No cabe duda de que la elección de Sarah Palin, para bien o para mal, ha constituido el hecho más destacado de toda la campaña presidencial. En un primer momento, la designación de la primera mujer candidata a vicepresidenta por el Partido Republicano (los demócratas ya lo habían hecho en 1984), pareció pillar completamente a contrapié a la prensa y a la candidatura demócrata.
Los republicanos conservadores, que siempre han tenido dudas respecto de John McCain, abrazaron con entusiasmo a la gobernadora de Alaska, una mujer fuertemente conservadora, contraria al aborto, firme partidaria de las armas de fuego, crítica de la existencia del fenómeno del cambio climático...
Palin fue alcaldesa de Wasilla, un pueblo de 6.000 habitantes, entre 1996 y 2002. En 2006 fue elegida gobernadora de Alaska, tras derrotar en las primarias republicanas al corrupto gobernador del Estado Frank Murkowski, y en las generales al exgobernador demócrata Tony Knowles.
En retrospectiva, resulta evidente que McCain se inclinó por ella con una doble intención: a) apaciguar a la derecha evangélica, que siempre ha mostrado abiertas reticencias por McCain, al que no consideran suficientemente conservador, y b) al mismo tiempo, intentar atrapar a las votantes de Hillary Clinton despechadas por el hecho de que Obama no la hubiera escogido como candidata a la vicepresidencia.
El principal problema es que ambos objetivos eran incompatibles entre sí: no era posible encontrar a una candidata que satisficiera al mismo tiempo al ala conservadora del Partido Republicano y a las seguidoras de Hillary Clinton (mujeres de edad, feministas y más bien de centro-izquierda). Y en un año en que había una gran desafección por el Partido Republicano entre la mayoría de los votantes, la designación como vicepresidenta de Sarah Palin, una candidata 100% republicana sin fisuras, sólo podía servir para animar a las bases de derechas, pero al precio de alienar a los votantes de centro (donde suelen decidirse las elecciones).
Jay Cost, el analista conservador en RealClearPolitics, afirmó en uno de sus artículos que la presencia de Palin en el ticket republicano constituye un beneficio por cuanto hay más conservadores que acudirán a las urnas por ella que independientes que no acudirán o votarán demócrata por causa de ella. Sin embargo, las últimas encuestas reflejan que una amplia mayoría de los electores considera que Palin, simplemente, no está preparada para ser presidenta en caso de que a McCain, a sus 72 años, le ocurriera algo. En mi opinión, resulta evidente que Palin no supone efecto beneficioso alguno para el ticket republicano (una prueba más: la media de las encuestas de Alaska muestran que, incluso con la gobernadora Palin en el ticket, Obama va a obtener cinco puntos más en el Estado de los que obtuvo Kerry).
Resulta aleccionador analizar las causas del retroceso de Palin en el tribunal de la opinión pública. Su elección, como hemos dicho, supuso una inyección de ánimo y entusiasmo en el bando republicano, hasta el punto de que en las encuestas inmediatamente posteriores a su designación y a la Convención republicana, los conservadores llegaron a mantener una pequeña ventaja sobre los demócratas.
Sin embargo, una vez sometida a un escrutinio estricto por parte de la prensa, Palin simplemente se derrumbó: padeció dos entrevistas con Charlie Gibson, periodista de la ABC, y Katie Couric, de CBS, que demostraron de manera dolorosa las limitaciones de la candidata. Entre las perlas más destacadas:
- Su afirmación de que el hecho de que Alaska estuviera al lado de Rusia le otorgaba experiencia en materia de política internacional.
- Su completo desconocimiento de la llamada "doctrina Bush" (que otorga al presidente de Estados Unidos, según Bush, la autoridad para ordenar lanzar ataques preventivos contra objetivos que resulten un peligro para el país).
- Su admisión (implícita) de que no leía periódicos.
- Su incapacidad para mencionar una sola sentencia del Tribunal Supremo con la que estuviera en desacuerdo más allá de la archimanida Roe v. Wade.
Para colmo, la entrevista con Katie Couric fue emitida a pedacitos, día a día a lo largo de una semana, en lo que constituyó un via crucis espantoso para Palin, que iba mostrando trocitos de ignorancia en raciones diarias.
