Las campañas electorales norteamericanas muchas veces se basan en espejismos. La de este año quizá más de lo habitual.
Durante toda la campaña la crítica más repetida contra Barack Obama ha sido la de que es un radical y un inexperto. Pues bien, en la decisión más importante que adopta un candidato a la presidencia de Estados Unidos (la elección de su vicepresidente), Obama ha demostrado que lo que es, pese a la retórica "transformadora" que tan bien emplea en sus discursos, es esencialmente un pragmático.
Sólo un hombre pragmático y poco idealista escogería para el cargo de vicepresidente a un miembro del "establishment" de Washington tan señalado como Joe Biden, el senador "senior" de Delaware: a sus 65 años y tras 35 años en el Senado, la experiencia de Biden para ocupar la vicepresidencia es absolutamente indiscutible (y así lo reflejan las encuestas efectuadas en Estados Unidos tras su nombramiento: sólo los republicanos más acerbos se atreven a afirmar que no está preparado para ser vicepresidente).
Presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, expresidente del Comité Judicial durante lustros, Biden es uno de los puntales del Senado (es el sexto Senador más veterano). Con sus conocimientos de política internacional, cubre una asignatura que Obama, en opinión generalizada entre la prensa y los "expertos", tenía pendiente. Con su experiencia en materia judicial, será una ayuda inestimable en la tarea interna más importante que tendrá Obama: la elección de los magistrados del Tribunal Supremo.
Biden, como mínimo, tiene una personalidad interesante, y muchos y diversos talentos: habla bien, es divertido, es todavía atractivo pese a su edad, tiene una historia personal emocionante (su primera mujer y su hija murieron en un accidente de tráfico a finales de 1972, con Biden recién elegido como Senador). Todos los días vuelve a Wilmington, Delaware, desde Washington D.C., en tren, para estar con su familia (se casó por segunda vez en 1977).
Para hacer las cosas más interesantes, en 1988, tras su primera campaña presidencial fallida, padeció dos aneurismas cerebrales que casi le llevan a la tumba.
Por otra parte, es el Senador más pobre (tal vez sería más ajustado decir menos rico) en una cámara llena de millonarios, por lo que al menos está claro que no ha empleado el cargo para enriquecerse.
En términos electorales directos, no aporta mucho al ticket: su Estado, Delaware votará sin duda al ticket demócrata en las presidenciales, entre otras cosas, porque es lo que lleva haciendo desde 1992 (los dos Senadores y la gobernadora del Estado son demócratas, aunque curiosamente, su congresista, el muy moderado Mike Castle, es republicano). Biden lo único que asegura es que Delaware votará más demócrata de lo que ya lo hace habitualmente.
Entre los defectos: Biden tiene una tendencia muy acusada a meter la pata cuando habla. El mejor ejemplo es lo que dijo cuando Obama entró en la carrera presidencial: dijo que tenía muchas posibilidades porque, y cito textualmente: "I mean, you got the first mainstream African-American who is articulate and bright and clean and a nice-looking guy" (dijo que era el primer candidato negro "limpio"; luego explicó que lo que había querido decir era "fresco", pero el daño ya estaba hecho). Y éste es sólo el ejemplo más conocido, pero Biden habla demasiado en general.
Siempre ha querido ser presidente: fue candidato ya en 1988 y en 2008, por lo que no cabe descartar que si Obama gana las elecciones y gobierna hasta 2016, Biden intente presentarse a la presidencia en esa fecha (aunque a los casi 74 años sería más viejo de lo que lo es McCain a día de hoy).
En cualquier caso, su designación dice mucho del carácter real de Barack Obama: aunque hable mucho de cambio, a la hora de la verdad quiere que su vicepresidente sea una persona de fiar y que le permita navegar las difíciles aguas del Senado, donde los proyectos presidenciales triunfan o mueren. Y demuestra también que Obama es poco rencoroso, porque ha escogido a un candidato que le criticó de manera muy dura durante las primarias, acusándole directamente de no estar preparado para el cargo (tendrá su encanto ver a Biden desdecirse de esa afirmación en el debate de esta noche).
En resumen, si hay que buscar un precedente histórico de la decisión adoptada por Obama, quizá el ejemplo más claro es la elección como vicepresidente de Lyndon B. Johnson, el jefe de la mayoría demócrata en el Senado, por parte del candidato a presidente J.F.Kennedy, un joven Senador de Massachusetts, en las elecciones presidenciales de 1960. A Kennedy también le encantaba la alta retórica; en la práctica, quiso un vicepresidente experto y con experiencia en el manejo del Senado, que Johnson dominaba como Paganini a su violín (como se comprobó posteriormente durante el período 1964-1966 de su propia presidencia).
