dos cosas:

- Hay que remontarse a 1988 para encontrar a un presidente elegido con más del 51% de los votos. De verdad. Basta con repasar los datos:

En el 2004, Bush ganó con el 50,7% de los votos.
En el 2000, Bush ganó con el 47,9% de los votos (Gore obtuvo el 48,4%, pero perdió en el Colegio Electoral).
En 1996, Clinton ganó con el 49,24% de los votos (Bob Dole obtuvo un 40%, y Ross Perot obtuvo el 8,4% de los votos).
En 1992, Clinton ganó con un raquítico 43% de los votos (Bush padre obtuvo un todavía más raquítico 37,7%, y Ross Perot un fenomenal -para un candidato independiente- 18,9%)
Y sólo en 1988 Bush padre consiguió un 53,4% de los votos contra el 45,6% de los votos de Michael Dukakis, el candidato demócrata. Y aunque 7,8 puntos no parezcan una ventaja aplastante, observad qué aspecto tenía el mapa electoral la noche de las elecciones de 1988:



Una auténtica zurra (por cierto, el resultado de hoy, si hay que creer a las encuestas, va a ser poco más o menos que el reverso electoral de 1988. Lo que pasa es que, por fortuna para los republicanos, la mayoría de los Estados interiores, poco poblados pero muy grandes, votarán todavía al Partido Republicano, y el mapa final no hará tanto daño a la vista).

- Y hay que remontarse a 1964 para encontrar a un presidente demócrata elegido con más del 51% de los votos (Johnson, que ganó con un aplastante 61,05% de los votos- el porcentaje más elevado de la historia, si no me equivoco)

Ya hemos visto que en el 92 y en el 96, Clinton ganó con menos del 50% de los votos, y sólo porque un tercer candidato (Ross Perot) robó más votos a la derecha que a la izquierda (esto debería ser un recordatorio de lo -no tan- popular que en realidad era Clinton durante su mandato presidencial).

Y en 1976, Jimmy Carter ¡tras el Watergate! sólo obtuvo un 50,08% de los votos.

Así que un resultado superior al 50,08% de los votos convertiría a Obama en el presidente demócrata con más apoyo desde 1964.

Lectores del blog, hagan sus apuestas...

Queridos lectores:

A pocas horas de que cierren las urnas en Indiana y Kentucky, invito a todo el mundo a hacer predicciones sobre el resultado.

Para que sirva de orientación, éste es el resultado que predicen en estos momentos varias webs de referencia:

- Pollster.com: Obama 51,9 %- McCain 44,3% (media de todas las encuestas de que disponen- sin asignar indecisos ni terceros partidos).
- Realclearpolitics: Obama 52,1%- McCain 44,5% (una vez más, media de las encuestas más recientes, no asignan indecisos ni terceros partidos).
- Fivethirtyeight: Obama 52,3%- McCain 46,2% (esto es una predicción, basada en las encuestas, reequilibradas en base a criterios demográficos, históricos, etc. Creo que sí incluye a los indecisos, y los terceros partidos representan al resto).

Una nota sobre los terceros partidos: aunque no son muy importantes, hay que pensar que incluso en unas elecciones tan extraordinariamente polarizadas como las del 2004, obtuvieron un 1%. En esta ocasión, creo que su porcentaje se incrementará (quizá especialmente por republicanos sin ganas de votar por McCain) pero no más allá del 1,5%. Entre los terceros candidatos está el sempiterno Ralph Nader, como independiente, y Bob Barr, excongresista republicano, por el Partido Libertario (Ron Paul, por motivos que exceden a mi comprensión, está en la papeleta en Montana).

Y en cuanto a mi predicción personal: Obama 53%, McCain 45,5% Otros 1,5%

Y éste será el mapa, asumiendo un movimiento de algo menos de cinco puntos hacia los demócratas respecto al año 2004:

Generated Map

349 votos electorales para Obama, 189 para McCain. De Oeste a Este: Nevada, Colorado, Nuevo Mexico, Iowa, Missouri, Ohio, Virginia y Florida. O bien:

Generated Map

353 Obama, 185 McCain, con Missouri todavía republicana, pero Carolina del Norte pasándose al bando demócrata.

En el Senado: Demócratas 57, Republicanos 41, Independientes (demócratas) 2
En el Congreso: Demócratas 270 (más o menos) Republicanos 165

Damas y caballeros, espero sus apuestas.