Pero lo más devastador en términos mediáticos para Palin fue la extraordinaria caricatura que de ella hizo la cómica Tina Fey en el programa de humor "Saturday Night Live". Fey retrató a Palin como una ignorante total (especialmente en un sketch devastador al lado de Amy Poehler, la actriz que habitualmente interpreta a Hillary Clinton), una imagen que, multiplicada hasta la saciedad por la reproducción en Internet de los sketches, caló entre la opinión pública.
El debate vicepresidencial no fue catastrófico para Palin porque las expectativas públicas sobre ella para aquel entonces eran mínimas. Por lo demás, todas las encuestas posteriores al debate, sin excepción, mostraban que los espectadores (¡nada menos que 69 millones, más que en cualquiera de los tres debates presidenciales!) opinaban que Biden se había desempeñado claramente mejor que ella.
Quizá el mayor desastre, pese a todo, fue el "Troopergate", un escándalo que llevaba larvándose en Alaska desde antes incluso de la designación de Palin como candidata a la vicepresidencia. Una comisión bipartidista (compuesta por 8 republicanos y 4 demócratas) encargó a un investigador independiente la redacción de un informe sobre la actuación de Sarah Palin en relación con el siguiente asunto:
- La hermana de Sarah Palin estuvo casada durante varios años con Mike Wooten, un miembro de la policía estatal de Alaska ("troopers"). Cuando se divorciaron, se inició una dura batalla legal entre Wooten y la familia Palin al completo por la custodia de los hijos del matrimonio, los derechos de visita y la manutención, un conflicto que duraba en el momento en que Palin ganó las elecciones a gobernadora en noviembre de 2006.
- Una vez en el cargo, Palin, directamente al principio, y a través de su marido y de sus asesores posteriormente, ejerció una presión constante sobre el Comisionado de Seguridad Pública de Alaska, Walt Monegan, a fin de que el mismo "investigara" a Wooten. Por supuesto, nunca se le dijo al Comisionado que despidiera al ex-cuñado de Palin, pero sí se le enviaron unos sesenta correos electrónicos (desde cuentas privadas de Yahoo en varias ocasiones) e incontables llamadas telefónicas al grito de: "¿Pero cómo puede seguir siendo policía este tipo?". Finalmente, Monegan exigió a los asesores y a Todd Palin, el marido de la gobernadora (que no ostenta ningún cargo en el gobierno) que cesaran en su presión y que se estaban metiendo en un terreno en el que carecían de atribuciones. A las dos semanas, Monegan era cesado del cargo sin una explicación plausible.
- La Comisión de Investigación examinó el informe que se les presentó con todas las evidencias incluidas en el mismo y dictaminó que, si bien no había cometido un delito al cesar a Monegan (porque su cargo era de libre disposición), Palin sí había abusado de su poder y había ejercitado "presiones intolerables" sobre su Comisionado. Asimismo, la gobernadora había permitido a su marido usar recursos estatales (Todd Palin por lo visto tenía una oficina-bis al lado del despacho de su esposa) con el único fin de presionar a Monegan y a todos los miembros de la administración.
El principal problema del Troopergate no era quizá tanto los hechos en sí (que insisto, no eran delictivos), sino la impresión que daban de la Sarah Palin real, no la creación ficticia elaborada por la campaña: una mujer increíblemente vengativa, y dispuesta a usar todos los recursos del poder para conseguir castigar a aquellos que hubieran ofendido a su familia. Y sobre todo, una grave confusión respecto de la utilización de fondos públicos para fines privados (se descubrió que Palin tiene tendencia a efectuar sus viajes oficiales con toda su familia).
A partir de allí, todo continuó cuesta abajo:
- Sus lamentables declaraciones en Carolina del Norte afirmando que estaba contenta de estar en una de las regiones "pro-americanas" de Estados Unidos:
"We believe that the best of America is in these small towns that we get to visit, and in these wonderful little pockets of what I call the real America, being here with all of you hard working very patriotic, um, very, um, pro-America areas of this great nation."
(¿de lo que se deduce que hay áreas anti-América en Estados Unidos?)
- La noticia de que la campaña de McCain se había gastado 150.000 dólares en renovar todo el vestuario de la candidata. Aquí hay una puntualización que efectuar: el dinero había salido del Comité Nacional Republicano (RNC- financiado por donaciones privadas) no del Comité de Campaña de McCain (financiado con fondos públicos). El RNC tiene perfecto derecho a decidir cómo invertir el dinero que le ha sido donado. Dicho esto, resulta evidente que, en un contexto en el que los republicanos tienen menos dinero que los demócratas, la inversión en gastos suntuarios de este tipo ha irritado profundamente a los donantes republicanos, que consideran que "su" dinero podía haberse invertido de una manera más efectiva.