Añado una cosa más: Obama ha dejado claro que Hillary Clinton no estaba en su mente como posible vicepresidenta en ningún momento, pero que la respeta lo suficiente como para elegir a alguien con mucha más experiencia que ella, y no insultarla adicionalmente escogiendo a políticos más inexpertos que Hillary, como Tim Kaine, el gobernador de Virginia, o Kathleen Sebelius, la gobernadora de Kansas. De Joe Biden se pueden decir muchas cosas, pero es indudablemente un peso pesado de la política norteamericana, con más experiencia que Hillary Clinton.
No es que Biden me esté impresionando especialmente en campaña (ha metido la pata un par de veces, la más divertida de las cuales fue cuando dijo en una entrevista con Katie Couric que durante la Gran Depresión Roosevelt hablaba por la televisión para tranquilizar a los americanos, ¿de verdad, Joe?- ¡con la cantidad de televisores que había entre 1933 y 1945!). Pero lo hizo razonablemente bien en el debate vicepresidencial, y, una vez más, insisto: Biden cumple la única regla que debe cumplir el vicepresidente: estar preparado para ser Presidente en caso de que el presidente electo muera por cualquier circunstancia (y especialmente en circunstancias violentas). Johnson estaba preparado en 1963 tras el asesinato de Kennedy, y Bush padre lo hubiera estado en 1981, si el atentado contra Reagan hubiera tenido éxito.
Durante toda la campaña la crítica más repetida contra Barack Obama ha sido la de que es un radical y un inexperto. Pues bien, en la decisión más importante que adopta un candidato a la presidencia de Estados Unidos (la elección de su vicepresidente), Obama ha demostrado que lo que es, pese a la retórica "transformadora" que tan bien emplea en sus discursos, es esencialmente un pragmático.
Sólo un hombre pragmático y poco idealista escogería para el cargo de vicepresidente a un miembro del "establishment" de Washington tan señalado como Joe Biden, el senador "senior" de Delaware: a sus 65 años y tras 35 años en el Senado, la experiencia de Biden para ocupar la vicepresidencia es absolutamente indiscutible (y así lo reflejan las encuestas efectuadas en Estados Unidos tras su nombramiento: sólo los republicanos más acerbos se atreven a afirmar que no está preparado para ser vicepresidente).
Presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, expresidente del Comité Judicial durante lustros, Biden es uno de los puntales del Senado (es el sexto Senador más veterano). Con sus conocimientos de política internacional, cubre una asignatura que Obama, en opinión generalizada entre la prensa y los "expertos", tenía pendiente. Con su experiencia en materia judicial, será una ayuda inestimable en la tarea interna más importante que tendrá Obama: la elección de los magistrados del Tribunal Supremo.
Biden, como mínimo, tiene una personalidad interesante, y muchos y diversos talentos: habla bien, es divertido, es todavía atractivo pese a su edad, tiene una historia personal emocionante (su primera mujer y su hija murieron en un accidente de tráfico a finales de 1972, con Biden recién elegido como Senador). Todos los días vuelve a Wilmington, Delaware, desde Washington D.C., en tren, para estar con su familia (se casó por segunda vez en 1977).
Para hacer las cosas más interesantes, en 1988, tras su primera campaña presidencial fallida, padeció dos aneurismas cerebrales que casi le llevan a la tumba.
Por otra parte, es el Senador más pobre (tal vez sería más ajustado decir menos rico) en una cámara llena de millonarios, por lo que al menos está claro que no ha empleado el cargo para enriquecerse.
En términos electorales directos, no aporta mucho al ticket: su Estado, Delaware votará sin duda al ticket demócrata en las presidenciales, entre otras cosas, porque es lo que lleva haciendo desde 1992 (los dos Senadores y la gobernadora del Estado son demócratas, aunque curiosamente, su congresista, el muy moderado Mike Castle, es republicano). Biden lo único que asegura es que Delaware votará más demócrata de lo que ya lo hace habitualmente.