- De todos modos, quizá lo más llamativo es la tremenda escisión que la designación de Sarah Palin ha provocado entre lo que podríamos llamar los republicanos "de la vieja escuela" (y en particular, veteranos de las administraciones Reagan y Bush) y los "nuevos republicanos" (en particular los neoconservadores.
Si por un lado no resulta sorprendente que un republicano moderado como Colin Powell se oponga a Sarah Palin, por cuanto considera que su designación mueve al Partido excesivamente a la derecha y que no está preparada para el cargo, empieza a resultar más duro que Lawrence Eagleburger, exsecretario de Estado de George Bush padre (y que apoya a McCain, no a Obama), afirme que "por supuesto" que Sarah Palin no está preparada para tomar las riendas de la Presidencia. Y tampoco ayuda que John Ensign, senador republicano por Nevada, dijera que "Joe Biden está mucho más cualificado para ocupar la Presidencia que Sarah Palin" (aunque añadió que McCain estaba mucho más cualificado que Obama).
Y en la prensa, los ataques a Palin de conservadores como David Frum y Peggy Noonan (redactores de los discursos de Reagan), George Will (el decano de los periodistas conservadores, que escribe en el Washington Post) o David Brooks (que, pese a ser conservador, escribe en el New York Times), contrastan con la defensa cerrada que la gobernadora de Alaska recibe en medios como las revistas "National Review" (pionera del movimiento conservador) y "The Weekly Standard" (de ideología neoconservadora). Pero incluso en la primera de ellas, el hijo del fundador, Christopher Buckley, tuvo que renunciar a su columna semanal cuando anunció que iba a apoyar a Obama en las elecciones, y Kathleen Parker, una colaboradora habitual, fue sometida a una cascada de insultos cuando afirmó que Palin no estaba preparada para ser vicepresidenta.
Por último, tampoco está de más mencionar que hace cuatro años, los periódicos norteamericanos dividieron su apoyo entre Bush y Kerry más o menos al 50% (213 Kerry, 205 Bush). Este año, la cosa está 240 a favor de Obama y sólo 114 a favor de McCain (faltan algunos, por supuesto). Y resulta fascinante leer, prácticamente en todos los editoriales de los periódicos que hace cuatro años apoyaron a Bush o fueron neutrales y que ahora apoyan a Obama que uno de los motivos esenciales para tomar su decisión era la designación de Palin como vicepresidenta. Veamos dos ejemplos especialmente clamorosos:
- Los Angeles Times, periódico conservador que rara vez anuncia su apoyo a un candidato (la última vez fue en 1972, cuando apoyaron a Nixon en su reelección contra McGovern):
"Indeed, the presidential campaign has rendered McCain nearly unrecognizable. His selection of Sarah Palin as his running mate was, as a short-term political tactic, brilliant. It was also irresponsible, as Palin is the most unqualified vice presidential nominee of a major party in living memory. The decision calls into question just what kind of thinking -- if that's the appropriate word -- would drive the White House in a McCain presidency. Fortunately, the public has shown more discernment, and the early enthusiasm for Palin has given way to national ridicule of her candidacy and McCain's judgment."
- El "Chicago Tribune" periódico conservador que nunca en su historia había apoyado a un candidato demócrata (fundado en 1847, a partir de 1854 se convirtió esencialmente en el periódico oficial del Partido Republicano en Illinois. Por supuesto, había abogado por la reelección de Bush hace cuatro años):
"McCain failed in his most important executive decision. Give him credit for choosing a female running mate--but he passed up any number of supremely qualified Republican women who could have served. Having called Obama not ready to lead, McCain chose Alaska Gov. Sarah Palin. His campaign has tried to stage-manage Palin's exposure to the public. But it's clear she is not prepared to step in at a moment's notice and serve as president. McCain put his campaign before his country."
Y ése, me temo, será el veredicto final en materia vicepresidencial: Obama escogió a un vicepresidente que está capacitado para ser presidente desde el primer momento si le pasara algo al Presidente. McCain mostró irresponsabilidad y falta de discernimiento al escoger a una vicepresidenta incompetente. Obama tomó una decisión de estadista. McCain, una mera decisión de político oportunista (y además, al adoptar esa decisión McCain consiguió perder frente a Obama su argumento decisivo: que su experiencia le hacía más capacitado para la Presidencia).
Los republicanos conservadores, que siempre han tenido dudas respecto de John McCain, abrazaron con entusiasmo a la gobernadora de Alaska, una mujer fuertemente conservadora, contraria al aborto, firme partidaria de las armas de fuego, crítica de la existencia del fenómeno del cambio climático...
Palin fue alcaldesa de Wasilla, un pueblo de 6.000 habitantes, entre 1996 y 2002. En 2006 fue elegida gobernadora de Alaska, tras derrotar en las primarias republicanas al corrupto gobernador del Estado Frank Murkowski, y en las generales al exgobernador demócrata Tony Knowles.
En retrospectiva, resulta evidente que McCain se inclinó por ella con una doble intención: a) apaciguar a la derecha evangélica, que siempre ha mostrado abiertas reticencias por McCain, al que no consideran suficientemente conservador, y b) al mismo tiempo, intentar atrapar a las votantes de Hillary Clinton despechadas por el hecho de que Obama no la hubiera escogido como candidata a la vicepresidencia.
El principal problema es que ambos objetivos eran incompatibles entre sí: no era posible encontrar a una candidata que satisficiera al mismo tiempo al ala conservadora del Partido Republicano y a las seguidoras de Hillary Clinton (mujeres de edad, feministas y más bien de centro-izquierda). Y en un año en que había una gran desafección por el Partido Republicano entre la mayoría de los votantes, la designación como vicepresidenta de Sarah Palin, una candidata 100% republicana sin fisuras, sólo podía servir para animar a las bases de derechas, pero al precio de alienar a los votantes de centro (donde suelen decidirse las elecciones).
Jay Cost, el analista conservador en RealClearPolitics, afirmó en uno de sus artículos que la presencia de Palin en el ticket republicano constituye un beneficio por cuanto hay más conservadores que acudirán a las urnas por ella que independientes que no acudirán o votarán demócrata por causa de ella. Sin embargo, las últimas encuestas reflejan que una amplia mayoría de los electores considera que Palin, simplemente, no está preparada para ser presidenta en caso de que a McCain, a sus 72 años, le ocurriera algo. En mi opinión, resulta evidente que Palin no supone efecto beneficioso alguno para el ticket republicano (una prueba más: la media de las encuestas de Alaska muestran que, incluso con la gobernadora Palin en el ticket, Obama va a obtener cinco puntos más en el Estado de los que obtuvo Kerry).
Resulta aleccionador analizar las causas del retroceso de Palin en el tribunal de la opinión pública. Su elección, como hemos dicho, supuso una inyección de ánimo y entusiasmo en el bando republicano, hasta el punto de que en las encuestas inmediatamente posteriores a su designación y a la Convención republicana, los conservadores llegaron a mantener una pequeña ventaja sobre los demócratas.
Sin embargo, una vez sometida a un escrutinio estricto por parte de la prensa, Palin simplemente se derrumbó: padeció dos entrevistas con Charlie Gibson, periodista de la ABC, y Katie Couric, de CBS, que demostraron de manera dolorosa las limitaciones de la candidata. Entre las perlas más destacadas:
- Su afirmación de que el hecho de que Alaska estuviera al lado de Rusia le otorgaba experiencia en materia de política internacional.
- Su completo desconocimiento de la llamada "doctrina Bush" (que otorga al presidente de Estados Unidos, según Bush, la autoridad para ordenar lanzar ataques preventivos contra objetivos que resulten un peligro para el país).
- Su admisión (implícita) de que no leía periódicos.
- Su incapacidad para mencionar una sola sentencia del Tribunal Supremo con la que estuviera en desacuerdo más allá de la archimanida Roe v. Wade.
Para colmo, la entrevista con Katie Couric fue emitida a pedacitos, día a día a lo largo de una semana, en lo que constituyó un via crucis espantoso para Palin, que iba mostrando trocitos de ignorancia en raciones diarias.
Pero lo más devastador en términos mediáticos para Palin fue la extraordinaria caricatura que de ella hizo la cómica Tina Fey en el programa de humor "Saturday Night Live". Fey retrató a Palin como una ignorante total (especialmente en un sketch devastador al lado de Amy Poehler, la actriz que habitualmente interpreta a Hillary Clinton), una imagen que, multiplicada hasta la saciedad por la reproducción en Internet de los sketches, caló entre la opinión pública.