Entre los defectos: Biden tiene una tendencia muy acusada a meter la pata cuando habla. El mejor ejemplo es lo que dijo cuando Obama entró en la carrera presidencial: dijo que tenía muchas posibilidades porque, y cito textualmente: "I mean, you got the first mainstream African-American who is articulate and bright and clean and a nice-looking guy" (dijo que era el primer candidato negro "limpio"; luego explicó que lo que había querido decir era "fresco", pero el daño ya estaba hecho). Y éste es sólo el ejemplo más conocido, pero Biden habla demasiado en general.
Siempre ha querido ser presidente: fue candidato ya en 1988 y en 2008, por lo que no cabe descartar que si Obama gana las elecciones y gobierna hasta 2016, Biden intente presentarse a la presidencia en esa fecha (aunque a los casi 74 años sería más viejo de lo que lo es McCain a día de hoy).
En cualquier caso, su designación dice mucho del carácter real de Barack Obama: aunque hable mucho de cambio, a la hora de la verdad quiere que su vicepresidente sea una persona de fiar y que le permita navegar las difíciles aguas del Senado, donde los proyectos presidenciales triunfan o mueren. Y demuestra también que Obama es poco rencoroso, porque ha escogido a un candidato que le criticó de manera muy dura durante las primarias, acusándole directamente de no estar preparado para el cargo (tendrá su encanto ver a Biden desdecirse de esa afirmación en el debate de esta noche).
En resumen, si hay que buscar un precedente histórico de la decisión adoptada por Obama, quizá el ejemplo más claro es la elección como vicepresidente de Lyndon B. Johnson, el jefe de la mayoría demócrata en el Senado, por parte del candidato a presidente J.F.Kennedy, un joven Senador de Massachusetts, en las elecciones presidenciales de 1960. A Kennedy también le encantaba la alta retórica; en la práctica, quiso un vicepresidente experto y con experiencia en el manejo del Senado, que Johnson dominaba como Paganini a su violín (como se comprobó posteriormente durante el período 1964-1966 de su propia presidencia).
Añado una cosa más: Obama ha dejado claro que Hillary Clinton no estaba en su mente como posible vicepresidenta en ningún momento, pero que la respeta lo suficiente como para elegir a alguien con mucha más experiencia que ella, y no insultarla adicionalmente escogiendo a políticos más inexpertos que Hillary, como Tim Kaine, el gobernador de Virginia, o Kathleen Sebelius, la gobernadora de Kansas. De Joe Biden se pueden decir muchas cosas, pero es indudablemente un peso pesado de la política norteamericana, con más experiencia que Hillary Clinton.
No es que Biden me esté impresionando especialmente en campaña (ha metido la pata un par de veces, la más divertida de las cuales fue cuando dijo en una entrevista con Katie Couric que durante la Gran Depresión Roosevelt hablaba por la televisión para tranquilizar a los americanos, ¿de verdad, Joe?- ¡con la cantidad de televisores que había entre 1933 y 1945!). Pero lo hizo razonablemente bien en el debate vicepresidencial, y, una vez más, insisto: Biden cumple la única regla que debe cumplir el vicepresidente: estar preparado para ser Presidente en caso de que el presidente electo muera por cualquier circunstancia (y especialmente en circunstancias violentas). Johnson estaba preparado en 1963 tras el asesinato de Kennedy, y Bush padre lo hubiera estado en 1981, si el atentado contra Reagan hubiera tenido éxito.
1 comentario:
Hola Pedro.
Tremendo el trabajo que te estás tomando. Todo un ensayo sobre las elecciones norteamericanas.
Y encima esta noche nos acostamos con nuevos sondeos para CBS y The New York Times que otorgan a Obama 14 puntos de ventaja. Mucho me parece a mí. Aunque si te fijas detenidamente en los resultados, Obama se afianza en los "Swing States", que pueden terminar por dar la victoria en caso de que los resultados sean mucho más parejos. Ya veremos en qu´ñe queda todo después del ¿decisivo? debate del próximo 21 de octubre, donde parece ser que el moderador, Bob Schieffer, de la CBS, va a convertirse en pieza clave. Se habla de que intentará hacer más ameno el debate, menos encorsetado y dejando que ambos candiodatos se enfrenten dejando de lado tanto dato económico. Un cara a cara al más profundo estilo pugilístico. ¿Estará Mc Cain capacitado? Yo dejaría que subier al ring mi bien amada Palin.
Espero seguir leyendo más, y seguit tomando notas en mis cuadernos (lo sé, algo anticuado, pero la costumbre es la costumbre).
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