El debate vicepresidencial no fue catastrófico para Palin porque las expectativas públicas sobre ella para aquel entonces eran mínimas. Por lo demás, todas las encuestas posteriores al debate, sin excepción, mostraban que los espectadores (¡nada menos que 69 millones, más que en cualquiera de los tres debates presidenciales!) opinaban que Biden se había desempeñado claramente mejor que ella.
Quizá el mayor desastre, pese a todo, fue el "Troopergate", un escándalo que llevaba larvándose en Alaska desde antes incluso de la designación de Palin como candidata a la vicepresidencia. Una comisión bipartidista (compuesta por 8 republicanos y 4 demócratas) encargó a un investigador independiente la redacción de un informe sobre la actuación de Sarah Palin en relación con el siguiente asunto:
- La hermana de Sarah Palin estuvo casada durante varios años con Mike Wooten, un miembro de la policía estatal de Alaska ("troopers"). Cuando se divorciaron, se inició una dura batalla legal entre Wooten y la familia Palin al completo por la custodia de los hijos del matrimonio, los derechos de visita y la manutención, un conflicto que duraba en el momento en que Palin ganó las elecciones a gobernadora en noviembre de 2006.
- Una vez en el cargo, Palin, directamente al principio, y a través de su marido y de sus asesores posteriormente, ejerció una presión constante sobre el Comisionado de Seguridad Pública de Alaska, Walt Monegan, a fin de que el mismo "investigara" a Wooten. Por supuesto, nunca se le dijo al Comisionado que despidiera al ex-cuñado de Palin, pero sí se le enviaron unos sesenta correos electrónicos (desde cuentas privadas de Yahoo en varias ocasiones) e incontables llamadas telefónicas al grito de: "¿Pero cómo puede seguir siendo policía este tipo?". Finalmente, Monegan exigió a los asesores y a Todd Palin, el marido de la gobernadora (que no ostenta ningún cargo en el gobierno) que cesaran en su presión y que se estaban metiendo en un terreno en el que carecían de atribuciones. A las dos semanas, Monegan era cesado del cargo sin una explicación plausible.
- La Comisión de Investigación examinó el informe que se les presentó con todas las evidencias incluidas en el mismo y dictaminó que, si bien no había cometido un delito al cesar a Monegan (porque su cargo era de libre disposición), Palin sí había abusado de su poder y había ejercitado "presiones intolerables" sobre su Comisionado. Asimismo, la gobernadora había permitido a su marido usar recursos estatales (Todd Palin por lo visto tenía una oficina-bis al lado del despacho de su esposa) con el único fin de presionar a Monegan y a todos los miembros de la administración.
El principal problema del Troopergate no era quizá tanto los hechos en sí (que insisto, no eran delictivos), sino la impresión que daban de la Sarah Palin real, no la creación ficticia elaborada por la campaña: una mujer increíblemente vengativa, y dispuesta a usar todos los recursos del poder para conseguir castigar a aquellos que hubieran ofendido a su familia. Y sobre todo, una grave confusión respecto de la utilización de fondos públicos para fines privados (se descubrió que Palin tiene tendencia a efectuar sus viajes oficiales con toda su familia).
A partir de allí, todo continuó cuesta abajo:
- Sus lamentables declaraciones en Carolina del Norte afirmando que estaba contenta de estar en una de las regiones "pro-americanas" de Estados Unidos:
"We believe that the best of America is in these small towns that we get to visit, and in these wonderful little pockets of what I call the real America, being here with all of you hard working very patriotic, um, very, um, pro-America areas of this great nation."
(¿de lo que se deduce que hay áreas anti-América en Estados Unidos?)
- La noticia de que la campaña de McCain se había gastado 150.000 dólares en renovar todo el vestuario de la candidata. Aquí hay una puntualización que efectuar: el dinero había salido del Comité Nacional Republicano (RNC- financiado por donaciones privadas) no del Comité de Campaña de McCain (financiado con fondos públicos). El RNC tiene perfecto derecho a decidir cómo invertir el dinero que le ha sido donado. Dicho esto, resulta evidente que, en un contexto en el que los republicanos tienen menos dinero que los demócratas, la inversión en gastos suntuarios de este tipo ha irritado profundamente a los donantes republicanos, que consideran que "su" dinero podía haberse invertido de una manera más efectiva.
- De todos modos, quizá lo más llamativo es la tremenda escisión que la designación de Sarah Palin ha provocado entre lo que podríamos llamar los republicanos "de la vieja escuela" (y en particular, veteranos de las administraciones Reagan y Bush) y los "nuevos republicanos" (en particular los neoconservadores.
Si por un lado no resulta sorprendente que un republicano moderado como Colin Powell se oponga a Sarah Palin, por cuanto considera que su designación mueve al Partido excesivamente a la derecha y que no está preparada para el cargo, empieza a resultar más duro que Lawrence Eagleburger, exsecretario de Estado de George Bush padre (y que apoya a McCain, no a Obama), afirme que "por supuesto" que Sarah Palin no está preparada para tomar las riendas de la Presidencia. Y tampoco ayuda que John Ensign, senador republicano por Nevada, dijera que "Joe Biden está mucho más cualificado para ocupar la Presidencia que Sarah Palin" (aunque añadió que McCain estaba mucho más cualificado que Obama).
Y en la prensa, los ataques a Palin de conservadores como David Frum y Peggy Noonan (redactores de los discursos de Reagan), George Will (el decano de los periodistas conservadores, que escribe en el Washington Post) o David Brooks (que, pese a ser conservador, escribe en el New York Times), contrastan con la defensa cerrada que la gobernadora de Alaska recibe en medios como las revistas "National Review" (pionera del movimiento conservador) y "The Weekly Standard" (de ideología neoconservadora). Pero incluso en la primera de ellas, el hijo del fundador, Christopher Buckley, tuvo que renunciar a su columna semanal cuando anunció que iba a apoyar a Obama en las elecciones, y Kathleen Parker, una colaboradora habitual, fue sometida a una cascada de insultos cuando afirmó que Palin no estaba preparada para ser vicepresidenta.
Por último, tampoco está de más mencionar que hace cuatro años, los periódicos norteamericanos dividieron su apoyo entre Bush y Kerry más o menos al 50% (213 Kerry, 205 Bush). Este año, la cosa está 240 a favor de Obama y sólo 114 a favor de McCain (faltan algunos, por supuesto). Y resulta fascinante leer, prácticamente en todos los editoriales de los periódicos que hace cuatro años apoyaron a Bush o fueron neutrales y que ahora apoyan a Obama que uno de los motivos esenciales para tomar su decisión era la designación de Palin como vicepresidenta. Veamos dos ejemplos especialmente clamorosos:
- Los Angeles Times, periódico conservador que rara vez anuncia su apoyo a un candidato (la última vez fue en 1972, cuando apoyaron a Nixon en su reelección contra McGovern):
"Indeed, the presidential campaign has rendered McCain nearly unrecognizable. His selection of Sarah Palin as his running mate was, as a short-term political tactic, brilliant. It was also irresponsible, as Palin is the most unqualified vice presidential nominee of a major party in living memory. The decision calls into question just what kind of thinking -- if that's the appropriate word -- would drive the White House in a McCain presidency. Fortunately, the public has shown more discernment, and the early enthusiasm for Palin has given way to national ridicule of her candidacy and McCain's judgment."
- El "Chicago Tribune" periódico conservador que nunca en su historia había apoyado a un candidato demócrata (fundado en 1847, a partir de 1854 se convirtió esencialmente en el periódico oficial del Partido Republicano en Illinois. Por supuesto, había abogado por la reelección de Bush hace cuatro años):
"McCain failed in his most important executive decision. Give him credit for choosing a female running mate--but he passed up any number of supremely qualified Republican women who could have served. Having called Obama not ready to lead, McCain chose Alaska Gov. Sarah Palin. His campaign has tried to stage-manage Palin's exposure to the public. But it's clear she is not prepared to step in at a moment's notice and serve as president. McCain put his campaign before his country."
Y ése, me temo, será el veredicto final en materia vicepresidencial: Obama escogió a un vicepresidente que está capacitado para ser presidente desde el primer momento si le pasara algo al Presidente. McCain mostró irresponsabilidad y falta de discernimiento al escoger a una vicepresidenta incompetente. Obama tomó una decisión de estadista. McCain, una mera decisión de político oportunista (y además, al adoptar esa decisión McCain consiguió perder frente a Obama su argumento decisivo: que su experiencia le hacía más capacitado para la Presidencia).